Por Martín Cuccorese
José Alberto Zuccardi.
A cualquiera que aterriza en Mendoza puede pasarle desapercibido que se encuentra en lo que otrora fuera casi un desierto. La provincia es el resultado del trabajo del hombre: oasis verdes arrancados a su destino yermo de arenisca. Parte de esto se puede comprender camino a Santa Rosa (en el Este mendocino) donde se encuentra uno de los viñedos de Familia Zuccardi, el más representativo de la bodega.
A unos 90 kilómetros de la ciudad, la naturaleza da muestras de agotamiento, nada de las orgullosas alamedas, chañares y jarillos; arbustos cortos dan testimonio de la aridez originaria. Allí, unos cuarenta años atrás, el ingeniero Alberto Zuccardi, a la manera de los pioneros, es decir, contra viento y desierto, plantó las primeras viñas. No sólo eso, además inventó un sistema de conducción de viñedos, –conocido como parral Zuccardi–, que permite desarrollar la viticultura.
Innovación permanente
No es extraño entonces que el lema de la bodega sea “la innovación”, pues parece inscripto en el ADN familiar. En los últimos veinte años, Familia Zuccardi ha sido una de las bodegas más comprometidas con el cambio. José Alberto, actual director de la bodega e hijo de Don Alberto, señala el camino elegido: “La Argentina es diversidad en todos los sentidos. A nivel paisajes y, también, en lo humano como resultado de las diferentes inmigraciones. La viticultura es un espejo de dicha diversidad.”
La bodega expresa claramente este concepto. Ubicada en Fray Luis Beltrán (Maipú) y rodeada de viñedos, es un microcosmos donde a la producción se suma la investigación. Junto a las parcelas de los cepajes representativos, cuarteles con Grenache, Marselan, Caladoc, Agliánico, Ancellota que forman o formarán parte de las líneas Innovación y Textual. Este esquema se repite en la propia bodega con un lugar específico para micro vinificaciones.
Hay, tras este impulso innovador, una concepción precisa sobre el vino. “Intentamos a través de nuestros productos dar un aporte a la cultura del vino de nuestro país”, señala José Alberto. En las últimas décadas Familia Zuccardi ha sabido sorprender y sorprendernos: desde los varietales Tempranillo y Viognier cuando casi nadie los tenía en cuenta, pasando por el regreso de los vinos fortificados con Malamado y, ahora, hasta una apuesta más que prometedora en el rubro aceite de oliva.
Este estado de revolución permanente es posible, “porque el vino tiene una indiscutible dimensión humana y social. El vino se bebe entre amigos, con la familia, con la pareja. Nunca en solitario. Ahora, esto es sólo una parte, capaz la más visible. También desarrollamos la dimensión social en dirección a la comunidad y nuestro equipos de trabajo”, cuenta José Alberto Zuccardi. Una cartelera promueve actividades comunitarias, planes de capacitación para los trabajadores y también de educación para sus familias.
Don Alberto Zuccardi, con más de ochenta años, recorre los viñedos de Santa Rosa. Sebastián, su nieto, explica con una misma pasión de qué trata el parral Zuccardi. Y José Alberto, padre e hijo a la vez, se entusiasma con los nuevos varietales. Se trata de una saga familiar nacida en el desierto y que, sin dudas, ya es parte de la historia vitícola de nuestra país. M
Top Five
Zuccardi Z
Precio aproximado: $130
Un corte muy especial de Malbec y Tempranillo. De complejos aromas a frutos rojos, negros y especias. Buen balance entre el aroma frutado y el de su paso por barrica.
De buena estructura, paso aterciopelado y final sabroso.
Malbec Q 2000
Mientras el 2002 va creciendo en botella, –será un gran vino–, quien tenga la oportunidad de toparse con su versión 2000 no debe desaprovecharla. Si no le hemos puesto precio es porque en cuentagotas se lo encuentra en vinotecas o restós. Con aromas de crianza, sedoso paso por boca y final cautivante.
Tempranillo Q 2002
Precio aproximado: $73
Fue el primer Tempranillo Premium de Argentina. Hoy día, continúa seduciendo con sus elegantes aromas frutados y notas de torrefacción. En boca potente, pero no en exceso. Largo final de boca.
