La economía, entre las dudas y una realidad con datos positivos

    Si
    todavía en la primera parte del año pasado había dudas
    más esténtoreas, el comportamiento del segundo semestre y,
    por añadidura, el de los primeros meses de este año, silenció
    las voces agoreras.
    Desde el exterior, hasta los organismos multinacionales y los acreedores
    que presionan para que se eleve la capacidad de repago de la Argentina,
    se regocijan con las buenas noticias. La opinión pública tiene
    un sentimiento ambivalente: hay satisfacción por la recuperación
    lograda pero, simultáneamente, la percepción de que todavía
    no se nota en el bolsillo del ciudadano común.
    En las empresas el humor debería ser más homogéneo.
    La mayoría de ellas están operando con ganancias -significativas
    en el caso de las que operan en el campo de bienes transables, que se exportan-;
    incluso el comercio y los servicios comienzan a mostrar pruebas de la fortaleza
    del proceso económico.
    Aún con esta alentadora realidad, en muchos ámbitos empresariales
    persisten las dudas. Son muchos los que ven “la copa medio vacía”
    antes que “casi llena”. La gran inquietud, más allá
    de los buenos balances, es si el proceso es sustentable en el tiempo. Es
    difícil de explicar este clima. Un veterano consultor del sector
    privado sostenía: “imposible reclamar más ortodoxia”.
    Una robusta política fiscal, pocas veces vista; una tasa de cambio
    real elevada; un superávit que supera las estimaciones y una economía
    -excepto en las tarifas de servicios públicos- totalmente abierta;
    son poderosas razones para infundir mayor optimismo.
    Y sin embargo… .Cuando se inquiere más a fondo sobre este velado
    malhumor se mencionan temas pendientes como la deuda externa y la normalización
    tarifaria en el campo de los servicios públicos. En este último
    caso es más que evidente que hay un notorio retraso, pero también
    lo es que el proceso ya se ha puesto en marcha, y en forma progresiva, a
    lo largo de muchos meses, se recuperarán los valores de los servicios
    básicos.
    El caso de la deuda en default merece una mirada distinta. El caso argentino
    es inédito porque ocurrió en el preciso momento en que se
    había decretado el fin de los salvatajes financieros internacionales.
    De manera que no había recursos frescos para achicar la deuda con
    los acreedores privados. Se podrá decir que se ha demorado demasiado
    en este proceso. Dado el contexto, que sentará precedentes, tal vez
    es una percepción errónea. ¿Hubiera sido creíble
    una propuesta argentina a mediados de 2002? Seguramente que no. ¿Y
    a finales de ese año? Tampoco. ¿A mitad de 2003? Probablemente
    sí, de modo que podría convenirse que hay una demora de un
    año.
    Pero ahora, matices más o menos, con fuegos de artificio, polémicas
    y desaires, se avanza en forma sostenida. Casi la mitad de la deuda privada
    está en manos de acreedores locales, y es más que probable
    que se llegue a un acuerdo con ellos antes de fin de año. En los
    primeros meses del año próximo estará cerrado el capítulo
    de los acreedores externos.
    Quedan otras señales de inquietud que remover. La pregunta es si
    la crisis energética en la que estamos inmersos -pese a la negativa
    del gobierno a aceptarla –podría comprometer seriamente el crecimiento
    previsto. Es difícil saberlo, pero es prudente suponer que puede
    reducir la tasa de incremento de la economía, pero no bloquearla
    totalmente.
    Luego está el sempiterno temor por una eventual crisis política.
    No es sensato subestimar el potencial de daño de una crisis de este
    tenor, pero tampoco lo es magnificarlo cuando el resto de los datos económicos
    es francamente favorable.
    Por fin llegamos al tema de las inversiones. Se sostiene que las multinacionales
    no están invirtiendo en nuestro país.
    Hay una buena razón para ello: más allá de que la filial
    local encuentre excelentes oportunidades de negocio, la casa matriz no está
    dispuesta a ver cómo se degrada su calificación crediticia
    por invertir en un “país de alto riesgo” –hasta que
    se salga del default–. Aunque la sucursal argentina avizore excelente
    retorno a la inversión, en el conjunto de operaciones globales de
    la firma, su magnitud es irrelevante en comparación con el riesgo
    que se corre.
