Mayor alcance de cobertura del sistema previsional privado

    La dimensión del sistema previsional privado puede medirse considerando
    tanto variables reales (cantidad de personas cubiertas) como monetarias (valor
    de los fondos administrados).
    Desde su comienzo en julio de 1994, el sistema de fondos privados de pensión
    y jubilación, administrado por las AFJP, ha registrado un crecimiento
    continuo del número de afiliados y de aportantes.
    La tasa anual promedio de crecimiento de afiliados fue de 10% entre 1995 y 2006,
    mientras que la de aportantes alcanzó a 7,1%. Como consecuencia de esa
    diferencia, la relación entre aportantes y afiliados cayó de 52,9%
    en 1995 a 39,6% en 2006, pese a haberse recuperado marcadamente a partir de
    2003.


    El indicador que mejor refleja el alcance de la cobertura del sistema previsional
    privado es la relación entre los aportantes y la población económicamente
    activa, que creció de 14,1% en 1995 a 24,8% en 2006.
    En comparación con los países latinoamericanos, que cuentan con
    un sistema previsional de capitalización, según datos a diciembre
    de 2005 publicados por la Asociación Internacional de Organismos de Supervisión
    de Fondos de Pensiones (A.I.O.S.), la Argentina ocupaba el segundo lugar en
    la cantidad de afiliados y aportantes, solamente superada por México.
    La relación entre aportantes y afiliados se ubicó próxima
    al promedio de los países del área, superando a México
    y siendo inferior a Chile. El alcance de la cobertura del sistema en nuestro
    país, medido por el ratio entre aportantes y PEA, si bien se aproximó
    al promedio regional, es claramente superado por Chile y México.
    El valor de los fondos administrados, medidos en dólares estadounidenses,
    creció a lo largo de todo el período 1995/2006, con excepción
    del año 2002, como consecuencia de la fuerte devaluación del peso
    que siguió al abandono de la convertibilidad. A partir de 2003 comienza
    un nuevo proceso de expansión, que llega hasta el presente. El valor
    de los fondos al 30 de junio del corriente año alcanzó a US$ 24.263
    millones, superando por primera vez, después de la crisis de 2002, el
    nivel registrado en 2001.
    De manera similar se comportó el valor de los fondos medidos como proporción
    del PBI, que pasó de 0,5% en 1995 a 13,1% en 2005.
    Este proceso de acumulación fue posible porque los ingresos al sistema
    superaron largamente a los egresos, ya que los beneficiarios (jubilados) sólo
    representan algo más de 5% del total de aportantes.
    La comparación regional revela que los fondos argentinos son claramente
    inferiores a los chilenos y mexicanos.
    Medidos con relación al PBI, los fondos chilenos casi quintuplican a
    los argentinos. Los mexicanos, contrariamente, sólo representan poco
    más de la mitad de los de nuestro país.

    Deuda pública
    La participación de la deuda pública en la composición
    de los fondos administrados diferencia claramente su peso entre la Argentina
    y México por un lado, y Chile por el otro. En la Argentina representan
    60,9% del total, en México 80,2% y en Chile sólo 16,4%. Por el
    contrario, los Títulos Públicos en poder de los fondos de pensión
    constituyen 77,5% de la deuda gubernamental en el caso de Chile, 8,6% en la
    Argentina y 24,0% en México. La conclusión es que, si bien la
    deuda pública representa una proporción reducida de los fondos
    de pensión chilenos, estos fondos constituyen la mayor fuente de financiamiento
    del sector público de ese país. El caso absolutamente opuesto
    se verifica en la Argentina y en México.
    El nivel de eficiencia del sector, medido por la relación entre costos
    operativos y el total de fondos administrados, revela que en la Argentina esta
    relación es superior al promedio regional, aunque inferior al de México,
    pero tres veces más alto que el de Chile. Las comisiones netas como proporción
    de los aportes capitalizables son en nuestro país, y por mucho, las más
    altas de la región. La rentabilidad histórica real de los fondos
    es algo inferior a la de Chile, pero mayor que la mexicana.
    La rentabilidad empresaria de las administradoras argentinas resulta, por lejos,
    la más baja de todos los países latinoamericanos, tanto si se
    la mide con relación al patrimonio neto (ROE), como si se lo hace sobre
    los fondos administrados (ROA).


