Negociación con el FMI, en línea de largada

    Llegó una nueva misión del FMI, esta vez de la mano de Anoop
    Singh, el negociador que tomó la posta de Teresa Terminassian, y encontró
    algunas novedades tales como el acuerdo entre la Nación, calificado por
    algunos como carente de solidez, debido a que el pacto estipulaba que los gobernadores
    debían reducir sus desequilibrios fiscales, pero podían seguir
    emitiendo bonos o cuasimonedas. Pareció evidente que el Ministerio de
    Economía sólo trató de cumplir con una condición
    impuesta por el FMI.
    También adjetivada como débil fue la aprobación de la ley
    de Presupuesto, a raíz de que algunos analistas adujeron que debía
    revisarse durante todo 2002, porque el déficit previsto para el primer
    cuatrimestre –unos $ 3.000 millones– equivalía al de todo
    el año. Con estos ingredientes comenzó a percibirse que el acuerdo
    con el FMI llevaría más tiempo del previsto.
    Sin embargo, se lograron avances en la constitución de una nueva estructura.
    En el frente fiscal se tomó la decisión de aplicar retenciones
    a las exportaciones en forma generalizada.
    También hubo progresos marginales en los mercados cambiario y financiero.
    En el primero, el Banco Central anunció una paridad diaria de referencia,
    orientada a reducir la incertidumbre inherente al régimen de flotación
    y a abrir la posibilidad de un mercado de futuros. La medida gozaba de una ventaja:
    se entró en la flotación con unos US$ 13.000 millones de reservas,
    lo que permitía ejercer cierto control sobre el dólar.
    En cuanto al mercado financiero, que permanecía casi paralizado, Remes
    Lenicov lanzó el Plan Bonex, por el que pudo separar el destino de los
    plazos fijos de las cajas de ahorro y las cuentas corrientes, brindando de esa
    manera más liquidez al sistema. Así, con la emisión de
    los dos bonos públicos, las autoridades y las entidades financieras acordaron
    el mecanismo para compensar las pérdidas que los bancos habían
    tenido hasta el momento.
    Aunque aún no había una moneda nacional concebida como instrumento
    de ahorro y tampoco un sistema financiero confiable, en este plano, entre el
    10 de enero y el 20 de marzo, el stock de redescuentos a las entidades financieras
    creció de $ 9.016 a $ 14.295 millones. Aproximadamente en el mismo período,
    la circulación monetaria se expandió en
    $ 3.312 millones, esto es, 31%.
    Por otro lado, sin bien la depreciación de la moneda a más de
    $ 3 por dólar (que a finales de mes se acercaría al abismo de
    $ 4 por dólar) fue perjudicial en las expectativas de la espiral inflacionaria,
    abrió un espacio para diseñar un nuevo programa económico
    más consistente que todo lo que se había intentado hasta el momento,
    sobre todo en lo referido a las exportaciones.

    Visión en Washington

    Más allá de ciertas esperanzas que se alimentaban en el ámbito
    local, el 5 de marzo el economista y académico Allan H. Meltzer habló
    de la Argentina y sus riesgos ante una comisión de la Cámara de
    Representantes del Congreso de Estados Unidos.
    “El actual gobierno argentino no ha propuesto un plan coherente y consistente.
    Algunas de las medidas que ha tomado son esfuerzos fragmentarios para solucionar
    problemas específicos sin tomar en consideración las consecuencias
    en el panorama general (…). Las autoridades monetarias no tenían
    dólares suficientes para convertir depósitos en pesos a dólares
    como lo requería su régimen monetario, entonces el Gobierno decretó
    que todos los depósitos en dólares tenían que ser convertidos
    a pesos al cambio de $ 1,40 por dólar. Esto aumentó la oferta
    monetaria potencial en aproximadamente 30%, incrementando la preocupación
    por la inflación.”
    Agregó Meltzer: “La economía está colapsando. La
    actividad de la construcción en enero fue 44% inferior a los niveles
    del año anterior. Como los depósitos bancarios estaban congelados,
    las ventas de los supermercados en enero fueron 30% más bajas que en
    diciembre. La tasa de desempleo es superior a 20% y sigue subiendo a medida
    que la economía se hunde”.
    Con una inflación al consumidor que en enero fue algo mayor de 2%, poco
    más de 3% en febrero, y en marzo algo más de 4%, el acumulado
    en el primer trimestre del año alcanzó 10%. M