Una temporada con esperanzas
El esquí todavía está frío
El turismo es la tercera industria exportadora, pero cuando se habla de nieve,
pese a los esfuerzos por consolidar el producto, se aprecia el escaso movimiento
de adeptos.
Falta poco para que comience la temporada turística invernal donde obviamente
el esquí, el snowboard, y todos los deportes invernales, junto con la
montaña y la nieve, se convierten en un polo natural de atracción,
y está en el anhelo de muchos acercarse alguna vez y conocerlo.
Sin embargo no termina de germinar en los hábitos argentinos. “Si
uno analiza la cantidad de gente que consume estas alternativas turísticas,
observará que no se logra hacer crecer la cantidad de adeptos a los deportes
y el turismo invernal”, señala Oscar Patiño, organizador
desde hace 14 años de Expo Todo Esquí y especialista en el tema.
Las cifras que se dieron a conocer señalan que sólo 150.000 personas
consumieron el producto esquí en la temporada anterior, pese a la difusión
desde los organismos oficiales y a los compromisos varios que se tomaron hace
poco más de un año, inclusive desde la pertinaz Secretaría
de Turismo de la Nación.
“Las cifras siempre son las mismas o ahí andan, y todos los que
en alguna medida ostentan responsabilidades importantes, en lo referente al
desarrollo de este negocio, expresan permanentemente la necesidad de lograr
el crecimiento de los consumidores de este tipo de propuestas turísticas”,
agrega.
Cuando Patiño habla de desarrollo, se refiere a la necesidad de que se
logren importantes inversiones en infraestructura: “Los consumidores las
están demandando. Y traerían aparejado un crecimiento económico
en todos los rubros conectados con esta actividad”, dice.
Sin embargo, los hechos demuestran que se está anclado en el ámbito
exclusivo de las expresiones de deseo sin que el esquí y los deportes
de montaña lleguen a mucha más gente.
Deberá transitarse un camino que tenga como objetivo fundamental una
mayor divulgación de lo que es y significa el esquí y sus disciplinas
complementarias.
“Se debe tentar y seducir a universos y segmentos más amplios –agrega
Patiño–. De esta manera, y aportando también ciertas facilidades
económicas en las temporadas bajas e intermedias, con la indispensable
colaboración de los centros de esquí, sin lugar a dudas superaremos
el gran dilema y lograremos que crezca de manera significativa el número
de argentinos que lleguen a la nieve”.
Lo que viene
El valle de Las Leñas, en Mendoza, ha trabajado para presentar varias
novedades en los próximos meses de invierno.
Entre ellas se destaca la extensión del programa de fuera de pista, denominado
“Extreme Expedition”, para lo cual se han adquirido dos Snowcats,
aumentando así la capacidad de expediciones diarias.
Dentro del programa, también se ha inaugurado un recorrido de esquí
libre para niveles intermedios de esquí y de snowboard, el cual, con
sus 16 kilómetros, se constituye en el más largo de América
del Sur.
El “esquí Libre Expedition” está siendo detalladamente
programando entre los expertos y pisteros que conocen en detalle cada rincón
del valle, quienes están armando los itinerarios definitivos para inaugurar
la temporada con una nueva expedición.
Además, se desarrollará para los chicos un programa intensivo
de entrenamiento llamado Olimpos PRO, donde niños entre 10 y 14 años
con muy buen nivel de esquí (previa aprobación del examen correspondiente)
se entrenarán durante toda la semana en tres disciplinas: fuera de pista,
entrenamiento competitivo y Slope Style (saltos).
Para mayor comodidad del visitante se inaugura una sucursal del rental, la cual
estará ubicada en la base y se continúa con el programa de reestructuración
y agilización del rental iniciado la temporada pasada con el código
de barras y el Fast Track.
Fernando Passano, coordinador de actividades de montaña de Las Leñas,
no disimula su orgullo al hablar del centro de esquí: “Quienes
tenemos el gusto de vivir aquí, decimos que en Las Leñas, más
cerca del cielo, se esquía mejor”.
También enumera las ventajas que tiene el valle y la calidad de sus nieves,
que por la altura a la que está la base del centro (2.250 metros sobre
el nivel del mar) se mantiene seca mucho más tiempo que en otros centros
invernales.
“Pocos lugares ofrecen tantas opciones para la aventura –dice Passano–.
Desde tranquilos paseos guiados por fuera de pista, pensado para los intermedios,
hasta los más emocionantes descensos reservados sólo para profesionales,
pasando por las inolvidables salidas de Extreme Expedition, que se alejan hasta
20 kilómetros del centro de esquí”.
