Fueron indelebles las huellas que 2002 dejó en los bancos. Sobresalen
en sus frentes amurallados, semejantes a los de una ciudad que soporta un sitio,
que aquí aún es el de los ahorristas acorralados. Las cicatrices
indicaron que el sector estaría golpeado por años. Y aunque no
rebosa salud, en la Argentina se advierten movidas que involucran a distintos
bancos nacionales en procesos de adquisiciones. Se trata de operaciones enmarcadas
en un contexto que explica José Sánchez, director financiero del
Banco Comafi.
“Ocurrieron dos grandes hechos. En primer lugar, los recursos monetarios
del sistema financiero se contrajeron”, dice Sánchez, quien añade
que también “hubo un considerable aumento del riesgo para operar
en la Argentina. El marco regulatorio es volátil. Hubo un aumento de
costos”. El director agrega que la contracción y el aumento en los
costos generan una reorganización en cualquier campo industrial.
“Los bancos argentinos están mejor equipados que los extranjeros
para enfrentar este aumento en los costos y en la incertidumbre”, dice
Sánchez. “Tienen una base más acostumbrada a lidiar en el
país. Hay una visión más informada. Este conocimiento permite
una adecuada valoración del riesgo, tanto para la visión de los
accionistas como para quienes están en el ámbito decisorio. Hay
capacidad de ajustarse a la realidad.”
Así, el año pasado el Banco Comafi se hizo cargo de la mitad de
las sucursales del Scotiabank. La otra mitad pasó en agosto a manos del
Macro, que había adquirido el Bansud al Banamex. El Banco Industrial
(el ex Industrial de Azul) se quedó con las sucursales del ex Banco Velox,
que perteneció a la familia Peirano.
Y a principios de abril, reapareció Adeba (Asociación de Bancos
Argentinos), que agrupa al Banco Galicia, Macro-Bansud, Comafi, Mariva, Piano,
Privado de Inversiones, Industrial y Roela. Entidades que tienen alrededor de
16% de los depósitos del sistema.
Crecimiento y producción
El Banco Industrial se quedó con 11 sucursales del ex Banco Velox. Para
Héctor Lausi, gerente de Desarrollo Comercial de la entidad, “ésta
es una forma interesante de crecer”. Y con una metáfora explica
cómo no repetir errores. “Uno vio el final de esa película
y puede mejorar. Se aprovechan fortalezas y se borran debilidades. Se potencian
sinergias y estructuras de negocios y se puede crecer”, dice el ejecutivo.
“Entramos en el Velox para diversificar regiones”, explica.
Con la adquisición del Velox, el Industrial abrió sucursales en
Capital Federal, Córdoba, Mendoza, Tucumán, Rosario, La Plata,
Mar del Plata, Tandil, Bahía Blanca y Salta. El Banco Industrial tiene
hoy 23. Sus activos son de $ 360 millones y su patrimonio de $ 84 millones.
Lausi explica que la entidad se dedica al factoring (que permite convertir las
cuentas por cobrar en efectivo). Y también ofrece banca personal. Remarca
lo que señalarían los últimos acontecimientos políticos.
“La idea es seguir creciendo. Somos más productivos que financieros
y no tenemos empresas vinculadas”. Toda una definición.
Sánchez, del Comafi, dice que el banco tiene “negocios en la administración
de medios de pago, como tarjetas de débito y crédito. Y en el
financiamiento de individuos a través de préstamos personales
y a empresas con capital de trabajo”.
En cuanto a sus expectativas afirma: “Creemos que aumentará la participación
en el mercado. En particular en la administración de medios de pago y
adquisición de carteras. La reorganización del sistema aún
no ha concluido. Y nosotros queremos ocupar un rol significativo”, dice
el ejecutivo.
El tercer Estado
Estas operaciones entre entidades financieras del país, llevan a imaginar
un escenario que algunos consideran precoz. Otros, no tanto. ¿Hay un
nuevo banquero nacional? Para Sánchez, “es prematuro hacer esta
referencia. Hubo una consolidación de los bancos nacionales. Pero es
temprano para hablar de eso”. Sin embargo, un conocedor de angostas calles
de la city, pide reserva, sonríe y no duda: “Sí”, dice
rotundamente.