    Un hecho que ha conspirado contra un mayor crecimiento del total de los fondos
    de pensión argentinos es que la alícuota de aportes totales, así
    como la de los capitalizables, es la menor de toda la región. Esto es
    consecuencia de la disminución de 11% a 5% introducida en 2001, como
    forma de incrementar el ingreso neto de bolsillo de los trabajadores. A pesar
    de haber sido luego elevada a 7% actual, sigue siendo la más baja de
    todos los países latinoamericanos.

    Estructura del mercado
    El mercado de fondos de pensión de nuestro país está integrado
    por once administradoras, cifra que sólo es superada en México,
    que cuenta con dieciséis. Ambos países registran el menor nivel
    de concentración en Latinoamérica, con las dos primeras administradoras
    representando menos de 40% de los fondos administrados.
    El marketshare medido por afiliados y aportantes es liderado por Orígenes,
    seguida por Met, Consolidar y Máxima.
    El ranking de fondos administrados es también encabezado por Orígenes,
    pero en este caso seguida por Consolidar, Met y Nación.
    Las administradoras que registran un mayor patrimonio son Consolidar y Met,
    seguidas por Orígenes, Nación y Máxima.
    Met registra la mayor rentabilidad histórica en términos reales
    a junio de 2006. La diferencia sobre el resto de las administradoras es significativa,
    y esencialmente se debe a que inició sus operaciones en marzo de 2001,
    por lo que el efecto negativo de la crisis del 2002 sobre los activos que integran
    los fondos administrados fue inferior al sufrido por el resto de las AFJP.
    Las administradoras que devengan las menores comisiones son Arauca Bit, Futura
    y Profesión + Auge, que paradójicamente registran una participación
    de mercado reducida.
    El sistema previsional de capitalización ha podido superar gradualmente
    el impacto negativo que le impuso la crisis de 2002. Tal vez, los mayores problemas
    que enfrenta en la actualidad son la elevada participación de la deuda
    pública en la composición de los fondos (56,5%), y la reducción
    de los aportes de 11% a 7%, que ha determinado que las comisiones devengadas
    representen hoy 36,7% de los aportes que efectúan los trabajadores. M

    Opinión

    Un papel fundamental


    Por Sebastián Palla (*)

    Desde hace más de una década, el sistema de pensiones de
    la Argentina, al igual que el sistema financiero, se vieron revolucionados
    por la aparición de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones
    y Pensiones, que de manera orgánica comenzaron a administrar los
    aportes de los ciudadanos.
    Hoy, a 12 años de su creación, el sistema administra fondos
    por $77.138.000 al 31 de julio de 2006 (**), los cuales se diversifican
    en diferentes instrumentos.
    Al mismo tiempo, la rentabilidad promedio del sistema está generando
    confianza en las próximas generaciones, que hoy pueden observar
    cuatrimestralmente la evolución de sus fondos.
    Las AFJP han impactado en el mercado de capitales de manera única.
    Por primera vez, una gran parte de la población accede al mismo,
    sofisticando sus aportes y revitalizando al sector productivo.
    De todos modos, es necesario que el mercado de capitales desarrolle mecanismos
    que permitan a más personas participar de manera directa en él.
    Esto funcionaría como una inyección de capital y se enmarcaría
    dentro de la estrategia de las AFJP de invertir los fondos de millones
    de afiliados al sistema, en actividades de la economía que generen
    crecimiento y desarrollo al país.
    Lo que debemos tener en cuenta como principio motor es el rol social que
    deben cumplir las AFJP. El rumbo de las AFJP como actividad debe dirigirse
    hacia dos áreas fundamentales. Por un lado, la inversión
    en la economía real. En este sentido, ya estamos trabajando arduamente
    tanto con el gobierno, como con otros actores del sector privado.
    Por otra parte, es importante comenzar a trabajar sobre el concepto social
    de la seguridad social, enmarcándola dentro de un concepto integral
    que no sólo incluye las AFJP sino también al Estado, la
    ANSES, y a la sociedad como un todo. Las administradoras son, y deberán
    seguir siendo, un vehículo eficiente para el otorgamiento de beneficios
    en la etapa pasiva del trabajador.
    De esta forma, se presenta el interesante desafío de volver a interesar
    a la sociedad en sus aportes jubilatorios y generar una cultura de responsabilidad
    sobre la seguridad social que comprometa a todos los actores. M

