Ésta es la 23ª medición realizada por MERCADO auscultando el humor
de los empresarios, y sus previsiones para el próximo semestre de la
economía. Doce años ininterrumpidos de coleccionar estos estados
de ánimo tan reveladores. La presente medición se realizó
entre diciembre y enero pasados, y se refiere al probable comportamiento de
la economía durante los primeros seis meses de este año.
La novedad esta vez, es que al final de la encuesta se incorporó una
batería de nuevas preguntas que reflejan las situaciones distintas que
confronta el país en el escenario económico. Algunas referidas
exclusivamente a la coyuntura –proceso electoral–; otras, que podrían
repetirse, tienen que ver con problemas de largo plazo, como las relaciones
con el FMI; entre el gobierno central y las provincias; y la regulación
y el nivel de las tarifas públicas (desde la primera versión hasta
la actual, el diseño de la encuesta es responsabilidad del sociólogo
Heriberto Muraro y ha sido procesada por Telesurvey).
Entre la última encuesta semestral (publicada en MERCADO Nº 1.018, de
octubre de 2002) y ésta, cuyos resultados ofrecemos en estas páginas,
hubo un cambio evidente de clima social. En el ámbito de los negocios,
se comenzó a hablar con más frecuencia del “veranito”,
de alentadores síntomas de reactivación, de la certeza de un acuerdo
con el FMI, y de avances en el desmantelamiento del “corralito” y
del “corralón”.
También (a la par que se olvidó momentáneamente cómo
se resolverá el default y el pago de la deuda externa) la discusión
y las inquietudes pasaron por otros temas: conveniencia o no de mantener un
dólar alto; si el crecimiento sería impulsado más por las
exportaciones o por el mercado interno. En este último caso, cuáles
son las reales posibilidades de generar empleo y de mejorar las condiciones
salariales.
El horizonte político –ante el recambio presidencial que se definiría
entre abril y mayo– ocupó igualmente la atención, pero no
con la obsesión con que lo hizo en otras oportunidades. O estamos resignados
a convivir con lo que nos toque o los empresarios prefieren concentrarse en
las variables sobre las cuales pueden incidir. Lo que sí se registró
es una buena dosis de incertidumbre por la debilidad de la economía global
y el riesgo de una guerra.
Todavía en esta medición, los empresarios extreman la cautela,
desconfían de una recuperación inmediata y siguen con la guardia
alta. Sin embargo, hay una esperanza, casi un estado psicológico, donde
se aprecia un mayor grado de optimismo.
El contexto a tener en cuenta
Por esta razón es inevitable analizar cuáles fueron los términos
del debate público en el que participaron activamente los empresarios
durante los meses previos a la encuesta para ubicar mejor los elementos que
pudieron tener influencia en las respuestas obtenidas.
En octubre era evidente una percepción: “Todos nos equivocamos:
el verano ya comenzó en junio”. Los depósitos aumentaron
mientras el Banco Central reducía las tasas de sus letras y se animaba
a alargar hasta los 184 días los plazos de las colocaciones con las que
absorbía los excedentes de liquidez. Hubiera sido una exageración
diagnosticar un retorno de la confianza de los inversores, pero el hecho es
que había síntomas de normalización financiera gradual
sin banca off shore ni otros experimentos exóticos.
Todos erraron: los analistas económicos, la cúpula del FMI, la
administración republicana y hasta los funcionarios más optimistas
del Gobierno (obviamente los periodistas también).
El punto central es que las reservas internacionales aumentaron –ese mes–
por tercer mes consecutivo en un marco de estabilidad cambiaria. De hecho, el
Banco Central tuvo que operar de manera sistemática en la punta compradora
del mercado ya que, de no hacerlo, el dólar bajaría su precio.
Naturalmente, era un problema del tipo huevo o gallina: no se sabía si
la estabilidad cambiaria convocaba a la calma financiera o si era al revés.
Pero lo cierto es que si se sacaba una fotografía de ese momento lo que
se podía observar es que una porción importante de la demanda
potencial de dólares estaba reorientándose hacia los bancos.
Otros datos confirmaban que algo cambiaba sin que medien para ello reformas
de fondo. El nivel de actividad, si bien no daba claros signos de ingresar en
un proceso de recuperación sostenida, parecía haber encontrado
su piso durante el segundo trimestre del año. Mientras tanto, lo que
ocurría con la tasa de inflación era sorprendente. En abril, el
nivel anualizado superaba 500% para el promedio de los índices mayorista
y minorista, pero luego comenzó a dibujarse una rápida trayectoria
decreciente que llevó ese promedio a 24% durante septiembre.
Hay que recordar que en el tercer trimestre se paró la fuga de capitales.
