La empresa, ¿es de los accionistas?

    Un trabajo titulado “Stakeholder Capitalism, Corporate Governance
    and Firm Value”
    , publicado conjuntamente por Franklin Allen (profesor
    de finanzas, Wharton) Elena Carletti (Centro de Estudios financieros, Universidad
    de Frankfort y Robert Marquez (Universidad de Arizona) concluye –aunque
    sin dar una respuesta definitiva– que hay algunos beneficios en poner
    primero a los grupos involucrados, con lo cual dan muestras de que el tema no
    está tan resuelto como se cree.
    El estudio usa un modelo matemático para explorar las ventajas y desventajas
    de las firmas orientadas hacia sus “stakeholders” (término
    de difícil traducción que refiere a todos los grupos que tienen
    interés en que la empresa sobreviva. Esos grupos (personas u organizaciones)
    pueden afectar o verse afectados de varias maneras por las decisiones de la
    empresa).
    Primero, las empresas orientadas hacia sus stakeholders –que
    llamaremos firmas “tipo 1”– tienen menos producción
    y mayores precios pero pueden lograr más valor de firma que las orientadas
    hacia sus accionistas, que llamaremos “firmas tipo 2”.
    Segundo, según el estudio, las firmas pueden voluntariamente elegir orientarse
    hacia sus grupos de interés para aumentar su valor.
    Tercero, los investigadores encuentran que los consumidores que prefieren comprar
    bienes y servicios de las firmas tipo 1 pueden terminar aumentando el número
    de esas firmas en la sociedad. Finalmente, el estudio muestra que, con el surgimiento
    de la globalización, las empresas nacionales (tanto de tipo 1 ó
    2) registran más ganancias cuando son firmas extranjeras de tipo 1y no
    de tipo 2 las que entran a los mercados de esas empresas nacionales.
    Aunque el estudio encuentra muchas cosas a favor de las tipo 1, señala
    un inconveniente: los consumidores pueden terminar soportando aumentos de precios.
    Los precios altos permiten a esas empresas poner en práctica estructuras
    de gobernanza, casi siempre costosas, que benefician más a la gente en
    general que a los accionistas.
    El trabajo aparece en un momento en que algunos países con clima comercial
    de tipo 1, como Alemania y Francia, se sienten presionados a reavivar sus (hasta
    hace muy poco) moribundas economías adoptando políticas que están
    más cerca del tipo 2 (o sea de sus accionistas). Tanto la canciller alemana
    Angela Merkel, como el presidente francés Nicolás Sarkozy ganaron
    las elecciones prometiendo por lo menos algún cambio en esa dirección.
    El estudio se incorpora a la discusión de la gobernanza empresarial y
    del rol de las compañías frente a sus grupos de interés.
    En Estados Unidos y las economías anglosajonas, la ley es bien clara
    cuando dice que los accionistas son los dueños de las firmas y que los
    gerentes tienen una responsabilidad fiduciaria para actuar según los
    intereses de los accionistas. Casi toda la literatura académica sobre
    gobernanza comienza con esta postura y, ciertamente, ésa es la orientación
    dominante en el mundo empresarial en esos países.
    Pero en otras sociedades, la maximización del valor para el accionista
    está lejos de ser aceptada como paradigma. En este estudio, Allen y su
    equipo analizan países donde los intereses de otros grupos tienen incidencia
    en las políticas empresariales.

