El Mercosur, así como está, no funciona

    Por Carlos Montero


    Danilo Astori

    Danilo Astori, titular de la cartera de Economía y Finanzas, y ex decano de la estatal Facultad de Ciencias Económicas, de 66 años, confesó que no hablará de su candidatura a la Presidencia de su país hasta 2008, y adelantó que el Gobierno del Frente Amplio no impedirá comprar tierra por parte de extranjeros, ni afectará la remesa de ganancias empresarias o salarios de gerentes a su país de origen, a la vez que incentiva con exenciones la inversión en rubros prioritarios que detalló a nuestra revista.
    Astori insiste con que la Argentina y Brasil disponen de mecanismos para flexibilizar las reglas del mercado común, que esgrimen Itamaraty y Palacio San Martín como obstáculo a la demanda paraguaya y uruguaya de firmar acuerdos comerciales bilaterales con nivel de Tratado de Libre Comercio con EE.UU., sea que lleven o no ese nombre.
    Desde su perspectiva, además de corregir asimetrías dentro del bloque, Uruguay tiene derecho a crecer extra-regionalmente, con acuerdos como un TLC o un tratado marco de comercio. Poco le importa el nombre, sí los resultados. Punto en el que se manifiesta una discrepancia abierta con la opinión del Canciller Reinaldo Gargano.

    –Su programa económico para crecimiento y desarrollo se sustenta en dos vectores que dependen de afuera: radicación de inversiones y exportación de bienes. ¿Qué aporta el Mercosur tras esos objetivos? Más allá que la etiqueta del bloque sobreviva, ¿Ud. le ve futuro de mercado común?
    –Le veo su característica de proyecto estratégico. Para Uruguay, la pertenencia al Mercosur es una parte fundamental de su estrategia económica. El ingreso uruguayo al bloque fue una de las mayores decisiones estratégicas de las últimas décadas. Y veo problemas graves que, por la importancia del proyecto, hay que plantearse con mucha sinceridad y contribuir a resolverlos. Se habla mucho de asimetrías: para Uruguay la principal asimetría es su pequeño tamaño como economía. Esta economía muy frágil y vulnerable, necesita de un proyecto de integración, primero, de acceso al mercado ampliado. Es el principal problema de Mercosur.

    –¿Puede Uruguay aspirar a un arco de acuerdos en solitario como Chile?
    –No. Uruguay debería mantener su pertenencia al Mercosur, pero este bloque –así como está– no funciona. El acceso al mercado ampliado hoy está dificultado por restricciones no arancelarias de todo tipo, falta de coordinación de políticas económicas y decisiones nacionales que dañan significativamente a los demás países. Sin ir más lejos, las decisiones de políticas de exportación en la Argentina, como las retenciones, afectan un conjunto de precios muy importantes para nosotros, dificultan nuestro acceso al mercado argentino y, al mismo tiempo, en mi modesta opinión, también estimula la fuga de capitales argentinos. No se puede explicar el ingreso de tanto capital argentino al agro uruguayo si no es por la política de retenciones que está en marcha.

    –A pesar de las trabas que acusa, Uruguay depende mucho del comercio con Mercosur. ¿Cuánto representan la Argentina y Brasil?
    –Uruguay exportó el año pasado US$ 4.000 millones en bienes, de los que 23% fueron al Mercosur, pero tenemos un déficit comercial de más de US$ 1.000 millones con ambos países. Con la Argentina tenemos un déficit que ya supera los US$ 550 millones y con Brasil estamos en alrededor de US$ 400 millones. Este déficit –equivale a la cuarta parte de las exportaciones totales– revela la dimensión del problema.
    En el caso de EE.UU., en 2006 estuvo un poco debajo del comercio con Mercosur, pero también es un mercado importante. Se trata de superar los problemas de acceso. Por eso, Uruguay insiste en que –como esto no será fácil– se permita con flexibilidad, sobre todo a países menores, acuerdos bilaterales fuera de la región, para compensar el impacto negativo del funcionamiento de Mercosur.

