Por la felicidad hacemos todo […] y no hay otra cosa, excepto ella, que complete el bien del alma y el cuerpo, dice el filósofo griego Epicuro en su famosa Carta a Meneceo.
Epicuro vivió allá por el 300 antes de Cristo, cuando estas cosas se pensaban muy en serio. Juan Martín Guevara y Mariano Azar, socios y dueños de Epicúreos se conocieron trabajando en Puro Tabaco. El primero era el fundador; el segundo, el jefe de ventas.
Pasado el tiempo, decidieron encarar juntos un nuevo proyecto que incluyera lo gastronómico, el vino, los habanos, la buena música y servicio de calidad bajo una propuesta integradora de todos esos rubros.
Así nació Epicúreos, como la consecuencia lógica de querer que el placer marcara, por sobre todo, el rumbo del nuevo emprendimiento.
Como filosofía, el epicureísmo se basa en el placer. En el placer como equilibrio entre la satisfacción de las necesidades del cuerpo y las necesidades del intelecto. La justicia, la honestidad, la prudencia, el equilibrio, son virtudes cardinales en el sistema ético epicúreo.
Hemos tomado en préstamo el nombre de Epicúreos, porque sus enseñanzas y pensamientos, de hace más de 2.000 años, han recorrido estos siglos sin deterioro, y sigue siendo para el hombre una necesidad satisfacerse (en el concepto epicúreo) con los placeres del cuerpo y del intelecto. Y esto, justamente, es lo que ofrecemos en nuestra propuesta, cuenta Juan Martín que, entre otras cosas, es hermano menor del Che Guevara.
La propuesta, como ellos dicen, se hizo real en un local cercano al Solar de la Abadía, en Soldado de la Independencia 851. El lugar reúne más de 350 etiquetas de vinos nacionales y algunas perlas extranjeras, cervezas de los lugares más recónditos del mundo, habanos de todas las marcas y precios, y una carta de comida mediterránea moderna, que incluye también picadas elaboradas y delikatessen exclusivas.
La sombra de un alcanfor centenario, se expande por el jardín original, hoy techado para que los visitantes puedan disfrutar de una buena copa de vino. Epicuro daba sus clases de filosofía en un jardín y cuando llegamos aquí, nos pareció que era el lugar perfecto para abrir nuestro restaurante , dice Juan Martín.
Guevara tiene 60 años y una larga historia vivida sobre sus espaldas. Azar tiene apenas 26 y todas las energías para crecer. Nos complementamos muy bien, yo soy más cuidadoso, más conservador, él tiene más empuje. Nos sorprendió mucho que, a pesar de no ser gastronómicos, no hemos tenido muchos problemas. A los ocho meses llegamos al punto de equilibrio. Todo el movimiento comercial se paga a sí mismo, y el dinero adicional que entra lo usamos para comprar vino para guardar. Este negocio se inició con $ 250.000, que esperamos recuperar en cuatro años, dice Guevara.
Un menú distinto
El salón principal es cálido, con mesas bien dispuestas y estanterías discretas que ofrecen todos los vinos nacionales y algunas perlas extranjeras. Epicúreos se define como un bar restó y wine bar, en donde se puede comer desde una picada completa por $ 19 hasta los platos más refinados de la comida mediterránea moderna. Su carta incluye entradas elaboradas y platos principales como, por ejemplo, un salmón rosado especiado, acompañado con juliana de pimientos tricolor y fondue de hinojos y cebollas, por $ 26 o un solomillo Uruqell, en salsa de cerveza checa y miel con panaché de verduras por $ 21. Comida de alta calidad, a precios más que accesibles.
El perfil que le estamos dando nos satisface a nosotros y al público, se genera una buena relación y buen ambiente y la gente vuelve. Los clientes nos aconsejan, nos dan ideas, nos han ayudado mucho, son casi amigos. Después yo tengo muchas relaciones con el tema del habano, porque fundé Puro Tabaco y hace más de 20 años que trabajo en ese rubro. Nosotros fuimos pioneros en muchas cosas, como por ejemplo vender habanos en las estaciones de servicios o en hipermercados. Decidimos poner una tabaquería en Epicúreos con todas las condiciones necesarias para la conservación. Hay muy pocas tabaquerías que tengan un humidor con temperatura controlada. Y eso, el cliente que sabe, lo aprecia enormemente, continúa Juan Martín.
Abrir otro local es una aspiración personal. Sabemos que es una posibilidad muy cercana, pero nos tomamos nuestro tiempo. Decidimos no franquiciar nunca, porque queremos cuidar el producto y adecuarlo a cada lugar. Nuestra idea es adaptarnos a la gente para que se sienta bien. Eso tuvimos que hacer aquí. Empezamos brindando comida mediterránea pesada, del sur de Italia, con muchos pescados y mariscos, bien elaborada por Lello Sorrentino, un chef prestigioso que nos armó la primera carta, pero luego volvió a Italia. Y tuvimos que acomodarnos a la gente que venía acá, porque algunas comidas fueron imposibles de hacer, por los pescados importados o por la elaboración. La gente no quería platos tan cargados. Hoy, Leonardo Roncoroni, nuestro jefe de cocina, prepara todo en el momento, no hay nada marcado o hecho con anterioridad. Con respecto a los vinos, cervezas, champagnes, Epicúreos funciona como un wine bar y una vinoteca. Aquí, bajo el asesoramiento de Raimundo Ferrari, nuestro sommellier, la gente encuentra siempre un buen consejo.
Cuando se viene a comer, sólo se cobra un descorche. Entonces si un vino sale $ 60 y en cualquier restaurante sale 100, aquí te lo cobramos 65. Mucha gente que toma buen vino, en vez de llevárselo a la casa, cena, abre su botella, lo toma acá con un buen plato y luego se lleva la botella. Vendemos también vino por copa y tenemos unos dispensers que controlan la temperatura y le sacan el oxígeno para que se conserve.
Nuestro sommellier sabe muchísimo, ha intervenido en varios concursos y tiene una característica muy buena: que en cada franja de precios, él encuentra siempre el mejor. Y realmente la gente cada vez va confiando más y se deja aconsejar, dice Azar.
La música es el ingrediente perfecto que completa la armonía del lugar. Vamos a incorporar un dúo que toca bossa nova y jazz. Ya se presentaron dos veces, lo hicieron muy bien. Los clientes no pagan nada aparte por el show. Es otra de nuestras ofertas, cuenta entusiasmado Guevara.
En Epicúreos, también se puede asistir a degustaciones de vinos, charlas con enólogos e incluso se puede utilizar el espacio en las mañanas para hacer reuniones de trabajo: Estamos investigando otras opciones para la mañana, como desayunos de trabajo. Buscar empresas que necesiten un espacio tranquilo, cerrado para ellos, para que puedan trabajar. Estamos empezando a ver cómo lo ponemos en marcha, comenta Azar.
La última pata de este proyecto, es su presencia en Internet. La página de Epicúreos, www.epicureos.com, forma parte del plan de marketing que ambos tienen pensado.
No es un sitio institucional o un portal solamente comercial, sino que con el tiempo pretendemos que se convierta en un referente en la Web de vinos, habanos y comidas. Una apoyatura, un canal de comunicación veloz, que nos permita tener contacto con nuestros clientes. Queremos hacer una newsletter, ofrecemos un buscador completo de vinos, pueden buscar por región, por cepa, por bodega, se publican los precios. Queremos que sea una herramienta más de comunicación y de gestión y que lentamente genere una comunidad en torno a nuestro restaurante. Es un trabajo más lento, pero es más a nuestro estilo y sabemos que dará muy buen resultado, finaliza Azar.M