    (**) Fuente Boletín Estadístico SAFJP, agosto de 2006.
    Cuadro 15.

    (*) Director Ejecutivo de la Unión de Administradoras de Fondos
    de Jubilaciones y Pensiones.

     

    Evolución de las ART

    Fuerte expansión del número de trabajadores asegurados

    Durante los primeros diez años de vigencia, el sistema de seguros de
    riesgos del trabajo mostró un proceso expansivo casi continuo, con excepción
    de los dos años más agudos de la crisis económica (2001/2002).
    Desde julio de 1996, los niveles de actividad del sector registraron un importante
    crecimiento, tanto en valores absolutos como en términos relativos.

    El sector se expandió en ocho de los diez años corridos desde
    su origen. En el período 1996/2000, el número de trabajadores
    asegurados creció 29,9%, y el de empresas empleadoras 17,8%. En 2001
    y 2002, la caída fue de 9,4% en el primer caso y de 4,8% en el segundo.
    A partir de 2003, se reinicia el proceso expansivo, con un incremento de 41,2%
    en el número de trabajadores y de 40,4% en el de empresas en el trienio
    2003/2005.


    El crecimiento no sólo se manifestó en valores absolutos, sino
    que también se verificó en términos relativos. La relación
    entre los trabajadores cubiertos por el sistema de seguros de riesgos del trabajo
    y la población económicamente activa urbana, pasó de 30,5%
    a 40,2% entre 1996 y 2005. De manera similar, la masa salarial cubierta, es
    decir el total de salarios de los trabajadores incluidos en el sistema, pasó
    de representar 1,02% del Producto Bruto Interno en 1996 a 1,43% en 2005. El
    valor real de esa masa salarial, deflactado por el índice implícito
    de variación salarial de los trabajadores cubiertos por el SRT, creció
    66,2% durante ese decenio.


    Los datos precedentes permiten afirmar que, en su primera década de vigencia,
    el sistema de Seguros de Riesgos del Trabajo se consolidó aumentando
    marcadamente la cobertura de trabajadores incluidos en el régimen.
    La facturación total del sector ascendió en 2005 a $1.917 millones
    (US$ 640 millones). La anualización de la facturación del primer
    trimestre de 2006 (última información proporcionada por la Superintendencia
    de Riesgos del Trabajo) proyectaría el volumen de ventas del año
    a más de $2.600 millones (US$ 870 millones). Esta expansión de
    las ventas no sólo se originó en el incremento del nivel de actividad,
    sino que estuvo fuertemente influida por el continuo y significativo aumento
    del costo del seguro, que pasó de representar 1,48% del salario en 1996
    a 2,55% en 2005, con un crecimiento de 72% en el período. Las razones
    de este aumento de costos se encuentran en medidas de tipo institucional, ya
    que por decretos de agosto de 1998 y de marzo de 2001, se incrementaron las
    indemnizaciones por incapacidad y muerte de $55.000 a $110.000, en el primer
    caso, y a $230.000 en el segundo. Por otra parte, a partir de septiembre de
    2004 comienzan a aparecer fallos que eliminan los límites de indemnización.