    Los trabajadores
    El sistema legal alemán, por ejemplo, es muy claro en que las firmas
    no tienen como única obligación la persecución de los intereses
    de los accionistas. Según el sistema alemán de codeterminación,
    empleados y accionistas en las grandes empresas tienen igual número de
    bancas en los comités de supervisión, y los intereses de ambas
    partes deben ser tenidos en cuenta en la toma de decisiones. En Dinamarca, los
    empleados en firmas con más de 35 trabajadores eligen un tercio de los
    miembros del directorio de la firma, con un mínimo de dos. En Suecia,
    las compañías con más de 25 empleados deben tener dos representantes
    obreros en el directorio. Esos directores obreros cuentan con los mismos derechos
    y obligaciones que el resto de los directores.
    La situación es algo diferente en Francia. Las firmas francesas con más
    de 50 trabajadores tienen en sus directorios representantes de los empleados,
    pero sin derecho a voto. También existen sistemas de codeterminación
    más convencionales para firmas del sector público francés
    que han sido privatizadas; las empresas pueden introducir voluntariamente esos
    sistemas. En Finlandia, las empresas también pueden decidir voluntariamente
    designar representantes de los empleados en el directorio. En toda la Unión
    Europea, otro tipo de participación de los trabajadores en la toma de
    decisiones es el comité empresarial, un grupo integrado por trabajadores
    que tiene voz (no voto) en temas como despidos y cierre de plantas. Una organización
    con por lo menos 1.000 empleados, de los cuales haya 150 o más en por
    lo menos dos países de la Unión, debe tener un “comité
    empresarial europeo”.
    En Japón la situación difiere de la de Estados Unidos y Gran Bretaña.
    Los ejecutivos japoneses no tienen responsabilidad fiduciaria ante los grupos
    de interés, pero pueden ser acusados de negligencia grave en el cumplimiento
    de sus obligaciones. Es práctica aceptada en Japón que las empresas
    persiguen los intereses de una gran variedad de grupos.

    Opiniones diferentes
    Una encuesta realizada entre gerentes de varios países muestra cómo
    difieren las opiniones sobre el tema de “a quién pertenece la empresa”.
    En Japón, 97% de los interrogados dijeron que la empresa existe para
    todos los grupos de interés que giran a su alrededor, comparado con 83%
    en Alemania, 78% en Francia, 76% en Estados Unidos y 71% en Gran Bretaña.
    La encuesta mostró otras diferencias en prioridades gerenciales entre
    esos países. Por ejemplo, los japoneses opinan que si atraviesan un período
    de dificultades financieras, es más importante mantener empleos que dividendos
    para los accionistas. Sólo 3% de los gerentes japoneses encuestados dijo
    que las compañías deben mantener el pago de dividendos a los accionistas
    aunque eso signifique que la compañía deba despedir empleados,
    comparado con 41% en Alemania, 40% en Francia y 89% en Estados Unidos y Gran
    Bretaña.
    En el estudio, los investigadores desarrollaron un modelo matemático
    de gobernanza de grupos de interés (tipo 1). El modelo implica dos firmas
    hipotéticas (un duopolio) que compiten entre sí en la venta de
    productos y buscan evitar la quiebra para sobrevivir de un período al
    siguiente.
    El modelo contempla los siguientes escenarios. En el primer período,
    las firmas son sometidas aleatoriamente a un shock en sus costos. Si
    el shock es lo suficientemente fuerte, podrían terminar en la
    quiebra. Si las dos firmas sobreviven, repiten la competencia en el siguiente
    período. Si sobrevive solamente una, ésa se convierte en monopólica
    en el segundo período. Al elegir los precios de su primer período,
    ambas firmas tienen en cuenta los efectos de esos precios en las ganancias del
    primer período y también la probabilidad de que la empresa llegue
    viva al segundo período.
    El modelo demuestra que cuando las empresas se interesan por todos los grupos
    de personas que no son accionistas, esa preocupación lleva a suavizar
    la competencia, o sea, las firmas cobran precios más altos y reducen
    así la probabilidad de terminar en la quiebra. Como resultado, las ganancias
    en el primer período, como así también el valor de la firma,
    pueden crecer. “Y así, el interés por otros grupos puede
    en realidad terminar beneficiando a los accionistas a través del efecto
    sobre el valor de la firma”, explica Allen.
    Finalmente, dado que con la globalización es común que las firmas
    nacionales compitan con las extranjeras, los investigadores quisieron ver cómo
    la globalización afecta la gobernanza. Descubrieron que a las firmas
    nacionales les va mejor con la entrada de firmas tipo 1.