    Por lo tanto, hay módicas inversiones a veces para terminar proyectos
    ya iniciados, otras simplemente para amortizar activos, y en algunos casos
    se utilizan las ganancias obtenidas localmente –en vez de remitirlas–
    para aprovechar oportunidades de mercado.
    Esa es parte importante de la realidad. Pero no toda. Llámese “nueva
    burguesía nacional” o como se prefiera, lo cierto es que hay
    un conjunto de nuevos actores locales que están operando en negocios
    o en actividades donde desaparecieron los protagonistas tradicionales.
    Está emergiendo un nuevo sector empresarial que todavía no
    se distingue con nitidez. Además de mirar la economía, hay
    que tratar de ver. En ese pelotón de recién llegados pueden
    estar “los capitanes de la industria” de los próximos años.
    Lo que sí es evidente es que la inversión interna ha crecido
    de forma notable en los últimos dos años. Y eso en un contexto
    de cero financiamiento externo y de retirada total de los bancos de la actividad
    de intermediación crediticia. ¿De dónde sale entonces
    esa tremenda inversión en nuevos productos, negocios y actividades
    de una efervescente clase media? De los bolsillos de los inversionistas,
    de lo que tenían ahorrado aquí o en el exterior.
    Es decir que, por primera vez en muchos años, la inversión
    ha sido genuina, ahorro interno de los argentinos, sin necesidad de recurrir
    al endeudamiento externo –que, por otra parte, no estaba disponible–.
    Con este panorama en mente, vale la pena revisar los principales datos económicos
    de todo el año pasado y los disponibles para los primeros meses de
    2004 (a partir del último informe de coyuntura de la Fundación
    PENT), para precisar con algún grado de certeza, sin prejuicios ni
    entusiasmos, en donde estamos parados.


    Industria y construcción
    Con base a fin de marzo, la industria creció 15,5% en un año.
    Durante el primer trimestre lo hizo en 10%. Ya en febrero registró
    un incremento, en cifras desestacionalizadas, de casi 1,0% si se la compara
    con el nivel alcanzado en enero pasado. Los sectores que lideran el crecimiento
    son las ramas más vinculadas a la sustitución de importaciones
    y la construcción. Los productos de editoriales e imprentas continúan
    encabezando la lista de sectores más dinámicos, aunque le
    sigue muy de cerca la industria automotriz (ambas con más de 45%
    de crecimiento interanual en el primer bimestre 2004). Los agroquímicos,
    los materiales de construcción y la producción de fibras
    sintéticas completan los cinco sectores de mayor expansión.
    Para los 12 meses de 2003, la variación del EMI (Estimador Mensual
    Industrial) fue positiva en 16,3% respecto a 2002. Los sectores que más
    dinamismo presentaron fueron el textil y el metalmecánico, mientras
    que la industria láctea fue la única en contraerse en el
    año.
    Luego de haber tocado fondo en marzo 2002 (74,8 puntos), el EMI (desestacionalizado)
    se encuentra (con 100,5) a sólo 5,3 puntos del máximo de
    junio de 1998 (105,8) puntos. De continuar la tendencia, quizá
    antes de mitad de año se alcance el máximo histórico.
    La construcción sigue creciendo de manera importante. El ISAC (Indicador
    Sintético de la Actividad de la Construcción) desestacionalizado
    de febrero creció 3,1% respecto al mes anterior y acumula un aumento
    de 33,9% en los últimos doce meses. El nivel máximo del
    ISAC desestacionalizado se registra en agosto de 1998 (113,8 puntos).
    Actualmente el índice se encuentra en 95,1. La construcción
    ha sido el sector con mayor dinamismo desde que comenzó la recuperación,
    aunque es también el sector que presenta mayor volatilidad, alternando
    meses de fuerte crecimiento con otros de leve caída.


    Crecen los servicios públicos
    La actividad de los servicios públicos también mantiene
    tendencia creciente, con una variación positiva de 1,9% en febrero
    respecto de enero (en términos desestacionalizados) y acumulando
    en los últimos doce meses un crecimiento de 18,9%. El problema
    del abastecimiento de gas y electricidad puede llegar a ocasionar una
    contracción en la actividad en los próximos meses. Sin embargo
    el fuerte dinamismo de la telefonía y el transporte puede también
    llegar a sobre compensar este efecto de modo que el índice no sufra
    una caída significativa.
