Exportaciones que sorprenden

    Por Rubén Chorny

    Hasta no hace mucho, desde el puerto patagónico de San Julián sólo era posible atisbar, detrás de la bruma de alta mar, la silueta de buques de múltiples banderas que presumiblemente se estarían alzando con cuanto pescado encontraran en las aguas de administración británica.
    Se adivinaba la depredación y la impotencia encendía las reminiscencias de reivindicación de soberanía, siendo que la Argentina nunca había tenido tradición pesquera, ni en el consumo interno ni en la exportación, y esa riqueza ictícola internada en el océano cercano sólo funcionaba históricamente como emblema patrimonial.
    Hoy, mágicamente, la costa atlántica austral cambió su vieja fisonomía fantasmagórica. Se ve un intenso tráfico de entrada y salida de embarcaciones cargadas de mariscos y pescados, que reportan al país casi US$ 1.000 millones en exportaciones.
    El de San Antonio, al sur de Viedma, es el otro puerto relativamente nuevo, que también rebosa de actividad debido a los enormes camiones frigoríficos que arriban desde el valle de Río Negro y Neuquén atiborrados de frutas, especialmente manzanas y peras, empacadas por las 391 firmas exportadoras que operan en el sector para zarpar rumbo a Europa, Rusia y otros 90 destinos.
    La caja del país recaudó nada menos que US$ 893 millones por la venta de fruta y, si la cifra es sorprendente, mucho más han sido los US$ 632 millones que ingresaron por las hortalizas.
    La gran novedad del perfil exportador que está adquiriendo la Argentina está dada por este comportamiento de las llamadas economías regionales, que no acostumbraban a hacerse notar en la balanza comercial.
    Claro que la soja forma el gran número de las divisas contabilizadas por las exportaciones, ya que entre los porotos, aceites y harinas sumó US$ 8.860 millones, que representan casi 20% del récord registrado en 2006.
    Un estudio realizado por la consultora abeceb.com desmenuza la entretela de las cifras correspondientes al comercio exterior.

    Balanzas positivas
    Desde que perforó el techo histórico de US$ 30.000 millones de ventas al exterior, la Argentina inició un despegue superavitario de su comercio exterior, que revierte la gran característica de las últimas: balanzas negativas cambiaria y fiscal.
    La ministra de Economía, Felisa Miceli, aprovechó el anuncio oficial de estos guarismos para destacar que los dos pilares de la gestión son el superávit fiscal y el comercial.
    El fenomenal comportamiento no se limita a la macroeconomía: al desplazarse la frontera productiva de la pampa húmeda, se incorporan con mayor vigor a la generación de valor, en primer lugar, provincias como Córdoba y Santa Fe, que lideran la levantada general.
    Tal es así que escasea la mano de obra especializada en toda la región central. En especial, la industria paga tributo a su impresionante salto exportador con las dificultades para reclutar operarios capacitados. Con decir que el aumento de la salida de manufacturas fabriles significó 45% del incremento total de las ventas externas nacionales…
    Si bien la base de las exportaciones continúa siendo los productos primarios, la novedad es que dependen actualmente más de la tecnología que de la utilización intensiva de los factores. Las semillas, el riego, la labranza conquistan tierras y las exprimen para poder mover la aguja.
    La factura en divisas percibida por las exportaciones totales en 2006 ascendió a US$ 46.569 millones, que contra US$ 34.159 millones pagados por importaciones dejó un saldo favorable de US$ 12.409 millones.
    El impulso que recibió la economía por la vía externa duplicó la tasa de crecimiento originada en la actividad doméstica, la que a su vez nutrió el consumo con la mejora de los ingresos de las distintas capas sociales.
    Gracias a esa combinación endógena/exógena, el PBI del 2006 cerró con una suba de 8,5%, que este año podría llegar a repetirse o al menos a permanecer apenas por debajo.

