La danza de los vampiros

    Tiene una sóla década de existencia en el mundo. En especial,
    el de la noche. Desde hace unos cinco años que está en el país
    y ya supera los 8 millones de litros con una tasa anual de crecimiento del orden
    de 85%, un boom que los observadores creen que no se repetirá
    en los próximos años, a pesar de que se desató una dura
    pelea de intereses que lleva a ampliar el marketing de un consumo que nació
    como eminentemente nocturno, a diurno.
    Hoy, la demanda de la noche representa bastante más del doble que la
    diurna. Una proporción aún mayor a la que exhibe la lata frente
    a la botella de vidrio, debido a la actual característica del consumo.

    La competencia que se largó abarca segmentos de edades, escenarios, estímulos
    reales y figurados, todo un desafío de marketing para una bebida que
    eleva la sensación de energía, hasta ahora reservado a las acciones
    directas de los fabricantes y del importador en los ámbitos de consumo.  

    El sector está compuesto por unas 20 empresas, una buena parte informales,
    que entran y salen por temporada. De todos modos, el nivel de concentración
    es alto, las primeras 7 marcas atrapan más de 90% del negocio. Entre
    los principales players se destacan Speed, una SRL nacional que explota una
    licencia austríaca, y Red Bull, importadora de bebidas desde Austria,
    a la sazón el país de mayor consumo de bebidas energizantes por
    habitante del mundo.
    El constante ingreso y egreso de jugadores lo transforman en un negocio volátil;
    el marketing es directo y transgresor, las marcas simbolizan vértigo
    y fuerza y se expresan en inglés.
    Hay una sola compañía multinacional conocida que participa, pero
    con botellas de vidrio (lo cual la descalifica de los boliches), con la marca
    Black Fire. El producto se envasa en Berazategui.
    Los números por sí solos llaman la atención por el brusco
    crecimiento de un renglón marginal y estacional, como el de esos productos.
    Se despacharon el año pasado más de 8 millones de litros de bebidas
    energizantes, la mayor parte en latas.
    Pero el secreto de este negocio, fundamentalmente “de la noche”,
    queda velado en el ruido y la brumosa escenografía de los boliches bailables,
    que es donde se absorbe la mayor parte de esas bebidas que exaltan las sensaciones
    epidérmicas.
    Los conocedores de las costumbres del ambiente nocturno afirman que la dosis
    de cafeína que contienen las latas de energizantes preferidas en ese
    contexto suele potenciarse con mezclas de vodka o gin para que el cuerpo incorpore
    la ilusión de “no parar” y el registro de las vibraciones
    de la música, sobre todo la tecno, con más intensidad.
    Le asignan mitos de erotización análogos a los que en anteriores
    generaciones se atribuían a la combinación de la aspirina con
    la bebida cola.
    Los intentos por obtener información desde las mismas empresas que participan
    del negocio fueron infructuosos. Hasta se cursaron cuestionarios a las principales
    marcas sin obtener siquiera una respuesta.
    Se trata de un mercado hermético, cambiante, con sellos que entran y
    salen todas las temporadas. 

    Decretos que suspenden leyes 
    Sucede que a principios de este siglo-década-milenio, hubo un subrepticio
    movimiento de pasillos en el Congreso y la Casa Rosada, de resultas del cual
    se liberó por decreto una partida de latas energizantes provenientes
    de Austria, cuya formulación no encuadraba en la Ley 18.284 que dio origen
    al Código Alimentario. Prevalecía la cafeína, al contener
    35 miligramos cada 100 ml, cuando el límite legal era de 20 mg y no encuadraba
    como suplemento dietario al no traer las vitaminas necesarias para ser así
    calificado.
    Desde algunos años antes había empezado a circular en los boliches
    una bebida llamada Speed, bajo licencia también austríaca.
    Durante el gobierno de Fernando de la Rúa, se dictó por decreto
    la excepción a una ley y se le puso un plazo de duración, que
    ya expiró. Como consecuencia, Red Bull debería estar cambiando
    la fórmula para bajar de 35 a 20 mg la proporción de cafeína.
    La ecuación es impracticable, por cuanto las latas vienen cerradas de
    Austria, desde donde se abastece a 120 países, entre los cuales la Argentina
    absorbe 1% de la venta total.
    Este volumen impediría adaptar una pequeña parte de la producción
    a la ley argentina, por lo que la opción sería retirarse o conseguir
    una nueva prorroga que permita “barajar y dar de nuevo”.
    Para una multinacional de la dimensión de Red Bull, desde el punto de
    vista de la escala económica, no sería muy gravoso “levantar
    el campamento”. Aunque su imagen internacional sí se vería
    dañada al trascender que fue obligada a hacerlo en un país como
    la Argentina. Por el momento, obtuvo una medida cautelar en la Justicia que
    le permite continuar en carrera.
    En el Congreso Nacional quedó traspapelado este año un proyecto
    de ley para regularizar la función de esas bebidas, por el cual se las
    podría pasar del rango de energizantes al de suplementos dietarios. ¿Hay
    tanta preocupación en las autoridades sanitarias por el efecto que puede
    provocar una dosis equivalente a varios pocillos de café en cada organismo
    que consume energizantes? ¿O es congruente aceptar que les interesa la
    vitamina B o C para nutrir el ambiente de diversión y baile? ¿Qué
    vinieron diciendo los proveedores de cerveza ante la competencia marginal que
    les apareció en los boliches? ¿Cómo se interpreta, en el
    marco de las responsabilidades dietarias que asume ANMAT, que el público
    joven agote las partidas de agua mineral, en los bailes, a pesar de que se vende
    a $20 la botella?
    Estas contingencias legales hasta han dado pie ahora a los creativos para que
    Speed se proclame ante el público joven como “la más prohibida”
    y que avance más en la ponderación de sus consumidores.
    Mientras, entre las bambalinas legislativas se dirime el futuro de la fórmula
    “energizante”, lo cual la alejaría del mito de “non
    stop
    ” nocturno, para trasladarla al bajón de la tensión
    vespertina, a la entrada al gimnasio o, como alternativa, a la amplificación
    de las sensaciones “aventureras” (como por ejemplo, motos o cuatriciclos
    en las dunas, esquí de aficionados, o el vértigo controlado del
    denominado turismo de aventura).  

