Nextel toma partido


    Marina Gomel y Luis María Jordán
    Foto: Gabriel Reig

    Pedro trabajó hace varios años en una gran empresa, estudió
    Administración o una carrera similar; es prolijo, ordenado y organizado.
    Miguel se hizo más de abajo, posiblemente tuvo más de un trabajo
    y parece ser autodidacta: tiene calle, olfato para los negocios y habilidad
    con los clientes.
    Hace dos años montaron su empresa: Pedro y Miguel Eventos.
    Les pasaron –y les pasan– lo que a la mayoría de las Pyme
    argentinas: hacen todo ellos; les cuesta conseguir proveedores; tienen pocos
    empleados; no dan abasto con la demanda cuando surge un pedido grande…
    Y también van viendo cómo el crecimiento los va alcanzando: hacen
    cursos de perfeccionamiento, compran equipamiento, ganan premios, arman un equipo
    de trabajo, mejoran sus oficinas…

    Ficción y realidad
    Y aunque parecen estar en todos lados, Pedro y Miguel no existen en la realidad.

    Son parte de una campaña que Nextel ha ideado para acercarse a uno de
    los mercados objetivos más importantes de la empresa: las Pyme.
    La campaña, compuesta por nueve spots en 2006 y seis spots en
    2007, ganadora de premios varios (Cannes; Diente del Círculo de Creativos;
    FIAP; Lápiz de Oro; New York Festivals; Ojo de Iberoamérica…),
    fue creada por la agencia La Negra en 2006 y ve su continuidad en 2007.
    La historia de Pedro y Miguel retrata con sinceridad y una sorprendente altura,
    la realidad que viven las Pyme argentinas.
    Es sincera, porque las desnuda, mostrando las situaciones reales por las que
    éstas pasan al buscar ser vistas “pareciendo” grandes corporaciones.

    Pero, por primera vez en este tipo de trabajos comunicacionales, una campaña
    que utiliza el humor para tocar el tema, evita burlarse o ser cínica
    con su target.
    Sí, Pedro y Marcelo llenan su sala de reuniones con mesas de jardín;
    presupuestan de a “… diez mil, quince mil y cuarenta, no cuarenta mil,
    cuarenta calcos…”; compran “soamente as olhotas”
    cuando viajan a Brasil, dejando los garotos de lado porque “o cambio
    nou me favourece…”
    ; y reparten ellos mismos los sobres a sus clientes.

    Pero Pedro y Marcelo le ponen el hombro al trabajo, invierten, toman personal,
    tienen el apoyo de su familia y amigos, y eventualmente –si el país
    los ayuda– crecen.
    En un mercado que siempre está dispuesto a bastardear y despreciar a
    las Pyme –juego al que ellas muchas veces acceden imitando poses, modismos
    y gestos de las grandes corporaciones–, la campaña de Nextel las
    muestra como una parte frágil del sistema productivo; pero también
    como a una parte importante de ese aparato, motorizadas por la garra, convicción
    y esfuerzo de sus dueños. Un factor de fortaleza que muchas corporaciones
    no pueden poner en su FODA.

    Tomando partido
    A esas empresas, Nextel les ofrece un aliado dispuesto a ayudarlas a progresar.
    “Pequeñas y medianas, Nextel está de su lado”, dice
    el tagline de la campaña.
    Y en la lucha entre el éxito y el fracaso en la que se sumergen las Pyme,
    Nextel toma partido por ellas.
    “Lo que quisimos mostrar es el perfil de nuestros clientes, hablando de
    todo lo que le cuesta lograr las cosas a las Pyme, diciéndoles ‘Estamos
    con ustedes’. Siempre estuvimos con las empresas, Nextel es una herramienta
    de trabajo, pero en este caso decidimos ir directamente a acompañar y
    apoyar este target –dice Luis María Jordán, gerente
    de Marketing–. Cuando uno compara las dificultades con las que se encuentran
    las Pyme, y decide acompañarlas, tiene que decirle las cosas, pero sin
    ofenderlas”.
    Detrás de la creatividad, hay un profundo proceso de búsqueda
    en los insights de los consumidores y usuarios de la marca. Sus actitudes, creencias,
    valores, forma de ser y de usar el servicio, y su relación con la marca
    son la clave de esa búsqueda, realizada codo a codo entre Nextel y La
    Negra.
    “Queremos que la gente se identifique bien con nosotros. Y sobre todo
    buscamos que no se sintieran tocadas, sino identificadas –explica Marina
    Gomel, coordinadora de Publicidad–. Por suerte lo logramos”.

