La ecuación es sencilla: si un problema no tiene solución, hay que inventarla.
“Básicamente, un inventor identifica problemas y busca soluciones”, explica Eduardo Fernández, presidente de la Asociación Argentina de Inventores. “Es alguien que ve en cada dificultad un laberinto y se encarga de construir puentes que lo atraviesen.”
La Asociación Argentina de Inventores es una sociedad civil sin fines de lucro, cuenta con 650 miembros y desde 1990 es la única en actividad en toda Latinoamérica. Con el objetivo de transformar una idea en un proyecto, allí se reúnen inventores que recién se inician, otros más avanzados y también profesionales que buscan asistencia legal, técnica y financiera. Allí se habla de legislación de patentes, historia y psicología de la invención, marketing y gestión de la innovación, e incluso la construcción de prototipos. Es decir, todos los aspectos que convierten a un inventor en profesional.
“La capacidad de inventar es una virtud del ser humano, como pensar, caminar o correr, sólo que hay distintos grados de desarrollo de ese potencial”, señala Fernández. “No hay una relación causal entre el conocimiento y la capacidad inventiva, y tampoco es cierto que cuanto más se sabe, más se inventa. Lo que hace falta para ser inventor es tener un gran desarrollo de la percepción, detección de problemas, y una mente inquisitiva que haga preguntas y repreguntas sobre la realidad. Si uno hace la pregunta adecuada, es posible que encuentre la respuesta adecuada.”
Si bien la capacidad inventiva muchas veces puede verse atenuada por los defectos del sistema escolar, la presión social o la familia, también es cierto que puede estimularse en un grupo de trabajo. Por eso, además de la Asociación Argentina de Inventores, que se reúne todos los lunes en la Escuela del Sol, funciona simultáneamente la Escuela de Inventores, para chicos de 6 a 16 años, todos los sábados por la mañana en el mismo espacio.
“Cuando un invento llega al mercado, profesionalmente se llama innovación. Es bueno que un empresario, un inversor, un político o un científico tengan en claro que promover a los inventores es promover la innovación, y que sus productos generan actividad económica y puestos de trabajo. Es una forma de transformar ideas en buenos negocios, que además sean útiles para la gente”, concluye Fernández.
En síntesis, un inventor profesional es alguien que trabaja en forma seria y sistemática: busca antecedentes, construye prototipos, tramita patentes, consigue inversores, fabrica y vende.
Lo que sigue es el testimonio de algunos de los argentinos que han transitado con éxito el circuito completo de la invención.
Mario Fernandes Ribeiro
Inventor de Tutto Canal, el primer protector inflable de control remoto
“La idea se me ocurrió en 1993, viendo un programa de televisión donde participaba una persona no vidente. Sorpresivamente, se le cayó el control remoto de las manos, la conductora preguntó qué había sucedido, y él se limitó a decir que lo había hecho pedazos. A partir de ahí me imaginé que sería importante proteger los controles remotos”, resume Ribeiro.
A principios de 1994, Ribeiro ya había conseguido una primera patente en la Argentina, que en 1995 se extendió a Europa, Asia, Estados Unidos y el resto del continente americano. El círculo se completó en mayo de este año, con la fabricación del invento bautizado Tutto Canal y su inminente lanzamiento al mercado.
“Lo más difícil para nosotros, los inventores independientes, es concretar un negocio con los inversores. Por eso, cuando llegué a la etapa de producción, todo se complicó. Al tratarse de un producto de PVC, en la Argentina y todo el Mercosur el costo de fabricación es muy alto. Entonces recurrí a las embajadas de China, Estados Unidos, Taiwan, Malasia y Tailandia. Por medio una empresa importadora, Mundo Exterior, terminé comercializándolo directamente desde Hong Kong por una cuarta parte de lo que cuesta acá. Es decir, el producto se fabrica en Hong Kong y lo importamos totalmente terminado desde allá.”
Ribeiro realizó un contrato de exclusividad por los próximos tres años por el que se le acredita una regalía sobre los productos importados.
Juan Carlos Brandalise
Inventor del acople de llavero publicitario
“Yo trabajo como vendedor de artículos promocionales para fotografía, y siempre visité casas donde veía que los depósitos estaban llenos de rollos vacíos chasis que se tiraban a la basura sin darles ningún uso. Entonces me puse a pensar en alguna utilidad, alguna idea que al mismo tiempo me dejara un beneficio personal, y diseñé algo tan sencillo como económico: una suerte de correa de plástico que se inserta en el chasis de una forma muy fácil y lo convierte automáticamente en un llavero. Así nació el acople de llavero publicitario.”
La idea surgió en 1994. Brandalise hizo la matricería, inició los trámites para obtener la patente, y un año después ya repartía los primeros 40.000 ejemplares en la Exposición de Fotografía. “No le tenía una gran confianza, pero empezó a gustar, lo comercialicé y automáticamente tuve beneficios. Actualmente lo sigo fabricando, y lo vendo junto con otras promociones publicitarias”.
Una vez puesto en marcha su invento, Brandalise descubrió que los chasis eran un buen soporte para hacer publicidad, y empezó a fabricar calcos para pegarlos encima, con el diseño de la casa, su logotipo, la dirección, ofertas promocionales y demás. Ahora, cuando los clientes van a revelar un rollo, de paso se llevan un regalo que tiene la promoción del local.