Son 17.500 hectáreas pasibles de ser esquiadas. Este año estrenan
dos pistas más para que se sucedan los descensos sin interrupciones que
están en aproximadamente 7 kilómetros, lo que los equipara con
los más largos del mundo. A su vez, acota Passano, tienen el Snow
Park más grande de América del Sur, “donde principiantes
y expertos, snowboarders y esquiadores disfrutan a lo grande del mejor
freestyle”.
Otros centros
Caviahue, la villa de montaña que está al pie del volcán
Copahue, conjuga el esquí con las aguas termales con propiedades minerales
volcánicas.
Tiene la temporada más larga del hemisferio sur y se esquía entre
bosques de coníferas. Las ocho pistas con distintas variantes surcan
las laderas con suaves pendientes del volcán Copahue. También
se puede hacer una travesía fuera de pista de 8 kilómetros desde
el cráter del volcán hasta la base del centro.
Luego del esquí, el centro ofrece la infraestructura de los spa termales
y hoteles.
Batea Mahuida está situado a 370 kilómetros de Neuquén
y su riqueza natural se conjuga con la historia y cultura de la comunidad mapuche.
En Batea Mahuida se puede practicar esquí nórdico, alpino, paseos
en motos de nieve o raquetas para caminar entre los bosques de araucarias.
El complejo tiene una pequeña confitería para degustar comidas
regionales y comprar tejidos mapuches.
La infraestructura hotelera y gastronómica la ofrecen Villa Pehuenia
y Aluminé, cercanas al parque.
Chapelco, uno de los centros más seguros y confiables, para esta temporada
propone dos novedades interesantes: el pase de residente y la tarjeta Flexipass
2006.
En San Martín de los Andes, el cerro Chapelco, de 1.980 metros de altura,
es uno de los centros de esquí más atractivos de la Patagonia.
Los valores que señala para el pase de residente son los siguientes:
Pase especial temporada baja full, mayores: $ 390, menores: $ 255;
pase especial temporada media y baja full, mayores: $ 765, menores:
$ 550; pase temporada full, mayores: $ 1.110, menores: $ 800.
Las características del Chapelco Flexivalle (pase para neuquinos y rionegrinos)
son:
un pase flexible, utilizable en forma corrida o alternada; no tiene restricciones
de fechas, ni de temporadas tarifarias; tiene dos presentaciones: 5 días
o 10 días de duración; es exclusivo para residentes del Alto Valle
de Neuquén y Río Negro; se vende únicamente en las agencias
de viajes autorizadas; el valor resultante de cada pase diario es mucho más
económico que el de los pases tradicionales; el precio se va incrementando
a medida que se acerca la fecha de apertura de la temporada, cuanto antes se
compre, más barato sale.
Cerro Bayo, en Villa La Angostura, ofrece cerca de 200 hectáreas para
la práctica de esquí alpino, con un desnivel de 700 metros.
Bayo constituye un entorno apropiado para principiantes y esquiadores avanzados,
quienes disponen de 20 pistas señalizadas y 11 medios de elevación,
muchos de éstos inaugurados la temporada anterior.
Cerro Catedral es el pionero de los centros en América del Sur. Situado
a 19 kilómetros de San Carlos de Bariloche, ofrece 600 hectáreas
de superficie apta para esquiar, dividida en 53 pistas bien señalizadas
y de diversas dificultades que llegan a los 2.000 metros de altura sobre el
nivel del mar.
Tiene opciones para todas las modalidades de esquí, incluyendo el fuera
de pista, y quienes practican el freestyle y snowboard tienen
un área especialmente diseñada con bumps y rails
para demostrar sus habilidades.
La Hoya está muy cerca de Esquel y a 1.350 metros sobre el nivel del
mar. Junto al Parque Nacional Los Alerces, La Hoya cuenta con un paisaje de
bosques, lagos y cascadas de incomparable belleza. Son 60 hectáreas de
terreno destinado al esquí, con amplias pistas para todos los niveles.
M
En medio de la Cordillera
Ámbito rural en las alturas
Numerosas fincas dedicadas hasta hace poco al trabajo de la tierra mendocina
se han abierto a la propuesta turística. Rancho ’e Cuero es un
establecimiento centenario con diversas alternativas para disfrutar tanto del
lugar como de su entorno.
El turismo rural es una actividad innovadora en la provincia de Mendoza, que
conjuga muchos y ricos aspectos; paisajes, fauna, flora, arquitectura, gastronomía
regional, folclore y tradiciones que son preservadas celosamente, pues constituyen
la identidad de los nacidos y criados en la provincia.
Esta forma de disfrutar el tiempo libre en Mendoza toma características
especiales, pues los espacios rurales son una suerte de oasis, donde la producción
es posible gracias al aprovechamiento del agua de deshielo de los ríos
cordilleranos y el trabajo del hombre.