Es que la noción del banquero argentino, sumada a las primeras consideraciones
alrededor del renacimiento de Adeba, llevaron a vislumbrar el nacimiento de
alianzas con sectores empresariales nativos.
“Queremos discutir cómo hacer para recrear la burguesía nacional”,
dijo Jorge Brito, el presidente de Adeba y titular del Macro-Bansud al diario
La Nación.
Algunos hombres de negocios quieren soslayar el concepto de burguesía.
Consultado Brito acerca del efecto no tan deseado que generó su definición,
explica cuál fue su idea.
“Lo dije con toda intención”, dice Brito. “Quería
que me preguntaran por esto. Hablaba del empresariado nacional. En la Argentina
esa palabra (burguesía) fue bastardeada. Sin embargo hablar de burguesía
nacional es algo natural en todos los países. Aquí uno de los
primeros que la mencionó fue José Ber Gelbard. [N. de la R.: ministro
de Economía durante la tercera presidencia de Juan Perón.] Somos
pendulares: pasamos del estatismo a la privatización total. De la izquierda
a la derecha”, dice el presidente de la entidad.
Con referencia a estas alianzas, Brito marca algunos hitos. “Planteamos
nuestra agenda y los temas prioritarios corporativos generales. Tenemos problemas
distintos a los que tiene la banca extranjera en la Argentina”. Y va más
allá. “En los ’90 hubo prebendas que beneficiaron a los bancos
extranjeros. Se compraba un banco nacional y recibía la calificación
AAA. Cuando el Scotia llegó, fue calificado así. Eso configuraba
una clara ventaja”.
Extiende la definición y dice que “para ellos –en referencia
a las entidades extranjeras– la constitución de un encaje tenía
un costo de 1%. Para los bancos nacionales ese costo era de 8%. Ahora no pedimos
protección sino igualdad de condiciones”.
Sánchez toma distancia del concepto: “No uso la palabra alianza
porque suena a corporativo. En el ambiente en que nos movemos los bancos y los
empresarios argentinos estamos ahora en mejores condiciones de capear el temporal
sin ser corporativos”.
Diferencias y nuevas operaciones
Sánchez no considera competencia alguna con los bancos extranjeros. “En
lo más mínimo. No nos sentimos enemigos de nadie. Tenemos agendas
diferentes en medio de una situación compleja. Hubo un cambio de situación
que dejó a algunas instituciones mejor que a otras”.
Agrega que no hay futuro para el Comafi sin la República Argentina. “No
nos favorece que a los bancos extranjeros les vaya mal. Tenemos una visión
más clara del objetivo por la vinculación a la suerte del país.
Hoy los desafíos no son los bancos extranjeros. Seguimos tratando con
una regulación volátil en general. La compensación, con
los recursos de amparos, no ha quedado atrás. Y en cuanto al canje de
bonos, falta implementar su entrega para cumplir con los clientes”, explica.
En cuanto al conflicto con ABA (Asociación de Bancos Argentinos), que
agrupa a la banca extranjera, Brito dice que no existen problemas. “Pueden
existir conflictos entre personas”, aclara.
Declaraciones de Brito publicadas por el diario Clarín el 9 de abril,
afirmaban: “Queremos participar en la reconstrucción del país”.
Cuando el cronista le preguntó si ésa era la diferencia con ABA
(respecto de Adeba), contestó: “Por supuesto. ¿O acaso usted
cree que los dueños de los bancos extranjeros están preocupados
por los problemas sociales disparados por la crisis?”. ¿Estribará
allí el tinte nacional?
Al cierre de esta edición, con una oferta de $ 133 millones (que superó
a los
$ 78 millones de La Caja), el Banco de San Juan –que controla al Banco
de Santa Cruz–, cuyo principal accionista es el grupo Petersen, dedicado
a la industria de la construcción y liderado por el santafesino Enrique
Eskenazi, realizaba el due dilligence para quedarse con el Banco de Santa Fe.
Fuentes de la entidad compradora dijeron: “Hasta que el Banco Central apruebe
la operación no hablaremos”. Aún en definición, la
operación representa otro paso en el nuevo posicionamiento de los nuevos
bancos. M
MERCADO On Line le amplía la información: • “Queremos discutir cómo se hace para recrear la burguesía |