Diez razones para ir a Davos

    Por Daniel Alciro

    El Foro Económico Mundial (FEM) se reúne, cada año, al lado del Museo Kirchner, en el Kongresszentrum de Davos, Suiza.
    El museo pertenece a la Asociación Kirchner e incluye 1.400 obras –pinturas, esculturas, grabados, textiles, dibujos originales y borradores– del pionero del expresionismo alemán: Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938), que vivió en Davos desde 1917 hasta su muerte (ver recuadro La historia de Kirchner).
    Los antepasados del ex Presidente argentino, y esposo de la actual Presidenta, eran suizo-alemanes, de Interlaken: una comuna ubicada a 252 kilómetros de Davos.
    Más cerca aún (apenas a 146 kilómetros) está Zúrich, sede del Credit Suisse Group, donde siguen depositados los millones de dólares que el Gobierno de Santa Cruz recibió del entonces presidente Carlos Menem (por “regalías mal liquidadas”) luego de que el Congreso de la Nación aprobara la privatización de YPF.
    Kirchner tiene –por homonimia con el artista, ancestros y vinculaciones financieras– muchos motivos para sentir a Davos como un sitio familiar.
    La villa alpina, por lo demás, parece un lugar inspirador. No sólo permitió que Kirchner (Ernst) creara sus mejores obras. Davos es el lugar donde Thomas Mann escribió La montaña mágica.
    Nada de eso conmovió al ex mandatario argentino, que se mantuvo lejos de los Alpes suizos. El FEM le pareció un congreso elitista, destinado a promover la globalización y favorecer el imperialismo.
    En 2004, el fundador de la dinastía Kirchner había confirmado su asistencia; pero a último momento canceló el viaje.
    Por su parte, el FEM ha sido duro con el ex mandatario: no hace mucho, los expertos del Foro dijeron que la Argentina de Kirchner ofrecía “pobres” condiciones generales para la inversión: el mismo calificativo que aplicaron a la Venezuela de Chávez y la Bolivia de Morales.
    El FEM no es, en realidad, un organismo técnico. Es, como su nombre lo indica, un foro. Sin embargo, actúa como “consultor” de Naciones Unidas y, con el sponsorhip de una organización suiza, está financiado por más de 1.000 corporaciones.
    Los “verdes”, los ex comunistas y los socialistas lo ven como el Vaticano del neo-liberalismo, y en 2000 promovieron un boicot contra el Foro, frustrado por la policía suiza.
    El FEM reaccionó estableciendo un foro abierto, de libre acceso, en el cual se trata sobre formas de luchar contra la pobreza y la inequidad. Luego, su agenda fue abriéndose al cambio climático y la protección ambiental: algo que debió haber ocurrido aun sin la presión de los críticos. Hoy, desde Al Gore hasta el más oscuro columnista, todos se afanan por demostrar su devoción a Gaia, la diosa griega de la Tierra.
    La conversión del FEM al ambientalismo no convence a los más críticos, que la ven como un acto de gatopardismo.

    Pioneros en tecnología

    Las críticas superficiales que se hacen al FEM pierden de vista algunas de sus contribuciones.
    Una de ellas es el estímulo a la innovación tecnológica. Todos los años, el Foro elige una serie de empresas pioneras en tecnología.
    El próximo 30 de noviembre se elegirá a las pioneras 2008, agrupadas en tres categorías: biotecnología y medicina; energía y medioambiente; informática y telemática.
    Las empresas preseleccionadas son 39 y pertenecen a Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Suiza, Suecia, Alemania, Holanda, Rusia, Israel e India.
    En 2007 fueron designados pioneros:

    El otro foro
    Para contrarrestar al FEM, sectores progresistas crearon el Foro Social Mundial (FSM), un “lugar de encuentro” en el cual se realizan “debates democráticos de ideas”, con el fin de enfrentar al “neo-liberalismo, a los capitales financieros que dominan el mundo, y a todo forma de imperialismo”.
    Las tres primeras ediciones del FMS (2001, 2002 y 2003) se realizaron en Porto Alegre, Brasil. En 2004, este foro alternativo se mudó a Mumbai, India, pero en 2005 volvió a Porto Alegre. Al año siguiente, hubo una “descentralización”: en 2006 el FMS sesionó en Bamako, Mali; Caracas, Venezuela; y Karachi, Pakistán. Y este año volvió a la sede única; ahora, Nairobi, Kenya.
    En 2003, apenas electo Presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva participó de ambos foros: el de Porto Alegre y el de Davos. Justificó la ambigüedad de esta manera: “Después de participar en la tercera edición del FSM, en Porto Alegre, iré a Davos para demostrar que otro mundo es posible. Davos precisa escuchar a Porto Alegre. Es inadmisible que, en el inicio de un nuevo mileno, haya millones de seres humanos que no tienen nada que beber y comer. Por eso, la prioridad de mi Gobierno va a ser la lucha contra el hambre. Voy a llevar a Davos un mensaje, para que los países ricos distribuyan la renta del planeta”.