Durante el primer semestre de 2002 el superávit de la cuenta corriente
financió una parte de la fuga de capitales posterior a la crisis cambiaria
(la otra parte fue financiada por una pérdida de más de US$ 5.000
millones en las reservas internacionales del Banco Central). Desde que comenzó
el tercer trimestre la fuga de capitales se detuvo, de modo que el sobreajuste
de la economía permitió una recomposición del nivel de
reservas.
Dos variables: ventas y precios
Cuando se pregunta cómo serán las ventas en el próximo
período, hay un cambio importante con la medición anterior: 21,7%
(contra 5%) espera que sean muy superiores; 49,1% (28%) piensa que serán
algo superiores; 26,4% (17%) dice que serán prácticamente iguales;
1,9% (27%) aguarda que sean algo inferiores; y, finalmente, 0,9 (23%) asegura
que serán muy inferiores. Una inversión de tendencia muy fuerte
entre ambas mediciones, y tal vez la base más sólida para explicar
la recuperación del optimismo empresarial.
En materia de precios se aguarda un comportamiento moderado: 6,6% de los entrevistados
(12% en la versión anterior) cree que serán muy superiores; 39,6%
(26%) apuesta a que serán algo superiores; 35,8% (18%) opina que serán
prácticamente iguales; 15,1% (25%) dice que serán algo inferiores;
y 0,9% (25%) sostiene que serán muy inferiores.
Es decir, se observa una recomposición paulatina del nivel de precios,
aunque no hay temor de avanzar hacia una hiperinflación.
En la composición de sus costos, el mayor temor de los empresarios pasa
por la obtención de materias primas: 36,8% (58% en el caso anterior);
los impuestos, 24,5% (4%); los costos salariales y cargas sociales, 16% (8%);
y los costos financieros, 10,4% (18%).
Se percibe el temor a una mayor presión impositiva y a la reconstrucción
salarial en marcha. En cuanto al costo financiero, que no preocupa demasiado,
no es porque haya excedente de crédito a bajas tasas, sino porque en
gran medida las empresas decidieron manejarse sin recurrir a este mecanismo.
Algo que deberá cambiar, naturalmente.
Los que exportan
Éste es un dato a sopesar. Los que piensan exportar durante el actual
semestre suman 55,7% de la muestra (contra 58% en la versión 2002). Un
leve descenso. La explicación es que este indicador creció abruptamente
el año pasado cuando, como paliativo a la crisis, todo el mundo se precipitó
a buscar colocar productos en el mercado externo (aunque no todos los que lo
intentaron, lo lograron).
Entre los que piensan exportar, están los que creen que colocarán
hasta 20% del total de sus ventas en el exterior, 57,6% (54%); hasta 40%, 18,6%
(18%); hasta 60%, 5,1% (12%); y hasta 80%, 11,9% (6%). Finalmente, los que planean
exportar más de 80%, suman 6,8% (10%).
En cuanto al comportamiento en dólares de estas ventas externas, 3,4%
(9%) piensa que serán muy superiores; 27,1% (34%), algo superiores; 54,2%
(36%), prácticamente iguales; y 11,9% (18%), algo inferiores. Crece la
proporción de los que piensan repetir las cifras de exportación
logradas.
Entre los que no exportan o que han reducido sus exportaciones, la explicación
transita por estos carriles: 12,9% decidió volcarse al mercado interno;
8,6% tiene desventajas por falta de competitividad; 7,1% lo explica por el tipo
de cambio; y 37,1% se agrupa en el rubro “otros motivos”.
Hay rentabilidad en las exportaciones, aunque tal vez no tanto como se imagina
el común de la gente. 15,3% (14%) piensa que será muy alta; 79,7%
(74%), levemente positiva; y 5,1% (11%) dice que será neutra.
Con relación al abastecimiento de los principales insumos requeridos,
5,7% (4%) piensa que habrá exceso de oferta; 83% (66%), que no habrá
problemas importantes; y 10,4% (28%), que enfrentarán graves problemas
por falta de entrega de los proveedores. Una mejoría, en términos
generales.
Estos insumos se compran exclusivamente en el mercado interno para 28,3% (29%)
de los entrevistados; solamente en el mercado externo, 5,7% (3%); en ambos mercados,
con predominio del interno en 33% (48%); y, finalmente, en ambos pero con predominio
del externo en 33% (18%).
Sobre la facilidad para obtener los insumos, 57,9% piensa que tendrán
fácil acceso; y 38,2% que será difícil. En cuanto a los
efectos de la política arancelaria para importar, 76,3% (64%) cree que
será similar a los ya conocidos.
Sueldos, aumentos y conflictos
La mayoría piensa (43,4% del total) que los aumentos serán ligeramente
menores a la inflación, y 24,5% sostiene que serán muy inferiores
al índice inflacionario. 75% de la muestra opina que los aumentos serán
concedidos por decisión de la empresa.
