La reinvención de un mercado saturado

    Puede parecer que ha pasado una eternidad. Sin embargo hace apenas ocho años,
    en 1996, el Congreso estadounidense dictó la nueva ley sobre telecomunicaciones,
    iniciando un proceso de desregulación y expansión que contagió
    al resto del mundo con una actividad febril. Comenzaba la “Edad de Oro”
    de las comunicaciones donde la convergencia de nuevas tecnologías y servicios
    que se podrían transmitir a través de banda ancha, prometía
    precios más bajos para los usuarios y un crecimiento en apariencia sin
    límite.
    En verdad, los precios bajaron y continúan descendiendo en forma sostenida.
    Pero no fue gracias a la incesante expansión imaginada. El descenso se
    debió a la desesperante necesidad de caja de empresas que sobreinvirtieron
    de forma nunca vista, en función de expectativas que resultaron totalmente
    erróneas.
    La calamitosa situación financiera de casi todas estas empresas no debe
    llevar a engaño. El proceso tuvo aristas positivas, y se empiezan a encontrar
    claves para hacer competitivo el negocio. En el largo plazo, la promesa seguramente
    será cumplida.
    Pero por el momento hay un cementerio de firmas que parecían haber encontrado
    un misterioso modelo de negocios que se suponía rentable; y millones
    de deudos acongojados: los inversionistas y ahorristas, especialmente de los
    fondos de inversión y de pensión.
    Para tener idea de lo ocurrido, baste señalar que en Estados Unidos la
    inversión durante todos estos años fue de US$ 2 billones (millones
    de millones). Es decir, 20% de su producto bruto interno. La instalación
    de fibra óptica (80% del tendido es capacidad ociosa) demandó
    US$ 900.000 millones, algo así como seis veces el PBI actual de la Argentina.
    Durante estos años la industria generó muchísimos empleos
    y, en los últimos, perdió más de medio millón.
    Es cierto que buena parte del ámbito corporativo y 8% de los hogares
    estadounidenses están conectados por banda ancha (por lo menos 20 veces
    más veloz que la conexión ofrecida por la tradicional línea
    telefónica con cables de cobre). Pero también lo es que ese porcentaje
    es muy inferior al de las estimaciones previas, que el proceso avanza con lentitud,
    y que no existe una killer application o servicio tan deseado que haga imprescindible
    contar con banda ancha.
    Más allá de los escándalos y fraudes en que se vieron envueltos
    muchos nombres famosos, lo ocurrido tiene que ver con un colosal error de apreciación
    que demandará muchos años subsanar.

    La ansiada desregulación

    Telefónica de Argentina y Telecom se repartieron la red fija de telefonía
    desde la privatización de Entel, por casi una década. En noviembre
    de 2000, con la apertura del mercado aparecieron nuevos competidores y la progresiva
    liberalización de las telecomunicaciones provocó que las empresas
    del sector se embarcaran en ambiciosos planes de inversión. Estudios
    publicados en aquel momento, indicaban que el sector se presentaba como el más
    dinámico de la Argentina y se proyectaban inversiones hasta 2004 por
    US$ 10.000 millones. Esas estimaciones, como ocurrió en el resto del
    mundo, estuvieron muy por encima de la realidad.
    Más de US$ 2.500 millones fueron desembolsados por distintas operadoras
    que, previendo una explosión de los negocios en la Argentina, armaron
    extensas y costosas redes de fibra óptica. Desde ese momento, la estrategia
    consistió en rebajar los precios, que en algunos casos cayeron hasta
    60%, y al mismo tiempo, ampliar la oferta de servicios.
    Todavía en el año 2000, se vaticinaba que el sector tendría
    un crecimiento intenso, alimentado por Internet, los teléfonos inalámbricos
    y otros servicios. Sin embargo, la crisis económica local se combinó
    con la sobreabundancia de operadoras, transformándose en un cóctel
    explosivo. El escenario posdevaluatorio cambió por completo el mapa de
    las telcos en el país y si bien el panorama es complejo, vale la pena
    intentar el inventario de proyectos y emprendimientos para saber en qué
    estado se encuentra cada una de estas inversiones anunciadas con bombos y platillos
    por los medios de comunicación.
    Ningún informe sobre el sector podría prescindir de mencionar
    a los dos grandes protagonistas de esta actividad: Telefónica y Telecom.
    Sin embargo, la situación de ambas firmas es más que conocida
    y por eso buena parte del esfuerzo editorial se volcó en la dirección
    de hacer un inventario del destino que tuvieron las empresas que arribaron y
    se instalaron esos años con suerte despareja.
    En el primer año de la desregulación telefónica, Telefónica
    facturó US$ 3.613 millones. Pero luego de la crisis de finales de 2001
    e inicios de 2002, los problemas se manifestaron de inmediato. Sólo en
    el primer trimestre de 2002, registró pérdidas por $ 2.484 millones,
    mientras que el patrimonio neto de la compañía se redujo 93%,
    a $ 188 millones. Al mismo tiempo, desde España, Telefónica anunció
    que sus resultados cayeron 72% en el primer trimestre de ese año, en
    parte debido a la incidencia de los números de la filial argentina, aunque
    el grueso de la pérdida se originó en la enorme inversión
    en telefonía celular de tercera generación en Alemania.
    En el caso de Telecom Argentina, que se había hecho cargo del servicio
    en la región norte, hubo cambios accionarios. Telecom Italia y France
    Telecom tienen hoy, cada una, 28% de las acciones de la empresa, mientras que
    el restante 44% está colocado en las bolsas de Nueva York y de Buenos
    Aires; una parte en manos de las AFJP y otra, a nombre del personal de la empresa.

