La pregunta del millón a la hora de hablar de estrategias de desarrollo
es: ¿sobre qué sectores se basará el crecimiento? Los últimos
estudios sectoriales demuestran que la Argentina no tiene por delante la definición
de un esquema de crecimiento productivo basado en una locomotora única
de crecimiento. En realidad, la convertibilidad redefinió a fondo la
trama productiva de la Argentina y trazó un mapa que, guste o no, será
la guía de cualquier intento de recuperación sostenida en algo
más sólido que la sustitución de importaciones.
Es evidente que el poder de fuego del complejo agropecuario y el fenomenal cambio
que atravesó ese segmento en la década de los años ’90,
con masiva incorporación de tecnología, explosión de los
rindes, eficiencia y rentabilidad, así como la creciente integración
de sus cadenas de valor, muestran un sector hiperdinámico que arrastra,
como ningún otro, al crecimiento económico. Pero la radiografía
del país muestra decenas de emergentes asociados a la creatividad e innovación
productiva.
La economía local también muestra fenómenos explosivos
en áreas de diseño industrial, gráfico, de muebles, producción
de objetos de decoración de interiores, calzado, tecnología informática
y software. Es en las cadenas agroindustriales donde el desafío es desarrollar
nichos de productos con diferenciación y marcas. Lo mismo ocurre con
el sector de vinos en Mendoza y ahora San Juan, los limones en Tucumán,
los lácteos en Santa Fe o las frutas finas en el sur.
Otros sectores de alto potencial y en los que la Argentina ya tiene muestras
de empresas funcionando al máximo nivel de competitividad internacional
son el de máquinas agrícolas, tecnología médica,
la cadena de valor del gas, que incluye equipos de GNC y equipamiento de uso
industrial, así como biotecnología aplicada al negocio agropecuario.
En distintas áreas, empresas como Invap (producen desde satélites
meteorológicos, hasta equipos médicos y software de gestión
de producción) o Biosidus (pionera en biotecnología, desarrollo
y fabricación de medicamentos) demuestran el altísimo potencial
en actividades intensivas en recursos humanos calificados.
Finalmente, el sector turismo está cambiando reglas de juego que impidieron,
en períodos similares de tipo de cambio alto y superfavorable a las visitas
de extranjeros, el desarrollo efectivo de ese negocio. Todos los estudios muestran
ahora un cambio basado en condiciones centrales: mejor oferta de infraestructura
de servicios, transporte, comunicación, etc.; pero también en
un cambio cualitativo trascendental en el criterio de negocios de las empresas
y empresarios dedicados al turismo.
La Argentina incorporó masivamente tecnología al campo, lo cual
multiplicó los rindes y la calidad de los productos, pero allí
no termina el potencial de los recursos naturales. Los expertos aconsejan a
Economía diseñar medidas para que el mayor encadenamiento de actividades
permita aprovechar a fondo recursos que, de otro modo, quedan en el estadio
de los commodities. Países como Noruega o Suecia son claros ejemplos
de aprovechamiento de los recursos naturales en cadenas de alto valor agregado:
a partir de los recursos forestales, llegan a productos gráficos de altísimo
valor y diferenciación.
Un estudio que el Ministerio de Economía encargó a la Comisión
Económica para América latina y el Caribe (Cepal), en el que participaron
más de 80 prestigiosos economistas dirigidos por Bernardo Kosacoff, titular
del organismo en el país, analiza los principales sectores y realiza
un análisis comparado sobre el potencial de la industria argentina partiendo
de una buena radiografía del estado en que quedó la industria
tras diez años de convertibilidad:
1) el llamado “patrón de especialización” que muestra
un muy importante dinamismo de las exportaciones de productos primarios, pero
en donde no se avanzó en productos de valor agregado, marca y especialización;
y
2) la generación de capacidades tecnológicas domésticas
importantes en la zona de tecnología de producto (ensamblado), pero un
abandono y pérdida importante en las capacidades innovadoras y en los
desarrollos tecnológicos referidos a la tecnología de procesos,
que es lo que genera calificación de recursos humanos y competencia de
las empresas.
El siguiente repaso de diez de los principales sectores industriales de la economía
argentina, tomado del voluminoso informe de Cepal para el Ministerio de Economía,
muestra una imagen dual: por un lado la realidad de sectores con alto potencial
que estuvieron por años sometidos a condiciones muy cambiantes, alta
competencia externa sin malla de contención y, al mismo tiempo, y muchas
veces como consecuencia de ese “hacer negocios” sin red, sectores
de alta capacidad adaptativa y un potencial de negocios enorme.
1) El sector agroalimentario
Es el principal proveedor de divisas del país: los productos agropecuarios
(primarios y manufacturas de origen agropecuario) representan 50% de las exportaciones
totales. Luego de aumentar 66% en la década de los ’90, sus ventas
descendieron desde 1998 como consecuencia de la caída de los precios
de los commodities y la devaluación de Brasil.
