El último informe realizado por OLADE y ARPEL presagia serios problemas
de provisión de gas en el Cono Sur para el año 2010. El documento
señala que la Argentina y Bolivia no podrán cubrir la demanda
de las necesidades crecientes de los países con déficit como Chile
y Brasil. Se requerirá entonces de LNG de Venezuela para abastecer el
noreste de Brasil en 2010, y en 2015 el suministro de LNG se extenderá
al sudeste de Brasil, la Argentina y Chile.
Si la producción en la Argentina sigue un patrón conservador,
(es decir, baja producción), las dificultades aumentarán, y se
necesitará también el suministro de LNG de Venezuela o África
para cumplir con los requerimientos de Chile y la Argentina.
En cambio, si la producción de gas en la Argentina es alta, desplazará
la mayor parte de la demanda de LNG hasta 2015 dejando sólo una terminal
para abastecer al noreste de Brasil.
De acuerdo con las primeras estimaciones, el gas proveniente de Camisea no sería
competitivo para desplazar el LNG desde Venezuela hasta el noreste de Brasil.
Sin embargo, podría desplazar el abastecimiento de LNG a Chile y la Argentina.
Un plan de acción alternativo que implique una demanda más baja
de gas (una reducción de 20% en 2010 y de 25% en 2015) permitiría
eliminar la importación de LNG hasta 2015. Esto correspondería
a una situación de “demanda suprimida” en la cual el precio
de LNG sería demasiado alto para competir con el gas local y otros combustibles.
La creciente incertidumbre acerca de la disponibilidad y precios del gas natural
han frenado las inversiones en la construcción de nuevas centrales de
ciclo combinado en la región. Únicamente se darían de manera
puntual en mercados de gran tamaño con importantes necesidades de energía
eléctrica.
Atrás quedaron los millonarios proyectos de inversión en plantas
de ciclo combinado que caracterizaron el boom de la generación
térmica en toda América latina. El actual escenario poco tiene
que ver con la expansión vivida en la década de los 90.
Bolivia: luces y sombras
Con la producción de gas de la Argentina en declinación, con Bolivia
envuelto en su propia inseguridad jurídica y con un fuerte rechazo al
neoliberalismo recorriendo el continente junto a un nuevo sentimiento nacionalista
y populista, las esperanzas para aumentar la producción de gas y profundizar
en la integración energética de América latina parecen
estar comprometidas.
Con la crisis del gas argentino, Bolivia se perfiló como el gran suministrador
potencial de gas para el Cono Sur. Entre 1997 y 2006 las grandes empresas energéticas
invirtieron casi US$ 5.000 millones en el sector de hidrocarburos del país
andino.
Sin embargo, los expertos consideran que si hasta ahora no ha habido problemas
en el suministro de gas por parte de Bolivia es porque Brasil no consume todo
lo que podría –absorbe entre 25 y 27 millones– y la Argentina
–con 5,5/6 millones– no puede transportar todo lo que necesita.
El propio presidente de la petrolera estatal boliviana YPFB, Manuel Morales
Olivera, sostuvo que “si hay más demora en la promulgación
de los contratos, habrá más retraso en las inversiones y se corre
el riesgo de no tener producción suficiente para la Argentina. En este
momento, la exportación de gas a Brasil está garantizada, lo que
está en riesgo es la venta a la Argentina”, dijo el directivo.
Esta situación podría incidir en forma negativa en incumplimiento
por parte de Bolivia en su compromiso de suministrar a la Argentina 27 millones
de metros cúbicos de gas por día, una vez construido el Gasoducto
del Noreste, según el acuerdo firmado a fines de 2006 entre el Presidente
de Bolivia, Evo Morales, y su par argentino, Néstor Kirchner. En ese
convenio YPFB y Enarsa acordaron ampliar las exportaciones de gas al mercado
argentino de 4,5 Mm3/d a 7,7Mm3/d en 2007; 16 Mm3/d entre 2008 y 2009; y 27,7
Mm3/d entre 2010 y 2026. Por la venta del gas, Bolivia recibirá en un
plazo de 20 años la suma de US$ 17.000 millones estimados sobre el precio
actual de US$ 5 por millón de BTU.
