La desconocida industria del sebo

    Por Mirta Quiles


    Aproximadamente entre 20% y 50% del peso de cada vacuno, integrado por huesos, vísceras y sebo, no es apto para el consumo humano. Pero como nada se pierde y todo se transforma, las procesadoras cocinan esos desechos para convertirlos en materia prima de alimentos concentrados para animales, de empresas de cosmética y de lubricantes.
    En el caso del sebo, grasa bruta resultante de la extracción y limpieza de las vísceras, que se obtiene principalmente del tejido de res reciclado, implica un proceso de producción definido de donde se extraen sebos de distintas calidades –de primera, de segunda y de tercera– determinadas por su porcentaje de proteínas y color. Los canales de aprovisionamiento, tales como lo utilizan las empresas multinacionales, que lo necesitan como materia prima en cosmética y alimentos balanceados, se realiza pactando con frigoríficos o grandes supermercados –que faenan en instalaciones propias– el retiro diario de los desechos, que son trasladados a las seberías o graserías.
    Solamente Unilever posee una sebería continua de alta tecnología en la ciudad de Rosario. Las hay también tercerizadas, donde se produce sebo líquido –con el que se elabora el jabón– para luego ser acumulado. Una vez recibido en la sebería o procesadora de desechos, es cocinado con vapor de agua en tolvas –hasta hacerse líquido– y depositado en silos de almacenaje.
    El sebo en rama que se recibe en las plantas productoras, es de calidad menor, ya que debe ser procesado –depurado– hasta obtener el líquido. El sebo colorímetro o 3%, por el porcentaje de proteínas que contiene, es el utilizado para la producción de jabones duros, donde el color es esencial, ya que de esto depende el mayor o menor agregado de químicos para su blanqueamiento. En el caso de su producción para el sector alimentario animal –para alimentos balanceados–, o humano –galletitas–, lo importante es el porcentaje de proteínas que contiene.
    El sebo, al ser subproducto de la industria de la carne, está fuertemente vinculado a las operaciones de faena que realizan mataderos y frigoríficos. Debido a esta condición, es un insumo básico dependiente de la oferta y demanda nacional y valorizado a costos internacionales. Los procesadores coinciden en caracterizarlo como un mercado con valores constantes y hasta previsibles.
    En la Argentina el mercado del sebo representa ventas anuales aproximadas por $120 millones.
    La producción –120 mil toneladas anuales– está atendida por sólo cinco o seis agentes importantes que operan en la compraventa del insumo. Entre ellos, una multinacional (Unilever) y las firmas José Guma (de Córdoba), y Materia Hermanos (de Mar del Plata). Si bien la puja por pactar provisión exclusiva de frigoríficos está siempre vigente, el precio no sufre grandes alteraciones, excepto en circunstancias puntuales como la reciente política de limitación de exportaciones de carnes impulsada por el gobierno nacional. A menor faena, menor exportación, y menor acopio de sebo. La baja de 30% en la faena complicó la operatoria de negocios como el del cuero e industrias como las del jabón y de las galletitas –con incidencias en el índice de inflación– las que advirtieron que el precio del sebo se había casi duplicado. M

    Biodiésel: ¿el futuro?

    Una empresa de Esperanza, provincia de Santa Fe, embarcó en el mes de marzo, hacia Asunción del Paraguay, parte de una planta procesadora de biodiésel cuya materia prima será la grasa vacuna. Desarrollada en conjunto por las empresas Fimaco, SIT ingeniería y el Incape, instituto que depende de la Universidad Nacional del Litoral y del Conicet, para el frigorífico Guaraní del país vecino, se pondrá en marcha los últimos meses del año. El frigorífico posee una importante grasería industrial que trata los desechos, especialmente vísceras y huesos, transformándolos en carnarina y grasas industriales donde obtiene diariamente unas 30 toneladas de sebo que destinará totalmente a la elaboración de biodiésel. La planta piloto está proyectada para producir 500 litros por hora, lo que permitiría obtener 12.000 litros por día.
    También en marzo, fue inaugurada en Uruguay la primera planta experimental de Masoil “Dr. Camilo Pasturino”, que se encuentra produciendo desde hace tiempo biodiésel, producto que surge a partir del procesamiento del sebo animal. Si bien se encuentra en fase experimental, y aguarda la implementación de las norma que permitan la libre comercialización, los productores afirman que ésta es la primera de varias ya proyectadas.
    Por su parte, el Grupo Bertin, uno de los mayores ganaderos de Brasil, invertirá US$ 18 millones en la construcción de la primera planta de ese país que utilice sebo como materia prima para producir biodiésel. Ubicada en el estado de San Pablo, comenzará en breve su producción, con un estimado de 100.000 toneladas anuales de biodiésel.