¿Bush protege a sus agricultores y les abrimos nuestros mercados?

    Mercosur, uno de los principales productores de granos y oleaginosas del mundo,
    tiene especial preocupación por la ley agraria firmada por el presidente
    George W. Bush el año pasado. Estados Unidos argumenta que la ley se
    atiene a las estipulaciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC)
    y prevé subsidios inferiores a los que otorga al Plan Agrario Común
    (PAC) de la Unión Europea (UE).
    Antes de la promulgación de la ley agraria, los países del Mercosur
    habían accedido a contemplar la posibilidad de un acuerdo continental
    de libre comercio con Estados Unidos (Alca). Después de la ley, cambió
    el humor, y la víctima inmediata fue el futuro del Alca.
    Otra preocupación para los países integrantes del Mercosur es
    que la UE responda a la ley agraria estadounidense aumentando la ya importante
    protección que otorga a sus agricultores.
    Brasil inmediatamente pidió a la OMC que dispusiera que los subsidios
    estadounidenses son contrarios a las reglas de la organización. Incluso
    la Argentina, que está tratando de evitar una oposición frontal
    a Estados Unidos porque necesita la aprobación de ese país para
    cualquier paquete financiero multilateral, manifestó su disposición
    a denunciar a Estados Unidos ante la OMC por la ley que considera “abusiva”.
    La Argentina y Brasil calculan que al aumentar los subsidios a la agricultura,
    Estados Unidos va a ocasionarles un importante recorte en sus exportaciones
    agrícolas. La Argentina estima que podría perder hasta US$ 1.500
    millones al año, y Brasil, US$ 2.400 millones.

    Cacerolazos, manifestaciones y ventas frustradas

    En la ciudad colonial de Arequipa la gente salió masivamente a la calle
    a vocear su indignación. Había activistas y gremialistas, pero
    también comerciantes, madres, abuelas y familias enteras.
    La protesta se realizaba concretamente para impedir que una empresa belga comprara
    los dos generadores eléctricos estatales que alimentan la región.
    La manifestación fue tan contundente que el presidente Alejandro Toledo
    tuvo que suspender la venta y modificar su gabinete.
    En todas partes de América latina la gente sale a manifestarse contra
    el experimento de capitalismo de libre mercado que reinó durante toda
    la década pasada. La gente está indignada con las reformas que
    achicaron el Estado y abrieron los mercados a la competencia externa que, ahora
    lo ven, enriquecieron a funcionarios corruptos y a multinacionales indiferentes
    que no les hicieron la vida mejor. Las protestas, frustraron ventas de empresas
    estatales, pusieron nerviosos a potenciales compradores e hicieron dar marcha
    atrás a gobiernos ya debilitados por la recesión.
    Hoy, las reformas de mercado pregonadas por economistas formados en Estados
    Unidos luego del colapso del comunismo, se topan con su primer gran desafío:
    movimientos de protesta en toda la región latinoamericana.
    Durante algún tiempo, las políticas de libre mercado parecieron
    funcionar bien; de hecho, todavía hay muchos economistas y políticos
    que insisten en que todavía funcionan. Desde su perspectiva, las reformas
    aumentaron la competencia y generaron crecimiento. Controlaron la inflación,
    reemplazaron la burocracia estatal con eficientes empresas privadas que creaban
    trabajo. Con esa fórmula, Chile llegó a tener la economía
    más sólida de América latina y México quintuplicó
    sus exportaciones en 12 años.
    Pero la amplia prosperidad prometida sigue siendo un sueño para muchos
    latinoamericanos. Hoy se ve que esas mismas reformas provocaron desempleo y
    despidos en empresas públicas y privadas y también serios procesos
    de recesión que paralizaron las economías.
    Del total de la población de Latinoamérica, 44% sigue viviendo
    en la pobreza, y el número de desempleados se ha más que duplicado
    en una década. Hay gigantescos ejércitos de personas que trabajan
    en la inmensa economía informal de la región y el crecimiento
    económico ha sido prácticamente nulo durante los últimos
    cinco años. M