Esta conjunción, que tiene origen en la época precolombina, ha
permitido ganar espacios a un territorio desértico, que impone su misteriosa
belleza en las alturas de los Andes y en los arenales del desierto que se extienden
hacia el este provincial.
El turista puede ver el contraste del paisaje natural y los oasis productivos
de una provincia, que con sólo 4% de superficie cultivada en su territorio,
es la principal productora de vinos del país.
También es posible conectarse con la naturaleza y sus habitantes a través
de distintos recorridos, participando de los trabajos de campo, como siembra,
cosecha, poda, elaboración de productos artesanales, doma de animales
o degustando típicas comidas caseras, quesos, dulces, chacinados y vinos
elaborados artesanalmente.
Las opciones incluyen hospedarse en casonas rurales o en estancias cordilleranas
para vivir una experiencia única, consustanciándose con la cultura
lugareña y alejándose de lo cotidiano.
Así es posible volver en el tiempo y realizar paseos en sulkys o carruajes
antiguos, conducir un tractor, hacer cabalgatas durante el día o cruzar
la cordillera de Los Andes, ver ordeñar, domar, herrar o realizar visitas
a establecimientos industriales como viveros olivícolas, bodegas, emprendimientos
apícolas, frigoríficos y empacadoras, granjas educativas, criaderos
de animales y zoológicos de animales exóticos.
La propuesta rural se desarrolla en toda la provincia, donde más de un
centenar de emprendimientos ofrecen diversas actividades participativas.
Las particulares manifestaciones culturales, las artesanías, la música,
las danzas, las fiestas regionales, las comunidades aborígenes y las
reservas de flora y fauna, le dan a los distintos recorridos un mayor interés.
El turismo rural es regresar a la tierra, a la vida color verde, una alternativa
para protagonizar un apasionante encuentro con la naturaleza y toda la riqueza
del campo.
Camino a Tupungato
Al tomar la ruta 86, el cerro El Plata preanuncia las bellezas que esperan más
arriba. Sólo cielo, viña y montaña acompañan al
viajero en esa parte del recorrido. Curvas y contracurvas se suceden en una
zona agreste y contrastante con el valle de Tupungato, rodeado de álamos
con el marco del volcán de 6.800 metros que lleva el mismo nombre.
Luego de 22 kilómetros, comienza la subida por el camino a la estancia
Rancho ’e Cuero, especialmente trazado para acceder hasta el lodge
del establecimiento, situado a 2.500 metros de altura.
Zigzagueante y panorámico, en este trecho comienzan a asomar la flora
y la fauna autóctona de la cordillera, junto a los olores típicos
de los campos cultivados que integran los circuitos de producción agrícola
de la zona. Casi al final, a orillas del arroyo y en el medio de la quebrada
aparece la construcción.
A sólo 16 kilómetros de la base del glaciar Nivero del Plata,
el lodge atrapa el paisaje a través de grandes ventanales, que
permiten disfrutar las vistas de la cordillera.
La sensación de vivir el entorno, cómodamente instalados en un
ambiente diseñado para el bienestar y el disfrute, constituye uno de
los principales atractivos del lugar.
Un amplio estar con chimenea, un comedor para diez comensales y la cocina comunicada
con el ambiente principal, tres dormitorios –dos en suite– cálidamente
ambientados y con enormes ventanales hacia la montaña, se complementan
con una terraza natural con vista al arroyo de aguas transparentes, que nace
en la propiedad.
Construido con materiales de la zona que brindan calidez a los luminosos ambientes,
el lodge Rancho ’e Cuero se destaca por un estilo rústico, propio
de un hábitat de montaña.
Se descubren muebles sólidos de buena madera, alfombras, mantas y cortinados,
y una decoración donde la tradición argentina está presente:
ponchos de colores, fajas tejidas en telar, artesanías en cuero trenzado,
espuelas y rebenques que le dan el sello personal a este espacio.
A pocos metros, una ramada para comer al aire libre, con capacidad para 40 personas,
el fogón y el horno de barro completan la infraestructura para agasajar
a los visitantes.
Pastizales naturales con una combinación de gramíneas rodean la
casa. También pueden disfrutarse los coirones y achicorias que florecen
en primavera.
El aire puro de la montaña se funde con los aromas de cuerno de cabra,
tomillo, oreganillo, alfalfa silvestre y trébol blanco. El espacio agreste
toma vida con el verbascum y sus flores amarillas, el heliotropum, o la rosa
mosqueta, y la presencia inalterable del cactus.
Son 3.000 hectáreas atendidas personalmente por la familia Palma. Un
establecimiento que les pertenece, de generación en generación,
desde hace 200 años.
