Por Miguel Ángel Diez
Miguel Peirano
El ministro de Economía, Miguel Peirano, tiene una misión: hay que llegar al día de las elecciones presidenciales de octubre –y luego al traspaso del mando en diciembre– sin estridencias, escándalos o polémicas. Lo cual no es tarea menor, habida cuenta de la habilidad de otros funcionarios del Gobierno nacional para situarse en la cresta de la ola de incidentes y situaciones irritantes. Tampoco para alguien que se hace cargo de la cartera tras el traumático alejamiento de su predecesora (cuya situación dista de haberse aclarado).
Por eso, cada 24 horas que transcurren con el objetivo intacto se celebra en su entorno como una victoria mayor. Renuente a los contactos con la prensa en esta etapa, extremadamente parco y cuidadoso en cada una de sus intervenciones públicas, Peirano prefiere soportar calificativos como “gestión gris” antes que levantar el perfil.
Este economista, bien vinculado a los sectores industriales cierra filas con el elenco oficial afirmando la normalidad del Indec, mientras soporta los desaguisados de Guillermo Moreno y colabora con otras áreas del Gobierno para lograr una tregua en el fatigado organismo estadístico.
Su mejor definición, que se ha convertido en bandera de su gestión, es el intento de proteger a sectores de la industria nacional amenazados por las oleadas de importaciones chinas (y de algunos otros países del Sudeste asiático). No importa si en el corto plazo este camino supone un conflicto –seguramente acotado– con Beijing. Es mejor ocupar la atención pública por esta defensa de la industria local, que verse envuelto en las polémicas en las que se han empantanado algunos de sus colegas en el gabinete.
Sus críticos arguyen que este papel no le resulta difícil. Siempre –dicen– fue protagonista de una gestión menor, sin relieve. Quienes lo apoyan –que no son pocos ni carecen de importancia–, argumentan que es torpe encasillarlo como un “experto en temas industriales” (sin duda lo es) y pretenden que demostrará que tiene estatura para emprendimientos mayores.
Hay quienes suponen que su trabajo discreto y eficiente puede convertir en duradera su presencia en el puesto durante la próxima gestión presidencial. Quienes se jactan de contar con su confianza afirman que no hay tal ilusión. Que sólo pretende hacer un excelente trabajo y que seguramente seguirá su carrera pública en alguna otra posición relevante.
En medio del fárrago de la política local y de los temas urgentes de la cartera, Peirano aceptó contestar un cuestionario elevado por Mercado. Esta es su versión completa.
Las “turbulencias” recientes
–Los recientes acontecimientos globales fueron descriptos como “turbulencias”. ¿Es así, o es el comienzo de una crisis que dejará impronta en todos los actores económicos?
–La reciente volatilidad internacional tuvo su origen en el segmento del mercado hipotecario de Estados Unidos, que derivó en una falta de liquidez, extendiéndose a los mercados accionarios de países desarrollados y emergentes. Los bonos de los países emergentes también fueron afectados por la volatilidad reciente. Frente a ello se observó una rápida respuesta de los bancos centrales de las economías más importantes.
Sin embargo, es importante señalar que nuestro país evidencia actualmente una solidez macroeconómica inédita para afrontar esta coyuntura internacional. La conjunción de superávit fiscal y externo, elevado nivel de reservas internacionales, tipo de cambio competitivo y flexible son elementos que permiten a la economía argentina ganar margen de autonomía frente a los cambios en el escenario externo.
–¿Cómo se corrige esta situación, en forma abrupta o con el llamado soft landing o aterrizaje suave? ¿Con mayor ahorro de los estadounidenses y mayores exportaciones, o con la simple devaluación del dólar?
–Todavía es prematuro determinar el impacto definitivo sobre la economía estadounidense de la reciente volatilidad financiera. Sin embargo, la corrección suave de estos desequilibrios, sin recesión y sin fuerte baja de los commodities, se presenta como el escenario más probable, en parte apuntalado por un crecimiento de la economía mundial más equilibrado que encuentra en Asia emergente (China e India principalmente) y en Europa otros pilares. Adicionalmente, los principales bancos centrales de las economías cuentan con grados de libertad para bajar las tasas de interés.
–¿Es posible mantener tasas de crecimiento similares a las de los últimos cuatro años, durante los próximos cuatro?
–Las elevadas tasas de crecimiento de estos años son consecuencia de políticas que priorizaron el mantenimiento de un tipo de cambio competitivo, solvencia fiscal y claros incentivos para el proceso inversor, así como reglas macroeconómicas que alentaron la recuperación del poder adquisitivo del salario y por ende de la demanda interna. De tal modo, consolidando este proceso se crean las condiciones para un crecimiento sostenido y equilibrado sectorialmente.
