Sobrevivientes del e-commerce

    A primera vista, se podría suponer que la falta de dinero líquido, la fragilidad del sistema financiero, el quiebre de la cadena de pagos, los problemas de las tarjetas de crédito, en fin, los sucesos cotidianos que indican lo desesperante de la situación actual, herirían de muerte o, al menos, estancarían indefinidamente la evolución del e-commerce en nuestro país. Sin embargo, la crisis de unos suele ser la oportunidad de otros. Actualmente, en ciertos rubros, se produjo un sorpresivo repunte del comercio virtual. En este momento, muchos de los consumidores que tiempo atrás recorrían shoppings y paseos de compras están volcando su hábito de compra hacia el comercio on line.


    El repunte del comercio electrónico local tiene que ver con múltiples factores. Uno de ellos es que las compras en sitios extranjeros quedaron casi inmovilizadas debido a la depreciación del peso con respecto al dólar y al temor de que la escalada de la divisa estadounidense continúe. En este sentido, las ofertas del exterior, dejaron de ser convenientes. Otro factor determinante obedece a que el primer “corralito” que supimos conseguir permitía debitar los consumos de las tarjetas de crédito de los depósitos congelados. La bancarización obligatoria hizo que el pago electrónico se volviera aún más conveniente, al punto que venció la resistencia de muchos navegantes a dejar el número de sus tarjetas de crédito en los sitios de la Red. El tercer factor es que, ciertos rubros ofrecen a los internautas la posibilidad de obtener dinero líquido a cambio de sus activos físicos. Lamentablemente, la única lectura posible del fenómeno es que todos estos factores de crecimiento del rubro tienen más que ver con la pauperización de los estratos medios que con su prosperidad.


    Según un informe de la consultora Prince & Cooke, la compra en supermercados, que representa cerca de 20% de la facturación total por e-commerce del año pasado, fue uno de los rubros que más creció. Disco Virtual, que tiene registrados 130.000 usuarios, de los cuales 60.000 son considerados “activos” -es decir, que han realizado compras en los últimos tres meses- vende, según se dice extraoficialmente, cerca de US$ 30 millones al año. Aunque la crisis produjo una mayor caída del consumo en general -durante 2001 fue de 25%-, lo cierto es que la facturación on line pareció sentirla mucho menos.


    “Las ventas en Internet muestran la misma evolución que las ventas en el mundo físico”, afirma Fernando Maffi, gerente de Marketing de Garbarino, otra de las cadenas que cuenta con una sucursal virtual. “Actualmente, cambiaron las tendencias de consumo. La compra planificada se impone a la compra compulsiva. Se venden más productos de primera necesidad, o artículos estacionales como las estufas, o los calefactores, en esta época del año. En nuestro caso, el canal virtual es una sucursal más. El sistema funciona y no se vio perjudicado por la crisis, de modo que pensamos mantener la operación en la Red, con los mismos servicios y beneficios que hasta ahora.”

    Consumidores consumidos


    Como un equivalente de los clubes de trueque para una clase con mayores recursos, los sitios de subastas on line también vivieron un repunte de su actividad. Según Alec Oxenford, presidente de DeRemate, el repunte de la empresa se dio a partir de febrero. “Tuvimos un enero horrible. La gente se asustó, y la devaluación hizo que no se entendiera el precio de los productos. El vendedor quería cobrarlo en dólares mientras el comprador quería pagar en pesos. Pero desde mediados de febrero se dio una explosión insospechada. Hoy estamos triplicando el nivel de actividad de noviembre del año pasado”, informa el ejecutivo.


    A diferencia de otros sitios de e-commerce, donde se va a comprar, aquí la gente también vende. Y hay muchos poniendo a la venta de todo: su diskman, su fax, su videograbadora. Sucede que, al escasear los activos financieros, la posibilidad de hacer líquido lo que hay en casa es, para el navegante, muy atractiva. Desde el punto de vista del comprador, existe la tendencia a maximizar el valor del dinero, además de la expectativa de obtener productos a precios muy bajos.