El estudio de la Cepal demuestra que la estructura del sector cambió
positivamente respecto de los productos de alto valor que más crecieron
en el comercio internacional: entre 1991 y 2001 el incremento fue 130%. Actualmente
se exportan alimentos que no se vendían una década atrás,
como frutas finas, kiwis, papas prefritadas y hortalizas congeladas; junto a
otros como vinos, aceitunas, uvas de mesa, aceites esenciales o espárragos
que multiplicaron varias veces sus volúmenes comercializados. Si bien
representan apenas 5% del total de las exportaciones agropecuarias, su importancia
radica en que se adaptan a las nuevas tendencias del mercado y son una clara
oportunidad de negocios para aumentar las ventas al exterior.
Actualmente, los países de medianos y altos ingresos demandan productos
frescos, “naturales”, asociados a cualidades relacionadas con la salud,
el placer y el estatus. En este terreno, las ventajas de la Argentina son enormes,
porque a la tradicional disponibilidad de recursos naturales para el agro le
suma condiciones ecológicas que, en muchas regiones, le permiten no utilizar
–o utilizar muy pocos– productos fertilizantes, plaguicidas o herbicidas.
De esta forma, estos bienes pueden ser catalogados como orgánicos o con
bajo contenido de sustancias sintéticas.
Al evaluar la potencialidad de crecimiento, los economistas de la Cepal son
muy optimistas: si se mantiene la tasa anual de crecimiento de 16% registrada
entre 1991 y 1998 el ingreso de divisas pasaría de US$ 600 millones en
2001 a US$ 2.600 millones dentro de diez años, pero consideran que “en
función de los relevamientos realizados, es factible que el crecimiento
sea mayor”. Adicionalmente, el desarrollo de este tipo de producciones
potencia los efectos multiplicadores, la creación de empleo, y amplía
la actividad económica a diversas zonas del país, creando polos
de crecimiento regionales con una importante presencia de Pymes. Por otra parte,
permitiría diversificar el destino de las exportaciones que actualmente
se concentra en Brasil (50%), Sudáfrica (15%), China (10%) y España
(7%).
A pesar de que el sector agroalimentario tiene un alto nivel de desarrollo y
complejidad, a la hora de las recomendaciones, la Cepal destaca la necesidad
de solucionar los problemas de financiamiento de las Pymes y de apoyarlas para
coordinar actividades y promover el acceso a nuevos mercados.
2) El sector frutihortícola
La producción de cítricos dulces y pomáceas (peras y manzanas)
da lugar a dos de los complejos agroindustriales más importantes del
país. En 2001 exportaron productos por más de US$ 600 millones;
ocupan el cuarto lugar entre los complejos exportadores agrícolas y el
sexto en el total de las ventas al exterior. Considerando los volúmenes
comerciados internacionalmente, la Argentina representa 2,2% de los cítricos
dulces, 5,4% de las manzanas y 22% de las peras.
Estos complejos suman una facturación que supera los US$ 1.000 millones,
tienen más de 11.000 productores y ocupan unos 140.000 puestos de trabajo.
Las frutas frescas son el producto más importante, mientras que las manufacturas
se desarrollan con frutas de menor calidad y valor.
Las excelentes condiciones naturales para la producción frutihortícola
del Litoral, de Río Negro y de Mendoza son la principal ventaja nacional,
por este motivo las frutas frescas son el producto más valioso. Un claro
ejemplo es el de las peras, cuyas condiciones naturales de calidad no han podido
ser alcanzadas por otros países. Sin embargo, el complejo tiene importantes
retrasos respecto de las pautas modernas de fruticultura de los países
más dinámicos. Para la Cepal estas ventajas naturales se pierden
porque existen frecuentes choques entre los actores privados y las diversas
instituciones públicas que regulan la actividad. A modo de ejemplo, el
estudio de la entidad enumera que existen 14 organismos e instituciones que
definen políticas para el sector y más de 20 con poderes regulatorios.
La falta de políticas claras produce incentivos difusos que afectan negativamente
una producción que genera zonas geográficas de alta densidad económica:
son cultivos que demandan una atención intensiva con alta utilización
de mano de obra y la comercialización requiere tecnología de precisión
y servicios que preserven la calidad de los productos, desde la unidad productiva
hasta la mesa de los consumidores. Esta situación se refleja en la estructura
del sector, totalmente concentrada en el proceso comercial (empaque y acondicionamiento)
y en las operaciones de exportación donde 70% de los envíos los
realiza 10% de las empresas habilitadas.
Las recomendaciones de largo plazo, estratégicas, de la Cepal apuntan
a valorizar la oferta mejorando la sanidad y la calidad, desarrollar e imponer
la marca país y avanzar en una alianza estratégica entre el sector
público y el privado que fortalezca institucionalmente el dinamismo de
la producción.
3) Gas natural y sus derivados
Es una fuente de energía que en los últimos años ganó
importancia a escala mundial por la existencia de importantes reservas, su eficiencia
energética, su uso para generación de termoelectricidad y por
ser “limpia” desde el punto de vista del impacto ambiental. Los estudios
de Cepal muestran que la Argentina se encuentra con importantes ventajas competitivas
regionales dadas por su ubicación, nivel de reservas, su know how de
la actividad, por tener economías de escala, un mercado energético
equilibrado y exportaciones consolidadas de los productos de mayor valor agregado
del sector como equipos para motores a gas natural comprimido (GNC) y equipamiento
para estaciones de servicios.
