Deseados por muchos, consumidos por pocos, los productos de marcas estelares como Louis Vitton, Ferrari, Dom Perignon y Gucci despiertan el asombro de una mayoría a la que le resultan inaccesibles las valijas, autos, champagne o ropa de las marcas más refinadas. Pero ahora no es preciso limitarse a contemplarlos con la proverbial ñata contra el vidrio. Desde el año pasado, un banco internacional lanzó con éxito el primer fondo común que invierte en el denominado mercado del lujo, que permite de alguna manera ser el dueño de una porción de cada una de estas compañías.
El Luxury Fund fue presentado en septiembre por el Clariden Bank, una filial del holding Crédit Suisse. Las cuotapartes del fondo cotizan en euros y no pudieron resistir la caída general del mercado. Desde su lanzamiento, acumuló una caída de 23% y su patrimonio alcanza los 45 millones de euros, o sea unos US$ 40 millones.
Las principales compañías que integran el activo del fondo son marcas reconocidas mundialmente, como Hermés, Bulgari, Estée Lauder y Polo Ralph Lauren, todas cotizadas en distintos mercados bursátiles. Pero la que mayor peso tiene en la cartera es la Compagnie Financiére Richemont, dueña entre otras marcas de poderosos íconos del lujo, como Piaget, Baume & Mercier, Mont Blanc, Chloé, Cartier y Alfred Dunhill.
También las empresas del gigante LVMH (donde brillan nombres de los quilates de Gucci, Louis Vuitton, Fendi y Chandon), tiene una participación privilegiada entre las compañías elegidas para invertir.
Luxottica es otra de las que aparecen entre las principales inversiones del fondo. Aunque suene desconocido para muchos, se trata de un holding italiano que mantiene un liderazgo absoluto en el rubro de anteojos y lentes, a través de Ray-Ban, Vogue y Persol, entre otros.
En la composición por sectores, el rubro de moda y accesorios es el que más abarca, con 36,6% del total de activos que maneja el fondo. En segundo lugar se ubican las joyas y los relojes (con 23%), seguidos por los cosméticos (15%).
En cuanto al origen regional de las empresas controlantes de las casi 30 marcas que integran el Luxury Fund, no es sorpresivo que Francia acumule 25% y se ubique en el primer puesto. Italia marcha segunda, con 23,9% y Estados Unidos debe conformarse, en esta ocasión, con un tercer lugar (19,5%).
La rueda de la fortuna
La razón que llevó a la creación del fondo no tuvo que ver, en rigor, con el sentido del glamour. Fabrice Vallat, vicepresidente senior de Clariden, asegura que la industria del lujo “se está expandiendo mucho más rápido que otro tipo de actividades y los márgenes que se generan en la venta son claramente más atractivos”.
El margen neto en el negocio del lujo puede llegar hasta 45% en el caso de los accesorios. Para las joyas oscila entre 20 y 25%, el coñac deja 25%, y los relojes entre 20 y 25%. Perfumes y cosméticos muestran una performance algo más modesta: entre 5 y 20%.
Claro que, como siempre ocurre, la especulación también juega su parte. Este es un mercado bastante fragmentado, y la posibilidad cierta de compras de empresas cotizantes en el mediano plazo también permitiría una valorización mayor del fondo.
A principios de abril, por ejemplo, se anunció la compra, por parte de LVMH, de la marca de indumentaria femenina Donna Karan. La operación no sorprendió, ya que Donna Karan venía mostrando fuertes pérdidas en sus valores bursátiles, con una caída de 50% desde 1996, durante un período en el que Wall Street tuvo fuertes ganancias.
La elección de las compañías tiene una importancia clave en este tipo de producto de inversión. “No alcanza sólo con el nombre de la marca para asegurarse el éxito a largo plazo de la empresa. Ese valor debe estar respaldado por un buen manejo financiero y de management“, explica el informe que Clariden distribuye entre los inversores.
Entre las empresas de mejores resultados se destaca Louis Vitton, el número uno en el segmento de equipaje de lujo, que exhibe márgenes de 45%. Los relojes Cartier también alcanzan altas tasas de utilidades sobre las ventas: alrededor de 25%.
La fórmula de éxito de estas compañías se basa en tres pilares:
- un bajo nivel de endeudamiento,
- fuertes ganancias sobre el valor de la acción (que en los casos
de Bulgari, Harley Davidson y Esteé Lauder llega a 25%) y - un potencial de ganancias superior al resto del mercado de productos de
venta minorista.
La locura asiática
La venta de productos de lujo se distribuye, fundamentalmente, entre Estados Unidos, Europa y Asia, la región que lleva la delantera, con 36% del total, debido a la influencia de Japón. Del total de ventas registradas por las principales marcas en Asia, casi 80% proviene del mercado nipón. La recuperación de las economías asiáticas tras la crisis de 1997 es un buen síntoma, aunque a Japón le cuesta mucho salir de la actual recesión, que también está produciendo una fuerte depreciación del yen.
Una de las razones de peso que esgrimen quienes aconsejan ingresar en el Luxury Fund es que aumenta la cantidad de gente rica en el mundo, aunque también son cada vez más los que descienden por debajo de la línea de pobreza. Según un informe de Merrill Lynch, el número de individuos de alto poder adquisitivo aumentó 18% el año pasado. El segmento abarca a aquellos que poseen más de US$ 1 millón en activos financieros.
También se ensanchó en 18% la franja de los magnates con fortunas superiores a los US$ 30 millones. Claro que las crisis bursátiles que golpearon a las acciones tecnológicas desde marzo del 2000 y la fuerte caída del índice Dow Jones desde fines del año pasado seguramente provocaron un retroceso en la riqueza de miles de inversores.
Lejos de la Web
Vallat no da demasiadas vueltas para explicar cuál es la clave del éxito de las compañías de lujo: “Marca, marca, marca. Constituyen por lejos el activo más valioso de estas empresas. Por eso, la introducción de nuevos productos debe decidirse con extremo cuidado”.
Un caso típico de crecimiento cuidadoso es el de Bulgari. Nació en 1884 como una empresa dedicada a la joyería. Recién en 1977, casi un siglo después, comenzó a fabricar relojes. Y entre 1993 y 1998 introdujo otros productos, como perfumes, corbatas y artículos de cuero.
En su obsesión por cuidar la marca, la mayoría de estas empresas tiene muy acotada la venta a través del canal de e-commerce. “El concepto de Internet contradice la idea de exclusividad”, explican los jefes de inversiones del Luxury Fund. Sin embargo, todas las firmas desarrollaron sus propios sitios en la Web, pero fundamentalmente con objetivos de información y de marketing.
No es extraño, entonces, que muchas compañías de lujo hayan decidido abrir tiendas comerciales propias en vez de distribuir a través de terceros. La idea es controlar toda la cadena: desde el diseño y la producción hasta la venta final.
Una de las mayores innovaciones de los últimos tiempos fue la inauguración de 23 locales denominados LV Stores, donde los clientes pueden acceder a productos de Louis Vitton. El mismo grupo también desarrolló una cadena de locales propios de Fendi.
En momentos de turbulencia, todas las acciones del mundo involucran un fuerte riesgo, como lo demuestran las fuertes caídas que los mercados internacionales registraron en el primer trimestre del 2001. Las empresas del lujo no quedaron exentas de los temores a una recesión global. Pero, al menos, es difícil que pierdan su glamour por un largo tiempo.
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