Unas 80 bodegas mendocinas, de las casi 500 que están en producción,
incorporaron visitas guiadas a sus establecimientos, con merchandising, venta
directa y, en algunos casos, hasta servicio de comida y hospedaje. Almuerzos,
charlas y degustaciones completan el menú de servicios; una alternativa
para escapadas de dos o tres días.
En la mayoría de los establecimientos, ahí mismo donde se muele
la uva, hay guías que comentan secretos sobre la elaboración del
vino, el tipo de uvas y las principales marcas. También el enólogo,
o en contados casos un sommelier, ofrece una degustación a los visitantes.
Lo importante es planificar con tiempo el viaje (las bodegas están bastante
alejadas entre sí) y tener en cuenta algunas visitas imperdibles:
l La Rural. La bodega se ubica en Maipú, a unos 20 kilómetros
de la capital mendocina. Fue fundada en 1890 por Felipe Rutini. Posee un museo
que recorre la historia de la vitivinicultura argentina y una colección
de imágenes religiosas.
l La Anita. Antonio y Manuel Mas la fundaron en 1990; es una de las bodegas
más nuevas pero posee una colección de imágenes talladas
en madera que datan del siglo XIX. Se ubica en Luján de Cuyo, a unos
20 kilómetros de la capital mendocina.
l Dolium. Es la primera bodega subterránea de la Argentina y una
de las más modernas. Fue fundada por Mario Giadorou y es un claro exponente
de bodega boutique de alta tecnología.
l Salentein. Sobre la Cordillera de Los Andes, en el Valle de Uco, a
unos 95 kilómetros de Mendoza ciudad, ofrece una posada especialmente
diseñada para hospedar a los amantes del vino.
l Norton. En Luján, a pocos kilómetros de la ciudad. Ofrece
visitas guiadas y un exclusivo wine bar con vista a los viñedos y a la
Cordillera. M