Cómo y por qué de la sindicalización empresarial

    La idea surgió
    hace poco más un año, cuando Aldo Karagozian estaba reunido
    con algunos de sus más estrechos colaboradores en su oficina de Vicente
    López, la sede administrativa de Textil Noreste S.A., fábrica
    que produce alrededor de 40% del total de los hilados de algodón
    del país. Por esos días, Néstor Kirchner era –todavía–uno
    de los cinco principales candidatos a la presidencia de la nación
    y el concepto de “transversalidad” no connotaba demasiado en la
    política nacional. Sin embargo, la primera organización privada
    sin fines de lucro de carácter transversal ya estaba tomando forma.
    Se trataba –aún se trata– de la Fundación Pro-Tejer.

    “El 15 de marzo del año pasado tuvimos la primera reunión
    en la que nos preguntábamos qué podíamos hacer nosotros,
    como empresarios, por el sector textil. Al principio, alguien sugirió
    la idea de una fundación para la empresa, pero luego pensamos que
    sería mucho más conveniente construir un ámbito de
    representación sectorial antes que particular”, explica Karagozian,
    quien enseguida puso en marcha la conformación de un espacio amplio
    en el que participaran todos los subsectores de la cadena de valor textil.

    Tal como afirma uno de los promotores de Pro-Tejer, ya en otros años
    se había intentado convocar a los distintos actores, “pero las
    diferencias y los intereses particulares, enfrentados entre sí, pudieron
    más que las necesidades que se suscitaban en conjunto”. Así,
    la penosa experiencia de desunión empresarial provocó, en
    gran medida, los diferentes males que aquejaron a la agroindustria textil
    en los últimos 30 años.
    Con estos antecedentes, no sorprende entonces que Karagozian, actual presidente
    de la entidad, advierta que la convocatoria fue muy trabajosa. En ese marco,
    revela cuál fue el criterio fundacional: “La idea era que, al
    menos, estuvieran uno o dos representantes de cada eslabón que conforman
    la cadena agroindustrial textil. No obstante, la elección de esos
    primeros participantes fue arbitraria: debía ser gente que tuviera
    una visión precisa del sector al que representaría, pero también
    la predisposición para conocer y entender las preocupaciones de los
    otros subsectores. No servían aquellos que pudieran poner palos en
    la rueda en el tiempo que daríamos los primeros pasos”.
    Así, la Fundación tomó forma cuando se sentaron alrededor
    de una misma mesa desde los productores de fibras (naturales, sintéticas,
    artificiales) hasta los comercializadores, pasando por los desmotadores
    y lavaderos, hilanderos, diseñadores textiles y de indumentaria,
    tejedores, tintoreros, confeccionistas y marcas. Además, del espacio
    participan algunos eslabones satélites como los corredores fibras,
    los productores de químicos y avíos, asociaciones gremiales,
    medios especializados, e instituciones técnicas y educativas.
    A diferencia de las entidades de representación tradicionales, tales
    como las cámaras u otras como las gremiales, la creación de
    esta fundación supone (¿inaugura?) una novedosa forma de sindicalización,
    cuya misión es la de bregar por el interés general de un sector,
    aunque sin descuidar las necesidades particulares de cada una de las partes.
    De acuerdo con sus propósitos fundacionales, Pro-Tejer aspira a que
    la industria textil “recupere su identidad, destacando su capacidad
    emprendedora e innovadora, para que sea reconocida por su importante aporte
    productivo y social en el país”. Para ello, se propone “asistir,
    desarrollar, contener e integrar a la agroindustria textil y de indumentaria
    argentina para ayudarlos a crecer”.
    Karagozian cuenta que no tomaron ninguna experiencia del exterior como modelo;
    sin embargo, Patricia Marino, directora del Centro de Investigación
    y Desarrollo Textil del Instituto Nacional de Tecnología Industrial
    (INTI), que se sumó cuando la idea ya tenía forma, menciona
    diferentes experiencias exitosas fuera del país como Sistema Moda
    Italia, Inexmoda de Colombia y Abit de Brasil, por ejemplo.