Cabernet Sauvignon Q 2002
Precio aproximado: $73
Más que interesante Cabernet donde se conjugan notas frutadas, especiadas (pimienta) y hoja de tabaco, también sutil matiz a cuero. Elegante pero firme. Se encuentra en su mejor momento.
Magna Tinto 2003
Precio aproximado: $34
Corte Malbec y Tempranillo con dosis de Merlot y Cabernet Sauvignon. Aromas de intensidad media. Redondo, amable y de paso fresco por boca. Un tinto muy bien logrado, de muy buena relación precio- calidad.
Every Day
Santa Julia Tempranillo
Precio aproximado: $12
Un tinto para todos los días. Frutado, directo y sin vueltas. A un precio incomparable. Hay también una versión roble por unos pesos más.
Santa Julia Tardío
Precio aproximado: $15
Tuvo una primera etapa, cuando nadie hacía vinos dulces, donde mandaba el Torrontés, ahora la presencia del Viognier se ha impuesto. Muy frutado, de buena acidez y sabrosas notas a mermeladas de cítricos y matiz a miel.
El debate interminable
Vinos varietales versus vinos de corte
El retorno de los assemblages reanima un poco la escena del vino argentino. Es que como la cosa anda más o menos bien, nadie saca los pies del plato, ni tiene tiempo para polémicas.
Hace ya un tiempo largo los vinos argentinos, a principios de los noventa, tomaron el camino varietalista, plegándose sin chistar a los New World Wines. Fue una salida honrosa, luego de un período apático, donde las fórmulas se repetían. El último golpe asestado a aquella lógica fue el cambio de legislación: desde hace dos años desaparecieron de las etiquetas las leyendas “vino de mesa” y “vino fino”. Ahora todo gira en torno a cuándo debe llevar el nombre de la variedad en la etiqueta. Con 85% de un cepaje, el decreto sanciona que es varietal y, por lo tanto, puede llamarse Malbec, Merlot o lo que sea. Por debajo de ese 85% hay que ponerle al vino un nombre genérico, artificial.
Ahora, ¿qué pasa con el restante 15% en los varietales? Queda a discreción de la bodega aclarar o no la participación de otros vinos. Cuando es 100% de una variedad, las bodegas lo especifican. También si se trata de vinos de guarda, donde la información que se hace es precisa y específica (hasta algunas hablan de 2% de tal o cual variedad). Esto no sucede en los vinos económicos donde también, más de una vez, se mezclan dos cosechas y se coloca en la etiqueta sólo una. Esto desde ya no hace a la calidad del vino, sino simplemente a la información.
Para que se entienda un poco mejor la alquimia del vino, la participación de un cepaje tiene que ser superior a 5% para que pueda apreciarse en la copa. Si no, pasa desapercibida o resulta muy dificultosa su identificación. Eso no significa que, al interior del vino, no tenga cierta función: puede reforzar el color, puede ser un cepaje con taninos más amables (Merlot) para ablandar otro (Cabernet Sauvignon). El enólogo juega con muchas cartas.
La primera polémica es si se puede llamar varietal a un vino que tiene 85% por ciento de un cepaje. Algunos rechazan este concepto, sea en nombre del purismo (siempre debería ser 100%) o sea en nombre de los vinos de corte: eso ya sería assemblage. Pero, como se sabe, esto no tiene retorno. Ahí está el decreto que, como tal, tiene que ser lo suficientemente amplio como para generar más ruidos a la industria.
Una pregunta más interesante es: ¿los vinos varietales son mejores que los de corte? El año pasado hubo un interesante “intercambio” de opiniones al respecto entre dos lúcidos polemistas: Miguel Brascó y Ricardo Santos.
Brascó, que como siempre mete la pata a propósito, en una de sus diversas columnas dijo que los vinos de corte –siempre asociados al Viejo Mundo– eran la máxima expresión del vino. El todo supera a las partes y expresa el terruño, más o menos así fue su argumento.