    El transporte de cargas es el rubro que más creció luego
    de la devaluación sin dudas empujado por la rápida recuperación
    del comercio internacional y del consumo interno. La telefonía,
    por su parte también está experimentando una rápida
    expansión, especialmente a partir de octubre de 2003. La generación
    eléctrica y la producción de gas natural se encuentran en
    sus niveles máximos históricos aunque es difícil
    pronosticar qué puede suceder con el abastecimiento y la producción
    cuando la demanda sea pico, hacia mitad de año.


    Mejor el consumo interno
    La dinámica del consumo interno, reflejada por los estimadores
    de Ventas en Supermercados y Ventas en Centros de Compras, persiste en
    la tendencia ascendente. Tanto las ventas en supermercados como en centros
    de compras registran variaciones mensuales desestacionalizadas positivas,
    de 0,7% y 2,9% respectivamente. Este hecho se relaciona con la recuperación
    de la capacidad de compra, explicada en parte por el leve aunque persistente
    aumento de los salarios reales y la estabilidad de precios y expectativas,
    lo cual sin dudas favorece al consumo.
    Hay que resaltar sin embargo, la desigual variación de cada indicador,
    siendo el caso que las ventas en shopping centers han crecido con mayor
    fuerza que las efectuadas en supermercados. Este hecho parece explicarse
    por mayor incremento del poder de compra en los sectores de ingresos medio-altos
    y altos (principales compradores en esos centros de compras) comparado
    con los sucedido en los segmentos de medio-bajos y bajos ingresos (con
    mayores compras en supermercados).
    Desde la salida de la convertibilidad hasta el momento, el sector que
    presenta mayor dinamismo en la recuperación es la construcción,
    que acumula un crecimiento de 54,6% respecto a diciembre de 2001; el siguiente
    es la industria, cuya expansión fue de 28%; por su parte, los servicios
    públicos aumentaron 21,9% y el sector más retrasado en recuperarse
    es el de ventas (promedio entre ventas en supermercados y en centros de
    compras), ya que sólo han crecido en estos dos años 13,7%.


    Mercado laboral
    Durante 2003 cambió la metodología utilizada por el INDEC
    para medir las variables relacionadas con el mercado laboral. Las tradicionales
    ondas de mayo y octubre relevadas por la Encuesta Permanente de Hogares
    EPH han sido sustituidas por cuatro mediciones trimestrales llevadas a
    cabo por la nueva EPH continua. Según el dato correspondiente al
    cuarto trimestre de 2003, la tasa de empleo (contando planes jefes y jefas)
    se ubica en 39,1%, nivel record de los últimos años y a
    menos de un punto del máximo histórico de 1974 (39,7%).
    Sin tener en cuenta los planes la tasa de empleo estaría en 36,7%
    (los últimos datos del ministerio de Trabajo mejoran el cuadro).

    Pero lo que es sorprendente observar, sea con o sin planes, es la velocidad
    a la que durante el pasado año se han creado nuevos puestos de
    trabajo y aumentado la tasa de empleo. Esto es coherente con el nuevo
    esquema de precios relativos (menores salarios reales), mucho más
    favorable a la incorporación de trabajo en las actividades productivas
    que durante la década pasada.
    Es de esperar por lo tanto que por cada punto porcentual de crecimiento
    del producto se demande más puestos de trabajo que antes, o lo
    que es lo mismo, que la elasticidad empleo-producto sea mayor en este
    nuevo esquema que durante el periodo anterior.
    La desocupación sigue en vertiginoso descenso (con y sin planes
    sociales). La última medición arrojó una tasa de
    14,5% (19,7% sin considerar los planes), sustancialmente menor a los 16,3%
    (21,4% con planes) del tercer trimestre 2003. Es decir, en sólo
    un año (según la nueva metodología) se redujo en
    6 puntos porcentuales (y en algo más de 5 puntos si no consideramos
    los planes), lo cual es un resultado nunca antes observado para ningún
    año en la historia de la medición del desempleo.