    Intereses:
    ¿contrapuestos o complementarios?

    Culminada la instancia de selección de los primeros participantes,
    los desafíos inmediatos pasarían por armonizar las diferentes
    posiciones de los actores y por superar los intereses contrapuestos. Se
    trataba, en definitiva, de representantes de subsectores que se encontraban
    en una mesa por primera vez, pero que –por el lugar que ocupan en
    la cadena– no conocían las preocupaciones ni las necesidades
    de los demás.
    Por caso, Martín Churba, diseñador y dueño de la
    marca de ropa Tramando, confiesa que cuando lo convocaron tuvo la sensación
    “de que alguien se había despertado de un estado de atontamiento”,
    comparando esta experiencia del sector con lo que sucede en Brasil. Según
    estima el empresario, Pro-TEJER permite encarar una profunda redefinición
    de toda la cadena. Sobre los primeros encuentros, cuenta que fue una sorpresa
    mutua encontrarse con quienes no tenía relación: “Uno
    como otro pensaba ‘qué tiene que ver este tipo conmigo’
    y de repente lo entendimos juntos”, comenta.
    No todas las entidades subsectoriales decidieron sumarse a la fundación
    desde el principio. Algunas, como la Cámara Industrial Argentina
    de la Indumentaria (CIAI), prefieren no participar de manera institucional
    de la experiencia, sino observar “atentamente” su desarrollo
    y, más tarde, tomar una decisión respecto de cómo
    seguir a partir de los resultados. Aun así, la posición
    de la cámara no impide que algunos de sus empresas asociadas formen
    parte de Pro-Tejer, pero sólo a título personal.
    La pregunta que surge al conjugar los roles de Pro-Tejer y las cámaras
    es hasta dónde sus tareas se superponen. La fundación, sin
    embargo, diferencia sus roles: “Las cámaras deben seguir defendiendo
    los intereses particulares de sus asociados, pero con una estrategia común
    que sume fuerzas y facilite el crecimiento, pues la resolución
    de los intereses encontrados entre los diferentes eslabones de la cadena
    debe ser el gran desafío de Pro-Tejer” .
    En cambio, Héctor Kolodny, director ejecutivo de la CIAI, sostiene
    que la aparición de la fundación no supone un debilitamiento
    de las cámaras en su condición de representante sectorial,
    aunque habrá zonas grises que superar. “Nosotros no percibimos
    como un riesgo el surgimiento de Pro-Tejer; aunque si debo ponerme por
    un momento en los zapatos del funcionario de turno que se encuentra con
    cuatro o cinco representantes diferentes para un mismo problema. Lo ideal
    sería presentar una posición consensuada. Creo que la segmentación
    es una característica del ser nacional”, manifiesta, sin intentar
    hacer una crítica maliciosa.
    Sin embargo, Ernesto Bolton, presidente de la Cámara Algodonera
    Argentina, no cree que el surgimiento de la Fundación vaya a debilitar
    el papel de las cámaras. “De hecho son varias las que están
    representadas en Pro-Tejer, cuyo propósito es, entre otros, sentarse
    con los actores de distintos eslabones para compatibilizar los intereses
    generales”, indica. Con él coincide Patricia Marino, quien
    además de funcionaria del INTI es docente de la carrera de Ingeniería
    Textil en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), que opina
    que Pro-Tejer exhibe una forma organizativa novedosa en el sector, pero
    que su objetivo es “desarrollar estrategias sectoriales para el crecimiento
    del conjunto y no simplemente asumir una posición defensiva, a
    la espera de un contexto internacional favorable”.


