La increíble historia del Virrey

    Por Rodolfo Terragno

    La simulación. Argentina y el FMI: dos décadas de mentiras y autoengaños es un análisis descarnado de las relaciones de la Argentina con el FMI, desde la vuelta de la democracia hasta ahora.

    No es la mirada de un observador distante. El punto de partida son los hechos en los que Terragno participó directamente o fue testigo.

    Se revisan las relaciones de Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde y Kirchner con el organismo. Su tesis es que el Fondo utiliza la debilidad de países endeudados para gobernarlos indirectamente.

    Para el lúcido ensayista y senador nacional, La simulación no es sólo del Fondo, también de los gobiernos. Unos tienen la fantasía de conseguir mucho dinero; y otros saben que, aunque el Fondo preste poco, andar bien con el organismo es tener el certificado de calidad sin el cual cuesta comerciar y acceder a los mercados de créditos.

    Una de sus opiniones más contundentes es que la Argentina ha descubierto que se puede quedar bien con Dios y con el Diablo. En la escena, Kirchner se enfrenta con el FMI; en la trastienda, es pragmático y aquiescente. El Presidente grita pero paga; y el público aplaude. El Fondo, hace críticas pero embolsa; y logra lo que quiere.

    Lo que sigue es un pasaje del libro. Titulado La increíble historia del virrey, dedicado a registrar la anómala recepción que tuvo Anoop Singh en su primer desembarco en Buenos Aires.








    En la cima del Fondo está la Junta de Gobernadores.

    De ella depende el Directorio Ejecutivo.

    De ese Directorio Ejecutivo, a la vez, depende el llamado Nº 1 del Fondo: el Gerente General, que en verdad es el Nº 1 del staff [entonces, Köhler].

    Del Gerente General dependen: el Primer Subgerente [Krueger] y otros dos Subgerentes.

    Más abajo, están los departamentos regionales. Entre ellos, el del Hemisferio Occidental [Loser].

    Al mismo nivel que los regionales están los departamentos funcionales y de servicios especiales; entre ellos el de Finanzas Públicas [Ter Minassian].

    Entre 1999 y 2002, las relaciones del staff con la Argentina habían sido manejadas por Köhler, Fischer [antecesor de Krueger], Krueger, Loser y Ter Minassian [primero como subiderector del departamento del Hemisferio Occidental; luego como directora de Finanzas Públicas].

    Durante un tiempo, la de menor rango fue Ter Minassian. Sin embargo, ella había desempeñado tareas internacionales de importancia. Por ejemplo, la conducción de la task force del Fondo en una misión (1990) encomendada por el G7, el Banco Mundial, la OCDE, el Banco Europeo y el propio FMI: estudiar la crisis de la Unión Soviética y recomendar los pasos que Occidente debía seguir cuando colapsara el imperio comunista.

    El 25 de febrero de 2002, Köhler ideó un Departamento de Operaciones Especiales, que no sería parte de la estructura del FMI. En ese Departamento suelto cuya tarea era ocuparse de la Argentina Köhler ubicó al subdirector de la División Asia Pacífico, sin conocimientos sobre América Latina.

    El indio1 Anoop Singh pasó, entonces, a ser el interlocutor del gobierno argentino. Los altos funcionarios del Fondo tomaban distancias respecto de un país explosivo.

    Sin embargo, la Argentina halagada por tener un médico de cabeceradio una desmedida importancia a Singh.

    En su primer viaje, los interlocutores de este funcionario no fueron –como correspondía– los técnicos de Hacienda. Lo recibió el Presidente de la Nación, junto con el Jefe de Gabinete de Ministros y el Ministro de Economía.

    A partir de ese momento, Singh jugaría de local en Buenos Aires.

    Sería anfitrión de ministros, secretarios de Estado, senadores, diputados y gobernadores. También recibiría a miembros de la sociedad civil, y de distintas corporaciones.

    En el Salón de los Cuadros del Palacio de Hacienda ofreció, el 10 de abril, una conferencia de prensa para anunciar que el Fondo exigía la reforma de la Ley de Quiebras y la derogación de la Ley de Subversión Económica.

    En la Casa Rosada recibió a los gobernadores. Criticó las cuasimonedas2 y les advirtió que, con ellas, se fabricaba inflación. También les requirió seriedad y pidió el cumplimiento de ciertos acuerdos previos, destinados a reducir gastos políticos y burocráticos.