En cuanto a las ventajas de la localización, el informe de la Cepal destaca
que, si bien en el contexto mundial, la Argentina no es un país gasífero
sino “un país con gas”, en el contexto regional la abundancia
relativa de reservas y la existencia de un mercado energético equilibrado
(con autoabastecimiento de gas natural, petróleo y sus derivados, y electricidad)
la transforman en un importante actor porque con la única excepción
de Bolivia, los demás países vecinos tienen escasa o nula disponibilidad
de gas natural. Así, Latinoamérica tiene dos grandes oferentes
de gas con Bolivia y la Argentina y dos grandes demandantes con Brasil y, en
menor medida, Chile. De esta forma, considerando los precios, la productividad
y los costos del transporte, el gas argentino tiene importantes ventajas competitivas
para abastecer el sur de Brasil (Porto Alegre), Uruguay y Chile (actualmente
es el principal cliente, compra cerca de 90% del total del gas exportado por
la Argentina).
Considerando las potencialidades –y los problemas– de la producción
gasífera la Cepal realizó proyecciones sobre la demanda, la producción
y las reservas para el período 2003-2010, sobre su impacto en la balanza
comercial y el empleo. La producción de gas natural registraría
una tasa de crecimiento promedio de 5,3% anual, menor a 7% registrado entre
1993 y 2001, para pasar de los 45.000 millones de m3 actuales a 67.000 millones
en 2010. Las reservas crecerían a un ritmo menor al de 5% anual de los
’90, con lo cual la relación producción/reservas pasaría
de 16,6 años en 2001 a 11,9 años en 2010.
El crecimiento de la producción estaría impulsado por las exportaciones
que, para el período proyectado, crecerían 16% anual. Este incremento
de las ventas al exterior aumentaría los ingresos de los US$ 309 millones
en 2001 a unos 915 millones en 2010. Hay que destacar que este resultado impactaría
plenamente en la balanza comercial del sector por la inexistencia de importaciones
de gas. El mercado interno en cambio, crecería a un ritmo menor a 2,8%
anual de la década pasada, y la provisión de gas natural para
vehículos sería el componente más dinámico.
Mientras que la generación de empleo directo, de acuerdo con las proyecciones
de producción, sería de unos 14.200 puestos de trabajo hasta 2010;
la indirecta se ubicaría entre los 53.000 y 62.000 nuevos empleos.
Por sus características, en el sector se realizan proyectos si tiene
la demanda asegurada y, además, requiere la inversión de grandes
sumas de capital con largos plazos de maduración y recupero, por lo cual
necesita de un ambiente de negocios y jurídico estable para hacer previsibles
la evaluación de las inversiones en las áreas de exploración,
explotación, transporte y distribución. El abandono de la convertibilidad,
con la devaluación y la pesificación de las tarifas, no afectó
a todos por igual: las más afectadas por la coyuntura fueron las distribuidoras
seguidas por las transportistas, aunque mantuvieron márgenes operativos
positivos; mientras que las productoras obtuvieron mejores resultados porque
compensaron los aumentos de los costos de productos dolarizados porque pudieron
mantener ingresos en la misma moneda (exportaciones y ventas a empresas locales
con ingresos en dólares). El mayor problema que enfrentan es que su deuda
está estructurada en dólares, por lo cual aumentaron fuertemente
sus ratios de endeudamiento y enfrentaron problemas de liquidez para realizar
pagos al exterior.
En este contexto, para la evolución de las inversiones que en este caso
no dependen de situaciones coyunturales, es vital que se renegocie el marco
regulatorio considerando su sustentabilidad en el mediano y largo plazo de acuerdo
con las nuevas reglas macroeconómicas.
4) La industria de autopartes
El comportamiento de la industria autopartista depende de la producción
automotriz, pero se diferencia de las terminales en que puede mantener un comportamiento
más estable porque el mercado de los repuestos le da más posibilidades
de adaptarse a la caída de la demanda de automotores. A pesar de la profunda
crisis que provocó la salida de la convertibilidad, los trabajos de la
Cepal que analizan los cambios de estrategias y percepciones empresarias muestran
que el actual contexto macroeconómico es considerado “en general
optimista” por las empresas encuestadas. El fuerte impulso dado por la
devaluación a las ventas al exterior de los sectores con capacidad exportadora
(“ganancia de competitividad por precio”) y la reestructuración
de los ’90 dan cuenta de estas expectativas.
De las 500 empresas autopartistas que existían en 1992 (50% en el Gran
Buenos Aires, 21% en Córdoba, 12% en Santa Fe y 10% en Capital Federal),
la Cepal calcula que sólo la mitad estaba en condiciones económicas
y tecnológicas para enfrentar los cambios internacionales (el paso del
fordismo al toyotismo, la automación flexible y la polivalencia laboral)
y las nuevas condiciones locales con la constitución del Mercosur. El
desafío para las autopartistas fue cumplir con la calidad exigida por
las terminales, incorporar tecnología y producir una amplia variedad
de modelos; el resultado fue la tercerización y la instalación
de proveedores mundiales (Global Sourcing) que modificaron por completo la estructura
del sector a lo largo de la década pasada.