    –El filósofo Carlos Real de Azúa definía a Uruguay como “la sociedad amortiguadora” (1973) o el país “del impulso y su freno” (1964). Por un lado el canciller Reinaldo Gargano defiende el Mercosur con más socios y Ud. defiende no descartar un TLC con EE.UU. ¿El resultado es un trato de inversión y TIFA (acuerdo marco comercial) amplio a tono con la tradición amortiguada?
    –La estrategia de inserción internacional de Uruguay está muy clara: seguir perteneciendo al proyecto Mercosur porque somos parte de éste, contribuir a solucionar sus problemas –nadie en el Gobierno uruguayo se opone a lo que estoy diciendo– y mejorar el comercio afuera de la región. Las formas concretas que adopte ese mejoramiento son lo de menos. Lo importante es que Uruguay pueda obtener resultados en comercio e inversiones fuera de la región. Y es la vía que tenemos, sin contar la multilateral, que ojalá funcionara y estamos siempre dispuestos a que mejore. Uruguay quisiera que todo el Mercosur hiciera un acuerdo con la Unión Europea, Estados Unidos, China e India. El problema es que no lo hace. Hace 12 años que estamos atrás de un acuerdo con la Unión Europea.

    Seguirá el secreto bancario

    En la visión de Astori hubo alta influencia argentina en la crisis financiera de 2002, pero también pecados del lado uruguayo.

    –La Argentina reclama internacionalmente que Uruguay cambie su política de secreto bancario considerando que no ayuda a controlar lavado de dinero de empresarios o criminales. ¿Hará ajuste en materia de secreto bancario?
    –Uruguay renovó profundamente su legislación en materia de combate al dinero procedente del narcotráfico, terrorismo y algunas otras aberraciones a escala mundial. Hoy tiene legislación moderna y cumplió con todos los compromisos que asumió en la materia. Y va a seguir cumpliendo. El régimen de secreto bancario se adecúa perfectamente a las necesidades del país y no proyectamos modificarlo. Y quiero recordar que es un secreto levantable por orden de la Justicia, como debe ser. En la medida en que el secreto bancario se transforme eventualmente en una dificultad para el combate a aberraciones –como las que acabo de mencionar– el problema se soluciona fácilmente porque es la Justicia la que obliga a levantarlo.

    –El proyecto de Uruguay, plaza financiera, sostenido hasta la crisis de mitad de 2002, ¿tiene oportunidades de recomponerse?
    –El sector financiero uruguayo se está recomponiendo, lo que no quiere decir un modelo ‘Uruguay, plaza financiera’, sino que Uruguay tiene que tener una plaza financiera sólida como parte de su modelo de desarrollo. Está en condición de prestar servicios financieros muy sólidos, mostrando un grado de recuperación asombroso, porque en sólo cuatro años –aunque haya que seguir mejorando en la confianza del público– está superando los números de antes de la crisis (de 2002). Creo que tener un sector financiero sólido, como el que Uruguay tiene hoy nuevamente, es importante para el país porque son servicios que cuentan en las relaciones internacionales y que favorecen el desarrollo de proyectos productivos en bienes y servicios.

    –¿La última crisis fue sólo efecto del descalabro de diciembre de 2001 en la Argentina o hubo pecados propios del sistema financiero uruguayo, que la potenciaron, como el pobre control de grupos como los Rohm o Peirano?
    –Cuando ocurren este tipo de situaciones traumáticas, con factores externos e internos en juego, siempre hay combinación de ambos en la explicación del proceso. El impacto de la crisis argentina fue gravísimo y decir lo contrario sería desconocer el alto grado de influencia que ejerce la economía argentina sobre la uruguaya. Si tuviéramos ese desconocimiento estaríamos cometiendo un pecado grave de diagnóstico y análisis. Pero también creo que jugaron factores internos, decisiones que –en su momento– se tomaron y luego, con la vista de los hechos, quizás hubieran merecido otra actitud. Aunque hablar después es muy fácil.

    Discrepancia con Brasil
    –En la última cumbre presidencial y Consejo del Mercosur, en Río de Janeiro, se le vió –por parte de los socios grandes– como crítico del bloque y propenso al Tratado de Libre Comercio (TLC). Tras la visita de Lula a Vázquez, a fin de febrero, ¿asume que ya no es posible para Uruguay un TLC con EE.UU. o insistirá con que los socios mayores atiendan el pedido para Uruguay y Paraguay?