    Poco antes de la apertura del mercado, las ganancias de Telecom habían
    comenzado a reducirse. Casi al mismo tiempo que Telefónica, también
    se sumergió en la crisis. Acorralado por los números, en marzo
    de 2002, el presidente de France Telecom, Michael Bon, anunció que “no
    pondremos más dinero” en Telecom Argentina.
    Poco después, en una carta dirigida a la Bolsa de Comercio, Telecom Argentina
    expresó la decisión de suspender los pagos de capital de toda
    su deuda financiera. Telecom Personal, el sector de telefonía celular
    de la empresa, había recibido ingresos en 2001 por ventas de $ 196 millones,
    $ 24 millones menos en relación con el año anterior. Durante 2002,
    la empresa perdió un total de $ 4.354 millones.

    Menos riesgo y cambio de manos

    Una de las empresas más importantes de telefonía celular en la
    Argentina es Movicom BellSouth, que brinda servicios de telefonía móvil
    y fija, de larga distancia, televisión digital y por cable, servicios
    de Internet y de datos. Desde 1997, BellSouth gastó US$ 2.850 millones
    para adquirir licencias y construir servicios en América latina.
    En abril de 2001, según un informe de Standard & Poor’s, la
    filial local de la empresa se encontraba bien posicionada para hacer frente
    a los desafíos del mercado de telecomunicaciones. Sin embargo, en 2002,
    la empresa recortó sus pronósticos de ganancias mundiales. Actualmente,
    Movicom BellSouth continúa con sus planes de reducir su riesgo en América
    latina.
    CTI Móvil comenzó a operar en el interior del país en mayo
    de 1994. En 2000, contando con alrededor de un millón de abonados, se
    encontraba en manos de Verizon, cuyo socio local era el grupo Clarín.
    En ese mismo año hizo su presentación en la capital federal y
    el conurbano bonaerense con una inversión de US$ 500 millones.
    Sin embargo, en julio de 2001, se produjo una desaceleración en el crecimiento
    de la empresa. Por esta razón, el año estuvo signado por un fuerte
    proceso de reestructuración en la compañía, cerrando con
    $ 563 millones en ventas.
    En marzo de 2002, la principal accionista, Verizon Communications, anunció
    que recortaría su participación en CTI. Finalmente, en marzo de
    2003, el fondo de inversión Coinvest se convirtió en dueño
    de la empresa. Los nuevos accionistas se comprometieron a hacerse cargo de los
    pasivos y también se dice que desembolsaron una cifra en efectivo que
    prefieren mantener en reserva (en verdad los analistas entienden que Coinvest
    se hizo cargo exclusivamente del pasivo).
    Por otro lado, Coinvest también tomó control de MetroRed en diciembre
    de 2002. Esta empresa había comenzado a operar en el mercado de la trasmisión
    de datos, en 1997, con una inversión inicial de US$ 40 millones. Posteriormente,
    se posicionó en el nicho de servicios de banda ancha y, tras la desregulación,
    incursionó en la telefonía local. La compañía invirtió
    US$ 70 millones en una red de fibra óptica de 300 kilómetros de
    extensión.
    En junio de 2002, la empresa, que era propiedad del fondo estadounidense Fidelity
    Investments, pidió su quiebra con un pasivo de US$ 147 millones. Luego,
    se abrió la licitación para su liquidación y algunas de
    las empresas de telecomunicaciones más importantes del país se
    mostraron interesadas. Pero un día antes del plazo fijado, MetroRed llegó
    a un acuerdo con sus acreedores y la licitación fue suspendida, quedando
    la firma en manos de Coinvest.