Entre quienes piensan que los aumentos estarán por debajo de la inflación,
la causa es bajo nivel de actividad y ventas, 50%; y necesidad de mejorar la
rentabilidad, 36,1%.
Sí habrá conflictos laborales, pero serán manejables según
55,7% del universo consultado. Hay otro 43,4% que no ve posibilidad de conflictos
laborales. En el supuesto caso de conflicto, 83,1% no piensa que impedirían
entregas de la producción. 58,5% de la muestra dice que las relaciones
con los delegados internos son fluidas y cordiales. Sobre la contratación
de personal, 67,9% piensa mantenerse en el mismo nivel.
Apenas 34% proyecta realizar alguna inversión. De ellos, 50% calcula
que será inferior a $ 1 millón. Y 30,6%, que no excederá
de $ 5 millones.
Durante este año, 9,4% piensa que tendrá un ejercicio muy rentable;
46,2% apenas algo rentable; 27,4%, equilibrado; y 10,4%, algo deficitario.
El mayor porcentaje (32,4) espera que la inflación esté entre
15 y 25% de aumento; 30,2% piensa que será entre 10 y 15%; y 15,1% que
se situará entre 5 y 10%. De modo que más de 77% de la muestra
espera niveles moderados de inflación.
La mayoría, 50,9%, apuesta a que el valor del dólar será
inferior al actual.
Sobre el posible equilibrio en las cuentas del Estado: 48,1% piensa que se buscará
pero que no se logrará reducir la estructura. Otro sólido 46,2%
sostiene directamente que no se logrará la meta del equilibrio.
En torno a la credibilidad de la gestión económica: 69,8% no espera
cambios sustanciales; y 21,7% cree que habrá mejoría.
La pregunta del millón es cuál es la expectativa para el comportamiento
económico del primer semestre: 49,1% (15%) es algo optimista; 30,2% (20%)
opina que será neutro; 16% (46%) es algo pesimista; y un magro 1,9% (17%)
dice que es muy pesimista. También hay un módico 2,8% (0% en la
medición anterior) que es muy optimista.
Ficha técnica
Esta versión de la Encuesta de Expectativas para el primer semestre de
2003, contó con las respuestas de 128 empresarios (cifra algo superior
al de la versión anterior). Contestaron directivos que operan en 31 rubros
diferentes de la economía nacional. De las empresas entrevistadas, 34,9%
son filiales o subsidiarias de empresas extranjeras, mientras que 65,1% es de
capital nacional (proporción casi idéntica a la de la muestra
anterior: 35 y 65%, respectivamente).
Lo interesante de este ejercicio es la comparación. La primera encuesta
de este tipo se publicó en agosto de 1991, ya con la convertibilidad
consolidada. Luego vino su auge, su debilitamiento, y su caída. Por último,
se registró la devaluación y el default. Para quienes intenten
profundizar en estos temas, las 22 mediciones anteriores se encuentran disponibles
en Internet, en el sitio de MERCADO (www.mercado.com.ar).
Nuevos temas
No se advierte riesgo de hiperinflación: un robusto 88,7% se declara
en contra de tal posibilidad. Otro contundente 84% aguarda un alza en el nivel
de las tarifas de los servicios públicos.
Con relación a los precios internos, 56,6% predice que se tomarán
medidas restrictivas para controlar la inflación. Sin embargo, un importante
41,5% asegura que se tomarán medidas expansivas aun a riesgo de provocar
inflación.
Cuando se pregunta por la difícil relación del gobierno central
con las provincias, 66% entiende que habrá menos tolerancia con los déficit
de los presupuestos provinciales. Pero, 31,1% piensa que habrá tolerancia
con esta situación.
En forma maciza, 86,8% a favor, los empresarios están seguros de que
el Gobierno intentará por todos los medios acordar con los acreedores
externos, incluyendo el FMI y los organismos multilaterales de crédito.
M
MERCADO On Line le amplía la información: • “Incertidumbre en el peor año de la economía desde 1914”. MERCADO, octubre de 2002. http://www.mercado.com.ar/mercado/vernota. asp?id_producto=1&id_edicion=1018&id_nota=5 • “La magia de Cavallo”. MERCADO, julio de 2001. http://www.mercado.com.ar/mercado/vernota.a sp?id_producto=1&id_edicion=1004&id_nota=24 • “Nublado, pero sin tormentas”. MERCADO, enero de 2001. http://www.mercado.com.ar/mercado/vernota. asp?id_producto=1&id_edicion=998&id_nota=26 • “Nos habíamos amado tanto”. MERCADO, agosto de 2000. http://www.mercado.com.ar/mercado/vernota. asp?id_producto=1&id_edicion=993&id_nota=17 |