nthony Giddens es una de las figuras centrales de las ciencias sociales en el mundo. Fue profesor en Cambridge y director de la London School of Economics. En 1998, después de haber escrito más de 20 libros de teoría social, publicó un pequeño trabajo llamado La Tercera Vía en el que se proponía reformar la socialdemocracia. El libro no tardó en entusiasmar a dirigentes como Bill Clinton, Tony Blair, Gerhard Schröder o Massimo D´Alema, que hasta organizaron un coloquio en Washington para debatirlo.
Hoy Giddens se define a sí mismo como un académico que trabaja en política. En 2004 se transformó en Lord Giddens y desde entonces ocupa una banca laborista en la Cámara Alta británica. Muy cercano a Tony Blair y al brumoso Nuevo Laborismo asegura que el modelo social de la Europa continental tiene que ser revisado y que urge la reforma económica.
Siete años después de que su libro La Tercera Vía se convirtiera en una bandera para el centro izquierda europea ¿Qué queda de ella?
La Tercera Vía es simplemente un rótulo o etiqueta para el revisionismo de la social democracia. Creo que no tiene sentido preguntarse ¿qué queda de ella?, porque se trata de un proyecto, de crear una sociedad que es competitiva en el mercado global y que sea al mismo tiempo inclusiva y solidaria. Alcanzar simultáneamente estas dos metas sigue siendo un tema central para la renovación de la socialdemocracia.
Frente a las últimas elecciones generales en Gran Bretaña, la Deustche Welle título: ¿Cambiando la Tercera Vía por un Tercer Mandato?. ¿Es una pregunta justa?
Creo que es solo porque él continuó sosteniendo una posición de tercera vía que Blair volvió a ganar las elecciones y conquistó un tercer mandato como Primer Ministro.
Cambios concretos
Una de las críticas que se le hizo a su trabajo, y que usted incluso incluye en su libro The Third Way and its critics es que esta combinación de eficiencia de mercado y comunidad solidaria es un proyecto amorfo. ¿Qué hechos o programas señalaría como aplicaciones concretas de la Tercera Vía?
No es para nada amorfo. Por el contrario; está impulsada por la necesidad de responder a cambios muy concretos. El primer lugar donde estas nuevas respuestas comenzaron a verse es en Escandinavia, pero también son observables en el Reino Unido. Es necesario avanzar con reformas en la seguridad social, descentralización, reforma y apertura del Estado, reforma del mercado de trabajo y tener también la capacidad de responder a temas de identidad y seguridad.
Y eso incluye lidiar con el terrorismo.
El riesgo de terrorismo de aquí en más alcanza a todos los países. La preocupación no debería ser el tipo de ataques que tuvimos en Londres a principios de julio sino la posibilidad de ataques de una escala mucho mayor. En el extremo de estas posibilidades está el temor a un ataque terrorista con armas nucleares en los próximos veinte años. Cada país deberá elegir un balance entre seguridad y libertad. Será una elección nada fácil.
Un ataque nuclear en el que no participara un estado era impensable durante la Guerra Fría. ¿Usted teme que la tecnología nuclear pueda llegar a estar en manos privadas?
Existe una preocupación real acerca del desarrollo de nuevas carreras nucleares; de allí que sea tan importante ver qué sucede con Corea del Norte e Irán. Pero también tenemos que preocuparnos por una eventual adquisición de materiales nucleares por parte de actores no estatales. Un ataque nuclear a una ciudad occidental perpetrado por un grupo terrorista es una posibilidad remota, pero a la vez real.
La agenda europea
Además de Primer Ministro, Blair será por seis meses presidente de Europa. ¿Cuál es la agenda que le espera?
Su discurso ante el Parlamento Europeo ofreció un brillante boceto de cuál es el futuro de Europa: la reforma económica y la reforma constitucional deben ser llevadas a cabo conjuntamente. Durante estos seis meses en que Gran Bretaña ocupe la presidencia de Europa, la agenda será alentar la reforma económica y propugnar que la Unión continúe expandiéndose. No estoy hablando simplemente de instalar un modelo guiado por el mercado u orientado al mercado. El tema es revisar el modelo social de Europa, ver qué modelo podría alcanzarse y lograr los consensos que lo hagan posible.
¿Cómo deberían interpretarse los sonoros No a la Constitución Europea en Francia y Holanda?
La discusión y redacción de la Constitución fue un proceso muy útil de ordenamiento, pero debemos comenzar desde un punto de vista diferente. Tampoco creo que los no signifiquen un retorno de los nacionalismos a Europa. Creo, por el contrario, que los nacionalismos regresarán si la Unión Europea se va a pique.
¿Cuál entonces podría ser ese nuevo punto de partida?
Tenemos que entender que esos votos por el no, en realidad representan insatisfacciones o frustraciones mucho más profundas. Específicamente, tenemos que buscar la manera de profundizar la reforma económica en el continente. No podemos decir el modelo social europeo está funcionando y, al mismo tiempo, admitir que tenemos más de 20 millones de personas desempleadas. Y creo en este sentido que el liderazgo británico en estos seis meses puede ser importante, porque la economía británica se está comportando mucho mejor que la francesa, la alemana o la italiana.
¿La política de subsidios agrícolas debería entrar en la reforma?
La revisión de la política agrícola común es crucial, porque está claro que Europa necesita, por lejos, más inversión en ciencia, tecnología y en creación de oportunidades de negocios.