    Sector estratégico para unos y otros
    Por cierto, la vocación de Pro-Tejer no es la de segmentar. Tal
    como lo expresó Karagozian cuando se realizó la presentación
    de la entidad en octubre pasado, la misma “apunta a unir a los distintos
    subsectores y de ese modo reposicionar a la cadena como un sector estratégico
    para el desarrollo industrial y federal de la República Argentina”.
    Al parecer, el proyecto fue entendido de la misma manera por los funcionarios
    nacionales, quienes mostraron una gran predisposición y recibieron
    a los fundadores de Pro-Tejer en numerosas oportunidades. El itinerario
    por los despachos oficiales tuvo como primer destino el ministerio de
    Planificación Federal a cargo de Julio De Vido. Pero también
    hubo paradas en el Ministerio de Economía, donde trataron con el
    secretario de Industria, Comercio y de la Pequeña y Mediana Empresa,
    Alberto Dumont; con el secretario de Agricultura, Miguel Campos, y con
    el propio titular de esa cartera, Roberto Lavagna. Por último,
    se entrevistaron con el Presidente Kirchner.
    Según los funcionarios consultados por MERCADO, la iniciativa gozó
    de una recepción excepcional en el Gobierno nacional (ver aparte).
    Incluso, se logró el apoyo del Poder Ejecutivo para integrar representantes
    de los ministerios de Economía, Planificación Federal, Trabajo
    y Educación, con el objetivo de impulsar el “Plan Nacional
    de Generación de Empleo a través de la Reconversión
    de la Agroindustria textil”.
    El emprendimiento, que contempla la creación de 450.000 puestos
    de trabajo en el sector textil durante los próximos cinco años,
    comenzó a definirse a partir de un encuentro desarrollado a fines
    de 2003 entre empresarios, economistas, representantes del Instituto Nacional
    de Tecnología Industrial, de la Universidad de Buenos Aires, de
    la Asociación Obrera Textil y los funcionarios nacionales designados
    por el Gobierno. Entre las ideas surgidas en ese espacio, se analizaron
    la implementación de una marca país; la conformación
    de alianzas transversales con otros sectores para exportar; el trabajo
    conjunto con agregadurías comerciales; la inserción en el
    sector de beneficiarios del Plan de Jefas y Jefes de Hogar; el incremento
    de la inversión tecnológica; la implementación de
    penas severas para quienes comercialicen productos por canales clandestinos;
    la promoción de economías regionales; y, la redistribución
    geográfica de materias primas y empresas textiles, entre otros.

