“La medicina se encarece día a día en todo el mundo”.

    Es
    cirujano -como reconoce con orgullo-, además de presidente de Staff
    Médico y de la Asociación de Empresas de Medicina Prepaga
    (Ademp) y director de la Asociación Latinoamericana de Sistemas
    Privados de Salud (Alami). Reconoce que la medicina se encarece y destaca
    que esto es así para todos los sectores; que sucede en todo el
    mundo y que es un problema que preocupa no sólo a la Argentina
    o a los países emergentes, sino también a los desarrollados.

    Entre las causas del encarecimiento de la medicina, Giordano señala
    la incorporación de avances biotecnológicos, la búsqueda
    de confort, la medicina defensiva y la litigiosidad indebida.
    "La biotecnología avanza muchísimo y eso es bueno para
    médicos y pacientes pero hace impagable el costo de la salud. En
    1946-47 teníamos la penicilina, el primer antibiótico, y
    hoy los hay de cuarta y quinta generación, además de tomógrafos,
    resonadores, ecógrafos, centellógrafos. Todo es mucho mejor,
    pero es otro costo y se torna muy difícil el financiamiento del
    mantenimiento de la salud, tanto para el sector público como para
    las obras sociales y el sector privado. La gente entiende, y así
    está en la Constitución, que debe tener acceso a la salud,
    pero el elevado costo hace que no pueda tener todo lo que espera: el confort
    encarece las prestaciones médicas y cierto nivel de profesionales,
    por su trayectoria, tienen aranceles mucho más elevados."
    "Otro tema que encarece es la medicina defensiva. La parafernalia
    mundial de los derechos del usuario y las demandas, han hecho que vivan
    aterrados el médico, el financiador, el sanatorio y las compañías
    de seguros, que se han ido retirando masivamente de esta actividad. Entonces,
    por las dudas y para una eventual defensa ante un también eventual
    problema posterior, se realizan muchos estudios caros innecesarios; se
    dilapidan recursos escasos. El tema se vincula con el de la litigiosidad
    indebida: si una persona después de 48 horas está bien y
    se le da el alta, y en su casa tiene un desmayo, una hemorragia o un pico
    febril, se arma un escándalo y dicen: ´Lo externaron rápido
    para ahorrar´. Hoy, en Buenos Aires, no hay camas porque hay internaciones
    más prolongadas que antes, y es muy difícil decirle a los
    pacientes: ´Esto se puede tratar en su casa´", sintetiza el titular
    de Staff Médico.
    Otro aspecto de la litigiosidad indebida, evalúa, se debe a que
    "en nuestra filosofía de vida no se acepta la muerte. Entonces
    ocurre que una persona de más de 90 años, con un tumor invadido
    -con el tratamiento correspondiente- que no ha sido posible detener, fallece
    y le echan la culpa a que la ambulancia no llegó a tiempo o a que
    el médico no hizo algo. Cuando se trata de una persona mayor nadie
    quiere tener a un paciente terminal en casa, por el horror a ver cómo
    terminamos nuestra vida. Hay una serie de factores sociales y culturales
    que empujan los costos hacia arriba".
    Al mismo tiempo, señala: "No hay una evaluación seria
    del arsenal tecnológico para, por ejemplo, decidir si se incorporan
    o no nuevas prótesis y qué reemplazan, ya que generalmente
    estas cosas suman pero no reemplazan. La radiografía lleva más
    de 100 años: se agregó la ecografía, la tomografía,
    la resonancia. Pero nada se desagrega; entonces hay una cantidad tal de
    herramientas que ya los médicos no sabemos cuáles y cuándo
    utilizarlas".
    Según Giordano, "estas dificultades son comparables en los
    distintos países. El problema está dado por pacientes con
    una demanda siempre insatisfecha, con necesidades por encima de las que
    desde el punto de vista técnico serían las correctas, y
    por esa tecnología que se usa por las dudas".

