El Banco Hipotecario es una de las entidades financieras más antiguas del país. Se formó hace 116 años y desde ese momento se dedicó a brindar préstamos para la vivienda. Durante la década de los ´90, lideró el crecimiento del mercado hipotecario residencial. De hecho, entre 1994 y 1999 prestó más de $ 2.000 millones. Sin embargo, y a pesar de que es uno de los bancos más grandes de la Argentina en términos de patrimonio neto, su futuro es incierto. La crisis económica sin precedentes en la que entró el país en los últimos años la cual alimentó y se alimentó de la progresiva paralización de la actividad económica, del congelamiento de los depósitos y de la virtual desaparición del crédito como consecuencia de la falta de confianza, pone en serios problemas a todas las instituciones financieras, pero en particular a una dedicada a ofrecer préstamos para la compra de viviendas.
Los problemas del Hipotecario no se limitan a que no tiene a quién prestarle. El más grave que, paradójicamente, también es su ventaja reside en que se trata de un banco que no recibe depósitos. El financiamiento del banco proviene, en parte, de créditos externos. En consecuencia, tiene una porción de sus pasivos dolarizados, mientras que sus activos están pesificados. Si bien ésta es la situación de muchas instituciones financieras y empresas de la Argentina, lo cierto es que, muchas de ellas, también son emprendimientos transnacionales que, por definición, tienen activos dolarizados en el exterior. Por lo tanto, podrían usar esos activos para hacer frente a sus deudas en dólares. El Hipotecario, en cambio, es un banco argentino que buscó financiación fuera del país. Esos fondos deben ser devueltos en dólares, mientras que los pagos que recibe por sus créditos fueron pesificados.
Hoy en día, una parte del banco pertenece al sector privado grupo Irsa que tiene en su poder alrededor de 16% de las acciones. Estas son acciones clase D, que equivalen a tres votos cada una, razón por la cual el management del banco está en manos privadas. En tanto, el Estado nacional posee 50% del banco, mientras que el porcentaje restante está dividido en pequeños paquetes accionarios en poder de AFJP, otras empresas privadas de menor envergadura y en el programa de participación de acciones entre los empleados (PPP).
“El Hipotecario es una institución argentina que no va a dejar de operar en el país”, dice una fuente en el banco, que prefiere reserva de su nombre. “Una vez que el Estado nacional compense la pesificación, el Hipotecario seguirá siendo uno de los bancos mejor capitalizados. Afortunadamente, la crisis de confianza generada por el congelamiento del capital de los ahorristas no nos impacta de lleno porque el Hipotecario no tiene corralito.”
En efecto, al no recibir depósitos, el banco quedó al margen de la ira popular. Basta caminar por la calle para observar que es una de las pocas entidades que no tiene sus vidrieras protegidas. “Esto no significa que los manifestantes piensen que en el Hipotecario somos todos santos reconocen en el banco pero sirve desde el punto de vista de la imagen de la institución, porque la entrada de las sucursales, hoy, sigue siendo la misma que el año pasado: no hay tapias, no hay alambrados, no hay manifestaciones y los vidrios no están rotos. Y eso se percibe. Nosotros no creemos que el resto del sistema financiero sea corrupto. En nuestro caso, el tipo de funcionamiento del banco llevó a que no tengamos ahorros congelados. Lo aclaramos de este modo porque no nos interesa sacar algún rédito de la desgracia ajena”, subraya la fuente.
El vaso medio vacío
Así las cosas, el banco no tiene otros fondos para operar que los que recibe de los pagos de sus créditos. El resto del sistema financiero continúa recibiendo ingresos por el uso de múltiples productos y servicios, mientras que no tiene obligación de hacer frente a su pasivo con los ahorristas hasta dentro de bastante tiempo y por un monto mucho menor al tomado. Además, en el caso de los ahorristas que optaron por los bonos, el pasivo fue completamente transferido al Estado. En el escenario actual, para sobrevivir, el Hipotecario está obligado a cambiar su modelo de negocios.
Un primer movimiento en este sentido fue la emisión de la tarjeta Maestro de ahorro postal. Éste fue el debut del Hipotecario en el mercado minorista. El segundo paso fue dado a mediados de julio, cuando el banco comenzó a comprar y vender dólares en todas sus sucursales. Por último, la entidad está estudiando un tercer movimiento, que estaría dado por la compra de una institución en problemas para absorber su cartera de clientes.
“Estamos buscando la oportunidad para seguir avanzando en el mercado minorista o como un banco universal. El banco está trabajando desde hace tiempo para realizar este proceso gradualmente. Hoy estamos en un momento de observación de todas la oportunidades que el mercado presenta”, aseguran en el Hipotecario. “No descartamos la fusión o la adquisición de otra entidad, pero estamos aguardando el momento indicado para tomar cualquier decisión estratégica. El banco tiene fondos para adquirir otras entidades, pero creemos que, en este escenario, con la absorción de pasivos se puede llegar a concretar cualquier operación.”
Desde luego, el momento que esperan las autoridades es la resolución definitiva del corralito financiero ya que, según dicen, no quieren llevar al Hipotecario un problema que no tiene y contaminar su imagen ligándose a un banco en crisis con sus clientes. Si esto se logra rápidamente, en los próximos meses el Hipotecario ofrecerá los mismos servicios que cualquier otro banco: “Vamos a apuntar al cliente minorista y también a las operaciones transaccionales. Queremos captar depósitos, plazos fijos, emitir tarjetas de crédito; es decir, vamos a dejar de ser un banco monoproducto”, enumera la fuente.
Se suele decir que las crisis traen oportunidades. Claro que la oportunidad es para aquel que no está en crisis. El Hipotecario pretende aprovechar la actual catástrofe del sistema financiero para transformarse. Aunque el Gobierno y, sobre todo las autoridades del Banco Central, han manifestado su voluntad de evitar la caída de entidades, la verdad es que todo el mercado espera una fuerte reducción de operadores en los próximos meses. “Hay muchas casas matrices que ya no ven a la Argentina como una plaza rentable. Y además, seguramente, se va a producir un achicamiento porque tampoco habrá tanta actividad. Lo que se espera es una mayor concentración del mercado y nuestra posición al respecto es realista: sabemos que las reglas del juego cambiaron, pero en nuestra búsqueda de una entidad para comprar se demuestra que confiamos en el país y que tenemos el deseo de avanzar y crecer”.
En su transformación hacia un banco universal, el Hipotecario tiene varios obstáculos. De hecho, existen numerosas trabas coyunturales que deberá sortear para sobrevivir, las mismas que amenazan al resto del sistema financiero: ¿cómo recuperar la confianza?, ¿cómo lograr que la gente vuelva a depositar su dinero en los bancos? Al respecto, en el Hipotecario destacan que ellos ya cuentan con una cartera de clientes muy grande, a quienes quieren ofrecerles operaciones transaccionales. De todos modos, en la entidad reconocen que el recupero de depósitos por parte del sistema va a demorar bastante tiempo.
“No hay economía sensata si no existe un sistema financiero”, sostienen. “El tema clave es la confianza. Cuando los bancos tengan previsibilidad y tranquilidad para fondearse va reaparecer el financiamiento, y entonces la gente va a confiar en los bancos que mostraron un comportamiento serio, responsable y racional. Si el Hipotecario se mantuvo durante 116 años fue precisamente por eso”.