Quienes llegan son atendidos en forma personalizada por sus propietarios, anfitriones
bilingües que comparten con sus huéspedes momentos de la estadía.
Y así queda plasmado en el libro de visitas, donde las palabras de agradecimiento
en idioma portugués, francés, inglés y algunos en español
se suceden a través de las hojas.
Con el fin de dotar al lugar de confortabilidad, los dueños construyeron
el lodge donde se hace honor al arte de la hospitalidad en pleno corazón
de los Andes mendocinos. A la excelencia hotelera y gastronómica, se
suman las actividades campestres y al aire libre.
Aire puro y fauna autóctona
Por la riqueza de su flora y de su fauna, Rancho ’e Cuero es cuidada como
una reserva natural. Tropillas de guanacos, el majestuoso cóndor y las
escurridizas truchas, entre otras especies, son comunes en esta zona, a lo que
se le suma el avistaje de zorros colorados, pumas, chinchillas, liebres europeas,
lechuzas, pecho colorados, aguiluchos, búhos, perdices de la sierra,
chingolos, zorzales, teros, halcones y jotes. También es posible divisar
los exóticos ciervos colorados.
Otra manera de agasajar a sus huéspedes es la esmerada atención
en la comida. Precedidos de un excelente copetín, los almuerzos y las
cenas tienen el sabor que les transmiten los dueños de casa, responsables
de la gastronomía.
Cocina casera, criolla y platos típicos mendocinos integran el menú,
junto a recetas internacionales.
Además del tradicional asado argentino con variedad de ensaladas y postres
regionales, pueden degustarse empanadas, puchero, carbonada, cazuela de gallina
o vegetales al disco, cosechados en el mismo campo. Sopaipillas, mermeladas
y panes caseros, pastelitos, tartas de dulces y de frutas están presentes
a la hora del desayuno y del té.
Además de las actividades campestres, desde la estancia se organizan
salidas para aprovechar las vistas que se tienen de la Cordillera.
Entre las más atractivas está la excursión hasta la gigantesca
roca que da nombre a la estancia. Presenta una particular forma en saliente
que permite refugiarse en caso de lluvia. A lo largo del recorrido hay vistas
únicas del glaciar Nivero del Plata. Una opción interesante es
el safari fotográfico, por la presencia de numerosas tropillas de guanacos
a muy corta distancia.
También existe la alternativa de conocer la quebrada colorada o llegar
hasta el glaciar. Una laguna verde esmeralda refleja la imagen del glaciar y
de su morera frontal, formando en su desborde una cascada que da origen al caudaloso
arroyo. A lo largo de esta excursión se puede practicar safari fotográfico,
por la presencia de cóndores y tropillas de guanacos, entre otras especies,
que se observan en su hábitat natural.
Para aprovechar la estada, también es posible realizar visitas a las
distintas bodegas de la provincia para conocer los misterios del vino y recorrer
la ciudad capital, dentro de una nueva especialidad que se conoce como enoturismo.
M
Por la Mesopotamia
Camino hacia las aguas grandes
La propuesta invita a la aventura de recorrer cerca de 1400 kilómetros
para tocar numerosos puntos turísticos vinculados con la historia y con
la naturaleza.
Una travesía entre Buenos Aires y Puerto Iguazú propone aproximadamente
1.350 kilómetros de aventura a través de la Mesopotamia, transitando
por las rutas nacionales 12 y 14.
El trayecto puede realizarse sin inconvenientes durante una semana, pero la
cantidad de días a utilizar depende de los intereses particulares para
detenerse o desviarse hacia distintos puntos turísticos que despierten
el interés del aventurero.
Una vez que se deja atrás Buenos Aires y el puente Zárate-Brazo
Largo, se suceden en territorio entrerriano las primeras alternativas para ir
conociendo mientras se conduce bordeando el río Uruguay. Se llega a Gualeguaychú,
con sus colinas de escasa altura, espejos de agua y frondosos montes que caracterizan
esta región que lejos de la época de carnavales concita la atención
en su área costera, con la sucesión de balnearios, el puerto y
el Parque Unzué, sectores elegidos para la práctica de deportes
náuticos, la pesca y otros deportes al aire libre. También resulta
interesante la realización de un recorrido histórico, fundamentalmente
por las plazas San Martín y Urquiza y la Catedral San José.
Además, se encuentran los museos del Instituto Magnasco, el Ferroviario,
la casa de Andrade y la residencia de Fray Mocho.
Colón está a 320 kilómetros de Buenos Aires. Sus calles
arboladas son una invitación a recorrerlas, así como los restaurantes
que están alrededor de la Plaza San Martín constituyen una propuesta
para aceptar las sugerencias sobre la pesca del día.