    En el FMS, esto cayó como un acto de ingenuidad. O una traición.
    Dos años más tarde, una figura señera del foro alternativo mostró el resentimiento de éste con el mandatario brasileño. Dijo el padre Bernard Lestienne, presidente de la Red Internacional Jesuita para el Desarrollo (IJND): “La elección en los últimos años de varios Presidentes más populares, y en particular la de Lula, en Brasil, levantó expectativas de transformaciones políticas, sociales y económico-financieras que redujeran las desigualdades y promovieran mejoras concretas en el campo social. Desgraciadamente, la desilusión es profunda, en particular en el caso de Lula. Las organizaciones internacionales mantuvieron su control sobre las políticas de los nuevos Gobiernos ‘populares’. En Brasil, muchas figuras políticas ilustres, fundadores y militantes del Partido de los Trabajadores con Lula durante más de 25 años, dejan el partido. Se esperaba un nuevo Brasil con Lula, y no viene. La desilusión se deja notar mucho más allá de las fronteras del país”.
    Lula se convirtió en un habitué de Davos. El FMS es una plataforma para la retórica, pero el FEM es el lugar para conseguir inversiones, mercados y contactos.
    En el último encuentro, el mandatario brasileño se encontró en la villa suiza con:
    • Tony Blair, todavía Primer Ministro británico.
    • Micheline Calmy-Rey, Presidenta y canciller de Suiza. Líder socialista y feminista, que impuso la paridad absoluta (50/50) en los puestos diplomáticos.
    • Susan Schwab (nada que ver con Klaus), representante especial de Comercio de Estados Unidos. La embajadora Schwab es responsable de la política comercial de su país. Tiene a su cargo las negociaciones y la implementación de acuerdos entre Estados Unidos y Europa, Eurasia, el Oriente Medio y Latinoamérica. Se ocupa, además, de las relaciones con la Organización Mundial de Comercio, y de todo lo relativo a inversiones, propiedad intelectual y servicios.
    • Felipe Calderón, Presidente de México.
    • Pascal Lamy, director general de la Organización Mundial de Comercio.
    • Shimon Peres, por entonces viceprimer Ministro (hoy Presidente) de Israel.
    • Mahmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina.
    • Bill Gates, el creador de Microsoft.
    • Líderes de empresas como Dell, Nestlé o Google.
    En su discurso, Lula instó a los países ricos a derribar las barreras al comercio agrícola, que impiden el progreso del mundo en desarrollo.
    Por otro lado, formuló una advertencia que incluyó, al mismo tiempo, a los representantes de las naciones reunidas en Davos, y a los miembros del FSM: “Los países ricos deben parar con la manía de dar dinero a gobernantes que, a veces, ni aplican ese dinero a aquello para lo cual lo pidieron. Es necesario que la inversión vaya a proyectos de desarrollo, porque eso genera empleo y mejora la calidad de vida. Por otro lado, los miembros de las naciones en desarrollo tenemos que parar de viajar por el mundo llorando nuestra miseria y encontrando culpables para nuestra desgracia’’.
    La idea de Lula es que, para lograr algo, hay que ir a discutir –de igual a igual– con los grandes.
    En la misma línea, Cristina Kirchner tiene buenas razones para asistir a Davos:

    1- A diferencia de su esposo, ella tiene vocación por la escena internacional.
    2- No hay un ámbito más eficiente para trabar rápida amistad con gran número de gobernantes y líderes empresarios.
    3- Existe, entre los decision makers del mundo, interés por conocer a la Presidenta de la Argentina, para descubrir, entre otras cosas, cuáles son sus semejanzas y diferencias con Néstor Kirchner, su marido y antecesor.
    4- El FEM no es un apéndice de Estados Unidos. Participar del Foro no implica, por lo tanto, una contradicción con el sesgo anti-yankee que suele asomar en Cristina Kirchner, y que se ha acentuado desde el infortunado episodio Antonini.
    5- La Presidenta puede ir a Davos a hacer lo que más le gusta: amonestar a los poderosos en público, pero contemporizar con ellos en privado. Es lo que ha hecho en IDEA: un Davos de cabotaje.
    6- Su discurso puede superar, en fogosidad y trascendencia, a los de Lula.
    7- El FEM no es monocolor y en él han participado representantes de organizaciones caras al sentimiento de la Presidenta; como Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional: un símbolo de la lucha por los derechos humanos.
    8- La señora Kirchner ha dicho que su “modelo” es Alemania. No Cuba, no Venezuela. “Quiero un país exportador, con un altísimo grado de tecnología”, sostuvo. Y tal modelo está reflejado en Davos; no en la oratoria grandilocuente de Porto Alegre. Ella no tiene por qué abjurar de su amistad con Hugo Chávez. Puede seguir reconociendo que el Presidente venezolano fue “el único” que ayudó a la Argentina en los momentos más negros de su crisis; pero eso no obliga a que la Presidenta busque el modelo más adecuado para un país no petrolero, con tradición industrial y memoria de su pasado de opulencia. En todo caso, Cristina Kirchner podrá inspirarse en los gobiernos “progresistas” a fin de promover una mejor distribución de la renta; pero no necesariamente a fin de determinar cómo se logra que esa renta aumente.
    9- La Presidenta también ha dicho que quiere promover la exportación de valor agregado, lo cual requiere una diplomacia económica a desarrollar en ámbitos formales, y en ámbitos informales como el del foro creado por Klaus Schwab.
    10-Además de diplomacia, el modelo alemán y la exportación industrial demandan fuertes inversiones. Cristina Kirchner parece comprenderlo bien. En agosto, hablando ante el Consejo de las Américas, en Nueva York, prometió promover la inversión extranjera y sostuvo: “La Argentina es una muy buena oportunidad para hacer negocios”. Más importante que un discurso, fue una de sus primeras decisiones: designar embajador en Francia a un empresario multinacional: el presidente de Peugeot-Citroën Argentina, Luis Ureta Sáenz Peña. Falta demostrarle a los participantes del FEM que la Argentina de Cristina Kirchner no ofrece “pobres condiciones generales para la inversión”.