    –Uruguay ya tiene un tratado de libre comercio compatible con el Mercosur, que es el que tiene con México autorizado por todos los socios.

    –El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, repitió que fue un error habérselo permitido, por parte de la Argentina, Brasil y Paraguay. ¿Cómo compatibilizar la libertad de un TLC y respetar el Arancel Externo Común?
    –Bueno, estoy totalmente en desacuerdo con el canciller Amorim acerca de su visión en este tema. Tenemos aproximaciones distintas, enfoques distintos, porque además pertenecemos a países con realidades diferentes. Porque precisamente son realidades diferentes, es que nosotros deberíamos aceptar que tenemos problemas, que no se barren debajo de la alfombra. Los problemas se encaran y se resuelven. Y los he venido planteando desde una visión mercosureña pues quiero seguir en el Mercosur. Pero no puedo ignorar que el Mercosur está generando problemas importantes a mi país.

    –¿Uruguay podría recurrir al Rose Garden Agreement que firmó el Presidente George Bush (padre) con los cuatro socios del Mercosur, en junio de 1991 bajo su Iniciativa para las Américas, desarrollando su carril en el capítulo comercial más profundamente que sus socios? ¿Es una vía por la que sus negociadores justifiquen que ya hay un “4+1”?
    –La circunstancia histórica de aquella Iniciativa para las Américas (de 1990) ya ha sido superada. Hoy tenemos una realidad totalmente diferente. Ojalá fuera posible una negociación de todo el Mercosur con EE.UU. pero no veo que haya ni intenciones ni voluntad ni posibilidades de hacerla. Entonces, creo que hay que intentar avanzar por la vía bilateral y si hay voluntad política la flexibilidad se encuentra.
    El propio Mercosur tiene normas que posibilitan esta compatibilidad. Si pensamos en una autorización a Uruguay y Paraguay –que son los países más débiles económicamente– para hacer acuerdos fuera de la región, el Mercosur tiene una norma que se concibió para evitar el doble cobro del Arancel Externo Común (AEC), que permite separar el ingreso de mercaderías y servicios de extrazona, para aplicarles la política arancelaria según cumplan o no con las reglas del AEC. Eso se puede hacer y recuerdo que las importaciones de extrazona que vienen a Paraguay y Uruguay, aún sumadas son 5% de la importación al Mercosur desde fuera de la región.

    –Si mañana –a ojos cerrados– los Presidentes Kirchner y Lula le firman la autorización, ¿tendría el apoyo de todo el partido de Gobierno para un TLC con EE.UU.?
    –Me sentaría a buscar, en el marco del TIFA (Acuerdo Marco de Comercio e Inversión signado en enero pasado por Uruguay y EE.UU.), un acuerdo con preferencias arancelarias. Si técnicamente es un TLC o no, me importa muy poco. Importa hacer negocios concretos que, por ejemplo, permitan salvar a toda la industria textil de Uruguay; o que permitan colocar mayor cantidad de carne, lácteos, cítricos, arroz y, sobre todo, productos de software. A eso me dedicaría fuertemente: a mejorar nuestra inserción comercial en EE.UU.

    Violaciones al régimen del bloque
    –Y si persiste lo contrario y los socios no habilitan un TLC que no sea firmado en conjunto, ¿está en su pensamiento salir del Mercosur?

    –No es un camino que nos hayamos propuesto. No tenemos en discusión nuestra pertenencia al Mercosur, pero convoco a considerar que el Mercosur ya tiene situaciones en las que se ha usado la flexibilidad a favor de nuestros socios. La zona (de especial tratamiento aduanero) de Manaos es una zona que se podría decir que también es incompatible con la unión aduanera del Mercosur.

    –¿No cita la zona de especial tratamiento aduanero de Tierra del Fuego?
    –La de Tierra del Fuego también. Pero cito la de Manaos porque tiene un volumen incomparablemente mayor de recursos en juego al que podría poner Uruguay en un acuerdo como el que estoy proponiendo. A Manaos entra todo tipo de bien al territorio franco y sale al territorio no franco de Brasil en una situación arancelaria que contradice las normas del Mercosur.