El Palmar, obligado
Las playas de suave declive provocan el deseo de quedarse, pero con manejar
50 kilómetros más se llega al Parque Nacional El Palmar, de 8.500
hectáreas, donde se conservan los ejemplares de palmeras syagrus
yatay. Surcado por arroyos de aguas cristalinas, es el despliegue de vegetación
sin límites y el dominio de aves multicolores, zorros, ñandúes,
jabalíes y ciervos axis, entre otras especies.
También existe la posibilidad de visitar el complejo termal que está
junto al Golf Club, con aguas cuyas propiedades terapéuticas son reconocidas
tanto a través de los baños como por su ingesta.
Colón es ideal para desarrollar safaris náuticos o terrestres
en vehículos 4×4, con los que se llega a lugares inhóspitos.
Concordia, a su vez, presenta su geografía algo más agreste y
se destaca por su complejo termal, de alto contenido mineral.
El Parque Rivadavia es una alternativa para visitar las ruinas del castillo
de San Carlos, construido en el siglo XIX.
Un desvío de aproximadamente 21 kilómetros lleva al viajero hasta
el Complejo Hidroeléctrico de Salto Grande y, si se es inquieto, también
puede optarse por conocer las cercanas ciudades de Federación, Dayman
o Chajarí.
Rojo, verde y naranjas
La ruta continúa entre ligeras ondulaciones. El terreno va tomando ya
una coloración rojiza, y el camino parece tamizado por los puestos de
naranjas. Se deja atrás Paso de los Libres para ir entrando en territorio
misionero.
La selva va ganando espacio, las ondulaciones se acentúan y la meta,
tomando como base Posadas, la capital de la provincia, es las ruinas misioneras
de Santa Ana y San Ignacio Miní, donde se vive un encuentro con la historia.
La ciudad de San Ignacio está a 60 kilómetros de la capital. Entre
todas las construcciones realizadas por la orden religiosa, las de esta ciudad
son las más grandes del conjunto declarado por la Unesco como Patrimonio
Histórico Cultural de la Humanidad. Allí se pueden observar las
construcciones, realizadas con piedras de asperón rojo labradas en el
siglo XVII.
Se destacan la plaza de armas, el Cabildo, la iglesia, las viviendas de los
religiosos y de los aborígenes, el hospital, el colegio, los talleres
y los almacenes.
La ruta llama al viajero y el paso obligado es por ciudades de atractivos incomparables,
como Puerto Rico, Montecarlo o El Dorado, pero la propuesta es llegar a Puerto
Iguazú y sorprenderse, kilómetros más, con las cataratas,
las “aguas grandes”, en lengua guaraní.
El Parque Nacional Iguazú es una invitación a los sentidos. El
rojo profundo de su suelo contrasta con el verde intenso de la vegetación.
Al fin se está en las entrañas de la selva, en medio del exotismo
de la flora y de la fauna.
Fragor sobre las lenguas
Una ligera bruma y el sonido del agua que cae estremecen al visitante. Son los
275 saltos de agua, el río que corre, la espuma que se diluye en cientos
de metros, y el verde que se asoma y parece contraerse entre las nubes de vapor
lo que comprime el corazón del viajero.
Es la Babel del asombro. Las exclamaciones que surgen en diversas lenguas son
apagadas por el estrépito del agua.
Una vez en contacto con el paisaje, vale la pena considerar la alternativa de
hacer visitas sucesivas al parque para aprovecharlo en toda su magnitud. Se
debe tener en consideración que las caminatas se hacen sobre terreno
húmedo y resbaladizo y, aunque las pasarelas son seguras, hay que tomar
precauciones y transitar con cuidado.
La estrategia recomendable es efectuar el trayecto en tren hasta la Garganta
del Diablo. Es el salto de mayor altura y por el que caen millones de litros
por minuto con tanta fuerza que la cortina de spray que genera se eleva
y, según el viento, puede extenderse hasta 5 kilómetros y que
dependiendo de la posición del sol, permite disfrutar de encantadores
arco iris.
Transcurren las horas y es posible planificar entonces la excursión de
fuertes emociones por el sendero Yacaratía, hasta el puerto Macuco. Se
cambia por un momento el fragor del agua por el rumor de la selva; por el del
motor del vehículo que hace fuerza en el terreno, entre una vegetación
que parece impiadosa.
El clima es lo suficientemente benigno como para embarcarse (en todo sentido)
en una travesía que, a veces, lo convierte a uno en un muñeco
a merced de las aguas. Un ligero escozor y la emoción a flor de piel
acompañan al navegante durante esos 2 kilómetros de aproximación
a los saltos: el vértigo es el precio por dejarse bañar por la
bruma más intensa y conmovedora.
Exhausto, el viajero logró concluir su jornada de vínculo pleno
con la naturaleza.
