El sector venderá US$ 5.500 millones este año

    Por Graciela Cañete

    Las autopartistas acompañaron la evolución de la industria automotriz, y ambas atravesaron ciclos similares. En los 90 crece la producción de vehículos, que en su mayoría se destina al mercado interno y Brasil, pero la crisis llega con la disminución de las exportaciones a Brasil, a partir de la devaluación del real, en 1999; la reducción de la demanda en la Argentina, y la pérdida de inversiones, que se dirigieron al país vecino.
    La crisis también afectó a las autopartistas: cayeron las ventas a las terminales y en el mercado de reposición, y diversas empresas dejaron la Argentina para concentrar la producción en Brasil.
    En 2002 el sector autopartista facturó US$ 1.946 millones, menos de la mitad que en 1998. También fue un año amargo para las automotrices: apenas se fabricaron 159.000 unidades. Con las inversiones para producir modelos exclusivos, que en buena medida se destinan a los mercados del exterior, el sector automotor se recupera. “El crecimiento empuja a las autopartistas, aumentan las exportaciones y las ventas en el mercado de reposición. A la vez, se instalan en el país nuevos jugadores para abastecer las terminales”, explica Juan Cantarella, gerente de la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (Afac). Para 2007, la cámara estima una facturación de US$ 5.500 millones, y un crecimiento de 22% respecto del año anterior.
    El sector está integrado por unas 400 empresas, 80% de ellas Pyme, de acuerdo a datos de la Afac, que generan 62.000 empleos directos. Cerca de 200 empresas envían sus productos al exterior, y las ventas, que se desaceleraron durante la crisis, aumentaron luego de la devaluación: de US$ 1.192 millones en 2003 treparon a US$ 1.936 millones el año pasado, y se estima que 2007 finalizará con exportaciones por US$ 2.100 millones. En los primeros ocho meses del año, las ventas al exterior alcanzaron a US$ 1.425 millones y Brasil, Estados Unidos y España fueron los principales destinos. México también es uno de los mayores compradores y se espera que aumente el comercio a partir del acuerdo de preferencias arancelarias que firmaron ambos países, que alcanza a unos 100 ítems.
    Las exportaciones se realizan a terminales, filiales de la empresa o bien al mercado de reposición. “En el segmento de reposición hay Pyme que envían sus productos al exterior hace años, incluso durante la convertibilidad, pese a la escasa rentabilidad. Son empresas que se dirigen a un segmento de mercado y asisten regularmente a ferias internacionales”, indica Cantarella.
    Las importaciones también crecen al ritmo de la recuperación del sector automotor, el principal demandante. El año pasado las compras en el exterior sumaron US$ 4.816 millones, y cerca de 40% tuvo como origen Brasil. En el sector afirman que es difícil revertir en el corto plazo el déficit en la balanza comercial, que el año pasado alcanzó US$ 2.880 millones, pero consideran que se debería avanzar en la sustitución de importaciones de componentes electrónicos, cajas de velocidad, motores diésel y sistemas de frenos.

    Inversiones significativas
    De la producción de autopartes, 60% se destina a las terminales y es este segmento el que registra la mayor expansión. Sin embargo, Cantarella destaca que “el crecimiento no proviene de un incremento en la participación de piezas nacionales en los vehículos, y lo que se necesita son más piezas nacionales en los modelos que se producen”.
    Para lograrlo, se requiere de fuertes inversiones, tanto de las autopartistas como de las terminales.
    Por su parte, la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa), señala que de los US$ 3.500 millones de inversiones previstas entre 2007 y 2010, se destinará 20%, US$ 700 millones, al desarrollo de proveedores locales: “Las terminales, para ser competitivas, necesitan una mayor cantidad de piezas producidas en el país, porque al trabajar con autopartes locales, en vez de compradas en el exterior, se reducen los costos de logística, se mantiene el stock imprescindible y frente a imprevistos la respuesta es rápida. En la medida que contemos con proveedores competitivos y una producción de calidad es mejor utilizar piezas locales. Para la industria automotriz es un objetivo prioritario”, afirma Fernando Rodríguez Canedo, director ejecutivo de Adefa.
    La inversión se destina a la compra de herramental y la capacitación, entre otros rubros, y se suma a la que realiza el sector autopartista para ampliar la capacidad instalada. Rodríguez Canedo agrega que “los autopartistas conocen cuáles son los proyectos de las automotrices, los modelos a producir y lo que se exporta, además de que se instalará una nueva terminal (Honda). Las proyecciones son de crecimiento, el marco es previsible, por lo cual están dadas las condiciones para que el autopartista invierta”.