    Por su parte, la tasa de actividad se encuentra en niveles record, esto
    significa que la proporción de gente empleada o que demanda empleo
    (población económicamente activa, PEA) es mayor que en el
    pasado en relación a la población total.
    Mientras los salarios reales sigan siendo bajos la tasa de actividad no
    va a descender demasiado, ya que para aportar al ingreso familiar muchas
    esposas e hijos que con salarios más altos no ofrecerían
    empleo (dada la suficiencia del ingreso percibido por el jefe de hogar)
    en esta situación sí lo hacen, incrementando así
    la oferta total de empleo y la PEA. En la medida que aumenten los salarios
    reales y parte de esta sobreoferta de trabajo se retire del mercado, la
    tasa de actividad irá retornando a sus niveles estándar,
    más cercanos a los 40-42 puntos que a los 45. De esta manera, el
    desempleo bajará aun más que sólo por el efecto creación
    de nuevos puestos de trabajo, ya que la tasa de desocupación se
    calcula en relación a la PEA, y cuando ésta es menor, implica
    una tasa de desocupación también menor (suponiendo que los
    que se retiran de la PEA son en su mayor parte desocupados).
    Con supuestos bastante conservadores sobre crecimiento del producto, elasticidad
    y evolución de la PEA, se estima como bastante probable que para
    fines de 2005 la tasa de desocupación pueda ubicarse por debajo
    de los 10 puntos sin considerar los planes sociales, y por debajo de los
    9 puntos considerándolos.
    De la mano de la creación de empleos causada por la expansión
    económica y de la asistencia brindada por el estado a través
    de los planes sociales se está logrando hacer descender las cifras
    de pobreza e indigencia desde sus preocupantes niveles de mediados de
    2002, cuando la población bajo la línea de pobreza alcanzaba
    a 57,5% del total y bajo la de indigencia al 27,5%. La medición
    indica que los niveles para el segundo semestre de 2003 fueron de 47,8%
    de personas pobres y 20,5% de indigentes, siendo notable la tendencia
    descendente.


    Precios absolutos y relativos
    La evolución de los precios absolutos continúa estable a
    pesar del fuerte incremento de la expansión monetaria, aunque es
    posible que comience a notarse cierta tendencia alcista. El IPC (Índice
    de Precios al Consumidor) aumentó 0,6% durante marzo y lleva acumulado
    en lo que va del año 1,12%. El IPIM (Índice de Precios Internos
    Mayoristas, que incluye los bienes importados) aumentó en marzo
    0,56%, y acumula en el año 1,62% de incremento. La variación
    de precios minoristas se encuentra aun por debajo de la existente para
    el mismo período del año pasado, cuando el acumulado a marzo
    fue de 2,47%. Sólo los precios mayoristas han aumentado algo más
    que durante el primer trimestre de 2003, ya que en esa oportunidad el
    incremento fue de sólo 0,16%.
    De mantenerse las elevadas tasas de crecimiento del producto, junto con
    las fuertes compras de dólares del Central para sostener el tipo
    de cambio y la consiguiente expansión monetaria, es esperable que
    la inflación pueda llegar a alcanzar algún punto por encima
    de la registrada en 2003, más aún si se registran aumentos
    en los combustibles y la energía hacia mitad de año. Sin
    embargo, no es probable que este año el incremento de precios sea
    mucho mayor a los 5 o 6 puntos estimados por el BCRA.
    Durante los dos últimos años, la tendencia ha sido a la
    apreciación del tipo de cambio real, o lo que es lo mismo a una
    caída de los índices de precios relativos mencionados. Sin
    embargo, a partir de julio del 2003 las trayectorias comienzan a tomar
    caminos opuestos, mientras que la relación Bienes/Servicios sigue
    la tendencia natural a la baja (la cual se hará más pronunciada
    en la medida que comiencen a aumentar las tarifas de las empresas de servicios
    públicos), la relación IPM/IPC revierte su dirección
    y comienza a aumentar. Una explicación plausible de este hecho
    podría encontrarse en la fuerte apreciación de la moneda
    europea observada en los últimos meses, mientras que el dólar
    prácticamente no sufrió variación –en ese periodo–
    en relación al peso, el euro pasó de valores cercanos a
    los $3,20 por unidad a niveles de alrededor de $3,50, implicando un fuerte
    aumento del precio internacional en dólares de parte de los bienes
    importados (de mayor contenido y más rápido traslado en
    el IPM que en el IPC).