    Reestructuración económica
    La relación cambiaria sigue siendo determinante en la apertura comercial nacional, además de la demanda y precios excepcionales de productos que, como la soja, hacen la diferencia fronteras adentro.
    La soja determinó mutaciones no sólo en la economía agropecuaria, sino también culturales, que se notan en la aparición de una nueva clase social de productores o arrendatarios enriquecidos, que cambiaron las relaciones de poder en las principales ciudades del centro del país.
    Pero en la estructura económica del comercio exterior también quedan inauguradas nuevas perspectivas para la actividad productiva: las manufacturas agropecuarias representan un tercio de las exportaciones, las industriales otro tanto (con el avance de dos puntos en un solo año), los productos primarios 19% y combustibles y energía “sobrantes” 16%, rubro este último que viene en caída a contramano de la bonanza de precios a escala internacional que, en lugar de haber sido aprovechada por los combustibles for export, encareció el abastecimiento interno insuficiente, consecuencia de la escasez de inversiones que caracterizó al sector.
    El informe de abeceb.com adjudica a las regulaciones estatales aplicadas a la explotación de energía el estancamiento de la oferta.
    Otro de los déficits que se recorta como amenaza es la infraestructura vial, con caminos que no están modernizados para albergar el tránsito actual de camiones tipo supertracks junto con micros y autos súper veloces que necesariamente deben comunicar los centros de producción con los de salida al exterior.
    El ministro Julio de Vido tiene mucho que hacer por delante en cuanto a la red vial y la garantía de abastecimiento de combustibles, si se pretende mantener el crecimiento actual de las exportaciones.

    No tradicionales
    Las simplificaciones en los análisis macroeconómicos depositaron en el boom sojero el mérito excluyente del excepcional comportamiento que muestra el comercio exterior.
    Pero una veintena de productos no tradicionales concretó 8% del total anual. Abeceb.com define estos bienes como asociados a formas de producción más artesanales y elevado valor agregado, o como nuevos sectores que surgen debido a los cambios estructurales.
    El hecho de que hayan entrado al país US$ 1.808 millones por la colocación de minerales de cobre constituye un hito de la transformación económica en marcha por la sencilla razón de que se extrae de la cordillera un recurso natural que se incorpora activamente al desarrollo extrapampeano. En tres años, de 2003 a 2006, la exportación de esta materia prima creció 281% gracias al estímulo creado por el excelente precio internacional y el tipo de cambio.
    Hubo más minerales que, como el oro, relucieron en la balanza comercial y trajeron a la precordillera US$ 551 millones, que significaron 398% de mejora respecto de tres años antes.
    Otro porcentaje realmente llamativo fue 503% de aumento en los ingresos por azúcar de caña, remolacha o sacarosa, que reforzó con US$ 241 millones la economía norteña.
    La varita exportadora derramó divisas, en consecuencia, en áreas en otros tiempos olvidadas como San Juan, San Luis, La Rioja, Catamarca o Tucumán, o en la cuenca lechera gracias a los US$ 163 millones cobrados por los quesos y requesones, más los US$ 519 millones por leches y cremas.
    Los vinos siguieron la curva ascendente, que se nota en plazas europeas por la presencia de marcas argentinas, y en los US$ 380 millones que representó la venta de los de uvas frescas y mosto.
    El vino pronto abandonará la escala de exportación no tradicional para ubicarse entre los productos nacionales for export debido a su rápida acreditación en los más sofisticados centros de consumo.
    La uva de mesa, fresca o seca, que como los vinos también caracteriza la economía cuyana, se exportan actualmente por un valor cercano a los US$ 100 millones.
    El denominador común de estos comportamientos es que se trata de productos primarios regionales, con alguno o ningún grado de elaboración.
    Y tomando como referencia la materia prima, fue impresionante el incremento de exportaciones de preparaciones alimenticias basadas en cereales, harina, almidón, féculas o leche: 802%.
    El aceite de oliva virgen cosechó US$ 53 millones el año pasado.
    El arándano, una fruta fina cultivada al sur de Bariloche, se despachó con 549% de aumento en sus ventas externas, con lo que se convierte en el segundo en orden de importancia de la región.
    La industria automotriz exportó, en tanto, coches de turismo por US$ 1.432 millones, que significan 192% de crecimiento en tres años, así como vehículos de carga por US$ 1.390 millones, 278% más que en 2003. El destino principal fue Brasil. También se despacharon ómnibus por US$ 223 millones.
    De a mil millones se sumaron asimismo con tubos y perfiles huecos, 175,8% por encima de hace tres años.
    Preparados para afeitar, desodorantes, medicamentos y poliamidas integran una insólita lista de farmacia y perfumería que trascendió la frontera.
    Los cuadros que acompañan la nota corresponden a partidas exportadas no tradicionales, seleccionadas a partir de variaciones entre 2003 y 2006 superiores al nivel general y mayores a 100%, que tres años atrás no ocupaban más de 0,01% del total.
    El Mercosur atrajo 22% de las exportaciones generales, con Brasil como principal comprador. Se repartieron 18% Corea, China, Japón e India.

