Objetivo: mantener la relevancia en tiempos de cambio

    Cambian empresas de todo tamaño, cambian clientes, proveedores, competidores
    y reglas de juego. Aun desechando mitos e ilusiones, el modelo de negocios norteamericano
    está en tela de juicio, pero la globalización es una realidad.
    También lo es el cambio en el equilibrio internacional desde el 11 de
    septiembre de 2001 y la guerra iraquí. En cuanto al sector privado trans-atlántico,
    escándalos tipo Enron-Andersen han minado la fe de accionistas e inversores
    y han desatado una ola de procesos, leyes y regulaciones.
    Todavía sumida en incertidumbres, la economía estadounidense oscila
    entre los fracasos tecnológicos (firmas punto com, redes de fibra óptica,
    tercera generación en telecomunicaciones), intrigas ejecutivas, rebeliones
    de accionistas y el nuevo papel imperial que Washington quiere desempeñar,
    pero Europa resiste.
    Este panorama, descripto por James Emerson en su Professional Services Review,
    plantea nuevos desafíos y un contexto que reúne los factores siguientes:

    • Los movimientos de capital se han alterado sustancialmente. Tras casi diez
      años de firme crecimiento, se acabaron el dinero fácil y las
      inversiones en compañías o proyectos sin sustento real. Hoy
      prima la incertidumbre. Si antes se trataba de obtener fondos, ahora la clave
      es usarlos con eficiencia y cautela, lo cual exige un management financiero
      con aptitudes diferentes y flexibilidad.
    • La tecnología prosigue modificando los mercados de capitales y el
      entorno de negocios, merced a redes inteligentes que procesan e integran datos
      al instante o en tiempo real, lo que permite acotar riesgos en la toma de
      decisiones. Esta aceleración de procesos influye notoriamente en los
      flujos de información, los mercados financieros y bursátiles
      (acciones, bonos, futuros, opciones). En cuanto a gestión empresaria,
      la combinación de intranets y extranets ya es indispensable para competir
      y manejar redes de abastecimiento, clientes, etcétera.
    • Al surgir nuevos métodos de negocios y alianzas estratégicas,
      se precisa un management mejor informado y preparado. En particular, porque
      el término “competencia” adopta otras proyecciones y comienzan
      a proliferar las alianzas entre rivales, en pos de ventajas comunes.
    • La ampliación de la Unión Europea y el ascendiente de su
      moneda común alteran ya el marco competitivo donde operan las compañías
      norteamericanas. Aun las más chicas deben hoy pensar en escala transatlántica,
      cuando no global. Este tipo de mercados múltiples también requiere
      ejecutivos de mejor calidad. Sin duda, el avance tecnológico y organizacional
      ya está generando una nueva élite profesional en la industria,
      el comercio y los servicios reales o virtuales. Por supuesto, el proceso beneficia
      a elementos jóvenes, que han crecido en un ambiente cultural proactivo
      respecto de la innovación y pertenecen a una generación cuyos
      conocimientos y capacidades son –por vez primera desde los tiempos del
      fordismo– superiores a los de la gente experimentada. Esto produce roces
      y cierto malestar.
    • Paralelamente, van deteriorándose viejas lealtades empleado-empleado,
      porque ya no son útiles, e igual sucede con convenios laborales colectivos.
      La tercerización, otrora simple recurso para afrontar costos en alza,
      ha pasado a ser un componente estructural en muchos sectores. Igual ocurre
      con el trabajo a distancia.
    • Por consiguiente, en Estados Unidos, empresarios, banqueros, abogados y
      contadores presionan más contra regulaciones y controles públicos,
      ayudados por el clima que caracteriza al gobierno de George W. Bush. Salvo,
      claro, en lo atinente a prácticas contables o gobierno de las empresas,
      sometidos a mayor escrutinio a raíz de los escándalos, como
      lo demuestran la ley Sarbanes-Oxley y las nuevas pautas adoptadas por la Securities
      & Exchange Commission y los fiscales.