    Dos opciones
    De cara al futuro señala dos alternativas: "Una, propicia
    que el paciente tiene que tener derecho a todo lo novedoso que aparece,
    por lo cual se tiene que permitir que el sector privado fije el valor
    de cuota adecuado (lo que no sucede porque de inmediato aparecen las medidas
    cautelares). Es un hecho comprobado que cuando la gente teme que se aumente
    la cuota, se van del sistema los más jóvenes y sanos y cambia
    la ecuación entre sanos y enfermos, que es la base del sistema
    solidario (el sano paga por el enfermo que, cuando se cura, paga por el
    sano que se enferma). La otra es una agencia nacional de evaluación
    de tecnología y que el Estado no use políticamente el sistema
    de salud, porque sabe que esto cuesta dinero. Si el Estado quiere que
    el sector privado maneje todo este menú prestacional (el Programa
    Médico Obligatorio), que no le ponga impuestos, que no le cobre
    IVA a la persona que en vez de usar el hospital público paga por
    un servicio privado, porque esa persona está aliviando al hospital
    público para que pueda atender al que lo necesita".
    El titular de Staff Médico considera que también falta "educación,
    porque una persona no puede estar comiendo -o bebiendo- y fumando a destajo
    y pretender que un grupo solidario le cubra sus desaguisados. Una formación
    universitaria más moderna en el uso racional de los recursos que
    se van incorporando, y alguien que frene la incorporación espuria
    de sistemas".
    El exceso de información no digerida es otro problema que se suma:
    "El paciente tampoco se beneficia de Internet: apenas 5% de lo que
    sale en las revistas médicas más prestigiosas del mundo
    tiene comprobación absoluta y muchos son adelantos de lo que está
    en estudio".
    "¿Cómo veo el futuro? Difícil, porque este cambio
    habría que haberlo empezado hace diez años y son varios
    los operadores que tienen que cambiar. No debe avergonzarnos decir que
    los recursos son finitos; tenemos que sincerar qué podemos hacer
    con los recursos que hay ", aconseja.
    En cuanto a las relaciones del sector privado con el público, reconoce:
    "En lo personal son muy buenas, pero en lo profesional son muy malas.
    El Estado no termina de considerar al sector privado como una de las tres
    patas que sostienen al sistema de salud en la Argentina, a pesar de que
    involucra entre 2,6 y 3 millones de personas, prácticamente el
    tamaño de un Pami. La mal llamada medicina prepaga alguna vez fue
    para gente de alto poder adquisitivo, pero no lo es hoy día".
    Y advierte no sólo sobre la posibilidad de que desaparezca el sistema
    sino que también anticipa: "El sistema de salud del país
    se va a deteriorar en su conjunto, porque así como al sector privado
    le cuesta reponer tecnología tras la devaluación, también
    le va a costar a la seguridad social y al sector público. Se siguen
    presentando nuevos programas de salud sin hablar de los pesos, y de los
    pesos hay que hablar en algún momento".
    Frente a la similitud que hay a veces entre las cartillas de prestadores
    y prestaciones de las distintas empresas de medicina afirma que la diferencia
    está "en la filosofía de cada empresa; en si se quiere
    dar una atención de salud cuasiprivada e importa el paciente; o
    si se asume únicamente que esto es un negocio".
    Finalmente, caracteriza a Staff Médico como "una empresa mediana
    que se mantiene en ese tamaño". "Nunca dije: vamos a
    hacer una expansión, vamos a comprar, vamos a fusionarnos y ser
    la megaempresa. El sembrar y mostrar una continuidad dio sus frutos y
    fue creciendo, lenta y progresivamente. Hemos tenido muchos ofrecimientos
    importantes para venderla, pero pensé en mi gente, que me acompañó
    cuando me quedé solo, a la que no podía dejar. Me siento
    feliz cuando vengo a la mañana y veo esto funcionando", concluye.

    De la cirujía
    a la gestión

    Consultado sobre cómo un cirujano se convierte en titular de una
    empresa, Giordano aclara que el camino no fue el que pensaba. "Yo
    quería estar en el hospital, en la sala de operaciones, con mis
    pacientes", dice. "Un amigo creía que había que
    hacer un sistema privado de salud porque los costos aumentaban y la gente
    lo necesitaba. Yo rechazaba un poco la idea, pero lo hicimos, no como
    un negocio sino para asegurar un grupo de pacientes, y empezó a
    funcionar. Esto fue en 1976 y en 1982 mi amigo falleció. Él
    era el que llevaba toda la gestión y ahí vino mi problema.
    Fui a la Cámara a escuchar de qué se trataba y empezamos
    a llevar adelante las cosas", comenta. Y destaca dos rasgos que lo
    ayudaron en el gerenciamiento: como cirujano está acostumbrado
    a tomar decisiones rápidas y por su herencia italiana tiene un
    fuerte sentido del ahorro.

    S