    Local y regional

    Impsat, una empresa argentina en su origen y luego regional, realizó
    ambiciosas inversiones en infraestructura y, durante 2002, vivió su peor
    crisis quedando en manos de sus acreedores. Nacida en 1990, inició sus
    operaciones brindando servicios de transmisión de datos e Internet. A
    partir de la desregulación, también comenzó a brindar telefonía
    en el mercado corporativo. La red de fibra óptica construida por Impsat
    es una de las más extensas del país, con una inversión
    de US$ 600 millones.
    Fue la segunda firma local en ingresar al Nasdaq, después de El Sitio,
    en enero de 2000. Durante su permanencia en la bolsa neoyorquina sus acciones
    cotizaron a valores bursátiles récord, llegando a US$ 41 el papel.
    El desembarco en el Nasdaq fue muy exitoso y le permitió capitalizar
    US$ 550 millones.
    En diciembre de 2001, Impsat entró en default, siendo la primera empresa
    de telecomunicaciones a escala regional en admitir abiertamente su situación
    financiera. Los pasivos de la empresa llegaron a US$ 1.100 millones. En 2002,
    se lanzó un plan de reestructuración de la deuda, tras el cual
    Enrique Pescarmona, principal accionista y fundador de la compañía,
    debió abandonar la empresa. Los acreedores terminaron absorbiéndola.
    Con esa operación, la deuda se redujo a US$ 300 millones (el resto fue
    capitalizado por los acreedores).
    “Normalizamos nuestro balance y hay operaciones en la región que
    están generando caja. Tenemos muchas expectativas en que el negocio crezca”,
    afirma con optimismo Marcelo Girotti, vicepresidente ejecutivo de Impsat FiberNetworks.
    “Nuestra empresa ha invertido mucho en infraestructura, por lo que los
    costos por los servicios que brindamos son muy bajos, lo que nos permite ser
    muy competitivos.”

    La rueda de la fortuna

    AT&T en 2000, pisó fuerte en la Argentina lanzando un plan de inversiones
    por US$ 500 millones para construir su propia infraestructura. En sus primeros
    cinco meses de operaciones, la filial latinoamericana de esta firma logró
    captar 1.300 clientes corporativos del servicio de larga distancia. El año
    pasado, la casa matriz decidió vender su 68% de acciones en AT&T
    Latin America (ver página 52).
    WorldCom, la segunda empresa estadounidense de comunicaciones de larga distancia
    luego de AT&T, protagonizó uno de los escándalos más
    resonantes. A principios de 2001, anunció una inversión para avanzar
    desde Embratel sobre el mercado argentino. Casi un año después,
    en Estados Unidos, se presentó a convocatoria de acreedores tras admitir
    que había declarado falsamente US$ 3.850 millones en ingresos corrientes
    para parecer más rentable (este monto crecería después
    con nuevas rectificaciones).
    Muchos analistas estadounidenses apuestan a que la compañía saldrá
    del concurso de acreedores en buen estado de salud y con posibilidades de dar
    guerra a sus competidores. Entre tanto, la filial argentina, mantuvo un silencio
    hermético pero siguió operando con la normalidad que se puede
    esperar en semejante situación.