Sin embargo, la heterogeneidad del sector muestra una dinámica muy distinta
entre las empresas. Para captar estas diferencias, el estudio de la Cepal se
realizó en tres subsectores: la producción de asientos, el estampado
y el de cajas de velocidad. El informe concluye que las empresas con mayor flexibilidad
para adaptarse son las que pueden exportar y participan activamente del mercado
de repuestos doméstico porque, a pesar de que la competencia les fija
un fuerte límite a los precios, tienen menor dependencia de la producción
local de vehículos. Las principales restricciones que ven los empresarios
del sector se refieren a la falta de políticas estatales que fomenten
las exportaciones; la dificultad para sustituir insumos importados, ya que la
concentración de los ’90 provocó la salida de proveedores;
y el escaso dinamismo del mercado interno.
Del lado positivo, los investigadores destacan que ninguna de las firmas encuestadas
reconoce tener problemas financieros y existe una importante capacidad ociosa.
Las recomendaciones a largo plazo apuntan a fortalecer el sector automotor para
que el “efecto derrame” beneficie a las industrias con baja capacidad
de desarrollo propio; a estimular la relación terminal-autopartista local
para que formen parte de los proveedores globales; y a establecer normas de
calidad para la comercialización de repuestos. Mientras tanto, la estrategia
más probable parece ser buscar más independencia de las terminales
(exportando o comercializando refacciones); o participando en la producción
de bienes que no estén relacionados con la industria automotriz, especialmente
las empresas en las cuales la baja especificidad del capital les permite mayor
flexibilidad.
5) Confección y diseño
A escala mundial la industria de la confección creció, entre 1980
y 1998, 58,8%; en 2001 el comercio internacional llegó a US$ 195.000
millones, cinco veces más que lo transado en 1980, y los países
asiáticos tienen una presencia cada vez más importante. En la
Argentina, la indumentaria es central dentro del sector textil: tiene 51% de
las unidades productivas, 30% de los puestos laborales y 27% del valor de la
producción del segmento; en el conjunto del sector manufacturero representa
4% del empleo y más de 2% del valor agregado industrial.
Por otra parte, de acuerdo con el informe de la Cepal, reúne dos atributos
que el Gobierno considera centrales para impulsar la reactivación: es
un sector mano de obra intensivo y casi la totalidad de los establecimientos
que lo componen son Pymes. En cuanto al primer aspecto, por las características
del proceso productivo se utiliza mucha mano de obra que, tanto por razones
tecnológicas como económicas, no puede ser reemplazada por maquinaria;
en cuanto a las empresas, del último censo económico se desprende
que 99,5% de las 5.225 unidades productivas del sector son Pymes, de las cuales
casi tres cuartos son sociedades de hecho, colectivas o unidades unipersonales
(ver “Las primeras marcas mundiales de indumentaria”, en la página
56).
Desde el “efecto Tequila”, en 1995, el sector tuvo fuertes y permanentes
caídas de la producción y en 2001 se encontraba 40% por debajo
de los valores de 1993; las importaciones aumentaron 68% entre 1995 y 2000;
y el consumo cayó 42%. Esto demuestra una de sus principales debilidades,
ya que la falta de exportaciones lo hacen depender del ciclo local de la economía
y del poder adquisitivo de la población. Sin embargo, 2002 marcó
un cambio en la tendencia ya que el tipo de cambio alto favorece las exportaciones
y permitió la sustitución de importaciones en el mercado local,
pero este desempeño de corto plazo necesita de políticas de largo
aliento para hacer competitiva la industria nacional.
Si bien éste es un sector tradicionalmente protegido en los principales
mercados, Estados Unidos y Europa, los acuerdos sobre Textiles y Vestido alcanzados
en la Organización Mundial de Comercio (OMC) estipulan su progresiva
liberalización desde enero de 2005. En este nuevo escenario, con el comercio
controlado por los grandes clientes (customer driven), la industria debe ser
capaz de ofrecer productos personalizados a precios de producción masiva;
y la rápida reposición de artículos será cada vez
más importante para ganar mercados lo que provocaría una fuerte
regionalización en torno a Estados Unidos, Europa y Japón.
En este contexto, las recomendaciones de la Cepal llegan tanto al Ministerio
de Economía como a Cancillería y apuntan a solucionar problemas
específicos del sector y a definir posturas más firmes en el ámbito
internacional.
6) Industria del calzado
El relevamiento realizado por la Cepal muestra que a pesar de operar en un mercado
interno deprimido, el tipo de cambio alto le permite al sector volver a exportar
y sustituir importaciones. Según los datos difundidos por el sector,
en 2002 la utilización de la capacidad instalada se encuentra por encima
de 70% y, en algunos casos, llega a 100%.