    El gran vendedor

    El “inventor” del Foro Económico Mundial es el economista germano-suizo Klaus Schwab.
    Su “invento” le ha otorgado fama y poder.
    Hace un tiempo, el Financial Times se preguntó cómo hace para reunir a tantos líderes mundiales en una montaña alpina, de difícil acceso, todos los inviernos.
    El periódico londinense creyó encontrar tres razones para el milagro:
    1- Schwab dedica una cantidad increíble de tiempo a esa tarea.
    2- El hombre es un intelectual locuaz, con enorme talento para el halago. Podría aparecer con un pordiosero y presentarlo como un gran personaje: “Usted, señor, ha fundado un próspero negocio que incide en la vida de mucha gente. Usted es renombrado por su elocuencia y gracia. Usted es un emprendedor y un visionario. Mr Vagabundo, bienvenido en Davos”.
    3- Por último, Schwab es un experto en construir redes. Consigue que un Primer Ministro vaya a Davos y, entonces, otros también van. Invita a un alto ejecutivo y provoca que los competidores del invitado se anoten. Cuando tiene varios Primeros Ministros y altos ejecutivos, tienta a bancos de inversión y otras empresas para que pongan dinero y alquilen hoteles. Cuando toda esa gente esté en el lugar, entonces aparecen las estrellas de Hollywood.
    El éxito, inevitablemente, trae aparejadas las críticas.
    Hay quienes ven al FEM como la “Copa del Mundo” de empresarios y políticos: una plataforma para desfilar, luciendo ideas (no siempre originales) y posando de filósofos o filántropos.
    Martín Varsavsky –otrora una “estrella” de Davos– reniega del “reino de Schwab”. “Klaus hace y deshace como se le da la gana”, dice. “Si alguien adquiere importancia, como ocurrió con José María Figueres [ex presidente de Costa Rica], lo despide”.
    La queja de Varsavksy se entiende mejor cuando agrega: “A mí también me despidió”.
    Hay críticas que acaso sean menos justas pero, al menos, parecen tener más envergadura.
    Los anticapitalistas consideran que Schwab promueve la explotación del hombre por el hombre y la contaminación del medioambiente.
    Algunos capitalistas creen que el Foro se ha hecho crecientemente banal.
    Tom Johnson, de CNN Money, ironiza: “Todos los años, en invierno, Davos recibe a más de 10.000 altos empresarios, políticos y académicos que se tambalean sobre la nieve y el hielo para ir a pontificar acerca de cualquier cosa, desde la política económica hasta el significado del tiempo”.
    El inglés John Gapper sostiene que el Foro es un torneo de lugares comunes: “Si usted se pasa unas horas en una fila trasera, escuchando a gente que habla del ‘efectivo liderazgo en la administración de los riesgos globales’, le garantizo que se quedará profundamente dormido”.
    Hay algo, no obstante, que salva al Foro: los eventos paralelos. Son conferencias y seminarios, en los cuales participan desde premios Nobel hasta sofisticados inversionistas. En esos eventos uno puede aprender qué nos ha aportado la decodificación del genoma humano, y qué perspectivas abre a la farmacopea. O evaluar las reales posibilidades de la nanotecnología industrial. O escuchar fórmulas para ganar dinero invirtiendo en arte.
    Las fiestas resultan, por otro lado, una oportunidad para relacionarse con gente importante. Un consejo de Gapper: “Lo más fácil es caerse alrededor de las 18:30 al Belvedere Hotel y fijarse qué salones están llenos de gente sosteniendo canapés y vasos de vino”. Una alternativa es “quedarse toda la semana en el lobby del Belvedere”, esperando que pase por allí la gente con la cual uno quiere contactarse. Claro que muchos de los candidatos pasarán rodeados de cámaras y guardespaldas.
    “Para establecer relaciones, usted tiene que estar a tono con los temas dominantes de Davos”, subraya Gapper, columnista del FT. “En todas sus conversaciones, destaque cómo el Foro se ha vuelto demasiado grande y multitudinario, observe que ahora se le permite la entrada a cualquiera, y asegure que esta es la última vez que viene. Todo el mundo dice estas cosas en algún momento; especialmente los banqueros inversores, que pagan enormes cantidades de dinero para tomar contacto con potenciales clientes, y no están acostumbrados a dormir en habitaciones tan chicas como la de los hoteles de la villa”.
    Por supuesto, esos banqueros volverán al año siguiente, como han vuelto cada año desde 1972. No hay otro lugar donde reunirse con Angela Merkel, Bill Gates o Sharon Stone y conocer gente que no sabe qué hacer con su plata.
    Además, el FME ha logrado encomios inesperados, que promete negocios en países difíciles de abordar. El 27 de septiembre, Al Jazeera –la agencia noticiosa árabe, basada en Doha, Qatar– distribuyó el siguiente cable:
    En 1971, a Klaus Schwab se le ocurrió reunir a la gente más influyente del mundo. Hoy, es el anfitrión de los principales líderes internacionales, que concurren a su cita anual en Davos.
    Schwab tenía 33 años cuando concibió la idea de una organización sin fines de lucro, dedicada a mejorar el estado del mundo.
    El proyecto de este alemán, educado en Suiza, puede haber parecido utópico. Pero él terminó creando una marca que identifica a una asociación mundial de empresarios, políticos e intelectuales, con conferencias regionales alrededor del mundo.
    Schwab tiene sus críticos, que usan Davos como una oportunidad para atacar a las grandes corporaciones, acusándolas de explotar a los países pobres… pero el evento no deja de crecer en importancia”.

     

    Sub 40

    Cada año, el FEM identifica a unos 250 jóvenes de extraordinarias condiciones, provenientes de todas partes del mundo.
    Los elegidos se reúnen entonces en la cumbre del Foro de Jóvenes Líderes Globales (FJLG), que este año se celebró en Dalian, China (4 a 8 de septiembre) y reunió a 227 jóvenes de 52 países.
    Para ser considerado un “joven líder global” hay que reunir las siguientes condiciones:
    • Tener menos de 40 años.
    • Exhibir claro liderazgo y experiencia.
    • Haber demostrado vocación de servicio público.
    • Tener la decisión de dedicar sus energías y su experiencia a afrontar los más críticos problemas de la humanidad.
    No está claro si el ministro de Economía argentino, Martín Lousteau (36), debe participar en el FEM o en el FJLG.