    En simultáneo, la fundación convocó al Ministerio
    de Educación para trabajar juntos en la elaboración de planes
    educativos con salida laboral. La propuesta planteada consiste en la revisión
    de los programas curriculares de educación técnica para
    adaptarlos a las necesidades que surgen de los distintos subsectores de
    la agroindustria textil. “Es necesario que los estudiantes se encuentren
    con la realidad, porque deben saber con qué máquinas van
    a producir, cuáles son los tipos de hilados y cuáles los
    costos reales”, puntualiza Graciela Suen, directora de la carrera
    de Diseño Textil y de Indumentaria de la UBA, destacando que hay
    una necesidad de unir a la empresa con la universidad, sobre todo en carreras
    que están íntimamente vinculadas con la producción
    y la venta. “En la UBA, que es una universidad masiva, no nos interesa
    tanto formar un artesano que haga alta costura como crear una industria
    nacional”, subraya.
    La interacción entre Pro-TEJER y el sector educativo se puso de
    manifiesto a fines de agosto, cuando Luis Demarco, decano de la Facultad
    Regional de Buenos Aires de la UTN, planteó con preocupación
    a Karagozian que la inscripción a la carrera de Ingeniería
    Textil era de apenas nueve estudiantes. De inmediato, 15 empresas asociadas
    a la fundación se comprometieron a incorporar –a partir del
    segundo semestre de 2004– como pasantes rentados por $ 500 mensuales
    a los estudiantes de esa carrera que cumplieran con una serie de condiciones
    exigidas por la dirección. Luego de una campaña de difusión
    periodística auspiciada por Pro-Tejer, había 275 estudiantes
    anotados al cierre de la inscripción, a fines de noviembre.
    La Fundación en acción
    Con alguna que otra excepción, los miembros de la fundación
    reconocieron que no se esperaban “de los políticos” la
    acogida que le dieron a sus propuestas. Para Marino, la buena recepción
    de los funcionarios nacionales radica en varios puntos. “El primero
    se relaciona, seguramente, con el papel que juega el sector en la generación
    de empleo, algo que nunca se había presentado en su real dimensión
    y diversidad; el segundo se vincula a la presentación de propuestas
    serias que hemos realizado para el crecimiento del sector, un hecho nada
    frecuente en nuestro país”.
    A fines del año pasado, el Comité Ejecutivo de Pro-Tejer
    le planteó al embajador argentino en Brasil, Juan Pablo Lohle,
    su preocupación por la “invasión” de productos
    textiles oriundos del país limítrofe. “Debían
    corregirse las asimetrías entre los socios del Mercosur”,
    exigieron en varias oportunidades ante los medios. A raíz de esa
    cuestión el ministro Lavagna asumió un compromiso con las
    autoridades de la fundación y afirmó que “si no se
    llegara a un acuerdo voluntario entre los sectores textiles de Brasil
    y la Argentina para equilibrar el comercio entre ambos países,
    el Gobierno argentino adoptaría medidas para proteger a su industria
    nacional”.
    El 23 de enero la disputa entre empresarios argentinos y brasileños
    dio un vuelco, ya que –en cumplimiento de su palabra– el Gobierno
    nacional salió en defensa de los productores locales, con una medida
    que regula las importaciones en ese rubro. ¿El argumento? El daño
    que la avalancha de importaciones estaba causando a la actividad. Ante
    el riesgo de un nuevo golpe sobre el vapuleado sector, Lavagna tomó
    una decisión de manera unilateral y anunció que los importadores
    deberían pedir una autorización especial para traer productos
    textiles.
    Así, el Gobierno (“con una medida comercial normal, aceptada
    por la OMC”, diría el ministro) protegería puestos
    de trabajo de la industria local. En la Fundación Pro-Tejer sintieron
    que todo el esfuerzo y la presión ejercida a pocos meses de organizarse
    comenzaba a dar resultados alentadores, a pesar de que el mes pasado,
    a partir de una autolimitación de los empresarios brasileños,
    el Gobierno argentino decidió rever la medida y dejó sin
    efecto el pedido de permisos especiales, un trámite que implicaba
    trabas y demoras.


    Contra un nuevo
    “genocidio industrial”

    Según la Fundación Pro-Tejer, en las últimas tres
    décadas se llevó adelante un decidido “genocidio industrial”
    con efectos devastadores para el sector. Al tiempo que dejaban de humear
    las chimeneas y se bajaban las persianas, en la localidad bonaerense de
    Munro, por ejemplo, cerraron sus puertas –en no más de 30
    cuadras a la redonda– Cofia S.A., Sedalana S.A., Standard Textil,
    Productex S.A., Costaguta Hnos., Fabril Financiera y La Hidrófila,
    lo que significó que, sólo en esa zona, 16.000 trabajadores
    quedaran en la calle.
    Pero, ahora, las perspectivas son muy optimistas, ya que, según
    la industria, el textil es el sector que menos inversión necesita
    para crear un puesto de trabajo. En la actualidad hay 250.000 hectáreas
    plantadas con algodón, pero la idea es llevarlas a 750.000. “Es
    que estratégicamente, la industria necesita un proveedor fuerte
    de algodón”, justifica Karagozian. A su vez, Bolton, desde
    la Cámara Algodonera, agrega que “hoy el algodón es
    rentable, pero el problema que tenemos es de financiamiento”. Y compara:
    “Sembrar una hectárea con soja cuesta alrededor de US$ 75,
    mientras que hacerlo con algodón cuesta US$ 250. La facturación
    bruta de esa hectárea está en el orden de los US$ 600, o
    sea que es rentable”.
    Es verdad que para hacer un análisis y una evaluación equilibrada
    es conveniente observar los próximos pasos de la Fundación
    Pro-Tejer, pero hay que señalar al menos que se trata de una iniciativa
    que despierta interés. En rigor, la cadena de valor es en sí
    un concepto útil y práctico para optimizar los beneficios
    de sus eslabones integrantes, sin embargo en nuestro país todavía
    no había sido aplicado. La idea de la Fundación Pro-Tejer
    es llevar a la práctica este concepto en toda su magnitud

    sustentación en el tiempo
    Raúl Rodríguez Secretario de Industria
    y Comercio

