La Argentina y Chile comparten una de las más largas fronteras del planeta y en el pasado tuvieron desencuentros por cuestiones limítrofes que casi los llevan a una guerra en 1978. Hoy están unidos por más de 30 pasos fronterizos, siete gasoductos, un oleducto y un electroducto. Además, en agosto pasado, los presidentes Ricardo Lagos y Néstor Kirchner ratificaron acuerdos e impulsaron la libre transitabilidad entre los dos países.
En el plano económico, las inversiones chilenas en la Argentina representaron, entre 1990 y 2001, casi US$ 14.000 millones. Se concentraron sobre todo en el sector eléctrico e industrial, aunque también las finanzas y el comercio fueron destino de esos capitales. Si bien la Argentina no incluyó en esos años inversiones directas por un monto similar, logró incrementar el saldo de la balanza comercial a su favor (de US$ 388 millones en 1990 llegó a los casi US$ 2.900 millones en 2002).
Relaciones asimétricas
Según el Indec, la balanza comercial del primer semestre de 2003 indica que la Argentina destina a Chile 11% del total exportado mientras que ingresan de ese país tan sólo 2% de las importaciones. El desbalance genera que Gustavo Díaz, asesor en comercio exterior de la Sociedad de Fomento Fabril de Chile institución que reúne a empresas y gremios vinculados al sector industrial chileno y agrupa a cerca de 2.500 empresas, exprese: En la medida que no se reactive la demanda interna en la Argentina con la creación de nuevos empleos y que no se restablezca una verdadera apertura comercial con el exterior, será difícil lograr un equilibrio en la balanza comercial entre los dos países.
Pablo Grinspun, jefe de la Sección Económica y Comercial de la embajada argentina en Santiago, estima: Evidentemente, la disparidad en la balanza actual podría dar lugar, en un futuro, a algunas reacciones o intentos de fricciones comerciales. Si bien ello es difícil, debido a que el marco comercial es riguroso, la pérdida de importancia relativa del mercado argentino para Chile nos desplaza como interlocutor válido en materia comercial, de forma tal que el interés exportador chileno pasa por otros mercados.
Aun así, Grinspun no pierde el optimismo y cree que el mercado nacional sigue siendo de mucho interés para el país transandino, porque es en los mercados regionales donde Chile coloca buena parte de sus manufacturas industriales. Es justamente por ello que una reactivación del mercado nacional y un eventual incremento de las exportaciones chilenas a la Argentina, podría tener un efecto potenciador muy importante de la relación bilateral, coincide en parte con Díaz.
Según la óptica de Daniel Krupnik, presidente de la Asociación de Agentes de Ventas en Comercio Internacional, una red que se especializa en asesorar sobre comercio exterior, no debería haber preocupación porque en Chile ven muy bien a la importación. Si están importando es porque están haciendo un buen negocio.
Para Eduardo Romero, presidente de la Cámara Argentino-Chilena, las relaciones comerciales entre los dos países son excelentes. Y agrega: El proceso de desgravación del comercio bilateral iniciado con la firma del Acuerdo de Complementación Económica Nº 16 se ha desarrollado con normalidad y nos alegra ver hoy que una gran parte del intercambio se lleva a cabo sin el pago de aranceles.
Chile como mercado
Entre las características ventajosas del mercado chileno que describe un estudio de la Fundación Exportar se destacan:
- transporte doméstico y comunicaciones eficientes;
- 25% de los compradores más frecuentes buscan variedad y amplia selección de productos;
- mercado consumidor de comidas importadas concentrado en Santiago, donde vive 40% de la población del país.
Otras de las particularidades que presenta Chile como mercado receptivo a las exportaciones argentinas son, según Daniel Krupnick, cercanía geográfica, estabilidad económica y bajas barreras arancelarias y para-arancelarias. Y explica: Es atractivo porque es muy competitivo, en términos absolutos es pequeño en volumen y es un buen mercado para someter a prueba algunos productos. Esto es así porque si alguien exporta a una plaza tan exigente como Chile y le va bien, tal vez le pueda ir bien en otros mercados.
Pablo Grinspun coincide en que es un mercado ideal para las Pymes que desean iniciarse en comercio exterior. Y destaca los menores costos de transporte, una sólida vinculación empresarial y comercial y las preferencias arancelarias derivadas del acuerdo Chile-Mercosur.
Se puede considerar que ya no es sólo un destino final de interés para los productos de las empresas nacionales sino que se ha transformado en una plataforma ideal de lanzamiento para aquellas empresas que tienen capacidad y calidad de producción para llegar a distintos mercados mundiales, pero que no cuentan con gran experiencia exportadora, agrega Grinspun.
Por otro lado, el diplomático afirma que Chile es un socio estratégico por excelencia, con una estructura productiva más complementaria que sustitutiva. Esto estimula las posibilidades de estrechar alianzas interempresariales con vistas a la exportación a terceros mercados, principalmente los asiáticos, a los cuales Chile tiene un acceso preferencial.
Por su lado, Eduardo Romero explica que el chileno es un mercado abierto al mundo, donde la tasa máxima de protección arancelaria es 6%: Los empresarios chilenos se han acostumbrado a competir con el mundo y los consumidores exigen calidad, precio y servicios.
Un nuevo componente a tener en cuenta por los hombres de negocios argentinos es el acuerdo de libre comercio firmado entre Santiago y Washington. Al respecto, Romero estima que si los empresarios de ambos países actúan con inteligencia, puede ser un excelente trampolín para que productores chilenos y argentinos unifiquen y complementen sus ofertas exportables, logrando volúmenes adecuados para ingresar a ese gran mercado que es el estadounidense. Por otro lado, Romero no deja de llamar la atención sobre el desafío que significará la competencia de productos norteamericanos para los exportadores argentinos a Chile.
Pequeñas diferencias
En cuanto a los temas a resolver, los entrevistados en general coinciden en que no son muchos pero que hay que encararlos cuanto antes.
Desde Chile, Gustavo Díaz enumera que los temas que más preocupan a los empresarios chilenos en su relación con la Argentina son la falta de definición sobre el tema de la deuda externa; la pesificación por el efecto negativo que ha tenido sobre las operaciones de comercio exterior y la inversión extranjera, en particular la chilena en la Argentina; y la pronta regularización del sistema financiero y de pagos internacionales.
Desde la Argentina, Romero admite que quedan algunos puntos por resolver, como el tema de los controles y normas fitosanitarias, pero afirma que existe una firme voluntad política en ambos gobiernos en solucionarlos en el corto plazo.
En el plano institucional, y con vistas a una integración mayor, Díaz cree que la Argentina tiene que sincerar sus disposiciones legales y reglamentarias para hacerlas compatibles con un esquema de libre mercado, partiendo por sus políticas cambiaria, monetaria y tributaria.
Grinspun, por el contrario, explica que la relación comercial entre ambos países tiene muy pocos escollos: Desde un punto de vista técnico, en los últimos años se han ido solucionando una cantidad de diferendos comerciales existentes. Aunque insiste en que, en relación con la balanza comercial, la situación ideal estaría dada por un crecimiento de las ventas en ambos sentidos. Lo que en alguna manera está sucediendo este año (las ventas chilenas están aumentando poco a poco) a partir de la recuperación económica argentina, concluye el diplomático.