La jugada de Venezuela
En sólo dos años, la Argentina, Bolivia y Perú han sido
cuestionados como opciones factibles para suministrar gas a las crecientes economías
del Cono Sur. Este desarrollo ha dejado el campo libre para las iniciativas
del Presidente venezolano, Hugo Chávez, quien aseguró en forma
categórica: “Brasil no tiene de qué preocuparse porque todo
el gas que necesita está en Venezuela y podemos enviarlo al norte y al
nordeste”.
Aprovechando su entrada en el Mercosur, y buscando una manera de liderar una
versión alternativa de integración regional para bloquear el ALCA,
Venezuela ha propuesto un nuevo gasoducto continental. Este “gran Gasoducto
del Sur” llevaría, en principio, 150 millones de mc/d a los países
del Cono Sur y podría servir de semilla pragmática para la tan
anhelada integración económica y política de América
del Sur. Aunque el recorrido de este gasoducto en proyecto no está claro,
seguramente pasaría por el nordeste de Brasil para llegar finalmente
a Buenos Aires, conectándose con la red argentina existente. Tendría
una extensión de aproximadamente 8.000 km y costaría alrededor
de US$ 25.000 millones. Sin mencionar que serios analistas y observadores de
peso lo consideran un proyecto inviable.
El costo del gas transportado de Venezuela por gasoducto admitiendo un precio
en boca de pozo de US$ 3,40 MMBTU haría llegar –en una hipótesis
favorable– el costo a Buenos Aires entre US$ 15 a 20 el MMBTU.
Después de los 3 mil kilómetros de distancia el transporte preferido
para el gas está constituido por los grandes buques tanqueros que transportan
gas licuado. En principio, el costo oscila en US$ 0,2 por millón de BTU
por 1.000 kilómetros. Esta es una de las razones por la cual la construcción
del gasoducto desde Venezuela pasando por Brasil, la Argentina y Chile parece
inviable.
La solución recomendable parece ser destinar lo exportable de Bolivia
a Brasil (donde ya opera el gasoducto de Santa Cruz a San Pablo) y alimentar
a Chile con LNG desde el yacimiento de Camisea en Perú. Esto no significa
que en caso de dificultades por parte de Perú, la terminal chilena no
pueda ser alimentada desde otra parte del mundo.
Reserva y demanda
El total de reservas comprobadas de la región alcanza a 7.532.109 m3,
incluyendo una gran porción de gas asociado en Venezuela y Brasil. Considerando
las reservas comprobadas y probables y excluyendo el gas asociado, esta cifra
cae a 3.141.109 m3. En la situación actual, la Argentina (766.109 m3
de reservas comprobadas) y Bolivia (811.109 m3 de reservas comprobadas) representan
países exportadores, mientras que son importadores Brasil, Chile, Uruguay,
y en breve, Paraguay.
Perú cuenta con reservas de gas no asociadas de 274.109 m3 en el campo
de Camisea. Aunque su desarrollo sufrió largas demoras, para fines de
2004, el gasoducto llegó a Lima y se encuentra en funcionamiento.
La demanda de gas en Sudamérica, excluyendo a Venezuela y Trinidad &
Tobago en el período 2000-2015 representa un total de 1.653.109 m3, mientras
que la producción esperada en el área es equivalente a 1.449.109
m3. Esto significa que la demanda de gas en el mediano a largo plazo, impulsada
por grandes mercados como el de Brasil y la Argentina alcanzará un nivel
tal que se requerirá de la importación desde Venezuela, Trinidad
y Tobago, y posiblemente Perú. Venezuela es evidentemente un país
rico en recursos energéticos. Cada año, prácticamente,
han ido aumentando las reservas posibles y probables de petróleo y gas.