Al día siguiente puede continuarse la contemplación de las aguas
realizando el circuito superior y el circuito inferior. Según las pasarelas
que se caminen será la perspectiva que se tenga: se podrán admirar
los saltos San Martín, El Escondido, Dos Mosqueteros, Rivadavia, Peñón,
Mitre, Mbigua, Dos Hermanas, Chico Alférez, Bernabé Méndez
y el Bossetti, con alturas que van desde los 40 a los 80 metros. A diferencia
del circuito superior, el inferior tiene escaleras y sus pasarelas fueron diseñadas
de tal forma que se aprovecha al máximo la vista de los saltos.
Una vez más existe la posibilidad de embarcarse para cruzar hasta la
isla San Martín y llegar a las entrañas del parque. Es ingresar
en el imperio del verde, donde se superponen los helechos con las palmeras,
con el palo rosa (Monumento Nacional), con las orquídeas y con los claveles
del aire. Y entre la fronda sobresalen los plumajes de tucanes y papagayos;
se ve el vuelo frenético de los colibríes, o el trajinado de las
mariposas, con un estampado multicolor.
Surgen los curiosos coatíes, escapan los tapires, cuises y carpinchos,
reposan los lagartos y descansan las lagartijas, atentas y mimetizadas entre
hojas y troncos.
Si bien las escaleras son empinadas, desde la isla se podrán ver los
saltos de las cataratas en todo su esplendor. M
Centro de visitantes En la entrada del Parque Nacional Iguazú funciona el Centro de Caminata por la selva Es recomendable, por su sencillez, hacer un pequeño recorrido |
El esplendor del Noroeste
Salta, entre la historia y la naturaleza
Un ámbito ideal para efectuar recorridos culturales y de fuertes contrastes;
la aridez de sus cerros compite con regiones selváticas. Los pueblos
precipitan al viajero a vivir en otras épocas.
Salta es un destino donde la tradicional hospitalidad y cordialidad provincianas
se matiza con su patrimonio cultural. Su nombre proviene del aymara Sagta
y significa “La muy hermosa”. Subyacen en su tierra los restos de
la antigua cultura diaguita calchaquí, los vestigios del Imperio Inca,
el aporte más reciente del pasado colonial hispánico y su activa
participación en las luchas por la Independencia Nacional. Estos rasgos
aún perduran en la arquitectura de muchos de los pueblos y en la capital.
La ciudad fue fundada en 1582 y todavía posee una marcada fisonomía
hispánica que la destaca del resto de las ciudades de la Argentina. Su
perfil urbano está delineado por casas de estilo colonial, calles y veredas
angostas y el marco verde amarronado de los cerros circundantes, pertenecientes
a la Precordillera de los Andes.
Heredera de una rica historia y cultura, se desarrollan celebraciones y fiestas
en las que los pueblos honran a sus Santos Patronos. Se festejan ciertos acontecimientos
o se rinde culto a la Madre Tierra, la Pachamama. La cultura antigua de los
pueblos originarios, la influencia inca y la posterior conquista española
les ha otorgado una especial idiosincrasia. En estos festejos se refleja en
forma especial el habla, los cantos y bailes, los instrumentos musicales, las
comidas y hasta la vestimenta que identifica a los pueblos.
Es conveniente tener en cuenta estas festividades para enriquecer la visita
a la provincia. Las fiestas principales son el 17 junio, Guardia Gaucha en honor
al general Güemes; 1º agosto: Fiesta de la Pachamama; 15 de septiembre:
Fiesta Religiosa del Milagro, en honor a los Santos Patronos de Salta. En distintas
épocas del año, cada pueblo celebra el día de su Santo
Patrono con procesiones (misachicos) y festejos típicos.
La ciudad y sus circuitos
Al caminar por la ciudad no se puede dejar de visitar los alrededores de la
plaza 9 de Julio con su Catedral Basílica y el Cabildo. Muy cerca está
la iglesia San Francisco y el convento San Bernardo, con su portal tallado a
mano por los indígenas en 1762. También se destacan el museo Uriburu,
la Casa de Hernández, la de Arias Rengel y los monumentos a Güemes
y 20 de Febrero.
En su casco histórico y en el paseo peatonal que rodea la plaza 9 de
Julio, el adoquinado señala lo que fue el corazón de esta ciudad
colonial.
Desde el cerro San Bernardo, donde hay un teleférico, se disfruta de
las vistas panorámicas de la ciudad.
El mercado artesanal, una antigua casona rural, ahora es un paseo de compras
de productos hechos por manos salteñas.