    –¿Uruguay no está también violando acuerdos del Mercosur al querer cobrar aranceles a los bienes de cuatro provincias argentinas como si fueran de un país de afuera del bloque?
    –No está pretendiendo eso. Los estímulos concedidos en ciertas provincias argentinas también perjudican la economía uruguaya. Uruguay respondió a la situación generada por las medidas de la Argentina, para esas provincias, con restricciones en materia arancelaria. Es un síntoma claro de los problemas de funcionamiento del Mercosur. Un país contradice las normas del proyecto de integración y el otro contesta con una medida que pretende contrarrestar ese efecto. Así no funciona un proyecto de integración.

    –¿Y qué salida encuentra para acordar o laudar con la Argentina qué hacer con las promociones que reciben tales provincias?
    –Creo que hay que sentarse a conversar y, sobre todo, coordinar nuestras políticas de estímulos. Hoy no están coordinadas y es lo que genera desvío de comercio e inversión en contra de los países más pequeños.

    Finanzas e inversiones

    –¿Es partidario del Banco del Sur –que lanzaron la Argentina y Venezuela– o prefiere la coordinación del brasileño BNDES, la Corporación Andina de Fomento (CAF) y otras entidades regionales?
    –Es un proyecto que me genera muchas dudas, porque la región ya tiene instituciones financieras sólidas que han venido cumpliendo un muy buen papel. Uruguay tiene muchas buenas experiencias. Menciono en particular el Banco Interamericano de Desarrollo y Corporación Andina de Fomento.

    –O sea que Ud. no quiere una nueva institución ni crear nueva burocracia.
    –Me genera muchas dudas. Obviamente, está muy lejos de ser para mí un tema tabú. Es un tema a considerar pero no veo muy clara esta posibilidad. Pero es cuestión de pensarla…

    –En el reciente encuentro de los gabinetes económicos de Uruguay y Brasil, ¿Lula garantizó financiación del estatal BNDES a empresas uruguayas?
    –No utilizaría la palabra garantizar, pero la comitiva brasileña vino con un espíritu muy abierto de ofrecer financiamiento del BNDES, al cual pondría en nivel similar que al BID y la CAF que mencioné. El BNDES es una institución que está muy cerca de financiar proyectos en Uruguay y es la intención del Gobierno brasileño. Por eso, tengo muchas dudas de crear una nueva institución, cuando tenemos éstas.

    –El Presidente Lula acaba de decir que, en comparación, Uruguay exporta más software que Brasil…
    –La exportación uruguaya de software en el último año 2006, que podrá ser incrementada en volúmenes significativos, es de unos US$ 150 millones y está en crecimiento. Uruguay tiene una carrera hecha y una masa crítica, pues fue el primer país de Sudamérica en exportar tecnología nacional

    –¿Es la energía una de las áreas prioritarias para invertir en Uruguay?, ¿hay impedimento legal –por monopolio estatal– de incursionar?
    –No. Si pensamos en ámbitos de inversión, sin duda, hay que incluir la energía.

    –Uruguay desarrolló infraestructura para cambiar su matriz energética al gas pero la Argentina no pudo cumplir todos los acuerdos con este país ni con Chile. Bolivia no tiene gasoductos directos a Uruguay y debe pasar por la Argentina o por Paraguay y Brasil. ¿Cuánto tardará en disponer de la energía necesaria para sostener el crecimiento y las inversiones que se buscan?
    –Estamos trabajando a dos niveles para garantizar energía a los sectores de inversión: por una parte buscando acuerdos en la región, básicamente con Brasil que van muy bien. Por otro lado, también con Bolivia y la Argentina en cuanto a la llegada del gas a Uruguay. Diría que entre los principales avances que hemos tenido en el Mercosur se encuentra este tema.

    –¿Uruguay fue discriminado cuando hubo carencia del suministro vecino, como puede suceder entre Bolivia y Chile por diferencias diplomáticas?
    –No. Uruguay está progresando en la búsqueda de consolidar acuerdos, tanto con Brasil en energía eléctrica (agregando conexión de 500 MW) como con Bolivia, la Argentina y, quizás, Venezuela, en materia de gas.