    Por su parte, los salarios reales (variable condicionante principalmente
    con la demanda interna de consumo) siguen recuperándose lenta pero
    sostenidamente.
    En los últimos doce meses acumulan un incremento de casi 13%. Es
    difícil relacionar estos aumentos con la situación real
    del mercado de trabajo (oferta y demanda de trabajo); en todo caso se
    encuentran mayores relaciones en factores de carácter político-institucional
    como por ejemplo los ocasionales decretos del poder ejecutivo que estipulan
    aumentos en los salarios mínimos (sea en el sector público
    o privado). Estos acontecimientos son los que elevan los salarios nominales
    y causan, en un contexto de baja inflación, subidas en los salarios
    reales y el poder de compra. Es decir, son los factores asociados a los
    deseos de estimulación de la demanda interna y el consumo por parte
    de la autoridad política (más que lo que acontece en los
    mercados) los que en la actualidad influyen sobre el salario real.


    El tipo de cambio
    El tipo de cambio real entre el peso y el dólar se mantuvo estable
    luego de la fuerte apreciación ocurrida desde mitad de 2002 hasta
    mediados de 2003. La intervención del Banco Central está
    dando resultados por el momento y la expansión de la cantidad de
    dinero sigue sin tener impacto inflacionario considerable, lo que de otra
    manera apreciaría en términos reales nuestra moneda. Sin
    embargo, hay indicios de que será difícil mantener esta
    relación real de cambio por mucho tiempo más. La mayoría
    de las estimaciones sugieren que a partir de marzo y hasta pasada la mitad
    del año (período en que los exportadores liquidan la mayor
    cantidad de divisas producto de la exportación de la cosecha gruesa)
    el excedente de dólares no podrá ser absorbido en su totalidad
    por el BCRA (que no debe sobrepasar sus metas de emisión) ni por
    el Banco Nación (que ya viene comprando importantes cantidades
    de divisas).
    El tipo de cambio nominal comenzó a descender (cerró marzo
    en 2,86 contra los 2,92 del cierre de febrero) y puede continuar esta
    tendencia durante todo el año. Por otra parte, los intentos de
    intervención del Banco Central más allá de cierto
    límite podrían implicar una tasa de expansión de
    la base monetaria que comience a repercutir sobre la inflación,
    más aun dadas las bajísimas tasas de interés y los
    escasos incentivos a compras letras del Banco Central por parte de los
    privados, lo que dificulta a su vez la esterilización de la emisión
    monetaria producto de la intervención en el mercado de cambios.

    Por lo tanto, no hay dudas que el tipo de cambio real se apreciará
    durante el corriente año.
    Exportaciones e importaciones
    El acumulado anual –a febrero– de las exportaciones totaliza
    US$ 4.665 millones contra US$ 4.301 millones del periodo precedente, lo
    que representa un aumento de 8,46%. Sigue siendo importante el efecto
    precio en el aumento del valor exportado, ya que fue de 7% respecto al
    primer bimestre del 2003, mientras que las cantidades sólo aumentaron
    2%.
    La composición de las exportaciones del primer bimestre fue el
    siguiente: productos primarios, 18%; manufacturas de origen agropecuario,
    39%; de origen industrial, 26%; combustibles y energía, 17%. Respecto
    al mismo acumulado en 2002, los productos primarios aumentaron 5%, las
    MOA aumentaron 24%, y las MOI lo hicieron en 7%. Las exportaciones de
    combustibles y energía por su parte, descendieron en 11%.
    Si consideramos los principales destinos, las exportaciones al MERCOSUR
    cayeron 8%; a la UE aumentaron 17% y a Asia 7%, mientras que las exportaciones
    al Nafta no sufrieron variaciones. De esta manera siguen ganando participación
    en el total exportado, la UE y Asia, y perdiendo el MERCOSUR, lo que se
    está constituyendo en una tendencia (y lo más probable es
    que continúe mientras Brasil no comience a expandir su economía
    a tasas más elevadas que las actuales).
