La reinvención del FMI


    Rodrigo Rato
    Ilustración: Agustín Gomila

    ¿Para qué sirve el Fondo Monetario Internacional? Puede parecer
    una pregunta obvia, pero es que se ha perdido de vista su origen y su misión.
    Sobre el final de la Segunda Guerra mundial fue inventado para ser el guardián
    del sistema de tasas fijas de cambio establecido en los acuerdos de Bretton
    Woods.
    En 60 años, el cambio fue prodigioso, y a la tímida emergencia
    de los “tigres asiáticos” siguió el ascenso de grandes
    economías en todo el planeta. A pesar de esta realidad, el Fondo siguió
    siendo más una criatura de la posguerra que una entidad con la que enfrentar
    el nuevo siglo.
    Con los años, y la evolución de las ideas dominantes en las principales
    corrientes de pensamiento económico de cada década, se fueron
    ampliando sus objetivos y en tiempos cercanos cumplió un poder de policía
    sobre las políticas económicas de los países miembro que
    recurrían al auxilio de la entidad.
    Estos desvíos o la exageración de este poder contralor –en
    definitiva ejercido a través del reducido núcleo de países
    prósperos y potentes– generaron reacciones y contra-mecanismos
    defensivos.
    Hoy, el FMI, igual que cualquier otra empresa u organización, necesita
    reinventarse para sobrevivir. Debe obtener credibilidad, asegurar eficiencia
    y recuperar legitimidad.
    Si bien en forma periférica se ha producido autocrítica sobre
    los errores y fallas de juicio en las recomendaciones formuladas durante la
    última década, en el seno del organismo estos temas se abordan
    con sordina.
    La primera reacción exitosa para minimizar su accionar partió
    de las economías emergentes del sudeste asiático (hoy, de toda
    Asia). Si el consejo excluyente del Fondo era ejercitar la disciplina fiscal
    y acumular superávit, a ese ejercicio se entregaron con entusiasmo. Como
    resultado, las ingentes masas de recursos atesorados por los bancos centrales
    de esos países tornan irrelevante el poder financiero del organismo.
    Otros grandes deudores, como Brasil y la Argentina, –y hasta algunos más
    pequeños también– entendieron las reglas del juego –que
    por otra parte coincidían con la necesidad de recuperar préstamos
    por parte del FMI– y cancelaron sus deudas, tornando casi inofensivos
    los consejos o admoniciones futuras.
    Uno de los temas centrales –además de redefinir la misión–
    es reformar la estructura de poder, el peso de cada voto o sea el tamaño
    de cada cuota que tendrá cada país miembro y que definirá
    cuánto dinero debe aportar y cuál será su peso específico
    dentro del organismo.
    El sistema original de cuotas, arcaico, desactualizado, no puede mantenerse.
    Es absurdo que Bélgica tenga mayor poder de voto que la India. Esa es
    la razón de las modificaciones que seguramente serán aprobadas
    en la reunión de este mes en Singapur a propuesta del director ejecutivo,
    Rodrigo Rato. Países como China, México, Corea del Sur y Turquía
    (el último gran deudor del organismo) verán aumentado levemente
    su poder de voto.
    Este proceso puede ser un paso en la dirección correcta, pero no es la
    solución. El resto del mundo emergente –en particular, los países
    del Mercosur– reclama profundizar este criterio y que la ampliación
    de las cuotas y del poder de voto sea a expensas de los países industrializados.
    Y aquí está la piedra de tranca, ya que Europa no piensa ceder
    un ápice en el actual porcentaje de poder e influencia que detenta.
    Europa mantiene el derecho a elegir al número uno del FMI (y Estados
    Unidos, al segundo). Una disposición por lo menos anacrónica,
    observando el poder económico de los países asiáticos.
    De modo que la reforma habrá de ser más profunda para ser exitosa.
    Los intentos de reforma gradual pueden dejar desconformes a los dos grandes
    grupos de países miembros. A las economías de menores ingresos
    que sienten que el foco crítico del organismo está puesto en la
    vigilancia de sus cuentas; y a las más poderosas que temen perder influencia.
    Más temprano que tarde habrá que ir a fondo con el sistema de
    cuotas y el nuevo sistema de poder de voto que de él resulte. Ningún
    país puede estar sobrerrepresentado o representado inadecuadamente.
    Esto es esencial para que el FMI gane legitimidad, credibilidad y eficiencia.
    Para cumplir su misión que ha de ser –como antes– asistir
    a los miembros que lo requieran en ajustes en las balanzas de pagos, pero también
    en mantener estabilidad financiera global y en promover políticas macroeconómicas
    saludables, sin interferencia ideológica o política. M