    Acompañar el crecimiento
    La inversión es una de las claves del crecimiento, y en ese sentido Dante Sica, director de la consultora Abeceb.com, explica que “el sector automotor, a diferencia de los 90, cuando decide una inversión no analiza lo que se venderá en la Argentina o en Brasil: piensa en el mercado global. Las terminales trabajan en el desarrollo de autopartistas locales para abastecer no sólo a sus plantas en el país, sino también a las del exterior. Por otro lado, hay empresas con certificaciones de calidad, productivas, que incorporan tecnología y que están en condiciones de ser proveedores globales”. Para ganar competitividad, añade Sica, las automotrices necesitan tener cerca a las autopartistas, lo que explica la llegada de empresas del exterior para acompañar el crecimiento de las terminales.
    En el caso de Toyota, cuenta con proveedores en Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y San Luis; entre ellos, la empresa japonesa Vuteq, que este año inauguró una fábrica en Zárate para abastecer a la terminal de piezas plásticas. Ricardo Sorrón, gerente de Compras de Toyota, explica que “es parte de la política global de la compañía promover el desarrollo de autopartistas locales. Toyota transfiere tecnología y capacita a los proveedores para que puedan seguir los planes de producción de la firma y los estándares de calidad requeridos. Es necesario el abastecimiento en tiempo y forma, y con la calidad requerida, por eso es importante que el proveedor comparta la filosofía de mejora continua de Toyota”. Además de capacitación y tecnología, la firma facilita las matrices para la producción de autopartes, y en los modelos que produce es alta la participación de piezas nacionales, sostiene Sorrón. También agrega que “la empresa avanza en una mayor integración de piezas locales; se analiza qué autopartes es conveniente producir en el país”.

    Local y global
    Prestolite Indiel fabrica motores de arranque y alternadores en sus plantas de Buenos Aires y San Luis; abastece a las terminales en el país y exporta. “En la empresa cotizamos para las plantas de nuestros clientes en Alemania, Sudáfrica y Tailandia, y allí competimos con proveedores de distintos países”, indica Mariano Asz, presidente de Prestolite Indiel. La empresa, con casa matriz en Michigan, Estados Unidos, lleva más de 50 años en la Argentina y entre sus clientes se encuentra Ford, Volkswagen, John Deere, Deutz y Agco. “La compañía estuvo en todos los ciclos económicos que atravesó el país, y no se fue durante la crisis. Incluso invirtió en 2002, comprando una planta en San Luis, donde la empresa ya tenía dos fábricas. Cuando el mercado interno se reducía aumentamos las exportaciones”, señala Asz. La empresa finaliza el año con una facturación de $160 millones, un crecimiento de 20% respecto de 2006. La inversión prevista hasta 2009 es de $15 millones y se destinará a ampliar la capacidad instalada y al desarrollo de nuevos productos. “Se realiza investigación en el país, contamos con un departamento de investigaciones en el que trabajan ingenieros y técnicos, y el último desarrollo es un arranque especial para las pick ups, un segmento en el que se especializa la industria automotriz argentina”. Prestolite Indiel también vende en el mercado de reposición y exporta 40% de lo que fabrica a Brasil, Estados Unidos, países de Europa y América latina. Para el próximo año comenzarán a producir en Brasil, pero la coordinación de las operaciones se hará desde Buenos Aires.
    En el caso de Dana, en las plantas de Buenos Aires y San Luis se fabrican ejes, bastidores, cardanes, componentes de suspensión y dirección, entre otras piezas, y tiene como clientes a Toyota, Ford, Daimler, Iveco y General Motors. La casa matriz en Ohio, Estados Unidos, se desprendió del negocio de reposición, que fue comprado por la también estadounidense Affinia, y se concentra en la producción para terminales. “La industria acompaña el crecimiento de las automotrices, y en Dana estimamos que con los modelos que se proyectan fabricar nuestra facturación para 2010 aumentará más de 30%”, indica Gabriel Guereño, del departamento de Ventas de la empresa. También agrega que “las exigencias de las terminales son cada vez mayores, ellas compiten entre sí en el mundo, y a la vez demandan a los proveedores productos de calidad al menor costo posible”. La compañía exporta 35% de la producción a filiales en Brasil, Estados Unidos y Sudáfrica.
    Una de las empresas de capital nacional que provee a las terminales es Unionbat. La empresa familiar creada en 1914, produce baterías con las marcas Willard y Wao para las terminales –entre ellas Volkswagen, PSA Peugeot-Citroën, Daimler e Iveco–, y también para el mercado de reposición. “Trabajamos para mejorar en forma permanente el producto, para tener un artículo de calidad, lo cual nos permite abastecer a las empresas. En la crisis, cuando varias autopartistas se fueron, invertimos en certificar calidad”, indica Osvaldo Castelló, gerente de Unionbat. La empresa tiene una planta en Buenos Aires y otra en Entre Ríos, para la fundición de plomo y sus aleaciones. Para 2007 la firma estima una producción de 750.000 unidades, y se propone llegar al millón para 2009. Cerca de 60% de las ventas se realiza en el mercado de reposición, y también exporta a países de América latina. “En la Argentina aumenta la demanda en el mercado de reposición, se renuevan piezas de los autos que se vendieron en estos años. En la región también continuará el crecimiento”, sostiene Castelló.

