Analgésicos, hepatodigestivos, digestivos y antiácidos siguen
teniendo en las farmacias su principal canal de ventas, una tendencia que no
cambia con el tiempo, ni con las crisis, ni con la desregulación, a pesar
de que hace más de 10 años que quioscos, supermercados y otros
formatos pueden vender estos productos, también denominados OTC (siglas
del inglés over the counter).
Sin embargo, al negocio de las farmacias no le va muy bien desde la devaluación,
más allá de los productos que se venden sin receta. Según
datos de la Cámara Argentina de Farmacias, el consumo de remedios se
desplomó 65% durante el primer semestre de 2002 en relación con
el mismo lapso de 2001.
La caída no distingue entre los remedios, aunque la crisis se haya empecinado
en mantener algunas compras en el mismo nivel que antes. Tranquilizantes, antidepresivos
e hipnóticos (los que se utilizan contra el insomnio) quedaron más
resguardados de la debacle y cayeron sólo entre 3% y 4% el primer semestre
del año que pasó. El dato no es nuevo: esta clase de productos
viene en franca recuperación desde hace tiempo; entre 2000 y 2001, por
ejemplo, las ventas de estos medicamentos crecieron 38%, de acuerdo con una
investigación del diario La Nación.
En la Argentina, funcionan unas 12.600 farmacias, aunque a principios de 2002
varias tuvieron que cerrar sus puertas debido a que la devaluación fue
acompañada por una distorsión de precios en los medicamentos que
dejó a más de un boticario con la boca abierta. A esto se suma
la crisis que viven las obras sociales, en especial el Pami, que dejaron de
pagarle a las farmacias, entre otros prestadores.
Además, en la cámara del sector creen que los medicamentos recetados
han sido reemplazados, en parte, por productos de libre prescripción,
que también registraron una disminución más acotada en
sus ventas: entre 15% y 16%. En estos tiempos, un té con limón
bien puede desplazar a un protector hepático, acaso uniendo la crisis
a las terapias alternativas en la que los yuyos tienen una importante presencia.
Pero hubo más cambios de hábito. Marcelo Peretta, presidente de
la sección Farmacias del Colegio Oficial de Farmacéuticos y Bioquímicos,
afirma que la crisis obligó, incluso, a un viraje drástico en
la relación entre el paciente y el farmacéutico: “Antes,
el vínculo era meramente comercial. Ahora es más profesional,
porque el consumidor le pide asesoramiento al farmacéutico”, sostuvo
en declaraciones periodísticas a mitad de 2002.
El encarecimiento de los precios es la consecuencia inmediata de la devaluación
en una industria que tiene hasta 15% de componentes importados. La baja de las
ventas, en cambio, obedece en parte a la caída del salario y, por otro
lado, a la reducción de las coberturas de las obras sociales y las empresas
de medicina prepaga. M