    Perfil del sector
    El mercado asegurador de Riesgos del Trabajo está integrado por treinta
    empresas, de las que veinticinco son abiertas, y cinco son cerradas, es decir
    que no ofrecen sus servicios a terceros sino que se limitan a dar cobertura
    a sus propios trabajadores.
    El nivel de atomización del mercado es razonable, y superior al de las
    AFJP y del sistema bancario. Las dos primeras ART representan 28% del total
    de trabajadores cubiertos, mientras que las dos primeras AFJP cuentan con 37%
    de los afiliados, y los dos primeros bancos concentran 36% del total de depósitos.
    El promedio de trabajadores por empresa alcanza a 10,6, reflejando la significativa
    participación de las Pyme en el sector. El sector registra una alta cobrabilidad
    de sus ventas, ya que en el período de doce meses transcurrido entre
    abril de 2005 y marzo de 2006, la recaudación alcanzó 95,2% del
    total facturado.
    El marketshare, considerando los distintos indicadores no permite detectar
    una aseguradora líder absoluta, pues la primacía varía
    según el indicador de que se trate. Así, en el número de
    trabajadores asegurados, el liderazgo corresponde a Provincia, mientras que
    Prevención es la que cuenta con la mayor cantidad de empleadores adheridos
    y con la facturación más elevada. La masa salarial cubierta más
    alta corresponde a Consolidar, en tanto que la aseguradora más cara resulta
    ser CNA Omega, que ostenta la cuota por trabajador más elevada, ya sea
    en pesos como en proporción al salario. M

    Seguros

    Subsisten las trabas al crecimiento sostenido

    Un relevamiento sectorial de los últimos 10 años identifica dos
    factores primordiales que impiden el decidido crecimiento de la actividad: uno,
    vinculado con la falta de costumbre preventiva; y el otro, con el arrastre de
    la crisis de 2001 en el sistema financiero, del que aún no se normalizó
    el flujo de fondos para destinar a la cobertura de bienes.

    Por Rubén Chorny

    Las compañías de seguros son las que tienen más contacto
    directo con el alto riesgo en que se mueve la economía nacional, sus
    habitantes y, por ende, las instituciones: las personas jurídicas. De
    10 vehículos que circulan por la calle, sólo 6 están asegurados;
    que las coberturas contra incendio no indican para nada el ascendente trabajo
    de los bomberos (sólo 10% de las viviendas se encuentran aseguradas)
    y que las pólizas de vida apenas si acompañan la concentración
    de la distribución del ingreso en la economía, ya que abarcan
    naturalmente a las personas de clase media alta.
    La inestabilidad de las reglas de juego enquistada en la idiosincrasia del continente
    va mucho más lejos, en el rango de las preocupaciones, que los peligros
    cotidianos que descuida una ciudadanía más pendiente de los enfoques
    macroeconómicos y sociales, que de los avatares del día a día.
    La consultora Key Market, en un relevamiento sectorial de los últimos
    10 años adaptado al presente trabajo de Mercado, identifica dos factores
    primordiales que impiden el decidido crecimiento de la actividad:
    1)- vinculado con la falta de costumbre preventiva y
    2)- relacionado con el arrastre de la crisis de 2001 en el sistema financiero,
    del que aún no se normalizó el flujo de fondos para destinar a
    la cobertura de bienes.
    Si bien en los dos últimos años las estadísticas registraron
    la recuperación del PBI que sobrevino al breve período de ajuste
    de la gran devaluación, la radiografía del negocio asegurador
    muestra que entre 2003 y 2005, la tasa de incremento fue de 23% y el volumen
    de facturación llegó a $12.728 millones. El comportamiento reciente
    superó el promedio de la economía en el mismo lapso y ubicó
    la producción de seguros 2,8% con relación al PBI, aunque al momento
    de desa
    La diferencia sólo puede ser explicada por el bloqueo financiero y el
    elevado costo del equilibrio entre las primas y el valor asegurado, que sólo
    en el último ejercicio dejó algún margen para las compañías.
    En el camino quedaron entre 1998 y 2005 nada menos que 84 firmas, y actualmente
    el negocio se lo reparten entre 182, ninguna de ellas con una participación
    en el mercado total mayor que 6%.

