La Argentina ante una oportunidad histórica

    Sin embargo, el actual Gobierno debe consolidar este proceso y evitar que el
    modelo actual dependa en forma crucial de los elevados términos de intercambio.

    Tres pilares permiten explicar el actual modelo de crecimiento económico
    argentino: un tipo de cambio real alto, el superávit externo y el superávit
    fiscal. Claramente, estos factores no son independientes sino que se encuentran
    íntimamente relacionados.
    En cuanto al primero, se argumenta que el tipo de cambio real por encima de
    sus niveles de equilibrio permite ganar competitividad externa ya que fomenta
    las exportaciones al mismo tiempo que impulsa la industria local, lo cual permite
    generar superávits crecientes en la cuentas de comercio externas. A este
    mecanismo se ha sumado el hecho de que los precios de los principales productos
    que exporta nuestro país han alcanzado valores históricamente
    elevados debido a la incorporación al mercado mundial de países
    como China e India.
    El objetivo de tipo de cambio se ha logrado manteniendo el ancla nominal en
    torno a los $3 por dólar luego de la devaluación de 2002. De esta
    forma, el tipo de cambio nominal superior al de equilibrio, permite generar
    un exceso de oferta de dólares en el mercado local.
    Para evitar que el peso se aprecie, el Gobierno ha intervenido sistemáticamente
    en el mercado de cambios comprando dólares y, consecuentemente, inyectando
    pesos en el mercado a partir de resultados fiscales superavitarios sin precedentes
    en la historia local, los cuales son explicados en gran parte por las retenciones
    a las exportaciones.
    A su vez, el Banco Central ha intervenido en el mercado de cambios y financiero,
    primero comprando dólares con emisión monetaria (lo que ha permitido
    aumentar significativamente el nivel de reservas del banco) y luego absorbiendo
    pesos del mercado mediante la colocación de Lebacs para evitar que el
    aumento de pesos en el sector privado fuera traducido a precios (este mecanismo
    se denomina esterilización).
    Aquí aparece una señal de alerta. En efecto, la mayor oferta de
    bonos puede generar un exceso de oferta de títulos disminuyendo su precio
    y aumentando la tasa de interés, lo cual puede elevar el costo de financiamiento
    del sector público al mismo tiempo que atraer capitales tentados por
    la mayor rentabilidad del mercado local. De esta forma, ello puede generar nuevas
    presiones sobre el mercado de cambios y atentar contra la inversión productiva.

    Si bien la colocación de bonos puede generar tasas de financiamiento
    crecientes en el mercado, este elemento queda disminuido en tanto el pago de
    intereses del Banco Central queda más que compensado por los ingresos
    que detenta por la colocación de reservas en el exterior. Con respecto
    al argumento que sostiene que la mayor colación de bonos puede atentar
    contra el entramado productivo, si bien crecientes, las tasa siguen siendo negativas
    (o levemente positivas) en términos reales, lo cual favorece la inversión.

    Pese a los potenciales problemas descritos, el Gobierno mantiene firme su determinación
    de consolidar los tres fundamentals, lo cual generaría un círculo
    virtuoso perdurable en el tiempo. De esta forma, el tipo de cambio real alto
    combinado con superávits gemelos (fiscales y externo) sin precedentes,
    se han conjugado de forma tal de hacer sostenible el proceso de crecimiento.
    Queda como saldo pendiente estimular una mayor diversificación de las
    exportaciones que haga menos vulnerable el sector externo de los shocks
    internacionales (por ejemplo los precios de los productos agrícolas).
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