La genialidad de una innovación complementaria

    De haber existido, los gurúes de management o marketing habrían
    censurado a los hermanos por “perder de vista el negocio central e ir
    más allá de sus capacidades organizativas”. Pero esa loca
    diversificación fue genial.
    Los Michelin ya habían advertido que era preciso desplazar el foco del
    caucho (un insumo básico) a sus subproductos, especialmente los neumáticos.
    Empezaron con gomas para bicicletas. Luego descubrieron –en 1903–
    que los neumáticos para automotores eran un negocio aún mejor.
    Había empero un problema de mercado: los coches eran todavía raros
    y sólo los compraban ricos tentados por la aventura. Era necesario que
    producción y venta de vehículos se masificasen y ahí surgió
    la “Guide Michelin”. Un manual práctico para recorrer los
    caminos, que fomentaría el uso de automotores y neumáticos. Guías
    turísticas y coches son lo que hoy se llaman “complementos”.

    En el plano económico, los complementos guardan una interesante relación
    simbiótica. Al aumentar la oferta o bajar el precio de un producto o
    servicio, la demanda de su complemento tiende a crecer. Así, la electricidad
    barata promueve las ventas de aparatos domésticos. Por cierto, innovar
    en complementos es una notable excepción a un mandamiento de la producción
    masiva: enfocarse en el negocio central. Los Michelin demostraron que no siempre
    es así.
    La ventaja más conspicua de las innovaciones complementarias es un aumento
    de ventas en los rubros principales. Pero hay otras. Volviendo a la guía
    Michelin, su popularidad entre los automovilistas se convirtió en canal
    apto para marketing y construcción de marcas. No sólo alienta
    la compra de neumáticos Michelin, también es un lucrativo negocio
    por sí mismo, promueve restaurantes y actividad turística.
    Esa es la tesis de Nicholas Carr, el polémico autor más conocido
    por su tesis de que la tecnología informática se está convirtiendo
    en otro commoditie más.

    Intel vs. Intersil
    En otro plano, las innovaciones inteligentes en complementos pueden castigar
    a la competencia, como hizo Intel en el segmento de fidelidad en banda ancha
    (Wi-Fi). A fines de los años 90, el mayor fabricante de semiconductores
    usado en conectar Wi-Fi a PC era Intersil, una firma chica.
    La creciente popularidad de Wi-Fi la convirtió en serio rival
    de Intel y amenazaba con debilitar su dominio en materia de chips para
    PC. El gigante reaccionó presentando su propio microprocesador para Wi-Fi,
    el Centrino, y lo ofreció a precio escandalosamente exiguo.
    ¿Por qué podía Intel vender Centrino a pérdida?
    Porque el segmento Wi-Fi complementaba su negocio central de semiconductores.
    Abaratando el servicio, la compañía promovía entre empresas
    y personas la compra de computadoras portátiles (más caras), en
    vez de PC para escritorio. Siendo Wi-Fi apenas un complemento, a Intel
    le interesaba hacer bajar su precio al mínimo posible. Claro, esto acabó
    con Intersil.
    La función de los complementos como armas de competencia explica, de
    hecho, una buena parte de recientes innovaciones en materia de computación
    y sus negocios. Por caso, el de la fuente abierta (Linux y derivados). En la
    tecnología informática actual, el software es complemento
    de muchos otros productos y servicios, desde hardware hasta consultoría.
    Una gran cantidad de empresas, pues, tiene estímulos económicos
    para abaratar el software y tornarlo cada vez más accesible.

    IBM y Linux
    De esa manera, IBM advirtió años atrás que Linux podía
    complementar sus lucrativos negocios TI. Después de todo, los usuarios
    de Linux precisarían socios de confianza para brindarles asesoramiento,
    manutención, servidores, almacenamiento, etc. Al mismo tiempo, IBM descubrió
    que, si promovía Linux, afectaría a competidores como Microsoft
    o Sun Microsystems, cuyo negocio era vender sistemas operativos –con Windows
    a la cabeza– que serían desplazados por Linux.
    En 2001, Big Blue sacudió al mundo de TI anunciando que invertiría
    US$ 1.000 millones en innovaciones pro Linux. Un año más tarde,
    informó que ya había recobrado la inversión vía
    mayores ventas de sus servicios y productos básicos.
    Recientemente, SAP, el gigante alemán de software empresario,
    hizo lo mismo y promovió el sistema operativo abierto MySQL. Su meta:
    sacarle clientes a Oracle, su rival más cercano.

