Analistas de Wharton, Yale, Harvard y Princeton coinciden en que la Unión Europea saldrá de la crisis: a) olvidando a Carlomagno; b) dejando de lado utopías; y, c) teniendo en cuenta la presencia rusa. Abandonen las grandes ilusiones y vuelvan a lo pragmático, recomendaba hace poco Andrew Moravcsik ( Princeton). A su criterio y el de un colega de Wharton, la UE cometió un error básico al ampliarse en forma prematura: desechar la realidad y los proyectos concretos en aras de una utopía. Como lo ven en Yale, el no en Francia y Holanda tal vez acabe siendo más sensato que un esquema constitucional nada práctico. No obstante, tanto ahí como en Harvard rescatan la estabilidad básica subsistente en el orden europeo. Pero aconsejan tener presente a Rusia, como factor activo en el sudeste. Sea como fuere, observadores de Cambridge, Milán o Basilea afirman que el futuro de la UE depende de atender a los ciudadanos. Es decir, acotar excesos líricos o reglamentaristas de los burócratas Comisión Europea, BCE que, decía Niall Ferguson (Harvard), obran como déspotas ilustrados sin contacto con la calle. |