     

    A veces, lo urgente opaca lo importante

    Lo urgente –o la mera percepción de lo que es urgente– suele
    conspirar contra lo que es importante conocer. En la Argentina es común
    la jactancia de “estar bien informados”, lo que es correcto si por
    ello se entiende acceder a las noticias; pero no lo es si se trata de entender
    lo que realmente pasa.
    Lo local suele despertar mayor avidez de conocimiento que lo lejano. Pero la
    indigestión con pequeños acontecimientos parroquiales impide ver
    el cuadro total con nitidez. Hace difícil entender el mundo, y a las
    grandes corrientes de pensamiento que lo moldean.
    La última quincena del mes pasado es un buen ejemplo de esta circunstancia.
    Mientras estábamos pendientes de marchas y contramarchas sobre la Plaza
    de Mayo, acontecimientos de singular importancia se producían en otras
    latitudes, cuyos efectos –inexorablemente– nos afectarán,
    de una u otra manera.
    Veamos una síntesis de estas tendencias y nuevas realidades que emergen
    muchas veces sin que tengamos registro de ello.
    La alianza impensada. Todo indicaba que Google, además
    de insinuarse como la Microsoft de esta década, tenía un inexorable
    curso de colisión con eBay, líder en e-commerce. Durante los últimos
    meses Google se dedicó a construir una plataforma apta para convertirla
    en shopping center virtual, y amenazar así la preeminencia de eBay. Tan
    bien lo entendió eBay que de inmediato se alió con Yahoo!, el
    buscador rival de Google (aunque cada vez más distante). La historia
    final no está escrita, pero la alianza anunciada entre el gran buscador
    y la firma hegemónica en e-commerce demuestra que se privilegia –por
    ahora– la cooperación y los beneficios inmediatos, antes que una
    guerra sin cuartel.
    Otra alianza, pero diferente. No importa que EE.UU sea su principal
    cliente y gran socio comercial. La Venezuela de Hugo Chávez busca acercamiento
    con China. Durante la visita a Beijing, se firmaron 28 acuerdos de inversión
    por US$ 11 mil millones. Todo indica que son en serio y que no corren el riesgo
    de la famosa “inversión china por US$ 20 mil millones” que
    se esperaba en la Argentina. El gigante oriental necesita asegurarse aprovisionamiento
    de petróleo.
    Donaciones políticas. Con la llegada de la temporada
    electoral en Estados Unidos, la presión de los accionistas sobre la gerencia
    de las empresas se ha redoblado para lograr el máximo de transparencia
    en donaciones políticas de cualquier índole. En 2002, el monto
    conocido de contribuciones empresariales fue de US$ 184 millones. Los fondos
    de inversión también aumentan la presión por mayor claridad
    en la materia.
    Empleados que quieren trabajar más. Para sorpresa de
    empleadores y observadores, los asalariados europeos (al menos claramente los
    del Reino Unido, Francia y Alemania) quieren trabajar más horas y jubilarse
    más tarde, sin que el gobierno intervenga con regulaciones en este campo.

    Nuevo campeón ruso. La estrategia de Vladimir Putin
    es clara: recuperar poder para el Estado ruso y tener presencia mundial a través
    de grandes campeones, como Gazprom. Ahora es el turno del aluminio. Se bendijo
    la absorción de Sual por Rusal (principal productor de aluminio) que
    a su vez controla a la suiza Glencore. El resultado es que la firma es la principal
    productora de aluminio mundial y a la vez, base para consolidar un grupo minero
    con apetito de compras por todo el mundo.
    Reputación en riesgo. Pocas empresas han hecho tanto,
    durante largo tiempo, por pulir y preservar su imagen pública como British
    Petroleum. Sin embargo, todo ha cambiado de pronto. BP, como se la conoce, ha
    sido la campeona de “Behind Petroleum”, aludiendo a su esfuerzo
    por desarrollar fuentes energéticas alternativas a los hidrocarburos.
    Por años fue un “ciudadano corporativo” ejemplar. Ahora todo
    está en riesgo. En semanas, pasaron tres cosas: a) debió suspender
    su producción en Alaska ya que por mal mantenimiento hubo derrames contaminantes
    del ambiente, b) están bajo inspección sus normas de seguridad
    después de una explosión en sus instalaciones en Texas, y c) hay
    un proceso por denuncias sobre colusión para fijar precios de los combustibles.
    Lo que demuestra que de todos los activos intangibles de una firma, la reputación
    debe ser el más difícil de preservar. M