Esta recuperación se da sobre todo en los fabricantes de productos de
moda y de alta calidad que rápidamente recuperaron su participación
en los mercados de América latina, Estados Unidos y Europa. También
incide la sustitución de importaciones, especialmente del calzado de
calidad intermedia y baja proveniente de Brasil y del sudeste asiático.
Durante la década pasada el sector registró una caída anual
acumulativa de 4,5%, con un fuerte impacto en la desaparición de unidades
productivas y pérdida de puestos de trabajo: la información sectorial
estima que existen alrededor de 700 fábricas, frente a las 2.500 registradas
en el último censo económico y que entre 1995 y 2001 se perdieron
6.600 puestos de trabajo. Las causas de la crisis del calzado hay que buscarlas
en la apertura económica, la implementación del Mercosur y la
sobrevaluación del peso, sobre todo en la última mitad de los
’90. En estas condiciones, las firmas locales no pudieron enfrentar el
aluvión brasileño (nuestro vecino es tercer productor mundial
de calzado de calidad media y baja) ni la entrada de zapatillas asiáticas.
La gestión tecnológica y productiva actual tiene la marca de los
’90: para mantener posición en el mercado desarrollaron una gran
cantidad de modelos, pero perdieron eficiencia productiva por aumentos de costos
y de tiempos muertos en la producción. Una deficiencia del conjunto es
la falta de vinculación con los proveedores con la consecuente falta
de calidad y homogeneidad de los insumos, sobre todo con la industria curtidora
lo que impide generar manufacturas de cuero con alto valor agregado. Del lado
positivo, no hay atraso tecnológico ni grandes problemas de equipamiento.
A la hora de las recomendaciones la Cepal se centra en políticas que
permitan fortalecer la sustitución de importaciones y la presencia en
mercados externos. Entre las más importantes se encuentran: crédito
para capital de trabajo y financiación de exportaciones; fomento de la
integración vertical y horizontal para ganar en calidad de productos
y escala de producción; capacitación en
7) Contenidos y bienes culturales
Es un área clave de la economía a escala mundial dado el impacto
que tiene la producción de bienes y servicios culturales en la generación
de valor agregado y empleo. Los estudios de Cepal muestran que, del total de
ganancias generadas por las industrias culturales, los países iberoamericanos
sólo retienen 5%. Sin embargo, en países como la Argentina, el
peso de estas actividades sobre el conjunto de la economía es muy importante.
El escenario actual en la economía argentina muestra un altísimo
nivel de concentración y transnacionalización de las industrias
culturales. Sin embargo, en áreas claves como la industria discográfica,
la televisiva y la cinematográfica, el grueso de los productos consumidos
son locales.
Los mismos estudios de Cepal sobre los que el gobierno pretende sentar bases
para una estrategia nacional de desarrollo identifican cuatro subsectores claves
en él área de industrias culturales: industria del libro, discográfica,
cinematográfica y televisión. Esas industrias y sus conexas aportaban,
en 1994, 8,3% del PBI y 8,9% de los empleos, con alta concentración de
los mismos en la ciudad de Buenos Aires. La Argentina, en esto sí, se
parece bastante a los países desarrollados: su producción está
enfocada a los contenidos, más que a la de soportes.
La exportación de bienes culturales se concentra en cuatro rubros: libros,
folletos e impresos (US$ 44 millones en 2001), discos, cintas y soportes para
grabación de sonido (US$ 23 millones), diarios y publicaciones periódicas
(US$ 21 millones) y películas impresas y reveladas (US$ 13 millones).
Durante 2002 las importaciones de bienes culturales tuvieron una drástica
disminución, con el consiguiente efecto positivo en sustitución
de importaciones. De allí que la mayoría de los estudios de TV
y cinematográficos hayan mostrado desde el año pasado una ocupación
total de su capacidad instalada, con fuerte competencia de la demanda local
y la bienvenida demanda extranjera (paga en dólares) por parte de agencias
de publicidad y productoras en general. De todos modos, aunque se redujo el
enorme déficit entre exportaciones e importaciones de bienes culturales
(un rojo de US$ 793 millones en 2001), durante 2002 no se alcanzó a revertir
esa tendencia.
En la actualidad, la mitad de la producción editorial está concentrada
en no más de 20 editoriales, aunque han surgido nuevos actores que aprovecharon
la creciente segmentación de una demanda cada vez más interesada
en temáticas específicas. Al mismo tiempo, los canales de venta
minorista sufrieron una notable transformación: se expandieron las cadenas
de grandes librerías y nuevos actores captaron un segmento importante
del mercado (supermercados, disquerías, quioscos, Internet). Como contrapartida,
muchas pequeñas librerías desaparecieron, y otras atraviesan una
situación de gran precariedad.
La industria gráfica, conexa a la editorial, realizó en los ’90
inversiones importantes, adquiriendo maquinaria de última generación
que le permitió ganar en productividad. No obstante, el retraso cambiario
la llevó a perder hasta 20% de las ediciones de libros argentinos, a
manos de competidores externos.