    Mercado de reposición
    Las ventas en el mercado de reposición se aceleraron en estos años: “El consumo es mayor, hay más vehículos y se usan más que durante la crisis. En este segmento, las empresas en poco tiempo se enfrentarán a un fuerte desafío tecnológico, porque en los vehículos que se están vendiendo la incidencia de componentes electrónicos es alta, y no sólo las empresas, sino también los talleres tendrán que adaptarse a los cambios”, explica Cantarella.
    En productos para el mercado de reposición las autopartistas argentinas se enfrentan a una creciente competencia de los productos de China, además de otros países, por lo cual Sica señala que “las empresas deberán mejorar sus costos para competir, pero además pueden diferenciarse con prestaciones de servicios, diseño, calidad”.
    Bosch produce en su planta en Buenos Aires componentes para alternadores y motores de arranque, que exporta casi en su totalidad a filiales del grupo en Brasil, España y Sudáfrica, pero la firma concentra sus operaciones en el país en el mercado de reposición. Comercializa una variedad de autopartes, entre las que se incluyen sistemas de inyección de nafta, bujías, sistemas diésel, filtros, baterías, escobillas limpiaparabrisas, equipos de diagnóstico y sistemas de frenos. La mayoría de ellas proviene de Brasil y de Alemania, donde se encuentra la casa matriz. “Hoy circula una amplia diversidad de modelos, que son cada vez más complejos. La complejidad es parte de la modernidad de los vehículos, lo cual es positivo para Bosch, que desarrolla productos innovadores en sistemas de freno, componentes electrónicos, seguridad, entre otros. La gama de productos que ofrece es mayor que en los 90”, señala Vítor Gregório, gerente de la división Aftermarket de la empresa. A la vez, indica que “para competir nos basamos en la calidad y en servicios. Para nosotros es fundamental el servicio de posventa y la inversión en capacitación”. Este año Bosch inauguró un centro de capacitación al que pueden asistir mecánicos de talleres independientes y de la red de la firma. “El mercado de reposición seguirá creciendo y nosotros queremos acompañar esa expansión, no sólo en volumen sino en complejidad de productos”, sostiene Gregório.
    Uno de los fabricantes de bujías en el país es L. V. Spada, empresa familiar creada en 1938, especializada en la producción de bujías incandescentes para motores diésel. En el exterior se comercializa 55% de la producción de la firma, Brasil es el principal destino, y el resto se dirige al mercado local de reposición. “La exportación comenzó en los 80, y no se interrumpió ni siquiera durante la crisis”, afirma Oscar Ciapanna, gerente de Ventas de la empresa.
    La fabricante de faros y ópticas Vic, resultó beneficiada por el mayor trabajo que tienen los proveedores de las terminales: “Trabajan al límite de la capacidad y no pueden entregar piezas para el mercado de reposición, ese volumen lo estamos cubriendo nosotros”, explica Alejandro Saavedra, gerente de Marketing de Vic. Con más de 40 años en este negocio, la empresa familiar destina al mercado de reposición 95% de los faros y ópticas que produce, y 5% a las terminales de maquinaria agrícola, entre ellas, John Deere, Vassalli, Zanello y Pauny. Con dos plantas en Santa Fe, Vic exporta 35% de la producción a Brasil, España, Italia y países del norte de África. La empresa estima que este año las ventas al exterior se incrementaron 40% respecto de 2006, impulsadas por Brasil: “Influye el precio, pero también la calidad, porque nuestra marca ya era conocida en el mercado brasileño”, indica Saavedra. Como competencia, señala los productos que provienen de China e India.

    Nuevos desafíos
    Con una proyección de 750.000 vehículos para 2010, lo que posicionaría a la Argentina entre los principales países productores, se plantean desafíos para el sector autopartista: “Las perspectivas son de crecimiento, pero las autopartistas se enfrentan a un continuo incremento de costos; por caso, aumentan los precios de insumos como el cobre, zinc, aluminio, acero, además de las materias primas que provee la industria petroquímica para fabricar las piezas plásticas. Y los aumentos no son reconocidos en tiempo y forma por las terminales. Esto deteriora la relación entre clientes y proveedores y desincentiva a las autopartistas a la hora de definir inversiones”, apunta Cantarella.
    Por su parte, Sica advierte sobre la dificultad que genera la falta de financiamiento para las inversiones que demanda esta etapa: “Las autopartistas necesitan realizar importantes inversiones para ampliar la capacidad instalada, están trabajando al límite de la capacidad y para acompañar el crecimiento de las terminales precisan invertir. Hasta ahora utilizaron recursos propios, pero la falta de financiamiento es un obstáculo”. Tanto la industria automotriz como la autopartista coinciden en la necesidad de un trabajo conjunto entre las empresas y el sector público que permita generar las condiciones para seguir creciendo, también advierten sobre el alza de los costos de producción y las pérdidas que provoca la escasez de energía.