¿Es o no es sustentable el código de fuente abierta?

    En
    la columna que generó el debate, Epstein explica sus razones y
    termina diciendo que los gobiernos no deberían favorecer a algunos
    eximiéndolos de las presiones del mercado. Lo que sigue es la condensación
    de su columna y también la síntesis de la respuesta de un
    colega.
    El movimiento por la fuente abierta se estructura alrededor de tres postulados.
    Primero: el acceso al código fuente debe permitirse a todos. Segundo:
    una vez que alguien incorpora software de fuente abierta a sus propios
    programas, no podrá, al emitir una licencia, cobrar a otros por
    su uso ni impedirles que incorporen otras modificaciones al programa.
    Tercero: cada licenciatario acepta que cualquier otro licenciatario subsiguiente
    queda libre de usar o modificar el programa como lo hizo el licenciatario
    original.
    El gran punto de apoyo del movimiento de la fuente abierta es la General
    Public Licence (GPL) preparada por el Free Software Movement que cubre,
    por ejemplo, el sistema operativo Linux.
    El tema clave es si el software de fuente abierta representa una alternativa
    viable a las formas de software propietario, cuyas licencias se compran.
    Cabe destacar primero, que el software de fuente abierta descansa sobre
    el mismo régimen de propiedad privada que sus defensores desprecian
    por razones morales. Porque la licencia GPL no pone al software de fuente
    abierta en el dominio público, donde cualquiera puede usarlo como
    le plazca. No, la GPL brinda una estructura de propiedad amplia en la
    que un comité central decide si se incorporan los cambios propuestos
    al programa público básico. No hay compensación en
    dinero a los que aportan mejoras; ésas son personas que, o bien
    trabajan por amor al arte o están financiadas por terceros (la
    universidad o la industria) que quieren mantener viva esta plataforma
    alternativa.
    Hay dos debilidades serias en este sistema de gobierno. La primera es
    que la disposición fundamental de la GPL no ha sido demostrada
    y podría ser vulnerable por lo menos en dos aspectos. El primero
    es que sólo dice cuál es la obligación de cada programador
    con sus propias mejoras privadas. No especifica cuál es el remedio
    apropiado cuando alguna porción del código de fuente abierta
    es incorporada a un programa hasta entonces propietario. La intención
    aparente de esa disposición sería "infectar" ese
    nuevo programa para que todo su contenido se convierta en software de
    fuente abierta sujeto a la GPL.
    La segunda debilidad está en que la cláusula sólo
    obliga a aquellas personas que saben que están usando código
    de fuente abierta. Supongamos, por ejemplo, que A usa un código
    de fuente abierta en un programa que, a su vez, es usado por B. Si B no
    tiene conocimiento de cómo hizo A para armar su programa, podría
    quedar fuera del alcance de la licencia GPL. Pero aunque conociera la
    disposición, la GPL podría no alcanzarlo por entenderse
    que constituye una limitación ilegal a la transferencia de propiedad
    que toda persona es libre de ignorar. En cualquier caso, serán
    los jueces los encargados de contrarrestar el solapado imperialismo de
    la licencia GPL.
    Pero hay más. Las dificultades que plantea el movimiento de fuente
    abierta son más profundas. El movimiento tiene características
    similares a las de las comunas de los trabajadores y puede fracasar por
    la misma razón: imaginemos una comuna cuyos dueños son los
    trabajadores que comparten una alícuota de los aumentos de valor
    que generan con su trabajo. El sistema funciona hasta que alguno de ellos
    quiere salir. Si ese trabajador no puede recibir en dinero o especie su
    parte del valor aumentado durante su período de empleo, esa valoración
    será fagocitada por su sucesor. La receta ideal para gestar resentimiento.
    Ese peligro se evita creando una estructura de capital que dé a
    los actuales empleados intereses separables a cambio de sus aportes a
    la compañía. Pero una vez que se hace eso, la comuna se
    convierte en una tradicional compañía.
    El resultado es que las comunas idealistas no aguantan el largo plazo.
    El movimiento por la fuente abierta puede evitar estas dificultades para
    quienes contribuyen desde afuera y que trabajan por el crédito
    o la gloria. ¿Pero cómo hacen los de adentro, como Linus
    Torvalds por ejemplo, para beneficiarse con el negocio que crearon? Y
    en el ínterin, ¿cómo atraen el capital y personal
    necesarios para expandir el negocio? No por nada las empresas tradicionales
    han acrecentado sus estructuras de capital.
    Pero suponiendo que todo este análisis estuviera equivocado, la
    pregunta que decidirá la suerte de la fuente abierta es si ofrece
    una solución económica a problemas particulares. Las empresas
    harán esos cálculos por su cuenta, pero los organismos de
    gobierno pueden ser inducidos a tomar otro rumbo. Hay que evitar esa tentación.
    Los gobiernos no deberían imponer tecnologías eligiendo
    favoritos. Si la fuente abierta es menos eficaz que el software propietario,
    los gobiernos no deberían eximirlo de las presiones del mercado
    instalando amplias redes que faciliten su difusión.