    Crecer en medio de la crisis

    iPlan invirtió US$ 15 millones en la construcción de la primera
    red de fibra óptica de protocolo 100% IP (protocolo de Internet), lo
    que les permitió brindar un servicio que constituye una alternativa frente
    a las redes telefónicas tradicionales. En septiembre de 2000, comenzó
    a brindar servicios de transmisión de datos, Internet y valor agregado
    y, después de la desregulación, también se sumó
    a la competencia en la telefonía local.
    En 2001, tuvieron una facturación de US$ 7 millones, que en 2002 se convirtió
    en $ 28 millones. Armando Silberman, presidente de iPlan Networks, explica:
    “Hay buena recepción en el mercado para nuestros productos. El diferenciador
    principal de iPlan es haber elegido la tecnología más adecuada,
    que es el protocolo IP. Nuestro foco está puesto en mantener lo que ya
    tenemos. Es crucial en este momento de tarifas congeladas mantener la caja lo
    más alta posible”.
    A pesar de la crisis del año pasado, Techtel es otra de las empresas
    que supo capear la tormenta, sobre todo por la decisión de sus accionistas
    de no dejar de invertir en la compañía. Durante 2002, se hizo
    una importante capitalización por US$ 33 millones, parte de los cuales
    fueron utilizados para la reestructuración de la deuda. “Hoy podemos
    decir que la situación de Techtel es muy sana. Cerramos un año
    muy bueno; a pesar de la crisis la empresa creció exponencialmente, tanto
    en número de clientes como en red”, informa Fabiana Strada, responsable
    de nuevos negocios de la compañía.
    Netizen es un caso interesante de empresa en crecimiento: comenzó siendo
    un ISP, que proveía de conectividad a 50 clientes en 1996 y hoy es la
    cuarta empresa de telecomunicaciones del mercado local. Desde 2001, cuando fue
    adquirida por la empresa de capitales europeos SkyOnline Inc., inició
    un plan de expansión que, hasta el momento, incluye la adquisición
    de más de 12 compañías, con una inversión estimada
    en US$ 10 millones. Netizen brinda todas las tecnologías de conectividad
    a Internet disponibles en el mercado, servicios de telecomunicaciones y posee
    un moderno data center. Según datos provistos por Gonzalo Berra, gerente
    general de la compañía, Netizen facturó, en 2002, $ 13,1
    millones y espera cerrar 2003 facturando $ 34 millones, lo que representaría
    un crecimiento de 160%.
    Datco, compañía de capitales nacionales que provee de infraestructura,
    servicios y soluciones integrales de informática, es otra empresa con
    buen desarrollo. Después de adquirir VeloCom, Winstar y ViaNetworks,
    se posicionó como un fuerte competidor en el mercado de las telecomunicaciones.
    Estas tres compañías tenían deudas por US$ 28 millones
    y sumaban 18.000 clientes. VeloCom fue fundada en 1998 por los fondos de inversión
    Telecom Partners y Centennial Funds. Brindaba servicios de acceso a Internet
    a través de la tecnología wireless modem. Para hacer frente a
    la apuesta en América latina, recibió, en enero de 2000, US$ 250
    millones de sus inversionistas. Sin embargo, en octubre de 2001, fue adquirida
    por Datco. Mariano Poli, gerente general del área de Comunicaciones de
    la empresa, señala: “Nos hicimos cargo del pasivo y lo renegociamos.
    La operación de VeloCom estaba muy madura y era la que mayor deuda presentaba
    de las otras compañías que adquirimos. La ventaja residía
    en una cartera de clientes de banda ancha bastante interesante”.
    Winstar, la segunda compañía adquirida por Datco, llegó
    al mercado local en diciembre de 1999 ofreciendo servicios de banda ancha basados
    en tecnología inalámbrica. Pero, al poco tiempo, fue una de las
    primeras en sufrir la crisis del Nasdaq. Desde el inicio de sus operaciones
    en la Argentina, había invertido US$ 35 millones. En abril de 2001, su
    casa matriz se presentó en convocatoria de acreedores en Estados Unidos,
    lo que provocó que la filial local no pudiera seguir financiando su operación.
    Mariano Poli explica los detalles de la adquisición: “En todas las
    empresas nos hicimos cargo de los pasivos y se renegociaron. Winstar era una
    operación que recién se estaba iniciando, tenía una infraestructura
    importante pero una base de clientes pequeña. Hoy en día, nuestra
    principal ventaja es que tenemos toda la gama de productos”.

    Visión a futuro

    Otra de las empresas que pisaron suelo argentino fue Global Crossing, que opera
    una red de fibra óptica en todo el mundo, vendiendo servicios a compañías
    grandes y otras empresas de telecomunicaciones. En octubre de 1998, anunció
    que conectaría a América del Norte con la Argentina y, en 2000,
    comenzó a operar en el país luego de realizar una inversión
    de US$ 100 millones. En ese año, sus ventas globales alcanzaron US$ 6.000
    millones, facturando US$ 50 millones en América latina.
    Sin embargo, a comienzos de 2001, se supo que la empresa entraba en Chapter
    Eleven, el equivalente al concurso preventivo de acreedores en nuestro país.
    José Antonio Ríos, presidente y chief administrative officer de
    Global Crossing International, señala: “En Latinoamérica
    nuestros ingresos aumentaron más de 600%. Debido a una importante reducción
    de empleados, nuestros gastos mensuales bajaron a US$ 63 millones en 2002”.

    En relación con el proceso del concurso afirma que “cuando salgamos
    del Capítulo 11, contaremos con dos nuevos socios: Hutchison Telecommunications
    Limited y Singapore Technologies Telemedia Pte. Ltd. Cada una de estas empresas
    pasará a tener 32,5% de la compañía. En la Argentina estamos
    bastante bien, tenemos más clientes y renovamos más contratos.
    El mercado local está en su punto más bajo y considero que crecerá
    rápidamente”, finaliza Ríos. M