    Las relaciones peligrosas

    El bloqueo causa perjuicio económico

    Es tal vez el punto más sensitivo. Los puentes cortados por los ambientalistas del lado argentino, ocasionan pérdidas económicas pero también lastiman el orgullo oriental, en lo que parece la antítesis de la integración. Otros temas, como el del secreto bancario, echan más leña al fuego.

    –¿Cómo evalúa que el Gobierno argentino se negase a conceder, como lo ofrece Brasil, el no cobro de doble arancel externo ni ampliar la parte extrazona de bienes de origen Mercosur como incentivo para Paraguay y Uruguay?
    –Como síntoma clarísimo de los problemas graves que tiene el Mercosur.

    –¿Cree que ya hay una guerra de tipo personal entre gobernantes?
    –No. No creo y tampoco me corresponde ingresar en ese campo. Pero el Mercosur no anda bien y esta es una prueba. Eliminar el doble cobro (del AEC) es fundamental para el Mercosur en su conjunto, y para Uruguay mucho más. Sobre todo para buscar acuerdos fuera de la región. Así que negarse a aplicarlo, es grave.

    –En calidad de político y gobernante ¿cuál es el impacto que tuvo, en la autoimagen de país y en su comprensión del contexto, el ver cortado el acceso temporal a sus puentes sobre el río hacia la Argentina y el resto de Sudamérica, salvo Brasil? ¿Afectó su perspectiva de acuerdos posibles?
    –Eso en la práctica se llama bloqueo y me parece una de las contradicciones más grandes que yo puedo encontrar con un proyecto de integración.

    –¿Cómo Uruguay pretende probar y reclamar si hubo perjuicio económico por corte del acceso a pasos internacionales por parte de sus vecinos?
    –El perjuicio económico por el bloqueo existió. Fueron decenas de miles de argentinos menos los que estuvieron en la temporada turística. Está comprobado por estadísticas objetivas (del Ministerio de Turismo). Ya hubo planteos gubernamentales en el Mercosur, que es donde tenemos que presentar los problemas, y hubo pronunciamientos. El Tribunal de Controversias del Mercosur condenó la actitud argentina.

    –¿La Corte Internacional de Justicia de La Haya no acogió las medidas cautelares porque no se comprobó el perjuicio –en el primer año– que la Cancillería uruguaya estimó entre US$ 400 a 500 millones?
    –Es que es muy difícil para la Corte Internacional de La Haya aprobar medidas cautelares en este tipo de conflictos. No las aprobó cuando las solicitó la Argentina y no detuvo la instalación de la planta de Botnia. Y tampoco las aprobó cuando las solicitó Uruguay. No obligó al Gobierno argentino, ni podía hacerlo, a levantar los cortes de rutas. Digo que no podía hacerlo porque no tenía capacidad para ejecutar la decisión. ¿Qué pasa si la Corte de La Haya obliga al Gobierno argentino a actuar sobre los piquetes y el Gobierno resuelve no actuar? En los hechos la Corte se declaró competente pero no adoptó medidas cautelares. El Ministerio de Economía no hizo evaluación del perjuicio pues se ocupó el Ministerio de Turismo.

    –¿Qué perspectiva tiene la relación económica con la Argentina si sigue el corte de puentes, el reclamo contra préstamos internacionales a pasteras, denuncias al sistema financiero uruguayo por no colaborar con el control del lavado y por no acatar normas del Mercosur en comercio y tránsito?
    –Esa es una injusticia grande y flagrante. Es una contradicción tan grande con la realidad, que realmente nos sorprende la denuncia presentada en torno a los activos financieros. Yo creo que están citadas en la pregunta un conjunto de dificultades que una vez más aluden a los problemas gravísimos que tiene el Mercosur. ¿Cómo ocultarlos? Es imposible decir que el Mercosur funciona bien con todas estas cosas. Entonces, asumamos conciencia del nivel de dificultades que tenemos y pongámonos –si es que tenemos voluntad de hacerlo– a contribuir para solucionarlas. M