    Escuchar al mercado

    James Boyle, profesor de Derecho en la Duke Law además de co-fundador
    y miembro del directorio del "Centro para el estudio del dominio
    público", discrepa con estos argumentos y piensa que esos
    temores son exagerados. Su alternativa es escuchar al mercado y presuponer
    el sentido común de los jueces.
    Con relación al primer punto, dice: "Empresas globales como
    IBM tienen muy buenos abogados. Por lo general no invierten millones de
    dólares en negocios creados con licencias que son vagas e imperialistas.
    En su cátedra, el profesor Epstein ha señalado repetidamente
    y con elocuencia que el mercado es el mejor sistema de procesamiento de
    información que tenemos. Debemos suponer que incorpora toda la
    información disponible. Si aplicamos ese principio aquí,
    nos indica que el mercado ha sopesado los riesgos y decidió que
    no son tantos. Esto no significa que el movimiento del software gratuito
    inevitablemente triunfe. Tampoco que la GPL no tenga una sola fisura:
    todas las licencias las tienen. Pero todo negocio tiene algún elemento
    de riesgo legal: la GPL es menos incierta que otras".
    En cuanto a la supuesta "intención" de los autores o
    usuarios de la GPL de "infectar" código propietario,
    la evidencia muestra exactamente lo contrario. Hasta donde se puede apreciar
    por su palabra y obra, los autores de la GPL quieren, con toda su fuerza,
    evitar los embrollos descriptos. Se esfuerzan por especificar las formas
    en que se pueden evitar problemas.
    En caso de que hubiera problemas con la GPL, es improbable que surjan
    por causa de vaguedad o imperialismo. Los jueces tratan de interpretar
    licencias de manera de no afectar expectativas legítimas. Expectativas
    legítimas aquí incluirían a empresas multimillonarias
    que la gente ha creado sobre la premisa de que esta licencia funciona.
    Tampoco van a condenar a un millonario software propietario sólo
    porque alguien, distraídamente, incluyó una línea
    de código GPL. Por lo general, los tribunales son instituciones
    sensatas y sus decisiones no van a generar un apocalipsis legal para ninguna
    de las partes de la línea propietaria.
    Pero la crítica fundamental es que la fuente abierta es insostenible
    porque las "comunas idealistas no pueden durar en el largo plazo".
    La iglesia católica lo hizo, y no le ha ido nada mal. La palabra
    clave aquí es "comuna". ¿Es la fuente abierta
    una comuna con una propiedad tangible que excluye al resto de nosotros,
    que se preocupa sobre cómo repartir las ganancias si alguien decide
    retirarse? ¿O es una comunidad que crea y ofrece al mundo entero
    la posibilidad de usar gratuitamente bienes no rivales que todos podemos
    tener, usar y reinterpretar como queramos? En ese tipo de comuna, cada
    uno de nosotros podría tomar, al irse, toda la propiedad que la
    comunidad ha creado.