    Desde que asumimos esta responsabilidad institucional, uno de los
    principales objetivos es llevar adelante políticas que generen
    una industria que tenga sustentación en el tiempo. Así,
    con la Fundación Pro-Tejer –como con varias organizaciones
    que agrupan a diversos sectores de la Industria– hemos logrado alcanzar
    una estrategia común. Sabemos que las empresas textiles necesitan
    posicionarse como nichos de valor y calidad para competir a nivel internacional.
    Es una tarea a mediano y largo plazo; complicada, pero sumamente necesaria.
    El mercado está ofreciendo oportunidades y el sector está
    respondiendo. La mayoría de los textiles son Pymes y en los últimos
    tiempos han mostrado un dinamismo muy marcado, acorde con las exigencias
    que plantea el escenario mundial.
    La Fundación ha tenido una intensa participación en las
    negociaciones bilaterales con Brasil para resolver la problemática
    del intercambio comercial textil. Sin lugar a dudas, la asociación
    entre el sector público y el sector privado –donde se enmarca
    la relación fluida que mantenemos con Pro-Tejer– debe ser
    imitado en otros campos de la actividad productiva nacional. Porque creemos
    que no existe una política industrial válida, si no parte
    del consenso de todos los integrantes de la cadena productiva. Con el
    grupo textil coincidimos en la estrategia y también en los objetivos.

    La educación como eje y estrategia
    Daniel F. Filmus Ministro de Educación, Ciencia
    y Tecnología

    Es imposible diseñar una política de educación técnica
    para el país si no tenemos en cuenta cuál es el modelo productivo
    que queremos para la Argentina, y cuáles son las políticas
    laborales vigentes. La educación debe ser el eje central y la estrategia
    para recuperar el desarrollo del país, formar ciudadanos e impulsar
    el crecimiento a través del trabajo.
    El despegue de la política económica que estamos experimentando
    será acompañado de un cambio en la educación técnica
    de nuestro país: en este contexto, celebramos la tarea de la Fundación
    Pro-Tejer, que a partir del fortalecimiento del vínculo entre educación
    técnica y empresa, busca reposicionar al sector agro-textil en
    el nuevo escenario de reindustrialización. Aspiramos a que muchas
    otras empresas sigan este ejemplo, para que la educación vuelva
    a ser una fórmula de crecimiento; eje central y estrategia para
    recuperar el crecimiento del país.

    por el fortalecimiento de las cadenas agroalimentarias
    Miguel Campos Secretario de Agricultura, Ganadería
    y Alimentos


    La industria textil se caracterizó por tener una significativa
    dinámica dentro de la economía nacional. Industria que,
    entre otras, vincula dos importantes cadenas de valor, como lo son el
    algodón y la lana ovina, con fuerte presencia regional dentro del
    territorio nacional. Así, la Fundación Pro-Tejer sustenta
    una parte importante del sector textil nacional, y merece resaltarse su
    misión de fortalecer y recuperar la capacidad emprendedora e innovadora
    de toda la cadena textil.
    Pro-Tejer también se propuso motivar a los jóvenes a emprender
    estudios relacionados con los procesos industriales textiles, buscando
    recuperar de esta manera una capacidad productiva con recursos humanos
    altamente calificados.
    Es singular la importancia social que la cadena textil tiene como creadora
    de puestos de trabajo, tanto en sus eslabones más representativos
    como en otros sectores relacionados.
    Uno de los desafíos de la Secretaría de Agricultura es el
    de alcanzar, como mínimo, niveles de producción que al menos
    satisfagan las necesidades nacionales de demanda de fibra. La meta siguiente
    pasa por lograr niveles de excedentes y, en lo posible, de productos con
    valor agregado para el mercado internacional, para que la Argentina se
    convierta en un referente a nivel mundial.