–Alto crecimiento con baja inflación es algo que parece no lograr ninguna economía. ¿Lo logrará la nuestra?
–Estos últimos cuatro años han mostrado crecimiento con estabilidad de precios. Es fundamental avanzar con políticas que incrementen la oferta, medidas que eviten cuellos de botella específicamente sectoriales, así como preservar los fundamentos macroeconómicos y favorecer la competencia de los mercados.
La política cambiaria
–El objetivo del Gobierno es lograr un tipo de cambio nominal constante. No lo deja bajar, y se impide la apreciación del peso. Ello es así por razones fiscales obvias, pero muy especialmente porque se considera que es la piedra angular del modelo económico vigente. Hay quienes sostienen que la inflación seguirá al alza mientras se impida la apreciación del peso y se mantenga artificialmente un tipo de cambio nominal alto. Si se quiere reducir la inflación, ¿habría que abandonar el esquema de dólar alto y dejar que se aprecie el peso?
–La política cambiaria resulta central para determinar el perfil cualitativo del sector productivo. Un objetivo prioritario del Gobierno es lograr un tipo de cambio que favorezca una economía con tasas de crecimiento elevadas y que al mismo tiempo impulse las inversiones en el sector productivo de manera equilibrada, con énfasis en el interior del país y que fomente la creación de empleo.
Las distintas experiencias de atraso cambiario que vivió nuestro país provocaron fuertes desequilibrios macroeconómicos, sectoriales y sociales, que desembocaron en bruscas devaluaciones que agudizaron aún más los escenarios de crisis.
–Ha bajado notoriamente la tasa de desempleo y en algunas actividades hay real escasez de personal calificado. Eso explica la renovada presión que ejercen los sindicatos. Los salarios nominales están en franco crecimiento. ¿Puede un aumento salarial excesivo disparar el ritmo de la inflación, y establecer una carrera entre precios y salarios?
–La política salarial constituye un factor central para garantizar un crecimiento económico sostenido con inclusión social. Las acciones del Gobierno en este sentido deben orientarse a preservar los incrementos de la masa salarial por mayor empleo y recuperación del poder adquisitivo. Para ello es importante alcanzar un equilibrio entre la competitividad de los sectores productivos y el desarrollo del mercado interno, fortaleciendo la demanda. Las negociaciones entre empresarios y trabajadores han permitido encontrar puntos de equilibrio que también se vinculen con las realidades sectoriales.
–La balanza comercial entre la Argentina y Brasil resulta muy desfavorable a nuestro país. Eso a pesar de la devaluación de 2002 y a que tenemos un tipo de cambio bilateral que nos favorece. Si ahora tenemos problemas, ¿qué pasaría si nuestro vecino depreciara el valor de su moneda frente al dólar?
–En primer lugar es importante señalar que en el marco del modelo actual, el desarrollo de las capacidades competitivas de nuestra producción está permitiendo a la Argentina lograr los superávits comerciales globales más elevados de las últimas décadas, asociados a su vez a exportaciones que también alcanzan máximos históricos. Es decir que el cambio de rumbo económico ha logrado revertir los persistentes desequilibrios externos que han caracterizado durante años la lógica de vinculación comercial de la Argentina con el resto del mundo.
Respecto de la relación con Brasil, la dinámica del comercio no está sustentada simplemente en la evolución del tipo de cambio bilateral, sino que también depende de la aplicación de políticas consistentes que permitan equilibrar el flujo de inversiones en la región. Adicionalmente, nuestro país está registrando un crecimiento económico mayor que Brasil que, en el marco de un fuerte proceso de inversiones, genera mayor demanda del mercado interno. Al mismo tiempo, es parte de un proceso virtuoso importar insumos de un destino que luego se transforman en exportaciones con valor agregado a terceros países.
–¿Hay hoy eficiencia en el sistema financiero?
–Luego de la crisis que afectó de manera muy significativa al sistema financiero, los bancos han mejorado en términos de liquidez, solvencia y rentabilidad. Sin embargo, todavía queda pendiente prolongar los plazos de financiamiento tanto para empresas como para las familias. Este elemento es fundamental para poder mantener el dinamismo en la producción y el empleo. De todos modos, son temas que requieren de un trabajo permanente.
Desarrollo industrial
–¿Está delineada una estrategia industrial con sectores que deben ser especialmente promovidos a través de políticas públicas?
–Existe una estrategia de desarrollo industrial. El desarrollo industrial requiere de reglas macroeconómicas consistentes, políticas sectoriales, acertadas decisiones en materia de negociaciones internacionales y políticas públicas en las áreas de infraestructura y educación que favorezcan la competitividad. En ese marco, existen políticas para el conjunto de los sectores, atendiendo a sus realidades específicas y priorizando la generación de empleo y la mejora de los salarios.
