Después de haber dado sus primeros pasos en una pequeña localidad rural del norte santafesino, Col-Ven exporta tecnología para la industria automotriz a Estados Unidos, Europa y el Mercosur. En este momento, su apuesta más ambiciosa pasa por establecer una planta industrial en Estados Unidos y, desde allí, desarrollarse en el mercado norteamericano.
La firma, cuyo producto más conocido es el protector de motores Vigía, planea dar un salto tecnológico que le permita seguir creciendo al ritmo que marcó su historia.
“Nuestros productos aún están en un ciclo de crecimiento. Pero hacia el futuro necesitamos dar un salto tecnológico importante. Y en ese proyecto estamos trabajando”, dice Raúl Voegeli, gerente administrativo-financiero e integrante del comité ejecutivo de Col-Ven.
La empresa está en un punto de inflexión. En esta nueva etapa, buscará desarrollarse como firma internacional y ubicarse claramente como una compañía proveedora de insumos tecnológicos de punta.
Col-Ven logró tener una performance exportadora importante, con 23% de sus ventas generadas fuera de las fronteras argentinas. Entre los mercados a los que regularmente exporta sus productos se encuentran Estados Unidos, España, Canadá, Australia, Chile y todos los países miembros del Mercosur.
Entre ellos, sus mercados más desarrollados son México y España, donde funciona Eurocolven, una firma controlada destinada a distribuir sus productos en aquel mercado.
De la periferia al centro
Ahora, el desafío que se están planteando los santafesinos apunta a seguir siendo una empresa exportadora, pero para transformarse en una compañía internacional.
El proyecto más ambicioso es establecerse y crecer en Estados Unidos. Y para ello ya se están dando los primeros pasos. “Primero acometimos la periferia, es decir, Canadá y México, para después ir hacia el centro, es decir, Estados Unidos”, explican. Si las cosas van bien, el proyecto que se estudia es establecer una planta en territorio estadounidense para abastecer desde allí a ese mercado, posiblemente con algún socio.
Esto no requeriría un traslado de sus plantas de Santa Fe, sino que se abriría una nueva planta. Mientras tanto, se seguirá avanzando en otros proyectos de desarrollo internacional.
La estrategia de internacionalizar sus operaciones busca moderar el impacto de la profunda recesión que actualmente atraviesa la economía argentina. Sin embargo, aunque los resultados fueron positivos, la empresa tuvo que superar no pocas dificultades. “Muchos nos dicen: eso que me mandó es muy bueno; pero, lo que me va a seguir mandando, ¿es igual?. Lamentablemente los productos argentinos no gozan de buena imagen en los mercados internacionales”, apunta Voegeli.
Según los industriales santafesinos este obstáculo es más serio que cualquier problema de competitividad intrínseco de la Argentina, como la paridad monetaria o la estructura de costos.
El otro cambio fundamental en marcha en la empresa tiene que ver con la base tecnológica de la compañía y de sus productos. La idea es convertir a Col-Ven en una empresa productora de soluciones de alta tecnología para cualquier sector. Aunque su actividad principal seguirá vinculada con la industria automotriz, como hasta ahora, existe la voluntad de abrirse a nuevas áreas.
Para ello están pensando en asociarse con empresas extranjeras para proyectos específicos. “Queremos hacer asociaciones, pero no para vender una parte de la firma, sino para incorporar tecnología o capital a ciertos proyectos”, dice el directivo.
De hecho, ya están avanzadas las negociaciones con una compañía extranjera para poner en marcha un proyecto conjunto que podría estar viendo la luz pública a fines del próximo año.
Empezar desde abajo
La empresa nació hace 28 años en una zona rural del norte santafesino, un sector tradicionalmente poco favorecido en el desarrollo económico provincial.
Sus fundadores fueron Rafael Colussi y Néstor Vénica, dos primos enamorados de los fierros pero casi sin capital suficiente para poner en marcha emprendimiento industrial alguno. Uno de ellos tenía un taller mecánico y el otro se dedicaba a reparar maquinaria agrícola. Entre ambos diseñaron lo que sería su primer producto: un aparato destinado a evitar que los motores de los tractores se fundieran.
No sospechaban, entonces, que ése sería el embrión de un emprendimiento tan exitoso. “Hacer algo así es muy sencillo, y si fuera buen negocio, alguno ya lo habría hecho”, argumentaban entre ellos, mientras esbozaban los primeros borradores a principios de los años ´60.
Los comienzos no fueron fáciles. El proyecto estuvo paralizado durante todo un año, hasta que reverdeció con la llegada providencial de un cliente, la empresa de transportes Chevallier, una de las más grandes del país en aquella época.
Actualmente, la firma cuenta con dos plantas. La más importante, donde fabrica 90% de sus productos está en Guadalupe Norte, a 350 kilómetros de la capital provincial. Allí se desempeñan unos 200 trabajadores repartidos entre el sector industrial y la sede administrativa. La otra planta se encuentra en Avellaneda, cerca de Reconquista, también en el norte santafesino.
Básicamente, Col-Ven se dedica a la fabricación de productos complementarios para la industria automotriz. El más conocido es el protector de motores Vigía, un sistema de alerta temprana que evita que los motores se destruyan por inconvenientes mecánicos. También se produce un monitor que detecta la pérdida de granos en las cosechadoras agrícolas.
Otro producto importante es un calibrador electrónico de neumáticos, utilizado especialmente en vehículos de transporte de cargas y pasajeros. Este aparato mantiene la presión constante y aumenta el rendimiento de los neumáticos. Además, optimiza el consumo de combustible y permite continuar el viaje aun con los neumáticos pinchados, evitando detenciones en ruta.
La línea de productos incluye también un climatizador inteligente, limitadores de velocidad y control automático de cierre de puertas.
Según explican los directivos de la empresa, una de las razones fundamentales del crecimiento tiene que ver con la constante búsqueda de mejoramiento de la productividad. Para ello vienen haciendo inversiones en renovación y actualización de máquinas, equipos y métodos de trabajo.
También financiaron carreras de grado y posgrado para el personal. Y mantienen un alto presupuesto de investigación y desarrollo de nuevos productos. Este año Col-Ven certificó las normas ISO 9002.
Otra de las claves del éxito, dicen los directivos, es el compromiso con el personal. “Cuando las ventas caen 10%, la primera reacción de muchos es reducir 15% el plantel de empleados. Nosotros no hacemos eso. A pesar de la dureza de esta recesión, en Col-Ven no hubo ningún despido. Esa actitud motiva mucho a la gente y genera un fuerte compromiso hacia la compañía”, dice Voegeli.