De otro lado saltó Ricardo Santos, conocido entre muchos motivos por la elaboración de un muy buen Malbec que lleva su nombre. Santos, para nada un santo, no se guardó nada, le recordó a Brascó que hace muchos años atrás había dicho lo mismo pero de los varietales. Su argumento, resumido un poco a la ligera, indicaba que los vinos de corte no eran más que un condicionamiento de las características geoclimáticas europeas, sobre todo las de Burdeos (Francia). Allí, diría Santos, es imposible hacer un varietal como la gente; en cambio, en Borgoña, sí. A fin de cuentas, tanto el Borgoña tinto como el blanco (Chablis), son varietales respectivamente de Pinot Noir y Chardonnay. Pero como Burdeos es el discurso dominante del vino francés, todos hablan de corte. Para Santos, al revés, es el cepaje adaptado históricamente a un terruño el que mejor lo expresa. Es la quintaesencia de la naturalidad.
Resulta interesante que en esta disputa por las definiciones de lo que es un gran vino, ambas posiciones recurran al terruño y su historia. Un gran Malbec provendría sólo y únicamente de Luján de Cuyo (Mendoza). Hay una gran verdad en todo esto. Y, sin embargo, la respuesta final parece elusiva. ¿A quién darle la razón? M
Wine news
Las reglas del juego Escala de clasificación * * * * * NB: una estrella entre paréntesis significa que el vino está situado a mitad de camino entre dos apreciaciones. |
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La Puerta Syrah
Bodega: Valle La Puerta.
Precio aproximado: $ 9,50
Desde hace unos años la provincia de La Rioja está reescribiendo su historia vinícola: de ser sólo conocida por el Torrontés, se avanza hacia los tintos. Este Syrah 100% del Valle de Famatina presenta un color vivaz rojo rubí profundo. Aromas de intensidad media a frutas rojas (ciruela, frambuesa), también lejano matiz a pimienta negra. De cuerpo medio, suave y con un final algo corto. Un tinto para todos los días.
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Premium Torrontés 2005
Bodega: Alta Vista.
Precio aproximado: $ 17
Proveniente de Cafayate, este varietal Torrontés mantiene las características del terruño salteño sin subrayarlas. Aromas florales y frutados (hay leve matiz cítrico), también el típico matiz a uva moscatel. En boca muy vivaz, con buena acidez. Un blanco recomendable.
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Saurus Patagonia Select Chardonnay 2005
Bodega: Familia Schroeder
Precio aproximado: $32
De San Patricio del Chañar (Neuquén) este Chardonnay más que interesante. Fermentó en barricas pero la madera no empalaga. Tiene recuerdos a frutas tropicales (ananá, plátano) y sutiles ecos a vainilla. Fresco y juvenil, muy bebible. Final atractivo. Un blanco para quienes gustan de los blancos y también para quienes prefieren los tintos.
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Séptima Reserva 2003
Bodega: Séptima Codornìu Argentina
Precio aproximado: $ 44
Corte de Cabernet Sauvignon y Malbec que pasó un año en barricas de roble francés y americano. Se encuentra en su mejor momento, con aromas frutados y especiados ya en plena armonía con las notas tostadas y ahumadas de la madera. Entrada seca y paso amable. Cuerpo medio y final sabroso.
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Fond de Cave Petit Verdot 2004
Bodega: Trapiche
Precio aproximado: $ 27
Otra de las novedades de Trapiche para este año. Varietal 100%. Aromas de intensidad media que recuerdan a frutos negros (moras) y rojos (cereza) bien ensamblados con las notas de vainilla y café (paso por barricas). Estructura firme, con taninos presentes. Final sabroso. Como siempre, en esta línea, buena relación precio-calidad.
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Hermitage 2005-IV Cumbre de las Américas
Bodega: Casa Vinícola Reyter
Precio aproximado: $150
El tinto que bebieron Kirchner y Fox, pero no Bush, es un corte de dos cepajes con ciudadanía sudamericana: Tannat, emblemático de Uruguay, y nuestro Malbec. Muy aromático aunque todavía las notas de su paso por barricas francesas (6 meses) dominan al frutado. Potente y opulento, llena la boca. Es un full-body. Cierra con un final largo y sabroso. Seguirá creciendo en botella por un año más.
Fotos: 3estudio