    Escuchar, escuchar, escuchar
    De todas formas, el diálogo de Nextel con sus clientes no se remite a
    la instancia de preparación de una campaña.
    “Analizamos cada una de las trescientas mil llamadas que recibimos por
    mes y las clasificamos. Todo lo que es consulta general queda en atención
    al cliente; pero los reclamos, sugerencias, pedidos de cambio de planes, formas
    de uso… nos vienen a nosotros. Con esa información hacemos un top five
    de los temas más importantes y eso nos da el pulso sobre el estado de
    nuestros clientes”, explican.
    El canal de diálogo sigue: varias veces al año, y a lo largo de
    todo el país, el CEO de Nextel se reúne a desayunar con sus clientes.
    ¿El objetivo? Escuchar cara a cara sus problemas y buscar formas de resolverlos
    cuanto antes.
    Ese diálogo sostiene el puente que une a una corporación –Nextel–
    con sus clientes Pyme, evitando que éstos la vean como alguien que les
    habla desde arriba del pedestal; sino como un socio, grande, sí, pero
    que les habla de igual a igual.
    El diálogo profundo entre la marca y sus clientes es fuente de credibilidad
    de una campaña, una vez más.
    P.C. | pcavalli@mercado.com.ar







    Familiares de Dilbert

    Entiéndase bien: no es una campaña antimanagement.
    Al contrario, hay respeto por los conceptos básicos de la gestión
    y por las virtudes de las empresas pequeñas, cuyos directivos
    han aprobado –todos– un master implícito
    en la especialidad de operar siempre con escasos recursos y con imaginación
    incesante.
    Es sí una reconvención amable para la caricatura del management,
    para los tics y poses adquiridos por ejecutivos novatos antes de que
    la realidad los sumerja en la batalla cotidiana. Los autores de la idea
    parecen haber encontrado inspiración en el legendario Dilbert,
    el comic que deleita a los estadounidenses y al resto del mundo.
    El personaje que ha logrado desmitificar la actividad y llevar una sonrisa
    cómplice a las salas de directorio.
    Es que la “última teoría” en management
    sigue un ciclo conocido: de la euforia a la desilusión. Primero,
    uno de los expertos de renombre, un gurú, elabora la tesis seductora
    y acuña un nombre impactante. El libro donde se condensan estas
    ideas tiene gran repercusión.
    Algunas empresas, en lucha por sobrevivir, ganar mercado o reducir costos,
    aplican los preceptos del nuevo credo. Pronto se empieza a hablar de
    casos exitosos en la aplicación de estas ideas. Las páginas
    de las revistas de negocios se pueblan con estas historias. Ahí
    se llega a la cumbre.
    Casi enseguida comienza la declinación. Siempre desde el frente
    académico, algún sólido profesor lanza la primera
    andanada. Una minuciosa investigación demuestra que en la aplicación
    de la revolucionaria tesis son más los fracasos o los casos indecisos,
    que los éxitos. Por este sendero avanzan otros expertos y luego
    el periodismo especializado.
    El desaliento cunde. ¿Cuál es el paso siguiente? El gurú
    admite que sus ideas no fueron bien aplicadas o que el cambio vertiginoso
    en el modo de hacer negocios introdujo variables no previstas, y se
    apresta a formular una versión revisada y actualizada de la tesis
    o a lanzar una nueva. Un buen día, la teoría una vez triunfante
    comienza a desvanecerse, a caer en el olvido, mientras otra idea atractiva
    y seductora se instala firme en el centro del escenario. Y el ciclo
    recomienza.