En los últimos 18 meses, el crecimiento de las exportaciones de libros,
la caída de las importaciones tras la devaluación y las compras
realizadas por el turismo receptivo han actuado como un paliativo de la crisis
casi terminal en la que se sumergió la industria bibliográfica
desde 1999, con una caída en precipicio de la cantidad de títulos
y ejemplares editados.
Entre las recomendaciones que el equipo de Lavagna recibió por parte
de Cepal como herramientas de promoción del negocio del libro están
la eliminación de restricciones a la hora de liquidar exportaciones,
apoyar activamente a editoriales y autores en ferias internacionales y combatir
la piratería de libros.
En cuanto al subsector discográfico, el tope de ventas, luego de años
de compras masivas de equipos de reproducción, se dio en 1998. Desde
entonces, las ventas de CD y casetes no dejaron de caer. Pero luego de la devaluación,
algunas actividades de la industria de la música aparecen con mejores
perspectivas. Según Cepal, uno de esos casos es el de los estudios de
grabación, muchos de altísima calidad, que hoy ofrecen precios
muy competitivos en el ámbito internacional, atrayendo fundamentalmente
a artistas de países limítrofes. De todas maneras, hasta el momento,
dichas “exportaciones de servicios” apenas sirvieron para morigerar
los efectos de la crisis económica interna. La venta de derechos de artistas
argentinos para editar sus materiales en el exterior, es una oportunidad muy
interesante para los actores involucrados (especialmente autores, compositores,
intérpretes, sellos), ya que como las regalías se pactan en moneda
extranjera, se pueden obtener ingresos mucho más altos que los que genera
el mercado local. Además, eso permite el aumento de la difusión
en radios y canales de TV extranjeros, que devengan regalías para los
autores e intérpretes, y potencian el desarrollo de recitales en el exterior.
En cuanto a la industria televisiva, desde que se instaló la recesión
y especialmente en 2002, la TV argentina se vio afectada por el derrumbe de
la inversión publicitaria y la numerosa cantidad de hogares que dieron
de baja el servicio de TV paga. Esto se tradujo en la reducción de personal
en los canales y productoras y la disminución de remuneraciones a actores,
técnicos y otros trabajadores del medio. Las producciones se volvieron
más austeras y proliferaron programas –especialmente en el horario
de la tarde–, de bajo costo pero también de pésima calidad.
En este nuevo escenario, los estudios de Cepal detectaron que las productoras
intensificaron esfuerzos para colocar formatos televisivos en el exterior, aunque
este proceso avanza lentamente, debido a la escasa experiencia, conocimiento
y red de contactos en el exterior. La telenovela es otro de los productos considerados
exportables, aunque se visualizan limitaciones a raíz del carácter
localista y el lenguaje utilizado por la mayoría de las tiras, lo que
plantea el desafío de modificar ciertas formas, sin perder la esencia
de los contenidos. Cepal recomienda aunar esfuerzos para que el país
tenga su propia feria internacional de TV orientada fundamentalmente al espacio
iberoamericano, de manera de acelerar el tránsito hacia un proyecto de
exportación de contenidos televisivos. Aclaran que este tipo de iniciativa
debería ser asumida por los distintos actores del medio y apoyada por
el Estado nacional y el Gobierno de la Ciudad de Buenos.
8) Minería y petroquímica
Un estudio realizado por la Dirección Nacional de Minería sobre
el impacto de la devaluación del peso argentino en el sector muestra
que, tanto la actividad exploratoria como la producción de metalíferos
a gran escala, se tornan fuertemente competitivos y podrían atraer en
el mediano plazo inversiones de riesgo para el sector.
A su vez, en lo que respecta al rubro metalífero, la nueva relación
peso/dólar permite pensar que favorecerá la sustitución
de ciertos insumos, principalmente insumos químicos de explotación,
y también de algunos servicios de reparación y mantenimiento de
ciertos equipos y piezas que actualmente se hacen en Chile (ver “Minas
argentinas”, en página 48).
Los informes de Cepal aclaran que, si bien no se dispone de información
sobre la dinámica de inversiones de las empresas mineras de capital nacional,
preponderantemente Pymes que operan en los subsectores no metalífero
y rocas de aplicación, se puede deducir –a partir de la información
del registro de la ley de Inversiones– que un grupo de firmas realizó
inversiones orientadas a la reconversión productiva y modernización
(por vía de la incorporación de maquinaria y equipo importado)
y, en menor medida, a la construcción de nuevas plantas. A la vez, dicha
información permite inferir que fue reducido el número de Pymes
que accedió a los beneficios promocionales.
Industria petroquímica
Los estudios de Cepal muestran que el sector petroquímico demandó,
en 2001, US$ 1.250 millones de polímeros termoplásticos, representando
73% de la demanda final dirigida a la industria petroquímica. La flexibilidad
requerida por los diseños de fabricación y los requerimientos
de capital relativamente bajos, hacen de la industria plástica un típico
“segmento Pyme”, eslabonado entre actividades caracterizadas, en cambio,
por su elevado grado de concentración.
Entre las potencialidades que cuenta el sector para su desarrollo, el estudio
de Cepal señala:
–Una elevada actualización tecnológica en el parque de maquinarias
y equipos del sector, con una capacidad ociosa que permitiría, al menos
en una primera etapa, una recuperación del nivel de actividad sin exigencias
de nuevas inversiones.
