El Gran Dragón levanta vuelo

    Para el año 2030, China no solamente será la nación más
    poblada del planeta, sino también la economía más importante
    del mundo. Según el libro Big Dragon, de Daniel Burstein y Arne de Keijzer,
    el país asiático se convertirá, en síntesis, en una
    verdadera superpotencia que podría cambiar el actual esquema de poder durante
    este milenio.
    Predicciones como ésta, nutridas en hechos y estadísticas bien documentadas,
    son parte de proyecciones que pueden ser alteradas por numerosos acontecimientos.
    De ahí el súbito interés que despierta el Gran Dragón
    entre todos los jugadores internacionales. Pero sobre todo entre sus vecinos del
    sudeste asiático y en la potencia hoy hegemónica, Estados Unidos.
    La economía crece a altas tasas en forma ininterrumpida, contrastando con
    el estancamiento que se registra en casi todas las regiones del mundo. La inversión
    de capital directo es extraordinaria con relación al total de recursos
    disponibles (fue de US$ 50.000 millones durante 2002). Hong Kong y Shangai son
    dos motores incontenibles del crecimiento, aunque están apareciendo otras
    áreas de parecido ritmo expansivo (sin olvidar a Taiwán cuyo destino
    está en la balanza).
    No hay empresa en la lista de las 500 de Fortune que no opere o no piense hacerlo
    en este país, vasto como un continente. Los líderes en tecnología
    de punta ya se han instalado y tratan de ganar porciones en el inmenso mercado.
    Hay oportunidades y desafíos por igual para las próximas décadas.
    Se ignora cómo evolucionará su sistema político socialista
    (pero impregnado de nacionalismo, mucho más resistente que el soviético).
    Sus fuerzas armadas, en términos regionales, son imponentes, lo que no
    necesariamente debería llevar a la agresión. La solución
    del problema de Taiwán es delicado. Es evidente que no habrá una
    desintegración política como la de la antigua URSS, aunque tal vez
    se imponga un atenuado federalismo sobre tamaña superficie.
    Desde el optimismo se cree ver una evolución hacia una economía
    diversificada y pluralista, y a cierta forma de democracia en lo político.
    Desde el pesimismo, sus vecinos temen una exagerada influencia en los asuntos
    regionales o una agresiva presencia militar. Percepción que comparten algunos
    sectores dentro y fuera del gobierno de Estados Unidos. No terminan de definir
    si China es un enemigo al que habrá que enfrentarse irreversiblemente,
    o si será un competidor a veces, y un socio cooperativo en otras oportunidades.
    Éste es el verdadero dilema que presenta China: la dificultad para entender
    la complejidad de su proceso histórico, de sus actores principales y de
    su futuro desarrollo como nación llamada a gravitar en forma decisiva sobre
    los asuntos mundiales.
    Tal es el análisis que aborda este Documento: la visión interna
    y externa del proceso geopolítico, y de la transformación económica
    y social del milenario Celeste Imperio.