Ello
no es óbice, empero, para insistir en medidas tan contraproducentes
como recortes laborales, baja de salarios y menos remuneraciones a los jubilados.
Este recetario achata consumo y ventas.
En opinión de varios dirigentes sindicales, “esos pronósticos
económicos son un ejercicio para medir mejor el estancamiento y promover
soluciones tan ortodoxas como contraproducentes”. En su informe semestral,
los seis centros de diagnóstico coinciden: “Casi no hay país
europeo con un desempeño tan pobre en los últimos años
y tantas vulnerabilidades estructurales”.
Por ende, es muy factible que la mayor economía continental caiga
en recesión. Es decir, tres trimestres seguidos de achicamiento.
“Las tendencias satisfacen el concepto técnico de recesión”,
admiten en Deutsche Bank y Bundesbank (central). Pero echan parte de las
culpas a una mano de obra demasiado bien pagada y gastos sociales altos.
En clave petrolera
“Si los precios petroleros siguen firmes, Alemania ni siquiera llegará
a +0,7% en el PBI real 2005. Ello conducirá al estancamiento, sin
posibilidades de recuperación en 2006”, estiman las mismas
fuentes. Aun con crudos menos sostenidos, el crecimiento no pasará
de 1,5% en 2006, menos que en 2004 (1,6%). En teoría, las principales
economías de la UE debieran expandirse a no menos de 2,5-3% anual.
De esa forma, el país no podrá generar puestos laborales
ni, por ende, consumidores dispuestos a comprar. Ya el actual desempleo
(12%) es el mayor de posguerra y le plantea serios problemas al canciller
Gerhard Schröder. Así se vio en las elecciones de Renania
norte-Westfalia, núcleo industrial histórico, hoy arrasado.
En rigor, Alemania necesita crecer de 1,5 a 2% anual para promover trabajo.
Si bien pudo elevar exportaciones, pese a un euro caro, no logra alentar
el gasto del público, factor clave. Naturalmente, debido al desempleo
generado por políticas laborales que privilegian la rentabilidad
a toda costa.
Hace pocas semanas, el Banco Central Europeo detectaba déficit
de crecimiento en las 12 economías que componen la Eurozona y adelantó
que hasta 2006 no habrá cambios en tasas básicas (2% anual).
Pero Berlín encara medidas tendientes a reducir salarios, pensiones,
jubilaciones, cobertura social, etcétera.
Aun así, los ortodoxos piden reformar o derogar las leyes de estabilidad
laboral y acotar el poder sindical. Sin su interferencia, las automotrices
pagan en Polonia o Eslovaquia 60 a 70% menos que en Alemania.
Gerhard Schröder.
___________________________________________________En
serios problemas.
Contradicciones
Resulta contradictorio, entonces, que –a criterio de esos seis centros
estadigráficos– una recesión abierta “difícilmente
modifique el actual estado de las cosas. El marco presente es técnicamente
recesivo”, cree Thomas Mayer, analista de Francfort experto en la
Eurozona. Eso le sirve de consuelo y le permite presumir que “las
perspectivas no son tan oscuras. Alemania se recobrará, si los
crudos se frenan, aunque recién a fines de 2006”. Para el
Gobierno, es una eternidad.
Thomas y colegas de otros bancos privados intentan aventar el fantasma
de la recesión y prefieren “un horizonte de moderado estancamiento”.
Lo dicen como si fueran tocar el cielo.
“Esperábamos volver a la expansión en 2005, pero no
hay señales claras en ese sentido”, confiesa Bertold Rürup,
principal asesor económico de Schröder. En otras palabras:
“Ese 2% que precisamos sigue lejos. Lo extraño es que no
tengamos problemas de competencia en el corto plazo, aunque sí
en el largo”.
Jörg Krämer, analista de HVB Group (Munich), coincide en parte
con el Gobierno. A su juicio, si los precios de crudos se calman este
trimestre, la economía alemana comenzará a reactivarse después
de julio. El experto admite que es una apuesta difícil, máxime
porque Alemania es uno de las mayores importadores de hidrocarburos en
el mundo.
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75%
de los alemanes cree que el capital atenta contra la sociedad
Durante
la campaña electoral en Renania norte-Westfalia, adversa
al oficialismo, se calificó a la banca como enemigo de la
paz social. El nuevo debate deja al margen la catástrofe
del Partido Socialdemócrata (SDP) y cuestiona “un modelo
económico autoritario, orientado a accionistas e inversores,
no a la sociedad” (palabras de Franz Müntefering, presidente
del propio SDP).
“La sociedad –afirma– está a merced de
una nueva clase empresarial y banquera que busca desplazar a la
dirigencia política en aras de un simple tótem, la
globalización”. Estas palabras han sacudido al electorado
del SPD. En buena medida porque, según algunas encuestas,
75% de los alemanes coincide con Müntefering.
Su impacto fue magnificado por la imprudencia política de
Deutsche Bank. Días atrás, tras anunciar utilidades
netas por miles de millones, suspendió o despidió
a 6.400 personas (entre los aplausos de medios como Frankfürter
Allgemeine, Financial Times, Neue Zürcher y demás).
En una economía casi estancada, Dieter Hundt, jefe de la
Unión Industrial germana no tuvo mejor idea que criticar
dichos de Oskar Lafontaine, ex ministro de Hacienda (“renunciado”
por sus ataques al sector privado), en apoyo de Münterfering.
“Si las ganancias suben a costa del empleo o se pagan menos
impuestos y salarios, los empresarios globales generarán
una crisis de legitimidad”, señala el sociólogo
Ulrich Beck aludiendo a los cinco millones de desocupados en su
país.
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