Sus noches se caracterizan por encuentros animados que tientan a saborear ricas
empanadas, tamales y locro al compás del folclore y el canto que ofrecen
sus famosas peñas. Las guitarras y los bombos entonan notas de zambas
y chacareras al ritmo del baile y zapateo.
Pero la oferta gastronómica salteña es tan amplia como multicolor.
Más allá de las tradicionales empanadas, locros y humitas, se
pueden degustar renovados platos de alta cocina realizados sobre la base de
productos locales, como maíz, carne de llama, quinoa, truchas o pejerrey.
Se pueden acompañar con vinos del valle calchaquí, que satisfacen
al más exigente paladar.
Desde la ciudad, con rumbo sureste, se inicia un circuito de rico contenido
histórico, ya que pueden visitarse lugares como Finca La Cruz, Quebrada
de la Horqueta, Fuerte de Cobos y Posta de Yatasto. Tierra de gauchos, tradiciones
y costumbres. A estos valores se suman los que la tierra ofrece desde sus entrañas:
las aguas termales en Rosario de la Frontera.
El Parque Nacional El Rey demuestra la diversidad que representa la “ecoregión”
de las yungas. Es el refugio de miles de especies, algunas en peligro de extinción.
Hay innumerables senderos de interpretación para apreciar su exuberante
flora y su fauna autóctona.
Hacia el norte, Salta está cubierta por una selva subtropical conocida
como Las Yungas, donde está el Parque Nacional Baritú, que guarda
uno de los biomas más vírgenes del país.
Es el área de pueblos emblemáticos, como Iruya y Santa Victoria,
del otro lado de las montañas, a los que se accede a través de
la Quebrada de Humahuaca.
El camino trascurre entre quebradas y altas mesetas, donde el atractivo principal
lo constituyen las casas de adobe y los campos de cultivos.
Iruya muestra callecitas estrechas, muy empinadas y cuidadosamente empedradas
para evitar la erosión del suelo. Su arquitectura tiene una marcada raigambre
precolombina, de gran valor cultural e histórico.
Los valles calchaquíes
Recorrer los valles es gozar de una de las más bellas e inolvidables
experiencias. Sorprende por su historia colonial, la peculiar arquitectura de
adobe y madera de sus pueblos, sus antiguas iglesias, su apacible ritmo de vida
y el imponente marco del paisaje. Formas, colores, cultura y emoción
son los elementos más fuertes de esta región.
Sorprenden a quienes transitan estas rutas las formaciones de la Quebrada de
las Conchas, Quebrada de las Flechas y Valle Encantado.
En estos valles hay restos arqueológicos de las distintas comunidades
aborígenes que conformaban la gran Nación Diaguita. Estos grupos
dedicados a la agricultura desarrollaron importantes técnicas metalúrgicas
y artísticas. Sus restos pueden verse en los yacimientos de La Paya,
Las Pailas Los Graneros, Peñas Blancas y Tolombón.
La producción más importante de los valles es la vitivinicultura.
Visitar sus viñedos y bodegas es una de las excursiones más entretenidas.
Se pueden degustar y comprar los mejores vinos de cepas como la Torrontés.
Para los amantes de la naturaleza, el Parque Nacional Los Cardones resguarda
un sector representativo de los principales biomas andinos del noroeste argentino
y preserva el máximo exponente de esta región: el cardón.
Circuito andino
Al recorrerse el circuito andino, se observan los picos montañosos con
nieves eternas, callados volcanes, extensos mares de sal, minas abandonadas
y en explotación, lagunas repletas de flamencos rosados, o vicuñas
mimetizadas en el paisaje.
Pequeñas localidades como San Antonio de los Cobres, Tolar Grande y Santa
Rosa de los Pastos Grandes, conservan algunas costumbres de las culturas originarias.
Las salinas grandes son uno de los atractivos más importantes de este
circuito. Situadas al norte de San Antonio de los Cobres, se presentan como
un impactante horizonte blanco que el sol se ocupa de teñir de diferentes
colores y donde todavía se pueden observar antiguas técnicas de
extracción de sal. Para los que gustan de excursiones más exóticas
y solitarias, el destino ideal es la pequeña localidad de Tolar Grande
que ofrece la posibilidad de adentrarse en el paisaje puneño.
Otra de las alternativas imperdibles que ofrece Salta es el paseo al dique Cabra
Corral, situado a 68 kilómetros de la ciudad capital.
Es un espejo de agua rodeado de cerros que cubre 2.500 kilómetros cuadrados
y uno de los lugares ideales para el desarrollo del turismo alternativo.
Las aguas y el entorno del embalse abren a un sinnúmero de posibilidades
para disfrutar de los deportes extremos y de otras propuestas más relajantes.
Se practica la navegación a vela, el esquí acuático, paseos
en kayak, banano, motos de agua o en catamarán.