–Fuerte dinamismo esperado en algunas “industrias cliente”, como
las agroindustrias con perfil exportador.
–Disponibilidad de materias primas: actualmente, existe producción
local de los seis principales termoplásticos. Por lo tanto, los transformadores
cuentan con estructuras de provisión que pueden ofrecer servicio técnico
y asistencia en lo que respecta a desarrollo de nuevos productos.
Minera Alumbrera Julián Rooney es el vicepresidente de la empresa |
Los estudios encargados por Economía demuestran que, ante el cambio de
precios relativos introducido luego de la devaluación, los productores
de materias primas plásticas se encuentran en condiciones de trasladar
integralmente a su precio el impacto de aquélla, incurriendo así
en una verdadera dolarización de la materia prima.
En los ’90, la evolución sectorial registró un importante
crecimiento. Entre 1990 y 2000, el sector triplicó su nivel de procesamiento
de termoplásticos, estableciendo una tasa de crecimiento anual acumulativa
de 11,8%. Este crecimiento fue impulsado por la fuerte expansión registrada
en ciertos mercados característicos. Es el caso del desarrollo de los
super e hipermercados –grandes consumidores de bolsas y bobinas de polietilenos–;
la obra pública y privada –demandante de tubos de PVC y polipropileno–;
la industria automotriz terminal, donde se produjo al mismo tiempo una sustitución
activa del plástico a expensas de materiales tradicionales.
Como parte de esta evolución, entre 1990 y 2000 el consumo anual de plásticos
por habitante en la Argentina casi se triplicó, creciendo desde los 11,5
kg hasta alcanzar los 31 kg. De todos modos, los parámetros locales de
consumo de plásticos se encuentran aún distantes de los valores
internacionales de referencia para los países mas industrializados. La
Argentina consume hoy la tercera parte de polietilenos que Europa occidental,
y menos de 30% del volumen del mercado norteamericano, medido en volumen por
habitante. Las distancias son aún mayores en polipropileno (PP), un termoplástico
fuertemente orientado a la inyección de piezas industriales, y cuyo consumo
evidencia un grado avanzado de integración industrial.
9) Industria vitivinícola
El auge de las exportaciones vitivinícolas de la segunda mitad de los
’90 es el rasgo más destacado del sector, que, además de
reflejar una mayor presencia en el mercado internacional, da cuenta de los cambios
productivos, las formas de comercialización y las estrategias empresariales
que se produjeron en los últimos años. El trabajo de la Cepal
destaca que, si bien las ventas al exterior de vinos finos fueron las que más
aumentaron, esto se repite –con distinta especificidad e intensidad–
con los vinos de mesa y los mostos. Esta incursión en nuevos nichos de
mercado, la segmentación de la oferta local y la adopción de nuevas
formas de alianzas estratégicas caracterizan el nuevo comportamiento
del sector.
La Argentina acompaña la tendencia internacional de disminución
de consumo de vinos: mientras que a principios de los ’80 el consumo medio
por habitante era de 76,3 litros, en los ’90 cayó a 54,1 litros
y en 2001 sólo se consumieron 36,3 litros por persona. La fuerte polarización
distributiva favorece esta situación en el mercado interno que muestra
una profunda caída de ventas de vinos de mesa y un aumento del consumo
de vinos finos.
Estos cambios afectaron la estructura del sector que tiene importantes diferencias
entre los subsectores (vinos de mesa, de calidad media y los de exportación).
En la producción de vinos de mesa es clave la economía de escala
y cinco grandes empresas controlan 75% del mercado, mientras en el restante
25% participan entre 25 y 30 bodegas con presencia en mercados regionales. Este
dominio de las empresas líderes se repite en el segmento de los vinos
finos de bajo precio –“finitos”, uno de los más dinámicos
del mercado– que posee un mayor grado de integración vertical que
los vinos de mesa. El segmento de los vinos de alta calidad es el que registró
las mayores transformaciones respecto de la propiedad de las empresas, con el
ingreso de capitales extranjeros, fondos de inversión, grupos económicos
nacionales y diversas formas de joint-venture entre nuevos y viejos actores.
Mientras lo distintivo de las políticas públicas nacionales durante
la década del ’90 fue la desregulación de las distintas fases
de la cadena vitivinícola, las principales provincias productoras implementaron
regulaciones para alentar la reconversión productiva, impulsar el consumo
y la exportación de los productos. El Fondo Vitivinícola de Mendoza
es un ejemplo de este tipo de políticas.
Al momento de las recomendaciones, la Cepal rescata el Plan Estratégico
de la Vitivinicultura Argentina (Pevi) que logró avanzar en la formulación
de políticas estatales de largo plazo, pero insiste con la necesidad
de fortalecer institucionalmente el sector para lograr minimizar los costos
económicos y sociales de su reestructuración y maximizar la expansión
productiva y exportadora manteniendo su complejidad productiva y social.
