Alrededor del planeta, el GNL vuelve a interesar. Hace poco ExxonMobil la mayor petrolera del mundo pidió permiso para construir una terminal en Gales. Su objeto es llevar GNL de Qatar a Gran Bretaña. En total, se construyen o reactivan 48 plantas, redes e instalaciones.
La consultora Cambridge Energy Research estima que, hacia 2020, el GNL importado representará 20% del consumo estadounidense. Hoy, roza apenas 1%.
Por supuesto, la globalización del gas como producto primario afectará las relaciones entre países importadores y países exportadores. Cuando uno empieza a embarcar gas desde Ãfrica o Levante, entra en una dimensión geopolítica inédita, sostiene Rodney Schmidt, director en PFC Energy, una consultora de Washington. Pero, para él, las claves están alrededor del océano Pacífico.
No hace mucho, las petroleras ponían mala cara cuando se descubría gas. El producto no valía gran cosa y ni siquiera se lo asentaba en libros. Esto va cambiando. Primero, porque la demanda de GNL crecerá más que la de otros hidrocarburos: las usinas eléctricas a gas contaminan menos que las de carbón, petróleo y las controvertidas centrales nucleares. Sólo en Estados Unidos, 80% de la capacidad generatriz es a gas y el Departamento Federal de Energía espera que, para 2025, la demanda se haya doblado.
Segundo, en la Unión y Gran Bretaña, existencias otrora abundantes de gas tienden a bajar a mayor ritmo que el esperado por los gobiernos y las empresas. El proceso conduce a la opción más compleja y cara: el GNL importado.
Este combustible es cada día más difícil de hallar en Estados Unidos, salvo Alaska. Pero esas reservas y las de Canadá recién estarán disponibles al fin de la década, debido a restricciones para el financiamiento de gasoductos. Entretanto, las tarifas se han triplicado en tres años.
Por consiguiente, el GNL cuyos proveedores principales son Royal Dutch/ Shell, British Petroleum y ExxonMobil va convirtiéndose en factor de negocios clave. El capital insumido asciende a más de US$ 50.000 millones en 20 países, que producen 100 millones de toneladas anuales. La expansión del segmento eleva ya la rentabilidad de los yacimientos.
Los grandes proyectos de GNL (BP en Trinidad, Exxon en Qatar, Shell, Exxon y los japoneses en Sajalin) se tornan más críticos para cada empresa. El gas también las ayuda a limpiar su pésima imagen en materia ecológica y ambiental.
30 años después
Durante tres decenios, el comercio de GNL ha sido dominado por Indonesia, Malasia y, hasta cierto punto, Australia, en calidad de máximos proveedores. Japón con 50% de la demanda mundial y Surcorea son los mayores consumidores de la Tierra. Pero, hoy, Ãfrica (con proyectos en Argelia, Egipto, Nigeria, Angola y Guinea ecuatorial) está aumentado su parte en la oferta.
Al mismo tiempo, el empleo creciente de GNL en Estados Unidos y toda Europa promoverá un cambio en la estructura de demanda. Nada de eso carece de riesgos, empezando por las incertidumbres que afrontarán los grandes países consumidores, al depender de proveedores social o políticamente volátiles. También hay factores psicológicos; como en Gran Bretaña, que ha sido casi autosuficiente en electricidad durante un siglo y quizá deje de serlo.
El componente geopolítico ya es evidente. En marzo de 2002, ExxonMobil debió suspender la extracción de gas, debido a la guerra entre los separatistas locales (provincia de Atseh, Sumatra) y el gobierno indonesio. En la otra punta de ese país, Papua occidental, BP encontró resistencia al proyecto de Tanguh.
¿Guerra de precios?
Asia, el mayor mercado mundial de GNL, tiene hoy más proveedores potenciales que clientes. Los gobiernos compradores, aunque desesperados por diversificar fuentes y no depender tanto de Levante, ya no quieren seguir pagando los altos precios históricos.
Tampoco es fácil vender GNL en Estados Unidos, mercado todavía en manos de los gasoductos. Estas dificultades se han exacerbado con la desaparición de intermediarios, a causa del desastre Enron. Sin esos operadores, las compañías deberán ir al mercado por su cuenta.