    Manden fruta
    En un reciente trabajo realizado por CCR, en el que se ponderan distintos consumos por localidad, surgió que las dos ciudades de mayor crecimiento de la devaluación a esta parte fueron Cipolletti y General Roca, ambas del Alto Valle de Río Negro y netas productoras de frutas y jugos.
    El acumulado de frutas y hortalizas el año pasado alcanzó nada menos que US$ 1.525 millones.
    Nada más que las frutas frescas superaron 70% su nivel de principios del milenio. Manzanas y peras (sur) tuvieron la preeminencia, seguidas por los cítricos (limón, naranja y pomelo) que sobresalen en el litoral.
    La dinámica que imprimen frutas y hortalizas a las economías regionales está dada por las 70 mil personas que perciben entre $1.800 y 2.500 de salario y son empleados en diferentes puntos geográficos, como Alto Valle, Noroeste, Mendoza y Litoral.
    Los valles Alto y Medio de Río Negro y el mendocino del Uco producen la pera, de la que se exporta 65%. Dado que se cosecha en una estación en la que los europeos no la tienen, la presencia de una de las variedades líderes en el mercado mundial, la William, abarca 30% del total.
    Como el puerto de San Antonio no da abasto para sacar la producción al exterior, de nuevo el de Bahía Blanca será utilizado para los embarques.
    Las enormes extensiones de Valle Medio, donde se erigieron verdaderas fábricas de manzanas de exportación, principalmente, agregaron el cultivo intensivo al tradicional del Alto Valle, con lo que esa franja del río Negro aporta 85% de la producción nacional. Los destinos principales son Brasil y Rusia.

    Turismo
    Un rubro de exportación que no figura en el desglose de abeceb.com es el turismo receptivo, que año tras año bate sus propios récords. La llegada de extranjeros al país con el gasto de divisas que trae consigo ha catapultado las construcciones y la valuación inmobiliaria de los centros de mayor movimiento.
    El 3 a 1 en el caso de los estadounidenses o 4 a 1 en el de los europeos es evidente que son apelaciones fortísimas para atraer a los visitantes.
    Pero la revalorización de las plazas argentinas, entre ellas Buenos Aires, que ya aparece promocionada en los carteles de vía pública de Manhattan, se superpone al factor precio.
    Es que a falta de política exterior, el Gobierno de Néstor Kirchner orientó a la Cancillería a las promociones comerciales y turísticas y los frutos empezaron a verse.
    En lugar de alentar a los argentinos a cambiar pesos por dólares y gastar en el exterior (ya sea con viajes o importaciones), la consigna económica oficial consiste en juntar reservas internacionales mediante exportaciones y turismo y que los nativos vuelquen el dinero nacional al consumo.
    El abastecimiento externo de productos que se destacó en este ciclo económico fue el relacionado con los teléfonos celulares, videocámaras y computadoras, rubros electrónicos en los que la política de sustitución no logró convencer las preferencias de los consumidores por lo importado. M