La reconversión del fast food

    Poco más de un año atrás, dos jovencitas llevaron a McDonald’s
    a los tribunales, acusando a la cadena de ser responsable de su sobrepeso, por
    no alertar al consumidor acerca de las consecuencias que en ese sentido tiene
    la ingesta de hamburguesas y otros productos que comercializa la casa de comidas
    rápidas. A pesar de que en una primera instancia el juez a cargo rechazó
    la demanda, el caso Pelman puso sobre el tapete uno de los mayores problemas
    que aquejan a Estados Unidos: la obesidad.
    Al margen del entramado judicial, las estadísticas demuestran que el
    país del Norte es la nación más obesa de la tierra, razón
    por la cual se han llevado a cabo distintas campañas a escala gubernamental
    que abarcaron desde un impulso a la actividad física hasta una baja de
    impuestos, en caso de que el declarante iniciara un tratamiento para adelgazar.
    Lógicamente, las cadenas de comidas rápidas no se quedaron atrás
    y, en paralelo a las iniciativas institucionales, las firmas (Wendy’s,
    Taco Bell y la misma McDonald’s) agregaron a su oferta yogures, frutas
    y ensaladas, entre otros alimentos, que dan forma a una dieta baja en grasas
    y rica en vitaminas y minerales.

    Artesanías
    a la hora del té

    Las propuestas que hacen hincapié
    en la rapidez y el sabor abarcan, también, la sana actividad del
    merendar. Tal el caso de Tentíssimo, una cafetería y sandwichería
    que está presente en 10 shoppings y posee un local a la calle.
    “Uno de nuestros puntos más fuertes es la artesanía
    del producto”, señala Santiago Pichón Riviere, presidente
    de la empresa.
    Tentíssimo ofrece propuestas para todos los horarios del día
    y un menú promedio ronda los $ 6,50. El nivel de inversión
    para obtener una franquicia es de $ 150.000. La empresa factura, en promedio,
    $ 60.000 más IVA por mes.


    De esta manera, el concepto de fast food, tradicionalmente asociado a la comida
    chatarra (junk food), comenzó a dar un vuelco, hasta incorporar opciones
    para los que buscan el cuidado de su salud, cierta variedad en el gusto y, por
    supuesto, máxima velocidad en el servicio. “En principio, los locales
    de comidas rápidas ofrecían hamburguesas u otro tipo de sandwichs”,
    señala Rosalí Majluf, responsable de marketing de Ave Caesar,
    una cadena especializada en comidas elaboradas con base de pollo, presente en
    varios shopping centers –expendedores de comidas rápidas por excelencia–
    de la Capital y el conurbano. “Como el hábito de las personas fue
    cambiando, se hizo necesario crear propuestas más naturales”, completa.

    El bife, un paso al costado

    A pesar de que la dieta argentina siempre tuvo una importante participación
    de la carne vacuna, lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, el bife tradicional
    fue cediendo terreno frente a nuevas posibilidades, lo que explica el crecimiento
    del consumo de pollo en nuestro país. Ave Caesar se especializa en este
    tipo de carne, y en sus menúes –cuyo precio promedio es de $ 8–
    lo ofrece en todas sus variedades. El año pasado, esta firma, sin contar
    sus cuatro franquicias facturó casi $ 5,5 millones y proyecta, para este
    año, una suba de 12%.
    Al tiempo que cayó otro de los mitos de la nutrición –que
    las pastas engordan– la oferta de este plato tradicional de la cocina italiana
    (aunque originario de China) también se adaptó al formato fast
    food. ¡Quiero Más…! es un emprendimiento que se ha instalado
    hace ocho años en los centros comerciales de la Argentina y que hizo
    de los spaghettis, lasagnas y ravioles el corazón de su oferta. “La
    ventaja que la gente ve en un fast food es la rapidez del servicio. Sin embargo,
    priorizar la rapidez puede implicar un olvido de la calidad”, indica Alan
    Walters, gerente de marketing de la cadena.
    “La pasta es un alimento sumamente sano y nutritivo; por eso, muchas veces,
    una persona aguanta hasta 40 minutos de cola para comer un buen plato”,
    subraya el directivo de ¡Quiero más…! La firma tiene nueve
    locales, tres de ellos instalados en shopping centers y seis a la calle, cuyos
    menúes oscilan entre los 8 y $ 9. La facturación promedio de los
    locales a la calle es de $ 360.000 al año y la de los que se encuentran
    en los centros comerciales es de $ 1,1 millón.

    La alternativa étnica

    El nuevo fast food no se limita al pollo y las pastas. Si uno busca nuevas alternativas
    puede encontrarlas en la oferta de “comidas étnicas”. Sensu
    es, justamente, una propuesta de este tipo. “Nuestro sushi (bocados de
    arroz y pescado crudo combinados con verduras) es de origen natural y todo se
    cocina frente al cliente”, explica Mario Pieniazek, dueño de esta
    cadena especializada en comida japonesa. “En nuestros locales no hay nada
    del día de ayer, hecho que marca una gran diferencia con la comida rápida
    a la que estamos acostumbrados”, destaca.
    La empresa no ofrece franquicias debido al producto delicado con el que trabaja.
    Sin embargo, para tener una idea, la inversión para abrir uno de estos
    locales ronda entre los 80.000 y $ 150.000. “Nosotros inventamos un carpaccio
    roll, basado en carne cruda, y lo incorporamos con mucho éxito. Ésta
    es otra diferencia con la comida rápida, porque las hamburgueserías
    ofrecen en general siempre lo mismo, lo único novedoso es el muñequito
    de la promoción. En cambio, en Sensu la novedad está en la variedad
    de los productos”, señala Pieniazek. La facturación de la
    empresa en 2002 fue de $ 3,4 millones y la perspectiva para 2003 es de $ 5 millones.
    Además, la firma comenzó a expandirse con locales en Costa Rica
    y Chile. M
    Natalia Herrera