Poco más de un año atrás, dos jovencitas llevaron a McDonald’s
a los tribunales, acusando a la cadena de ser responsable de su sobrepeso, por
no alertar al consumidor acerca de las consecuencias que en ese sentido tiene
la ingesta de hamburguesas y otros productos que comercializa la casa de comidas
rápidas. A pesar de que en una primera instancia el juez a cargo rechazó
la demanda, el caso Pelman puso sobre el tapete uno de los mayores problemas
que aquejan a Estados Unidos: la obesidad.
Al margen del entramado judicial, las estadísticas demuestran que el
país del Norte es la nación más obesa de la tierra, razón
por la cual se han llevado a cabo distintas campañas a escala gubernamental
que abarcaron desde un impulso a la actividad física hasta una baja de
impuestos, en caso de que el declarante iniciara un tratamiento para adelgazar.
Lógicamente, las cadenas de comidas rápidas no se quedaron atrás
y, en paralelo a las iniciativas institucionales, las firmas (Wendy’s,
Taco Bell y la misma McDonald’s) agregaron a su oferta yogures, frutas
y ensaladas, entre otros alimentos, que dan forma a una dieta baja en grasas
y rica en vitaminas y minerales.
Artesanías Las propuestas que hacen hincapié |
De esta manera, el concepto de fast food, tradicionalmente asociado a la comida
chatarra (junk food), comenzó a dar un vuelco, hasta incorporar opciones
para los que buscan el cuidado de su salud, cierta variedad en el gusto y, por
supuesto, máxima velocidad en el servicio. “En principio, los locales
de comidas rápidas ofrecían hamburguesas u otro tipo de sandwichs”,
señala Rosalí Majluf, responsable de marketing de Ave Caesar,
una cadena especializada en comidas elaboradas con base de pollo, presente en
varios shopping centers –expendedores de comidas rápidas por excelencia–
de la Capital y el conurbano. “Como el hábito de las personas fue
cambiando, se hizo necesario crear propuestas más naturales”, completa.
El bife, un paso al costado
A pesar de que la dieta argentina siempre tuvo una importante participación
de la carne vacuna, lo cierto es que, de un tiempo a esta parte, el bife tradicional
fue cediendo terreno frente a nuevas posibilidades, lo que explica el crecimiento
del consumo de pollo en nuestro país. Ave Caesar se especializa en este
tipo de carne, y en sus menúes –cuyo precio promedio es de $ 8–
lo ofrece en todas sus variedades. El año pasado, esta firma, sin contar
sus cuatro franquicias facturó casi $ 5,5 millones y proyecta, para este
año, una suba de 12%.
Al tiempo que cayó otro de los mitos de la nutrición –que
las pastas engordan– la oferta de este plato tradicional de la cocina italiana
(aunque originario de China) también se adaptó al formato fast
food. ¡Quiero Más…! es un emprendimiento que se ha instalado
hace ocho años en los centros comerciales de la Argentina y que hizo
de los spaghettis, lasagnas y ravioles el corazón de su oferta. “La
ventaja que la gente ve en un fast food es la rapidez del servicio. Sin embargo,
priorizar la rapidez puede implicar un olvido de la calidad”, indica Alan
Walters, gerente de marketing de la cadena.
“La pasta es un alimento sumamente sano y nutritivo; por eso, muchas veces,
una persona aguanta hasta 40 minutos de cola para comer un buen plato”,
subraya el directivo de ¡Quiero más…! La firma tiene nueve
locales, tres de ellos instalados en shopping centers y seis a la calle, cuyos
menúes oscilan entre los 8 y $ 9. La facturación promedio de los
locales a la calle es de $ 360.000 al año y la de los que se encuentran
en los centros comerciales es de $ 1,1 millón.
La alternativa étnica
El nuevo fast food no se limita al pollo y las pastas. Si uno busca nuevas alternativas
puede encontrarlas en la oferta de “comidas étnicas”. Sensu
es, justamente, una propuesta de este tipo. “Nuestro sushi (bocados de
arroz y pescado crudo combinados con verduras) es de origen natural y todo se
cocina frente al cliente”, explica Mario Pieniazek, dueño de esta
cadena especializada en comida japonesa. “En nuestros locales no hay nada
del día de ayer, hecho que marca una gran diferencia con la comida rápida
a la que estamos acostumbrados”, destaca.
La empresa no ofrece franquicias debido al producto delicado con el que trabaja.
Sin embargo, para tener una idea, la inversión para abrir uno de estos
locales ronda entre los 80.000 y $ 150.000. “Nosotros inventamos un carpaccio
roll, basado en carne cruda, y lo incorporamos con mucho éxito. Ésta
es otra diferencia con la comida rápida, porque las hamburgueserías
ofrecen en general siempre lo mismo, lo único novedoso es el muñequito
de la promoción. En cambio, en Sensu la novedad está en la variedad
de los productos”, señala Pieniazek. La facturación de la
empresa en 2002 fue de $ 3,4 millones y la perspectiva para 2003 es de $ 5 millones.
Además, la firma comenzó a expandirse con locales en Costa Rica
y Chile. M
Natalia Herrera