Sin embargo, el GNL sigue siendo mucho más caro que el de gasoducto. Si las reservas de Alaska o Canadá alcanzasen al consumidor norteamericano antes de lo calculado, le sacarían demanda potencial al GNL. Por lo mismo, si México deparase a las compañías internacionales mayor acceso a sus vastas reservas, surgiría un filón en los umbrales de Estados Unidos, En Gran Bretaña, el GNL deberá competir con gas bombeado por ductos desde Noruega o Rusia.
El caso mexicano es muy especial. Cinco grandes firmas de hidrocarburos tratan de ingresar a un enorme mercado, controlado por el Estado, remiso a que los de afuera desarrollen el gas natural. Pero la coalición es formidable: ExxonMobil, la española YPF Repsol, la francesa Total, la canadiense Nexen y vaya ironía Petrobras, controlada por el estado brasileño.
El poder ejecutivo azteca se muestra dispuesto a una apertura condicionada. Pero la oposición parlamentaria ya anunció que cuestionará cualquier acuerdo o contrato ante la Corte Suprema.
Sajalin: se calienta el gas
Sajalin es una isla que debiera pertenecer a Japón, no a Rusia, y se halla apenas a 40 kilómetros al norte del Sol Naciente. Exxon y Shell ya están ahí pero, hace pocos meses, Tokyo Electric Power (TepCo) y Tokyo Gas (TG) convinieron en comprar juntas 2,3 millones de toneladas ™ anuales de GNL durante por lo menos dos décadas, a partir de 2007.
Ambas firmas son las mayores demandantes mundiales de GNL. A su vez, Kyushi Electric Power ha hecho un pedido por 500.000 tm y otras eléctricas niponas cerrarán contratos en 2004. Malas noticias para Indonesia y Australia, cuyos acuerdos expirarán hacia 2010.
Para Jakarta, en particular, cualquier pase de Japón a otros proveedores podría ser un feo golpe. Tanto para la economía, como para el grupo estatal Pertamina, en proceso de privatizarse. En lo tocante a Australia, perder el mercado japonés le restaría valor al reciente acuerdo con China (alrededor de US$ 39.000 millones) y presionaría sobre los precios.
Japón le compra casi 30% de su GNL a Indonesia, su proveedor dominante y de Australia proviene 13%. Un analista de Tokio, Toshinori Ito (UBS), cree que la competencia del proyecto Sajalin 2 ya está reduciendo precios en Asia oriental. Esta fuente ofreció a TepCo y TG descuentos de 20 a 30%. Si Australia, Malasia e Indonesia no hacen algo similar, los nipones se pasarán a Sajalin.
A principios de noviembre, Purnomo Yusgiantoro ministro indonesio de Energía dijo que Rusia (la isla le pertenece) era un rival potencial para obtener contratos japoneses por 6 millones de tm de GNL. El funcionario admitió que su país haría rebajas para no perder clientes. Estas cosas serán normales cuando Sajalin 1 el otro megaproyecto tienda gasoductos submarinos hacia Japón o China.
Mitsui y Mitsubishi, como intermediarias de hidrocarburos, tienen participación en Sajalin 2, al igual de Royal Dutch/Shell. Chiyoda y Toyo Engineering están construyendo plantas e instalaciones en Sajalin 1. Este proyecto está en manos de ExxonMobil.
Las apuestas son altas. La demanda de gas natural en Asia oriental tenderá a crecer a razón de 4% anual hasta 2033. Ya Australia e Indonesia piensan más en China, Taiwán y Surcorea que en Japón. Por de pronto, Canberra se anotó un tanto en octubre, cuando ChrevronTexaco opera el yacimiento Gorgona Mayor firmó un acuerdo con China Offshore Oil Corporation. Objeto: abastecer hasta 100 millones de toneladas de GNL entre 2004 y 2028.
A esta altura de los acontecimientos y con tan complejo horizonte en vista, queda claro que Japón, Rusia, China, Estados Unidos, Australia, Indonesia, Malasia y México están cambiando las reglas del juego geopolítico alrededor del Pacífico y sus recursos no renovables.