Roberto Cardón y Hugo Olivera
Inventores del descorchador automático de champagne
“La idea se me apareció en un sueño: una botella que flotaba en medio de la nada. Como yo no tomo, la aparición me llamó poderosamente la atención. Con los ojos cerrados, empecé a entusiasmarme con la posibilidad de abrirla. Así nació la idea de un descorchador, hice un prototipo de plástico y funcionó bien, pero todavía no tenía muy claro cómo seguir adelante”, recuerda Hugo Cardón, técnico en máquinas de costuras industriales.
Entonces apareció Hugo Olivera, la otra mitad de esta dupla inventiva que trabaja en servicios para la industria y mecanizados especiales. Juntos desarrollaron un dispositivo compuesto por un tubo, un resorte y dos palanquitas que a principios de este año ganó el primer premio en su categoría en la Exposición Internacional de Inventos de Ginebra: el descorchador automático de champagne.
“En 1997 Roberto se acercó a mí con esta idea y me pareció muy novedosa. Hicimos una investigación para ver si ya existía algo similar, y como no encontramos nada nos pusimos a trabajar juntos. Nos reuníamos después del trabajo, en nuestro tiempo libre y los fines de semana, hasta que logramos fabricar dos prototipos”, señala Olivera.
Como les ocurre a la mayoría de los inventores que dan sus primeros pasos, una vez fabricado el prototipo encontraron que todavía les esperaba un largo camino por delante.
Entonces la dupla Olivera-Cardón se acercó a la Asociación Argentina de Inventores y siguieron todas las pautas que la entidad les fue dictando hasta llegar a buen puerto. El resultado obtenido fue un descorchador para una sola mano, fácil de maniobrar puede abrirse con la fuerza de dos dedos y de máxima seguridad, porque el corcho permanece en el interior del dispositivo.
Este es otro ejemplo de las innovaciones que alcanzaron la etapa de comercialización, y a partir de una idea original va en camino de convertirse en la actividad de una Pyme que generará fuentes de trabajo para más de un centenar de personas, sin contar los talleres periféricos, los equipos de venta y de comercialización. Por lo pronto, el producto ya se vendió a Brasil, Italia y Estados Unidos.
Ricardo Maclen
Inventor de la máquina emblistadora manual
“Mi proyecto surgió a principios de 1994, cuando advertí que las farmacias que elaboraban fórmulas magistrales tenían que envasar sus propios comprimidos o cápsulas en frascos de plástico o vidrio, porque no tenían la opción de acceder al blister, esa tira de plástico en la cual se envasan los comprimidos que habitualmente compramos”, recuerda el ingeniero mecánico Ricardo Maclen.
Hasta entonces, estas máquinas solamente se encontraban en las grandes industrias o los laboratorios de producción automatizada. Las farmacias o los hospitales que elaboran cantidades limitadas no podían envasar sus medicamentos en un blister.
Maclen desarrolló un prototipo y renunció a su trabajo para dedicarse full time al flamante proyecto. Así, sin garantías de ningún tipo y con recursos propios, compró máquinas, alquiló un pequeño local y armó las primeras matrices. Cuando apenas había transcurrido un año y medio, Maclen ya contaba con la infraestructura suficiente para lanzarse al mercado.
“Hice el lanzamiento de la máquina emblistadora en Expo Farmacia y a partir de ahí comencé a vender. Solo, sin ningún tipo de asesoramiento en marketing, me desarrollé en la comercialización, además de la parte técnica y la inventiva. Eso demandó un enorme esfuerzo personal. Ahora la empresa ya ha crecido un poco, tengo un plantel de personas que me asisten y estamos vendiendo en toda la Argentina, Brasil y próximamente también a Venezuela y Uruguay”, explica.
Maclen participó en la Exposición Internacional de Inventos en Ginebra en 1997 y obtuvo la medalla de oro en su categoría.
“Eso me dio una repercusión muy importante en los medios, y un prestigio que fue muy útil también para la comercialización. Pero quiero destacar que estar asociado a la Asociación Argentina de Inventores, intercambiar experiencias y vincularme con otros que tenían las mismas inquietudes fue algo fundamental para el final feliz de esta historia”, afirma Maclen.
Jorge Fisman
Inventor de una estructura textil de masaje
“En principio la iniciativa fue de mi esposa, que soñaba con una esponja para combatir la celulitis. A partir de su inquietud desarrollé el prototipo de una esponja de última generación, que se diferencia de otros productos ya existentes en el mercado: produce una abrasión más intensa, también recomendada para frenar la caída del cabello y todos aquellos problemas relacionados con una mala irrigación sanguínea”, relata Fisman.
La estructura ya está patentada, y se presenta de distintas formas. Un guante de masaje, una espaldera, una muslera, una brocha masajeadora y hasta plantillas reflexológicas, que evitan la formación de callosidades y actúan por presión digital.
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“Inventores argentinos contemporáneos”. Inventivaonline. http://www.inventivaonline.com/contempo.htm “Administración nacional de patentes”. Instituto Nacional de “Inventing and patenting help”. The Investors Network. “Buenos Aires pone en marcha una planta de Biodiésel”. Clarín, “Patentes de invención”. Secretaría para la Tecnología, “Premiaron a dos argentinos en la feria de inventos de Suiza”. Clarín, “Historia”. Asociación Argentina de Inventores. “Premios internacionales para seis inventores argentinos”. Clarín, |
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