    Tecnología y profesionalización

    La “tercera ola” de tecnificación, sostiene Emerson, “convierte
    en indispensable un espectro mucho más amplio de conocimientos en materia
    de negocios. Esto abarca management, marketing, manufacturas, distribución,
    ventas y comunicaciones. Aparte, hay tecnologías, funciones y segmentos
    que no existían 10 o 15 años atrás”.
    El problema no se limita a computación o Internet o tecnología
    informática, pues su clave de fondo reside en la actitud y las aptitudes
    para encarar el universo de la tecnología informática. Por de
    pronto, este factor ha cambiado de raíz estilos, formas y métodos
    de hacer negocios, amén del management propiamente dicho. La disponibilidad
    de datos es abrumadora y, por eso mismo, no servirá sin profesionales
    y sistemas capaces de usarlos eficazmente en un entorno competitivo.
    Por ejemplo, el marketing ya no se centra en instrumentos, sino en tácticas
    y estrategias tendientes a definir un mercado y sus necesidades. Así,
    la función ya no es de simple auxiliar del management, sino un componente
    estructural. “Entonces –se pregunta el experto– ¿cómo
    puede el ejecutivo de hoy transformarse en el ejecutivo de mañana?”.
    Las respuestas son éstas:

    • Salir de los libros contables y los códigos e interesarse en los
      clientes reales y ver qué mensaje transmiten acerca del negocio y la
      compañía. ¿Qué quieren, qué necesitan,
      qué saben de los productos o servicios disponibles, qué opinan
      sobre ellos?
    • Examinar los patrones del negocio y su área (no sólo la geográfica),
      es decir revisar periódicamente la demografía del mercado, sus
      estadísticas y las de fuentes públicas, la acción de
      concurrentes o innovadores. Esto puede hacerse en línea y con un plan
      de inteligencia que permita anticipar tendencias.
    • Calcular el mix de clientes, consumidores o usuarios en sectores emergentes,
      maduros o declinantes. Por ejemplo, un mercado declinante preanuncia un futuro
      peligroso, no importa cuán rentable sea la actividad al presente. Por
      eso, es necesario buscar clientes en mercados o segmentos emergentes. En ciertos
      casos, una empresa deberá plantearse cambios drásticos en líneas
      de productos o servicios o en su modelo de negocios, para no quedarse en el
      pasado.
    • Mantener continuos contactos personales con ejecutivos, técnicos,
      equipos de ventas o marketing y profesionales que actúan en la compañía.
      Recoger sus observaciones sobre el perfil del mercado y la evolución
      del negocio. ¿Qué productos o servicios vislumbran como riesgos,
      imperativos u oportunidades en el futuro?
    • Leer estudios y publicaciones económicas, en especial las dedicadas
      al sector, zona o mercado donde opera la empresa. Esto tiene un objeto para
      los ejecutivos: detectar y seguir la evolución de variables no siempre
      perceptibles desde un despacho, manteniéndose alerta sobre síntomas
      en cualquier dirección.
    • Seguir bien de cerca a los competidores. ¿En qué andan?, ¿qué
      productos o servicios pueden ofrecer a los clientes de la empresa?; ¿qué
      cosas hacen en forma diferente, digna de imitar, neutralizar o averiguar más
      a fondo? Esto podría aconsejar acudir a una firma especializada en
      investigaciones de mercado, a fin de tener una opinión profesional,
      externa.

    El propio Emerson, en Opinions on professional services, sugiere que los estudios
    jurídicos y auditores o las compañías dedicadas a investigaciones
    de mercado, tercerización y otros servicios “encaren acciones para
    consolidar y preservar caja, contratar o retener los mejores recursos humanos
    asequibles. La idea es expandir la actividad consultora mejorando la atención
    a clientes existentes y buscando oportunidades de aumentar la cartera”.
    En otras palabras, el experto aconseja a su propia actividad lo mismo que a
    las empresas clientes: aumentar calidad, eficiencia y seguridad en prestaciones.
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