    Al margen del valor agregado ofrecido por el site, está claro que su auge obedece a la coyuntura actual, al empobrecimiento sostenido de las capas medias. “Nosotros tenemos 400.000 clientes en la Argentina que constituyen una muestra representativa que refleja cualquier tendencia general del país”, detalla Oxenford. “El e-commerce sigue las tendencias del comercio en general, pero en este momento la gente está sustituyendo. Incluso en los supermercados, algunas marcas cayeron 40% y otras subieron 30%, porque son las que ofrecen más valor. En DeRemate pasa lo mismo, la gente prefiere comprar aquí. Tal vez obtenga un servicio menos premium que en un shopping elegante, pero paga la mitad por su producto”.

    Las empresas, con cautela


    En este panorama de retracción, no son muchas las compañías que contratan servicios de comercio electrónico, lo que afecta al business to business (B2B). Leandro Barneda, gerente comercial de Tradecom, una empresa de Telecom Portugal, Banco Galicia y Unibanco de Brasil, explica que, en los últimos tiempos, “se han definido más claramente qué modelos brindan mayores beneficios a las empresas y cuáles han sido dejados de lado”.


    “En la Argentina, este tipo de iniciativas ha tenido una dificultad particular que es el contexto país”, puntualiza el ejecutivo de la empresa especializada en soluciones de abastecimiento electrónico que permiten reducir costos y agilizar la carga transaccional. “Debido a esto -continúa- si bien un alto porcentaje de compañías está pensando en implementar este tipo de soluciones, la crisis local ha hecho que este acercamiento sea más lento.”


    En este momento, buena parte de las empresas tiene paralizados todos los proyectos en curso y no está incorporando nuevos. Semejante cautela a la hora de gastar hace que el B2B no haya encontrado una vía de crecimiento en medio de la coyuntura actual. Por este motivo, no sorprende demasiado que las firmas especializadas en este rubro, más allá de mantener su operatoria en el país, salgan a buscar nuevos horizontes. Según explica Barneda, Tradecom está pensando en expandirse a escala regional y posiblemente comience a operar en Venezuela y en Chile antes de que termine el año.

    Tres opciones para
    el rubro servicios

    También
    las empresas que prestan servicios a través de la Red han acusado
    el impacto de la crisis y no son pocas las que lentamente modifican su
    modelo de negocios en sintonía con las circunstancias actuales,
    poniendo fin a la gratuidad que caracterizó a todo emprendimiento
    virtual. Además, existe una tendencia a cobrar por los servicios
    on line a escala global.

    Diego Pando,
    country manager de Bumeran, explica que la compañía
    ha incorporado lentamente una oferta de servicios pagos. “No es como en
    España, donde existen los servicios Open, Basic y Premium. Allá,
    los navegantes cuentan con la opción gratuita (open) y además
    disponen de otras dos variantes: la basic, por la que se paga por
    acceder a determinados ítems, y la premium, que permite
    el acceso a un servicio completísimo, pagando un poco más”,
    desarrolla el ejecutivo. “En la Argentina, lo que hemos puesto en funcionamiento
    es el servicio básico, a través del cual, el navegante cuenta
    con la posibilidad de, por ejemplo, acceder a cursos de capacitación,
    entre otros beneficios”.

    Bumeran,
    que se especializa en el mercado laboral, tenía un modelo de negocios
    basado exclusivamente en el cobro de un fee a distintas empresas
    que pagan por consultar su base de datos o por disponer de la tecnología
    que le brinda el site (por ejemplo, el filtrado de currículums
    para tal o cual postulación). Pando sostiene que, a pesar de que
    el negocio funciona -de hecho, estima que la empresa alcanzará
    su punto de equilibrio durante el primer quarter de 2003-,
    es necesario agregar servicios para seguir compitiendo. Y subraya que
    a la gente no le molesta pagar siempre y cuando perciba, efectivamente,
    un verdadero valor agregado en la propuesta por la que se pretende cobrar.