    Se viene el día para los noctámbulos 
    Desde el punto de vista del mercadeo en sí, esta mutación sería
    el nudo de la gran pelea que se avecina entre actores, por ahora, de baja calificación
    empresarial. Aunque el aggionamiento del consumo determinaría la preeminencia
    del vidrio o el aluminio sobre la hojalata en los envases y, así, en
    la apelación al consumo diurno o “natural”. También
    la distribución viraría hacia el retail, como ya está
    empezando a notarse.
    Apareció Danone, con un producto que intenta posicionarse a la luz del
    día, y Coca Cola podría salir de las sombras, con la ventaja de
    que ya acreditó el envase de vidrio, en cuanto se disipe el fantasma
    de una eventual desgracia ocasionada por alguna “aceleración”
    juvenil en la que tuviera algo que ver la ingesta de energizante mezclado con
    alcohol. La sola posibilidad de una agitación mediática si se
    diera un episodio del estilo de Cromagnon eriza ahora a los empresarios vinculados
    al negocio de la noche, y de rebote a los que pretenden llegar a su público. 

    Matías Puente Solari, gerente de Marketing de V-Danone, el único
    que accedió a responder los requerimientos de la revista, se despega
    de cualquier connotación nocturna e insiste en aclarar que ese producto
    recién lanzado al mercado, que contiene un mix traído de Nueva
    Zelanda, se dirige exclusivamente a un público, también entre
    18 y 35 años, pero que necesita una sensación revitalizadora para
    afrontar la tarde, luego del estado de modorra que sigue al almuerzo. “En
    vez de lavarse la cara en el baño, tomarse una gaseosa, un café
    o salir a dar una vuelta para despejarse, la alternativa que da V es natural
    y dietaria”.
    También Red Bull viene intentando entrar en el mundo de la aventura ligada
    a la acción. Auspicia en yachting a Carlos Espínola, y va también
    a los gimnasios con una campaña destinada a vincular a su producto con
    una entonación física, con el disfrute de las emociones, con lo
    que intenta incursionar en el segmento de los llamados isotónicos, como
    Gatorade, por ejemplo. Sin embargo, las propiedades de éstos están
    ligadas a la recuperación de energías por parte del deportista
    luego de una exigencia, antes que a “dar ánimo”, como el
    energizante.
    También se sumó a la pelea del día X4 (marca “alquilada”
    por Cuatro Cabezas, líder en rock, a la licorera Dellepiane (que saca
    Tres Plumas) y Rocket Full, una marca creada para atender el mercado nocturno
    que lentamente ha virado su estrategia para trasladarla hacia la luz del día.

    Pero, mientras tanto, Speed viene ganando de lejos la batalla de la movida bolichera,
    sobre todo en la costa atlántica. Asimismo, no permanece de brazos cruzados
    frente al intento de sus competidores de sacarlo de la noche para una pelea
    diurna y asoció la fórmula exitosa de su producto energizante,
    Speed, al gusto de los países limítrofes, adonde exporta la mayor
    parte de los 2,2 millones de litros despachados. La alineación de regulaciones
    con esos mercados fortifica su escenario y ya cumplió con adecuar la
    formulación del producto a las normas dietarias. Así figura en
    el envase.
    La fórmula que combina su singular marketing directo (convenios de exclusividad
    con los boliches y espontáneos shows eróticos ambulantes en los
    trailers con su propaganda en las puertas mismas) con la logística propia
    que aplicó exitosamente en la movida nocturna veraniega le ha dado resultados
    exitosos conocidos, inclusive exportables, en su liderazgo absoluto. M