Con la sanción de la ley
de fomento forestal (25.080), esta actividad registró en el país un importante
impulso que se refleja en el favorable desenvolvimiento de la forestación en
las principales provincias aptas para este tipo de actividad, como Misiones,
Corrientes, Entre Ríos y Buenos Aires.
Otros distritos también incentivaron este rubro con la intención de incrementar
la masa boscosa para disminuir la presión ejercida sobre el bosque nativo, aumentar
los lugares de esparcimiento y proteger los suelos de la erosión eólica e hídrica.
Entre ellos se destaca San Luis. En marzo de 1991, el parlamento local sancionó
la ley 4.884 que brinda mayores beneficios que los otorgados por la ley 25.080
en el ámbito nacional.
Fueron varios los grupos empresariales que decidieron incursionar en la forestación
en el territorio provincial. Uno de ellos es Estancias Rama (www.rama.com.ar),
cuyos socios principales (Juan Carlos Marini y Alicia Bañuelos), destinaron
a este negocio la mayor parte de lo percibido por la venta de Internet Services,
la empresa que habían constituido en 1996 para brindar desarrollo de software
sobre tecnología IP (el protocolo de Internet).
Así, en el 2000, adquirieron 2.500 hectáreas en el Valle de Pancanta e iniciaron
la forestación con 95 hectáreas distribuidas entre diversos tipos de coníferas
(pinos elliotti, de oregón y de alepo), roble (especialmente de eslavonia) y
otras especies como haya y nogal. Marini afirma: “Fuimos los primeros que asumimos
el riesgo de encarar una actividad que hasta esa fecha no tenía antecedentes
en la zona; esto posibilitó que posteriormente otros emprendimientos utilizaran
parte de nuestra experiencia para decidirse a encarar nuevos proyectos forestales
en las inmediaciones”.
La ley 4.884 establece que al tercer año del implante, el productor recibirá
un subsidio no reintegrable por hectárea que varía según las especies. En la
actualidad, oscila entre $ 3.735 para las salicáceas y $ 2.219 para el algarrobo,
con valores intermedios de $ 3.017 para el eucaliptus y $ 2.434 para las coníferas.
Estos valores, sostiene Bañuelos, cubren aproximadamente las dos terceras partes
de los costos de implantación, pero son de fundamental importancia para encarar
cualquier tipo de forestación. El riesgo empresarial siempre corre por cuenta
del productor, ya que el subsidio se otorga únicamente sobre planta lograda.
A pesar de algunos fracasos provocados por heladas tardías y especies que no
se adaptaron a la zona (pino pátula y eucaliptus) hoy la empresa tiene forestadas
650 hectáreas con 550.000 árboles. La idea es llegar a las 1.500 hectáreas,
aunque esta meta en cierta forma se encuentra condicionada a la obtención de
recursos. Cada hectárea requiere una inversión mínima de US$ 1.000 que en algunas
especies, como el roble de eslavonia y el nogal negro, es muy superior.
Para lograr recursos para la explotación forestal, desde el año pasado comenzaron
a incursionar en el sector agroalimentario, con el lanzamiento de frutas para
untar, comercializadas con la marca del grupo (Estancias Rama). “Hasta ahora
-sostiene Bañuelos- nos fue muy bien, logrando una importante penetración en
el mercado interno y en el internacional. Actualmente colocamos el producto
en Portugal y en Estados Unidos, donde recientemente firmamos un contrato para
la provisión de tres contenedores mensuales, equivalentes a 80.640 frascos,
de 260 gramos cada uno. En una proyección anual esto significará un ingreso
superior a US$ 1,7 millón”.
Con el mismo objetivo (obtener fondos), el grupo incursionó también en el sector
turístico en su zona de influencia A esos fines adquirió, en el pueblo cercano
de La Carolina, una antigua planta de procesamiento de oro. El inmueble fue
refaccionado y hoy ofrece servicios de hospedaje a $ 70 la habitación doble
con baño privado. La Posta del Caminante, así se llama la hostería (www.lapostadelcaminante.com.ar)
ofrece excursiones diversas en la zona y, como atractivo especial, brinda la
posibilidad de extraer oro aluvional con la antigua técnica de lavado con batea.
Mercado del carbono
Según Marini, si bien actualmente la forestación todavía no genera ingresos
para la empresa, esa posibilidad puede modificarse en el corto plazo con la
aplicación de las normas establecidas por el Protocolo de Kyoto, que obliga
a los países firmantes a disminuir progresivamente la emisión de gases causantes
del calentamiento global. Para ello establece un mecanismo de compensación entre
los países-empresas emisores de gases (fundamentalmente dióxido de carbono)
y aquellos que, como la Argentina, no lo son. De esta forma, se intenta que
los países menos industrializados reciban apoyo en la tarea de fijar el carbono
en los árboles a través de su madera.
Para ello, los países emergentes estarán en condiciones de certificar la cantidad
de madera producida en sus bosques en un año y ese documento podrá ser negociado
en las bolsas de valores del mundo, con la garantía de las empresas internacionales
certificadoras.
Actualmente, afirma Marini, ya se negocian a escala mundial estos documentos,
que se transfieren a valores que oscilan entre US$ 8 y 25 la tonelada métrica
de carbono fijado en la madera.
Para la empresa, si no se producen condiciones climáticas anormales, este sistema
puede significar un ingreso anual de US$ 30.000 que contribuirán al mantenimiento
fitosanitario del bosque. Actualmente, en el valle de Pancanta, el régimen anual
de lluvias oscila entre 700 y 900 milímetros.
Dada la diversidad de suelos que integran el área forestada por la empresa,
su estrategia en este campo consiste en instalar cada especie en el lugar que
mejor aproveche los recursos disponibles. Los pinos son implantados en los terrenos
rocosos, pobres y de poca profundidad. Los cipreses se ubican en terrenos también
rocosos pero de mayor profundidad, mientras que a los árboles de maderas preciosas
se los implanta en los valles y cañadas de suelos profundos. En cambio, para
las salicáceas se eligen los cañadones o los bordes de agua con la finalidad
de evitar la erosión, el arrastre del humus y el empobrecimiento del suelo.