Entre las herramientas institucionales recomendadas destacan la necesidad de
fortalecer emprendimientos como el “Fondo Vitivinícola Mendoza”
para fomentar las exportaciones y estabilizar los precios de la materia prima;
implementar acciones para evitar las asimetrías de poder que existen
en el mercado (Ley 25.156 de Defensa de la Competencia); promocionar la integración
horizontal de los pequeños productores; jerarquizar la promoción
de las exportaciones de las pequeñas y medianas bodegas; implementar
una política comercial agresiva para ganar nuevos mercados y establecer
acciones específicas para estimular la sustitución de importaciones
vinculadas con el sector que generen empleo, eficiencia económica y competitividad
para no depender únicamente de los precios favorables de la actual coyuntura.
Bodega Familia Ana Amitrano es la |
10) El sector de maquinaria agrícola
Desde principios de 2002 se registra un incremento de las unidades producidas
y de la facturación del sector, con una importante reducción de
las importaciones. Por otra parte, se registró un aumento sustancial
de las exportaciones con respecto a 2001 y también si se las compara
con el trienio 1999-2001.
El estudio de la Cepal se centró en la producción de tractores,
cosechadoras e implementos para la preparación y mantenimiento de cultivos
que tienen un desempeño estrechamente ligado a la demanda local que es
estacional y depende de los precios de los commodities y de la situación
macroeconómica en general. Para mantener e incrementar la producción
del sector deben lograr el acceso permanente a mercados externos, adaptar las
tecnologías y escalas de producción y desarrollar un modelo de
análisis de la demanda para que exista una referencia sobre las necesidades
del mercado interno.
El sector está formado por una gran cantidad de fabricantes con una producción
diversificada, para amortiguar la alta estacionalidad de la demanda y disminuir
los riesgos producidos por la incertidumbre de la demanda. Así, se adaptan
a las necesidades del usuario (alta flexibilidad y escala media-baja de producción)
lo que en los hechos funciona como una protección natural para el sector
pero, por otra parte, se transforma en una barrera para ganar nuevos mercados.
Con respecto a la capacidad exportadora, la industria de maquinarias agrícolas
tiene dos importantes limitaciones: por una parte, no existe una adaptación
de los bienes a las necesidades de los productores de terceros países
y, por otra, es muy difícil establecer redes de distribución y
de servicios posventa, sobre todo para los productos tecnológicamente
más complejos como tractores o algunas fumigadoras. Por eso, la Cepal
considera que el diseño de productos es un aspecto estratégico
para afianzar la producción en los mercados doméstico e internacional.
La incorporación de paquetes tecnológicos sistémicos que
complementan el equipamiento, la genética y los productos químicos,
como fertilizantes y desmalezadores, obligan a desarrollar habilidades que superan
los conocimientos mecánicos de los fabricantes. Para que esto sea accesible
a los pequeños y medianos fabricantes, este tipo de desarrollo necesita
la implementación de estrategias asociativas, para ganar competitividad
con recursos financieros relativamente pequeños.
Llegado el momento de recomendar políticas concretas, la Cepal enfatiza
que en el corto plazo se debe generar información actualizada y confiable
sobre el sector para poder estimar la demanda real que sirva de orientación
a los pequeños y medianos productores; mecanismos asociativos –verticales
y horizontales– de complementación productiva, comercial y de diseño
y simplificar los trámites aduaneros para exportar. M
MERCADO On Line le amplía la información: • “Potencial intacto. ¿Tiene futuro la industria argentina?”. MERCADO, abril de 2003. https://mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=1&id_edicion=1023&id_nota=19 • “Resumen Ejecutivo General del Informe: Componentes Macroeconómicos, Sectoriales y Microeconómicos para una Estrategia Nacional de Desarrollo – Lineamientos para fortalecer las fuentes del crecimiento económico”. Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal), mayo de 2003. http://www.eclac.cl/argentina/noticias/paginas/ 8/12248/resumengral.pdf • “Maquinaria agrícola. Los fierros que mueven al campo”. MERCADO, junio de 2003. https://mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=1&id_edicion=1025&id_nota=15 • “La actividad en números. Radiografía de la industria vitivinícola”. MERCADO, marzo de 2003. https://mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=1&id_edicion=1022&id_nota=11 • “Cine argentino, en clave de industria. El backstage de un resurgimiento”. MERCADO, abril de 2003 https://mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=1&id_edicion=1023&id_nota=16 • “El sector turístico en la Argentina. Puntal de la reactivación”. MERCADO, junio de 2002 https://mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=1&id_edicion=1014&id_nota=12 • “La revolución agroexportadora. Otros clientes: las cadenas de supermercados de EE.UU.”. MERCADO, abril de 2002. https://mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=1&id_edicion=1012&id_nota=23 ”Citrícola San Miguel. Cómo sacarle jugo al mercado”. MERCADO, mayo de 2003 https://mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=1&id_edicion=1024&id_nota=21 • ”Invap. La argentina que conquista el cielo”. MERCADO, agosto de 2002 https://mercado.com.ar/mercado/vernota.asp?id_producto=1&id_edicion=1016&id_nota=19 |