Con la “apertura” petrolera se dice que el potencial adicional de
reservas es de 50 MMMb en petróleo y más de 300 MMMMpc en gas
natural.
La Argentina: del furor a la incertidumbre
A fines de los 80 la Argentina era un país gasífero, tenía
entre 30 y 35 años de reserva. Hoy cuenta con reservas para 9 años.
Actualmente el problema es que nuestra producción no puede ser ampliada
siguiendo una demanda que crece a 6% anual mientras la oferta no ha aumentado
por falta de descubrimientos y desarrollo.
La Argentina reinició las importaciones por el viejo gasoducto de Bolivia,
en 2005 importó un promedio de 7 millones de metros cúbicos diarios
y terminó pagando por dicho gas en frontera US$ 3,20 el millón
de BTU.
La Argentina no puede garantizar un crecimiento sustentable de su sector energético
lo que significa que la ampliación de la oferta no es suficiente para
garantizar el abastecimiento de la demanda.
Según los especialistas, la solución al déficit de gas
en la Argentina se logrará de alguna de las siguientes formas: incrementando
la importación del actual gasoducto de Bolivia a 12 millones de m3 diarios;
construyendo el proyecto de gasoducto del NEA, con una capacidad final de 30
millones de m3 diarios y/o importando gas desde Venezuela a partir de 2012,
con una capacidad mínima de otros 30 millones de m3 diarios. Otra de
las alternativas posibles es aumentar la capacidad y el número de refinerías
para proveer fuel oil local que sustituya gas en la generación eléctrica.
El abastecimiento energético de la Argentina se presenta complejo para
los próximos 10 años. Analistas estiman que en 2007 perderá
el autoabastecimiento de petróleo y gas.
Será necesario importar grandes cantidades de gas y crudo. El déficit
de gas se resolverá importando, porque aunque se destinen recursos a
la exploración y se descubra más gas, el gas argentino nuevo no
llegará a tiempo.
Aun así, habrá que importar mucho fuel oil, en una curva creciente
que ya se vislumbró en 2004 y 2005. Aun con la presunción de crecimiento
del mercado del gas de sólo 3 % acumulativo anual, el déficit
de fuel es tan grande que casi cualquier producción que salga de una
refinería será absorbido por el mercado argentino suplantando
fuel importado.
Brasil y Chile
Brasil, el país con las terceras mayores reservas de gas de la región,
tiene bastante potencial a medio y largo plazo, pero en el corto plazo sigue
siendo un importador neto importante. Actualmente depende de Bolivia para obtener
la mitad del gas natural que consume incluyendo 75% del suministro de San Pablo,
el centro industrial más grande de Brasil.
Según cálculos de la estatal Petrobras, la demanda interna de
gas natural llegará a 121 millones de metros cúbicos de gas por
día en 2011, frente a los 45,5 millones de metros cúbicos de la
actualidad. Brasil importa actualmente 26 millones de metros cúbicos
de gas diarios desde Bolivia, un poco más de la mitad de su consumo,
pero esa alta dependencia ha sido cuestionada. De la futura oferta, hasta 30
millones de metros cúbicos se importarán de Bolivia y 71 millones
serán producidos por Petrobras dentro de Brasil, por lo que serían
necesarios otros 20 millones de metros cúbicos diarios para garantizar
el abastecimiento.
En tanto, Chile es el país con mayor dependencia de las importaciones.
Importa dos tercios de su consumo energético, y ha dependido mucho del
gas argentino (20 mn de mc/d), que hasta hace muy poco proporcionaba la energía
para 25% de su electricidad (y más de la mitad en las zonas del norte).
Chile tiene sólo 28.000 millones de metros cúbicos (mc) de reservas
de gas, mientras que su demanda proyectada hasta 2025 será de 196.000
millones de mc. Santiago deberá negociar con Perú para importar
gas del mega yacimiento Camisea. M
D.B.