“Se avanzó muy poco
en la reforma del Estado”
Por Domingo
Cavallo
-En
una entrevista que le hizo MERCADO en 1983, dijo que para reactivar la
economía era necesaria “una solución política” generada
por un gobierno que fuera “capaz de gobernar por consenso”. ¿Sigue
pensando que para salir de la crisis hace falta el consenso político?
-Sí,
el consenso es importante para el establecimiento de reglas de juego en
la economía. Se necesita que no sólo el gobierno tome buenas
decisiones políticas, sino que el sector privado, enmarcado en
esas reglas de juego, invierta de manera productiva y contribuya al crecimiento
económico.
-En
aquel momento planteaba que había que “reconstruir las instituciones
económicas básicas”. ¿Cree que se logró?
-Sin dudas.
Desde 1992 contamos con un presupuesto aprobado por el Congreso, antes
de que se inicie el año calendario respectivo, y tenemos una ley
de administración financiera y un régimen de control de
la ejecución presupuestaria ejemplares. Este es un logro de la
democracia argentina.
-¿Cuál
es su evaluación del Presupuesto 2001?
-Buena,
en términos de nivel absoluto de gastos. Tiene aspectos criticables
en cuanto a las prioridades, pero es mejor que el del año pasado.
Lo que falta ajustar son los presupuestos de las provincias. Por eso,
es muy relevante el Pacto Federal Fiscal, que compromete a los gobiernos
provinciales a controlar el nivel de gasto en los próximos cinco
años.
-A
comienzos de la democracia advertía que las inversiones del Estado
debían destinarse a actividades que aumentaran el ingreso de la
población y el empleo. ¿Cómo cree que deberían
reorientarse ahora?
-Hoy casi
no hay inversiones financiadas por dinero público porque se privatizaron
las actividades que requieren fuertes inversiones, por lo que el Estado
debería atender la infraestructura vial y de transporte, así
como la relacionada con la educación y la salud.
-También
proponía reasignar los recursos al gasto social. ¿Cree que
esto se concretó?
-Sí,
a partir de 1991. Al privatizarse las empresas públicas se dejó
de financiar el déficit que tenían y las inversiones quedaron
en manos del sector privado, por lo que se dispuso de muchos más
recursos para el gasto social. El problema es que la eficiencia en su
ejecución es todavía muy baja, básicamente por responsabilidad
de los gobiernos locales. Porque casi todos los recursos para la educación,
la salud, la Justicia y la seguridad se transfieren desde el Presupuesto
nacional, o por coparticipación, hacia las provincias.
-Entonces,
¿los fondos están pero no llegan?
-Así
es. Se avanzó muy poco en la reforma del Estado y en la focalización
de los servicios sociales hacia los más necesitados, fundamentalmente
por responsabilidad de los gobiernos provinciales.
-En
su opinión, ¿todavía está pendiente una reforma
impositiva?
-Sí,
porque si bien se avanzó mucho a partir de 1991 con la creación
de una mejor estructura tributaria y la eliminación de impuestos
distorsivos, desde fines de 1996 se crearon nuevos gravámenes.
Afortunadamente, para obtener el blindaje financiero el Gobierno empezó
a bajar algunos de ellos. Pero hay que eliminar todos los impuestos distorsivos
y avanzar hacia un sistema que no grave ni la mano de obra ni la inversión.
También es prioritario combatir la evasión con una simplificación
impositiva y con métodos más sencillos de administración
tributaria.
-¿Sigue
considerando la reducción del IVA como una alternativa?
-Sí,
pero primero habría que generalizar la base de ese impuesto, eliminarlo
de los bienes de capital y cerrar las vías de evasión.
-Respecto
de la deuda externa, en 1983 sugería una renegociación integral
con los acreedores, a largo plazo. ¿Cómo ve el tema hoy?
–En
los años ´91 y ´92 ya renegociamos la deuda en el contexto del
Plan Brady, a plazos muy largos. Hoy no tenemos un problema de stock
de deuda pero sí un nivel de tasa de interés muy elevado
por la desconfianza que hubo y que todavía sigue existiendo respecto
de la economía argentina.
-¿La
solución pasa entonces por la baja de la tasa de interés?
-Sí.
Hay que manejar bien la economía para que vuelva la confianza.
Cuando el país pague entre 200 y 300 puntos básicos por
arriba de la tasa de Estados Unidos, la deuda dejará de ser un
problema.
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