–¿Figuran en ella sectores como la biotecnología, la nanotecnología y la explotación de fuentes de energía renovable?
–El Gobierno impulsa el desarrollo de las industrias innovadoras que generan un fuerte derrame hacia el interior del aparato productivo y promueven el empleo de mayor calificación, en las que la Argentina presenta altas potencialidades científicas, tecnológicas y de recursos humanos.
La recientemente sancionada Ley de Biocombustibles promociona la producción y el uso sustentable de energías no contaminantes y promueve las inversiones sectoriales en obras de infraestructura y bienes de capital. De esta forma, se está avanzando en la diversificación y fortalecimiento de la matriz energética del país, estimulando el desarrollo regional a través de una mayor incorporación de valor industrial a producciones primarias.
A su vez, el Gobierno promueve las iniciativas en nanotecnología, financiando proyectos que incorporen estas innovaciones a los procesos productivos e incrementen la competitividad de la industria nacional.
–¿O se buscará fortalecer el desarrollo de “encadenamientos productivos”, como el caso de los agroalimentos, la industria farmacológica y agroquímica, o las tecnologías de la información, comunicación, e informática?
–No hay actividades elegidas para liderar el actual proceso de crecimiento, todos los sectores productivos presentan un alto potencial. Desde el Gobierno nacional se impulsa la integración del tejido productivo, fortaleciendo las cadenas de valor y el desarrollo de sectores innovadores que potencie el crecimiento de las actividades productivas sobre bases más sólidas.
Situación conflictiva
Proteccionismo sin previo aviso
El comercio bilateral, que en una década aumentó más de 10 veces, peligra por una arraigada costumbre del Gobierno: hablar hacia adentro sin tomar en cuenta las repercusiones externas. Cuanto menos se imponía una negociación. Es probable que, terminado el proceso electoral, la situación se reencauce discretamente.
Hu Jintao
Las medidas proteccionistas contra importaciones desde China que anunciara en agosto el titular del Palacio de Hacienda, Miguel Peirano, provocaron –como era de suponer– la reacción del Gobierno de Hu Jintao, que amenazó con “represalias similares”. El órgano de difusión del Ministerio de Economía, China Daily, transcribió un comunicado oficial que calificó de “irracional e inaceptable que la Argentina tome tales decisiones sin avisar previamente”.
El anticipo de Peirano ante la Cámara de Exportadores de la República Argentina empezó a consumarse a través de licencias no automáticas para capelladas de calzado y marroquinería de plástico y textil, del control de facturación y del listado de productos, además de la seguridad e higiene.
Fue la primera acción importante que adoptó el ministro desde que reemplazara a Felisa Miceli y tuvo como destinatarios directos a los industriales que se venían quejando del progresivo avance chino en la plaza local.
Si bien podría haber ameritado una negociación entre ambos países el sesgo en la balanza de intercambio hacia una mayor entrada de productos chinos de valor agregado, la medida unilateral tomada por la administración de Néstor Kirchner fue recibida de muy mal grado por Beijing.
La advertencia china pone en peligro las exportaciones hacia ese país, que el año pasado totalizaron US$ 3.508 millones, de los cuales US$ 1.422 millones son originados en el complejo sojero entre granos y aceites.
La importancia de este ciclo expansivo del comercio con China iniciado en 2002 queda reflejada en la comparación entre las exportaciones hacia ese país de 1995 a 2006: de US$ 300 millones en el apogeo de la convertibilidad se saltó a US$ 3.500 millones actuales.
La preocupación de los fabricantes nacionales reside en que desde hace dos años crecen las importaciones de productos chinos a un ritmo de 40%, mientras las ventas totales hacia el coloso asiático lo hacen a 10%. Ya China alcanzó el tercer puesto como proveedor detrás de Brasil y Estados Unidos, y concreta 40% de los despachos en máquinas y aparatos eléctricos, aunque son las motos la principal fuente de facturación.
Entre 2005 y 2006, China compró a la Argentina 10% menos de soja, porque la ha ido sustituyendo por la estadounidense y la brasileña. Pero que los efectos de la devaluación argentina se fueron diluyendo lo demuestra que las exportaciones industriales hacia China retrocedieron 20% y se ubican en US$ 130 millones.
La fuerte presencia asiática en el continente, sobre todo en Brasil y Chile, donde se ubicó como segundo proveedor, lo ha hecho menos dependiente del abastecimiento argentino de soja, razón por la que se especula que en algún tiempo podría sustituirla por la brasileña o estadounidense.
En el Palacio de Hacienda se argumenta que la Argentina también podría reemplazar las compras chinas, orientando las ventas hacia otros destinos. Ambas cosas pueden pasar, pero como un proceso gradual y no en forma súbita. El presente conflicto puede ser acotado con alguna facilidad, y en pocos meses. M