     

    La historia de Kirchner

    El siguiente artículo, de Rodolfo H. Terragno, reseña la vida de Kirchner. No Néstor Carlos, ex Presidente de la República Argentina, sino Ernst Ludwig, célebre pintor germano-suizo. El artista fue un aldeano que logró, según su biógrafo, “un extraordinario ascenso”, a impulso de su ambición.

    Tiene tantos habitantes como Río Gallegos. Es cierto que, en muchos aspectos, no se la puede comparar: Aschaffenburg, donde se yerguen el castillo de Johannisburg y una abadía del siglo 12, fue fundada por los romanos; y en 1292 se colmó de obispos, llegados de todas partes para celebrar un sínodo.
    No obstante, en algo se parece esa villa bávara a otras ciudades pequeñas: todas producen una sensación de aislamiento en los espíritus que albergan ambiciones.
    Fue esa la sensación que tuvo, durante su infancia y adolescencia, Ernst Ludwig Kirchner. Nacido en Aschaffenburg, creció en Perlen –un poblado suizo– y volvió a Alemania para entrar a un colegio de Chemnitz. Eran, todos, reductos demasiado estrechos para las tempranas aspiraciones de Kirchner.
    A los 21 años, se fue a estudiar a Dresden: ciudad mayor pero, aun así, no más poblada de lo que está, hoy, La Plata. También en este caso la comparación tiene límites: Dresden –llamada entonces “la Florencia del Elba”– figuraba entre las más bellas ciudades del mundo.
    Bella pero insuficiente para quienes miraban hacia extramuros. Kirchner, que ya había resuelto dedicar su vida al arte, reunió a varios artistas amigos y formó un grupo –Die Brücke– con la mirada puesta en Berlín. Era un intento de levantar un puente (brücke) hacia el futuro.
    El manifiesto del grupo hacía “un llamamiento a la juventud”, para “conquistar la libertad de acción”, restringida hasta entonces “por la viejas fuerzas, tan difíciles de desarraigar”.
    Un compañero de Kirchner fue más audaz en la definición. Escribió en una carta: “Uno de los objetivos de Die Brücke es facilitar el pasaje al futuro de los elementos más revolucionarios y fermentadores”.
    El grupo se levantaba contra el impresionismo y el realismo por igual. Los consideraba superficiales y faltos de emoción.
    En cambio, postulaba la “espontaneidad”, la “libre expresión” y esa fuerza casi salvaje con la cual Kirchner tallaba la madera o blandía el pincel.
    Todos ellos –Heckel, Bleyl, Schmidt-Rottluffy– se lanzaron a una carrera enardecida, jalonada por obras que exaltaban la naturaleza y rechazaban el prejuicio.
    El biógrafo Will Grohmann dice: “El idealismo y el entusiasmo de Kirchner y los otros jóvenes del grupo Brücke puede ser medido por su extraordinaria producción. El rápido desarrollo de sus personales estilos fue en parte el resultado de una frenética actividad”.
    Por fin, el grupo llegó a Berlín. Como recuerda Grohmann, Kirchner confrontó con el establishment mediante “un conjunto de obras insolentes que resumen su azarosa vida en la capital”.
    El espíritu contestatario no sería eterno.
    Die Brücke se disgregó a los pocos años, tras una crisis provocada por el sobrado individualismo de Kirchner.
    Los antiguos jóvenes que él había conocido en Chemnitz y Dresden ya no desafiaban a “las viejas fuerzas, tan difíciles de desarraigar”. Se habían sumado a ellas.
    Berlín reconoció a Kirchner como el “líder” del expresionismo.
    El artista no tardó en representar a Alemania en la Bienal de Venecia.
    Al poco tiempo, tuvo su asiento en la Academia Prusiana de Artes.
    Era, ya, parte del establishment.
    Dos acontecimientos, sin embargo, lo ayudaron a prolongar sus rebeldías juveniles.
    Uno fue el nazismo, que confiscó todas las obras suyas que se exhibían en museos públicos.
    El otro, una inestabilidad psíquica que lo obligó a vivir largos períodos internado, pero no cercenó su creatividad.
    Anti-nazi y sujeto a raptos, no pudo ser definitivamente cooptado por los antiguos enemigos de Die Brücke. La revolución gestada en Dresden fue módica pero, al menos, no terminó en rendición.