    La estructura del sector asegurador no varió en esta etapa de recomposición.
    Predominan las coberturas de los llamados daños patrimoniales (que incluyen
    automotores, laborales, robos e incendio) con 64,26%; le sigue el rubro vida
    (AFJP, colectivo) con el 19,67%, y finalmente está el de retiro (individual,
    colectivo, previsional, renta vitalicia y riesgo de trabajo), con 16,07%.
    Precisamente es el renglón ligado al retiro el que avanza proporcionalmente
    en la “torta” de los seguros. Y en términos relativos retrocedieron,
    primero, los patrimoniales y luego los de vida.
    De todos modos, los automotores continúan liderando las pólizas
    generales, con 31,02%, y riesgos de trabajo trepó a 12,06%.
    Lo primero se explica por el salto que protagonizó la venta de autos
    0 km en 2004 y 2005, con las correspondientes coberturas. Y lo segundo por la
    merma en la tasa de desocupación junto con el blanqueo de parte de los
    contratos laborales que se reflejaron en las primas clasificadas como de retiro.
    Al mismo efecto rebote de la economía pertenece el alza de los seguros
    de vida colectivos que contratan las empresas para el personal, los que ahora
    representan 8,23% del total.
    Los seguros que tienen que ver con la vida de las personas permanecen, dentro
    de la escala, sin mayores novedades. La “foto” del mercado asegurador
    es elocuente en cuanto a la cultura económica del país: fue privilegiándose
    el valor de los bienes de uso y el de los conflictos de convivencia por sobre
    el cuidado de la persona física y de los patrimonios.
    Es llamativa la baja incidencia de las pólizas contra incendio (5,16%
    del total) que comprenden propiedades particulares y de empresas. También
    que la cobertura de vida individual ocupe apenas 2,51%.


    En el cuadro general del negocio hubo un movimiento que alteró, de alguna
    manera, el perfil de las operaciones, ya que los bancos se incorporaron como
    agentes para aprovechar la comisión de venta de servicios a la cartera
    de clientes y reemplazar, de alguna forma, la merma de transacciones en las
    ventanillas de créditos y otros financiamientos, que aún esperan
    por la postergada regularización de la banca desde la salida de los bloqueos
    que acompañaron la pesificación de la economía. Hoy por
    hoy, los bancos ya producen 15% de las pólizas totales del sector.
    El market share armado por Key Market con las 182 compañías
    que quedaron indica que las primeras 10 poseen 37% del volumen de ventas, que
    trepa a 55% si se añaden las 10 siguientes. 91 empresas reúnen
    82% de la facturación.
    En el primer pelotón, conformado por las que retienen alrededor de 5%
    cada una, están La Caja Seguros y Federación Patronal. Mapfe marcha
    sola en el escalón de 4%. Y en el tercero, en torno de 3%, vienen Orígenes
    Retiro, Meridional, HSBC, la Buenos Aires y San Cristóbal.

    Pólizas sobre ruedas
    La rama automotor representó el motor principal de reactivación
    de los seguros. No sólo por la cantidad de pólizas aportadas por
    los 400 mil autos que se volcaron desde la industria, que redondearon junto
    con el parque existente $4.000 millones en facturación. Y eso que 40%
    de los vehículos que circulan no se encuentran asegurados…
    Pero hubo un hecho policial muy importante en 2003 que mejoró la rentabilidad
    de la rama: la persecución a los desarmaderos ilegales en el radio metropolitano,
    lo cual redujo la tasa de robos y, por ende, la de siniestralidad.
    La potencialidad aseguradora en el rubro automotor posee aún aristas
    no resueltas, como por ejemplo, el récord mundial de accidentes viales
    por habitante que alcanzó la Argentina en estos últimos dos años.