También puede abordarse el bungee jumping, puenting,
tirolesa o toboganes de agua.
Los rápidos del río Juramento son el mejor escenario para el rafting,
que se practica durante todo el año con equipo completo, conjugando la
diversión con la observación de huellas de dinosaurios y algas
fósiles.
En la zona también es interesante explorar las cuevas con pinturas rupestres,
cabalgar, practicar trekking en los cerros circundantes y visitar un
circuito de agroturismo donde se puede vivir auténticamente la vida del
hombre de campo en estancias con todas las comodidades. M
Lejos del ruido
Relax entre el mar y el bosque
Una ruta de doble mano desde Buenos Aires que ahora cubre 300 de los 360 kilómetros
que la separa de Cariló ha dado realce a una atracción turística
marítima, que conjuga el bosque de una antigua estancia perteneciente
a la familia Guerrero con un perfil exclusivo, donde la belleza del medio invita
a actividades vinculadas al cuidado de la salud.
Predominan las construcciones imbricadas en la forestación y una especialización
en prácticas de spa que le dan al lugar un encanto especial.
Fuera de temporada, y lejos del ruido o de las aglomeraciones, la costa bonaerense
y su bosque incorporado son una alternativa válida para quienes desean
disfrutar de un descanso sin emprender largas travesías.
Pese al sostenido crecimiento de los últimos años, Cariló
sigue siendo una propuesta indiscutible: es la posibilidad de combinar amplias
playas con bosques de acacias y aromos, calles de tierra, buena arquitectura,
intimidad y tranquilidad, a lo que se le suma calidad en los servicios hoteleros,
gastronómicos y de relax. Sigue siendo un refugio que se conserva
alejado de las estridencias de los balnearios adyacentes y, si bien la cantidad
de visitantes aumentó considerablemente por las propuestas de los aparts
hotels que se levantaron, mantiene inalterable el espíritu iniciado
hace 86 años por el entonces propietario de esas tierras, Héctor
Manuel Guerrero.
Transitar por sus calles con nombres de pájaros y de árboles,
en un entorno donde algunas casas conservan cierto recato y se esconden entre
los árboles, es una invitación a distenderse y a disfrutar de
la naturaleza y de los placeres donde hasta las cervezas artesanales, los ahumados,
la pastelería, o el café especial parecen hechos a medida del
visitante.
La cantidad de habitantes estables supera apenas a las 1.000 personas y la zona
urbanizada abarca 600 hectáreas aproximadamente, mientras que otras 1.000
permanecen forestadas y pertenecen a los herederos de Guerrero.
En ese ámbito se erige el Cariló Village, el apart hotel
y spa más tradicional y más completo, con una superficie
de casi dos hectáreas en pleno corazón del bosque.
Primero en historia, cuenta con 60 suites y bungalows y una completa gama de
opciones de servicios en hotelería, gastronomía y programas de
spa para todas las edades.
Actualmente, es el elegido por un público donde se destacan fundamentalmente
las familias, las parejas jóvenes y adultas, y los extranjeros que últimamente
han optado por visitar exclusivos lugares de la costa.
También es un ámbito ideal para ser aprovechado por el público
corporativo y se desarrollan distintos encuentros empresarios.
La opción de “todo incluido” es un gran atractivo en la oferta,
que posibilita contar con el alojamiento, la gastronomía y el acceso
a servicios sin restricciones.
Posee, a su vez, los más completos programas y servicios de spa.
Con la mayor variedad de tratamientos combinados, proponen sauna, hidromasaje,
ducha escocesa y finlandesa, hidroterapias, cabina de ozono y camilla relax.
En las piscinas climatizadas y demás servicios se diferencian los horarios
para niños y adultos. El gimnasio de pilates es otra de las nuevas opciones
del spa lo mismo que las clases de aqua gym y aqua box.
Los especialistas realizan tratamientos faciales y corporales de todo tipo con
productos y técnicas de última generación.
Infraestructura
Los huéspedes tienen a su disposición una importante infraestructura:
el club house, bar y sala de piano, salones de juego, pileta con solarium
y gimnasio.
La organización de eventos y convenciones con programas especial en salones
auditorios integra el menú de estas corporaciones instaladas en el bosque
de Cariló.
También se organizan actividades recreativas alternativas como caminatas
y cabalgatas guiadas por el bosque, así como travesías en cuatriciclos.
Los pasajeros también tienen a su disposición bicicletas playeras
especiales para andar por Cariló y también está la alternativa
de recreación infantil para chicos en edad escolar. M
Tarifas de las promociones especiales de spa por una semana:
Suite con pensión completa y spa en base doble, $ 640 por 5 noches. Suite
con pensión completa y spa en base doble, $ 960 por 7 noches.