    Riesgos y preguntas
    Existen cuatro preguntas capaces de guiar decisiones o definir prioridades:
    1.¿Qué complementos constriñen la demanda en un
    mercado?
    Deben examinarse todos los productos y servicios usados en
    combinación con los propios. ¿Hay escasez de complementos?, ¿Algunos
    son muy caros, difíciles de encontrar o emplear? Quizá sea posible
    estimular avances en producción o distribución.
    2.¿Qué nuevo producto/servicio podría promover
    demanda de algún rubro básico propio?
    Tal vez surjan
    oportunidades de expandir el mercado de ese rubro básico. La clave es
    fijarse más allá de los usos corrientes del producto/servicio
    y ver qué nuevos complementos lo ampliarían.
    3.¿Pueden aprenderse lecciones útiles innovando en complementos?
    Sin duda, la innovación en complementos puede facilitar operaciones más
    eficientes en productos/servicios básicos y expandir ventas.
    4.¿Hay competidores muy condicionados al precio de complementos?
    En efecto, la venta de rubros complementarios generalmente se mueve
    en tándem con los principales: vender más unos lleva a vender
    más los otros. Pero las utilidades pueden moverse en dirección
    opuesta, como señala el caso Wi-Fi. M







    El cliente como factor de innovación



    Involucrar a compradores en procesos creativos puede añadir
    valor o mejorar el diseño de productos o servicios. Por ejemplo,
    investigaciones de mercado revelan que la mayoría de quienes
    tienen celulares emplea menos de 20% de las funciones. Eso quiere decir
    que las innovaciones relevantes no son las que ofrece la empresa, sino
    las que el público adopta.
    Las empresas que lo reconocen ven en el cliente una fuente de percepciones
    innovadoras. Sin duda, en varios sectores va surgiendo un modelo distinto
    en la materia, donde las “plataformas” básicas (herramientas,
    equipos, tecnología) sirven para diseñar y ensayar productos
    o servicios colocables creativamente entre compradores reales y potenciales.¿Cómo?
    Simple. El cliente tiene oportunidad de “probar antes de comprar”,
    lo cual le permite a la compañía ver sus reacciones antes
    de invertir en procesos.
    Una firma que ha captado bien esa vieja verdad es Cisco Systems. Durante
    años, sus técnicos e ingenieros han desarrollado pilas
    de instrumentos internos que permiten diseñar configurar, mejorar
    y comparar estructuras alternativas de redes. A menudo ejecutan –junto
    con clientes– complejas simulaciones para determinar, por ejemplo,
    la cantidad de ruteadores que se recomendará o qué potenciales
    aplicaciones podrían funcionar mejor.
    En resumen, ha cambiado la cultura de Cisco. En otros tiempos, técnicos
    e ingenieros creían, a veces correctamente, que la mayor parte
    de usuarios reales y potenciales no entenderían sus métodos
    internos, en general informales. Pero ya había varios clientes
    con conocimientos superiores a los comunes, poco satisfechos con las
    “soluciones”. Querían saber más y comprendían
    los procesos mentales asociados a las propuestas de la compañía.
    ¿Eran las arquitecturas realmente las mejores o las más
    efectivas en costos que Cisco podía brindar?, para citar una
    pregunta típica. La firma pues empezó a ofrecer a ese
    grupo simulaciones internas y los clientes, a su vez, expresaban interés
    en adaptar diseños, configuraciones y modelos de optimización
    para su propio uso. Los innovadores y marketineros de Cisco Systems
    no esperaban eso, pero pronto advirtieron sus implicancias.
    Poniendo cuidado, “reempaquetaron” esas herramientas como
    “plataformas de interacción con clientes”. En lugar
    de vender simplemente diseños completos, pasaron a conducir reuniones
    colaborativas, donde los interesados potenciales ven y prueban los efectos
    de sus prioridades en la arquitectura de sus redes.