Un contexto inédito en la historia económica


    Osvaldo Cado


    Nicolás Bridger
    Fotos: Alejandro Ibañez

    No hay dudas de que en el éxito de los últimos años mucho
    tuvo que ver una situación internacional favorable. La elevada liquidez
    en el mundo favoreció la recepción de flujos de Inversión
    Extranjera Directa (IED) por parte de los países emergentes, mientras
    que los altos precios de los commodities tuvieron como correlato un
    efecto ingreso que ayudó a robustecer las cuentas fiscales.
    Pero tampoco tenemos dudas de que la decisión política de mantener
    un superávit fiscal elevado, independientemente de los instrumentos utilizados,
    es la piedra angular de la estabilidad de cualquier economía emergente
    y, en especial, de la Argentina.
    Más allá de un contexto político y económico convulsionado
    (elecciones presidenciales, Skanska, el caso de la valija, la intervención
    en el Indec, el deterioro fiscal, la inflación, precios internacionales
    en alza, el aumento de las retenciones, la crisis de hipotecas, etc.), durante
    2007 la economía continuó creciendo (+8,6%) y con ella mejoraron
    los indicadores laborales y sociales.
    El desempleo, sin incluir planes sociales, alcanzaría el mínimo
    de los últimos 15 años en un valor en torno a 8%. También
    mejoraron los salarios, tanto en términos nominales (+22,4%) como reales
    (+4%). Ambos elementos repercutieron favorablemente en los números de
    pobreza e indigencia, aunque dichas variables mostraron un amesetamiento en
    el segundo semestre del último año a causa de una inflación
    en ascenso.
    En efecto, la inflación minorista superó holgadamente a la expuesta
    por las estadísticas públicas, sujetas a torpes manipulaciones.
    Nuestras estimaciones la muestran en torno a 18%, con presiones por el lado
    de los alimentos y de un consumo público y privado recalentado.
    Existe además un importante déficit de infraestructura relacionado
    con las todavía congeladas o (en algunos casos) recién ajustadas
    tarifas de servicios públicos, déficit que quedó en evidencia
    con las restricciones energéticas experimentadas durante el invierno.
    Estos dos temas, inflación en ascenso y situación energética,
    son los que deben abordarse con mayor urgencia.

    Expectativas favorables
    No obstante, las perspectivas para 2008 son favorables. Si bien esperamos un
    escenario de desaceleración brusca de EE.UU., creemos que esto no afectará
    de manera significativa el crecimiento mundial (se pasaría de 4,5% en
    2007 a 4% en 2008) ni el asiático específicamente (se pasaría
    de 7% a 6%). De esta manera, los precios de los commodities tendrían
    un piso elevado, facilitando el sostenimiento de los fundamentals que
    explicaron la evolución favorable de las economías de la región.

    Por su parte, las reformas económicas están empezando a dar frutos
    en Brasil, que presenta mejoras constantes en la productividad. En este sentido,
    dado que es nuestro principal socio comercial un mayor dinamismo brasileño
    favorece a la Argentina
    La mejora que se observará en los números fiscales (superávit
    primario de 3,5% del PIB contra 2,4% en 2007) ayudará a desacelerar una
    demanda interna recalentada. Esto último, sumado a precios de commodites
    más estables y a una menor depreciación del peso contra el real
    brasileño y el euro, debería contribuir a frenar la tendencia
    alcista de la inflación, aunque habrá que estar atento a los reclamos
    salariales.
    El crecimiento para 2008 superará 7%, explicado por un consumo privado
    e inversión elevados y por los altos precios agrícolas y agroindustriales
    que siguen siendo fuentes de buenas noticias para el país.
    Mirando el largo plazo, todavía queda mucho por hacer. La situación
    actual difiere de la que recibió la administración Kirchner en
    2003. La Argentina ya no presenta una demanda de dinero insatisfecha, stocks
    de capital físico y humano ociosos y un colchón energético.
    Para consolidar el actual proceso de crecimiento es necesario enfocarse en profundizar
    el proceso de inversión en capital humano y físico, para lo cual
    la Argentina debe dejar de lado la improvisación, recuperar la racionalidad
    en muchas de sus políticas económicas y afianzar los lazos con
    el resto del mundo.