    En el Sheraton Hotel su hogar porteñotuvo como huéspedes a los senadores justicialistas, que el 12 fueron a prometerle su voto favorable a las leyes exigidas por Singh3.

    Luego llegó un visitante ilustre: Alfonsín, ex Presidente de la Nación y, entonces, presidente pro tempore del Parlamento del Mercosur.

    Alfonsín quien se hizo acompañar por dos legisladores chilenos, un brasileño, un uruguayo, un paraguayo y tres argentinos habló en nombre del gobierno cuasi parlamentario, y solicitó a Singh una definición urgente respecto a la ayuda económica que el país necesita. Le aclaró, además, que la coalición parlamentaria sobre la cual se sustentaba Duhalde (incluida la UCR) rechazaría toda disminución del gasto social”.

    Al parecer, Alfonsín desconocía la verdadera misión de Singh. El enviado del Fondo no estaba aquí para tijeretear el presupuesto social. Su tarea era poner en caja a las provincias, modificar la Ley de Quiebras para que los acreedores pudieran quedarse con empresas en dificultades y anular la Ley de Subversión Económica, para conceder indemnidad a banqueros como Mulford.

    Alfonsín no podía apabullar al economista indio con un discurso social. Cuarenta y ocho horas antes, Singh se había puesto el traje de socialdemócrata y había dicho:



    Hay que hacer los máximos esfuerzos para fortalecer la red de seguridad social que necesitan los pobres. Proteger a los pobres tanto como se pueda es nuestro objetivo.4



    Coherente con esa declaración, le aseguró a Alfonsín que el Fondo de ninguna manera exigiría sacrificios sociales.

    Satisfecho, el ex Presidente transmitió esa promesa a la salida; y reveló: La reunión fue calificada por el propio Singh como histórica y muy positiva”.

    Todo era histórico para el técnico del Fondo en la Argentina de aquellos días.

    Él mismo lo explicaría poco después:



    Nunca antes, en ningún país, nos hemos reunido con tantas personas, con la gente de la calle, con profesores universitarios, con filósofos, con representantes de la Iglesia, de los sindicatos y de todo el arco político, económico y social”.



    Tenía razón. Ni el Nº 1 del Fondo había recibido jamás, en lugar alguno de la Tierra, tratamiento de superstar.

    Mucho menos un técnico de segundo orden.

    En la Argentina de 2002, todos querían ver a Singh. Su imagen aparecía en la primera plana de los diarios. Las cámaras de los noticieros lo perseguían por los pasillos. Había en el gobierno (y no sólo en el gobierno) quienes esperaban que el enviado del Fondo sacara la chequera… y emitiera el cheque con el cual la Argentina saldría adelante.

    Esperando el prodigio, había quienes en una actitud poco digna rendían pleitesía a este funcionario, que actuaba como un virrey.

    Eso fue lo que declaré el 15 de abril5.

    El sustantivo virrey era más descriptivo que despectivo, pero se convirtió enseguida en el apodo endilgado a Singh por todo adversario del FMI.

    Fue un bautismo involuntario.

    A mí, más que las ínfulas del visitante, me ofendía la actitud sumisa de los locales. Funcionarios que recibían órdenes, y legisladores listos a poner en venta hasta la legislación comercial y penal del país.





    1 Nativo de la India. En la Argentina, por error, se lo llamó hindú. Singh no pertenece a la religión hinduísta sino a la sikh, predominante en el Penjab. De hecho, Singh (que significa León en hindi) es el segundo nombre o apellido que emplean todos los hombres sikhs. Las mujeres usan Kaur (Princesa).

    2 Se llamaba cuasimonedas a bonos emitidos por los gobiernos provinciales, que circulaban como medios de pago en las respectivas provincias. El FMI tenía razón cuando señalaba que esos bonos fomentaban la anarquía monetaria, y era cierto lo que decía Singh: podían causar inflación. No obstante, las cuasimonedas eran consecuencia –antes que causa– de las restricciones impuestas por la Nación, a menudo obedeciendo al propio Fondo. Sucesivos planes de ajuste, impuestos no comparticipables, el corralito, y otras medidas, habían forzado a los estados provinciales a buscar una alternativa para seguir funcionando.

    3 Interlink Headline News, No 2630, 13 de Abril de 2002.

    4 Revista Veintitrés, 19 de septiembre de 2003.

    5 Agencia DyN, 15 de abril de 2003; Argentina: FMI cierra las salidas, cable de la agencia Inter Press Service (IPS), 16 de abril de 2002, 08:56.