Por Martín Cuccorese
Foto: Gabriel Reig
La Retirada
El Salvador 4945 (entre J. L. Borges y Thames), Palermo Viejo.
Lunes a domingo, de 12:00 a 0:00.
Tel. 4833-9376
Tarjetas Amex, Visa, Master, Visa Electrón, Maestro.
Estacionamiento.
Primero, la cantidad que pulula en diferentes segmentos de precios. Para aclarar dicho asunto aquí nos situamos, desde el inicio, ante un restó con características de design –palabra mágica– cuidadas en la puesta en escena: mantelería, copas Burdeos, buenos cubiertos, amén de equipos de aire que evitan la humareda, suave música nacional. A ello, debe sumarse que La Retirada cuenta entre sus espacios (planta baja y alta), con un patio terraza ideal para todos en la temporada primavera-verano y, en particular, para los fumadores en este tiempo aciago para el humo.
La otra dificultad de este análisis va directo al meollo del asunto. Al igual que en el fútbol todo argentino es un posible DT, en cuestiones de carnes asadas, todo argentino es asador, sea en la práctica como en la teoría. Desde cómo hacer fuego, cuándo y cómo se coloca cada producto, hasta el momento de servir, es materia opinable. Sólo la autoridad del asador acalla las voces o el reiterado amague: “háganlo ustedes o déjense de molestar”.
Todo este folklore alrededor de la parrilla convierte a un argentino en existencial baqueano de achuras y asados en tiras. Cuando el crítico gourmet, entonces, enfrenta la cosa carnal sólo puede guiarse a través del punto solicitado. Sabido que en materia de gustos se ha escrito mucho y más, últimamente, sobre si los argentinos sabemos, o no, comer carne –para los europeos la dejamos pasar de cocción–. Por ello, como dijimos, la evaluación sólo puede ir en la dirección al punto requerido.
La Retirada, sin distinción de credos, respondió bien a cada solicitud en dicho tema, tanto de achuras, charcutería como carnes. Debemos aclarar, antes de comentar los platos, que no sólo cuenta con parrilla, también tiene horno de barro (pescados, cochinillo y otras propuestas).
Fuimos un día al mediodía que ofrece un momento alejado de multitudes y donde además de darle a las mollejas, se puede charlar tranquilamente sobre los negocios o la vida. De entrada picoteamos un “Trío de provoletas de vaca, cabra y oveja” ($22) en correcto fundido; resultaron sabrosas. Como para demostrar buen apetito marcharon “Riñones de cordero” ($12/parrilla) y “Chorizo de cordero envuelto en pan” ($14/ horno de barro). Los riñones bien, tiernos, ricos y para nada hiper secos. El “chorizo de cordero” digno heredero del olvidado “solomillo a la Wellington” –en homenaje al vencedor de Waterloo– o de la más cercana y mendocina “carne a la masa”. Feliz conjunción entre el pan y sutil sabor del embutido, los restos de pan se dejan comer solos.
Por último, teniendo en cuenta que en cuestiones de carnes no todo es argentino, pedimos “Asado corte americano” ($24) y el corte brasileño “Picaña” ($48) –no es más que el bajo cuadril–. Llegaron con buen timing, jugosos, calientes y con mucho sabor.
No tanto más para decir. Como se trataba de un viernes al mediodía y estábamos cómodamente establecidos en el patio de La Retirada, dimos la estocada final con “Quesos y dulces regionales” ($18). Se trata de un mix de membrillos, batatitas, alcayota, con quesos de vaca y oveja. Cierre sencillo para alargar el día.
Una muy completa carta de vinos, cervezas y alcoholes completan la propuesta. Servicio tranquilo, atento al pedido y cumplidor (cubiertos $4 p/p).
La Retirada es un lugar nuevo que, en un futuro, deberá rendir examen también cuando el servicio esté más exigido. Por lo pronto hasta los astros quinieleros han dado buenos auspicios: ubicada en la calle El Salvador de numeración 4945, el 49 es el vino y el 45 la carne. Más allá de jugarle al numerito, bien vale darse una vuelta por La Retirada. M