Por Javier Rodríguez Petersen El economista Fernando Porta, del centro Redes, advierte sin embargo que presuponer una curva de fuerte crecimiento de esas inversiones es por lo menos apresurado y afirma que los capitales brasileños no suponen un riesgo mayor que los de otros países. La toma de control de destacadas empresas argentinas por parte de firmas brasileñas en los últimos años generó, por un lado, la sensación de que Brasil podría cumplir el papel de gran inversor externo que desempeñó España durante gran parte de la década pasada y, por otro, una suerte de debate que tuvo por eje tanto la conveniencia o no de la venta a capitales extranjeros de compañías importantes como ciertos cuestionamientos al hecho de que esos capitales provinieran del principal socio del Mercosur. El economista Fernando Porta, del centro Redes, reconoce que las tres grandes inversiones brasileñas de los últimos años en Argentina -la reciente compra de Loma Negra, la expansión de Petrobras y el desembarco de Brahma con la paulatina toma de control de Quilmes- son significativas e implicaron asumir la gestión de empresas que eran las más importantes en sus mercados sectoriales, en el caso de Loma Negra y Quilmes, y de un grupo significativo del empresariado local, en el de Petrobras. También señala que esto se remonta a un proceso de inversiones de hace unos diez años que, sin hechos tan trascendentes, no había dejado de tener una importancia relativa dentro de la corriente de arribo de flujos externos, y convierte a las inversiones de origen brasileño en una de las cuatro o cinco más importantes del país. Sin embargo, advierte que ponerlo como una tendencia que va a mantener este ritmo es un poco apresurado y considera que la comparación con las inversiones españolas no es una buena figura, ya que lo de España fue muy emblemático por el tipo de sectores que eligió. Al mismo tiempo, considera probable que siga habiendo algunas inversiones brasileñas en forma relativamente regular, ya que están dadas las condiciones en Brasil y en Argentina para que ello suceda. Internacionalización La economía brasileña y algunos grupos en particular han adquirido un tamaño y una masa crítica que les permite internacionalizarse. Eso tiene que ver con el crecimiento de las empresas en suelo brasileño, posiciones de mercado, dimensión financiera, la existencia de un sistema que puede fondear estos movimientos en general costosos. Dadas estas condiciones, puede aparecer alguna voluntad más estratégica, en términos de política internacional, de ver desde el gobierno con buenos ojos que ese movimiento se produzca. No diría que hay incentivos específicos sino que el sistema está maduro para internacionalizarse, con un tamaño que le da la escala suficiente para hacerlo en determinados sectores, explica el especialista. A eso, señala, se agregan las necesidades. Hay, en cierto sentido, algunos mercados maduros en los que la competencia global fuerza a buscar sinergias en mercados similares, y hay grupos que no tienen espacio para crecer en el mercado brasileño, porque lo tienen saturado o porque tienen competidores de tamaño equivalente. En esos casos muchas veces el crecimiento trasciende la frontera por propia necesidad. Al mismo tiempo, parece claro que esa internacionalización se dirige hacia Argentina como uno de sus principales destinos. Para Porta esto tiene que ver con el hecho de que estas empresas están curtidas en situaciones de macroeconomía volátil, con experiencia propia y un aprendizaje desarrollado para moverse en esas situaciones, lo que les confiere un atributo que los diferencia con ventajas de otros eventuales inversores y les permite asumir el riesgo. También se agregan cuestiones de cercanía y afinidad por las que pueden tener diagnósticos más afianzados y ver las inversiones en Argentina de un modo más simpático. Negocios asegurados El economista advierte que la afirmación de que las empresas argentinas son baratas en términos internacionales es una figura simplificadora, porque las ventajas naturales se mueven a precio dólar y en estos sectores el que vende también puede maximizar su opción, a lo que se suma que la inversión brasileña no siente una gran diferencia de cambio. Paralelamente, señala una característica común a las inversiones brasileñas: se dan en lugares que deberían ser negocio para cualquiera. Son sectores que tienen una protección natural alta, como el cemento o la cerveza, que además aparecen como dinámicos a corto y mediano plazo, y con una elevada participación de mercado. Ante esa afirmación, resulta una obviedad preguntarse por qué venden los argentinos si es negocio para los brasileños. Para el analista de Redes, aunque existen razones puntuales de cada firma, en general, por una u otra razón, son empresas que atravesaron dificultades financieras importantes, con una necesidad de capital que probablemente no tenían. Porta no cree que haya una tendencia a que las inversiones brasileñas se extiendan de un modo generalizado sino, más bien, a otros sectores o empresas puntuales en las que se repitan estas condiciones, aunque insiste en que hoy están dadas las condiciones para que el capital brasileño se internacionalice, y en el mercado argentino pueden temer menos que otros inversores y encontrar gente que quiere salir del negocio. Un punto que puede ser decisivo para que el sector de manufactura pueda convertirse en receptor de inversiones es cómo queda definido el Mercosur, que tiene una indefinición normativa muy fuerte, no se sabe cuánto libre comercio ni qué protección contra terceros hay, y esto puede avanzar hacia una mayor liberalización del comercio interno o una convalidación, redefinición o eliminación del arancel externo común actual. Una inversión más asociada al sector de bienes transables en un marco menos global y más regional va a depender mucho del rediseño del bloque, explica el economista. Con el Mercosur como está, es difícil, porque para que tenga sentido que una empresa invierta en Brasil para ciertas líneas y en Argentina para otras buscando complementariedad, lo que sería racional, debe tener asegurado que el comercio puede realizarse y que los ministros o secretarios no van a frenarlo o poner barreras. Sobre críticas e intenciones Consultado sobre las críticas y los rechazos que se observaron a las inversiones de algunas empresas brasileñas, sobre todo con el desembarco en Loma Negra o el intento de tomar control de Quilmes, empieza por señalar que estas operaciones ocurren en un ambiente en el que el Mercosur, la asociación con Brasil, es cuestionada con distintos argumentos, y al mismo tiempo hay un discurso de reclamo de acción y de rol más activo al Estado con el que nuestros empresarios parecen haber descubierto el desarrollismo. En este contexto, la adquisición por parte de capitales extranjeros de una empresa supuestamente emblemática (Loma Negra) a pesar de que controla 50% del mercado, utilizó prácticas de discriminación de precios, encaró estrategias oportunistas y no competitivas y generó pocos encadenamientos hacia delante, más allá del hecho de que fuera una gran empresa, se usa para pedir todo lo que falta y los industriales argentinos la utilizan como ejemplo de una supuesta falta de apoyo relativa con respecto a sus pares de Brasil que genera esa sensación de rechazo, agrega. Al mismo tiempo, el analista señala que no hay un riesgo Brasil distinto del inglés o el español. Y mientras reconoce que desde el punto de vista de la política económica, tener estructuras fuertemente internacionalizadas es un dato a tomar en cuenta, porque eso quiere decir que la lógica de decisión de la filial toma en cuenta elementos sobre los que el gobierno no tiene ningún parámetro de acción, con una lógica de maximización corporativa global, destaca que ese es un problema para la política económica, sea quien sea que esté al frente de una organización internacionalizada. |