    El ingreso de tanta cantidad de vehículos en la concentrada geografía
    nacional, sin previsión alguna por parte del Estado, saturó la
    capacidad vial útil, tanto por la insuficiencia de amplitud de las rutas
    como por su deficiente mantenimiento. Hay que tener en cuenta que la crisis
    de 2001 determinó, de hecho, el incumplimiento de los contratos con los
    concesionarios, tanto en lo referente a tarifas cuanto a inversiones comprometidas
    para la explotación de esos servicios.
    Tampoco reaccionó la estructura de contralor estatal, diezmada por el
    propio deterioro previo al estallido. El intenso tráfico aún hoy
    sigue sin regulación oficial, ni control efectivo del cumplimiento de
    las reglas ni sincronización técnica que le dé fluidez
    y seguridad.
    Desde el punto de vista asegurador, el drenaje que suturó con los robos
    al desmantelarse los desarmaderos se abre por el lado de los accidentes, sus
    consecuencias humanas y mecánicas. Las empresas cuentan para su futura
    facturación con la incorporación del parque que permanece fuera
    del circuito asegurador, una vez que se ataquen simultáneamente las causas
    de tal alta siniestralidad.
    En el vacío de las coberturas hasta apareció un novedoso negocio
    alternativo, llamado auto doble protección, que es una póliza
    que se activa en caso de siniestro con alguno de los 3 millones de vehículos
    que circulan sin seguro.
    Para recuperar en términos reales el volumen de primas emitidas en 1999,
    le quedarían a la rama automotriz de los seguros unos $2.000 millones
    de margen a conquistar. Ese representa su gran potencial: nada menos que 50%
    del negocio actual.

    Nuevo poder adquisitivo
    La intervención activa del gobierno en los precios relativos y en el
    salario real (a través de los reajustes en las escalas más bajas
    y el derrape por ahora controlado de la inflación) ha reubicado el nivel
    de las remuneraciones de las clases socioeconómicas y por ende su capacidad
    de consumo.
    Aunque sigue en pie la incógnita sobre las tarifas públicas y
    los combustibles, el costo de vida ha encontrado un punto de equilibrio tras
    el pase cambiario del 1 a 1 al 1 a 3.
    Hoy, cada argentino ya sabe cuánto gana en pesos y, salvo en propiedades
    y viajes, la referencia del dólar ha quedado relegada.
    Los estrategas del seguro trabajan sobre esta hipótesis y ponen el acento
    en todo lo que tiene que ver con el hogar, la protección de las personas
    y su familia. Nadie sabe aún explicar por qué el confort incorpora
    más cables eléctricos e interconexiones adentro de las casas,
    materiales inflamables como el plástico reemplazaron a los metales, y
    ese riesgo creciente de cortocircuitos que propaguen incendios no se traduce
    en pólizas.
    Pero el paso previo a la reformulación del negocio asegurador fue, en
    todo caso, el blanqueo de las relaciones laborales y toda la cobertura que las
    rodea.
    Las compañías aprovecharon el reacomodamiento de la economía
    para tomar posiciones, a la espera de las nuevas oportunidades de la pesificación
    en un segmento que funcionaba absolutamente dolarizado y con fuertes jugadores
    extranjeros que emigraron en 2002. Hubo fusiones y movimientos societarios que
    comprendieron a Galicia, Aseguradora de Personas Galicia, Life, Principal Life,
    Zurich e ING Insurance. Y una capitalización superior a 30%.


    La presencia directa de la banca se hace notar también en los seguros
    de vida colectivos y en los previsionales, ambos referidos a las relaciones
    laborales en repunte de la mano de los indicadores de producción. Los
    primeros ya registran un total de $1.048 millones, con preeminencia de tres
    compañías: La Caja, Alico y Nación. Los segundos suman
    $837 millones.
    Son ocho los grupos integrados por bancos que se especializaron en inversiones
    con su potencial cartera: manejan 30% del dinero volcado al mercado financiero,
    40% de los pagos de créditos y 25% de los depósitos.
    Este año añadieron como rubro importante en la facturación
    los servicios financieros devengados por los seguros de autos, casas, Pyme y
    créditos.
    Los grandes negocios corporativos constituyen hoy la esperanza mayor de las
    oficinas estratégicas del negocio de los seguros. Hay inversiones en
    proyectos cerealeros, en puertos y agroindustrias, metalúrgicos y cementeros.
    Todos ellos requieren de pólizas y entrañan una gran oportunidad,
    sobre todo para los bancos que participen en la arquitectura financiera y manejen
    el “paquete”.
    El movimiento del comercio y la efectiva integración de Pyme es otra
    de las vetas a explorar, lo mismo que las rentas vitalicias, tal vez el segmento
    más desguarnecido desde que los especialistas en implementarlo (las firmas
    extranjeras) se retiraron del mercado.
    En esta etapa de tránsito, los jugadores del sector asegurador que capearon
    los temporales y sobreviven liderando las estadísticas son antiguos y
    tradicionales, con mucho de confianza acumulada como patrimonio. Federación
    Patronal se instaló en La Plata en 1921 y La Caja es descendiente directa
    de la privatizada Caja Nacional de Ahorro y Seguros.
    Los que ingresaron en la convertibilidad, de fuerte presencia internacional,
    fueron barridos por la pesificación.
    La nueva era de lo que significa cubrir los riesgos de la actividad económica
    de personas físicas y jurídicas tiene por delante el regreso cuantitativo
    de la producción global al nivel de 1999, cuando en valores constantes
    representaba $417,4 por habitante. Actualmente, según cálculos
    de Key Market, está en $329,8, o sea que queda margen para seguir recuperando.

    La relación más favorable de producción de seguros como
    porcentaje del PBI se dio en 2002 como consecuencia de la drástica modificación
    cambiaria y la recesión de arrastre: 3,8%. Hoy se halla en 2,8%.
    Depende de lo que suceda en los próximos dos años con el reacomodamiento
    residual de la economía y las inversiones que efectivamente lo consoliden,
    se delineará la tendencia del mercado asegurador, en función del
    ambiente de negocios que se haya creado y de la oferta tecnológica que
    se introduzca, sea a través de los jugadores tradicionales del sector
    o del espacio que éstos dejen vacante. M

    Opinión

    Importantes inversores


    Por Francisco M. Astelarra (*)

    Las aseguradoras son en la Argentina, así como en cualquier país
    del mundo, uno de los inversores institucionales más importantes.
    Actúan permanentemente protegiendo el patrimonio de las personas,
    familias y empresas afectadas por diversos siniestros, permitiéndoles
    su desarrollo personal y su actividad laboral y económica. En el
    desarrollo de esta actividad, las aseguradoras canalizan sus compromisos
    técnicos y patrimonio propio hacia diversos activos financieros
    de corto, mediano y largo plazo, de acuerdo con el tipo de cobertura ofrecida.
    Las aseguradoras, como inversores institucionales, dan mayor estabilidad
    a los precios de las inversiones, por cuanto en los momentos de incertidumbre
    no proceden a su liquidación y los mantienen hasta que sea necesario
    disponer de las mismas.
    En la actualidad, las aseguradoras administran activos por más
    de $27.200 millones. De este total, 44,7% corresponde a inversiones en
    títulos públicos, 18,3% en depósitos, 12,3% en préstamos
    y créditos, 7,3% en fondos comunes de inversión, 5,1% en
    acciones, 3,9% en obligaciones negociables y 8,4% en otras inversiones.

    En el papel de inversores, las aseguradoras están en condiciones
    de contribuir al desarrollo económico financiando, entre otras
    actividades, la construcción de viviendas y obras de infraestructura.
    Se necesita, para ello, instrumentos financieros adecuados y seguros con
    mercados secundarios que garanticen su liquidez.
    Es importante destacar que, en el pasado, el sector participó activamente
    en la suscripción de títulos públicos y en su posterior
    canje por préstamos garantizados. Las aseguradoras, en un claro
    acto de apoyo a la recuperación económica, aceptaron en
    su mayoría la pesificación y participaron en el canje de
    la deuda, confiadas en que nuevamente con el esfuerzo realizado contribuirían
    a que la Nación Argentina pudiera renegociar su deuda. M

    (*) Presidente de la Asociación Argentina de Compañías
    de Seguros.