    En importaciones, el acumulado para el primer bimestre asciende a US$
    2.949 millones y aumenta 87% respecto del acumulado 2003. Los bienes de
    capital y sus piezas (incluyendo los vehículos automotores de pasajeros)
    siguen pisando fuerte en la composición de las compras al exterior:
    47% para el bimestre; los bienes intermedios representaron 39%, mientras
    que los bienes de consumo sólo significaron 11% del total (el resto,
    combustibles y lubricantes). Este marcado sesgo importador de bienes relacionados
    con la producción es una de las características más
    destacables de la era postconvertibilidad, y encuentra su explicación
    tanto en el cambio de precios relativos (tipo de cambio real alto) como
    en el aumento de las oportunidades de inversión para los mercados
    interno y externo.
    El saldo positivo de la balanza comercial fue en febrero de US$ 1.037
    millones (contra US$ 1.346 millones de 2003) y en el bimestre de US$ 1.716
    millones (contra USS 2.726 millones de 2003); cifras que muestran la lógica
    caída del saldo de balanza comercial ocasionado a partir del aumento
    de la actividad económica interna y la necesidad de mayores importaciones
    de bienes de capital para recomponer y expandir el stock y las mayores
    compras de bienes intermedios que requieren los procesos de sustitución
    de importaciones en las diferentes industrias. Es decir, el aumento de
    las importaciones y el consecuente descenso de los saldos comerciales
    es un efecto del crecimiento que esta viviendo la economía nacional.


    Las cuentas públicas
    En marzo, la recaudación tributaria ascendió a $6.613 millones.
    Esta cifra representa una variación positiva de 37,1% respecto
    a marzo de 2003. La mayor actividad que viene presentando la economía
    (lo que se traduce en aumentos de la recaudación del IVA) así
    como los buenos precios y niveles de las exportaciones (lo que se traduce
    vía retenciones en mayores ingresos tributarios) son los principales
    responsables del crecimiento sostenido de la recaudación (que se
    encuentra promediando más de 30% de crecimiento interanual desde
    mediados de 2003). La participación de los impuestos a las transferencias
    financieras y a las exportaciones en el total recaudado ha aumentado respecto
    a enero y febrero, y es esperable que lo siga haciendo hasta pasada la
    mitad de año (cuando se efectúan las mayores ventas al exterior).
    Del esquema Ahorro-Inversión-Financiamiento (base Caja) de las
    cuentas del Sector Público Nacional, se desprende que los Ingresos
    totales (después de contribuciones) totalizaron para el bimestre
    $15.903 millones, nivel 20% mayor al del mismo período de 2003;
    mientras que los Gastos primarios (después de figurativos) ascendieron
    a $13.315 millones, lo que significa un aumento de 11,5%. El Resultado
    primario es de $ 2.587 millones (casi 100% mayor respecto de los $ 1.304
    millones del año pasado). Todo indica que antes de mitad de año
    ya se habrán cumplido las metas fiscales pautadas con el FMI para
    todo 2004.
    Se presenta el interrogante de hacia donde se destinarán los excedentes
    sobre las metas. En este sentido, ya es evidente que el gobierno implementará
    nuevos aumentos en los salarios públicos y los planes sociales
    (hecho que al concretarse aceleraría más aún la reducción
    de la pobreza y la indigencia) y también reducciones impositivas
    e incentivos a la inversión. Estas medidas sacrificarían
    los excedentes fiscales, que de lo contrario se obtendrían, a favor
    del consumo y la inversión, buscando apuntalar las elevadas tasas
    de crecimiento del PBI de los últimos trimestres.
    Durante 2003, los ingresos totales ascendieron a $ 77.714 millones mientras
    que los gastos primarios sumaron $ 68.527 millones, cifras que arrojan
    un resultado primario anual de $ 8.687 millones. Asimismo, los pagos de
    intereses fueron de $ 7.163 millones, lo que implica un resultado financiero
    positivo anual de $1.805 millones. base caja. Respecto de la estimación
    del PBI corriente para 2003 (de $ 367.592 millones en el presupuesto)
    el superávit primario fue de 2,36% manteniéndose cercano
    a 2,4% acordado con el FMI. En términos reales (en relación
    al producto) los ingresos corrientes pasaron de 17,6% (2002) a 21,0% (2003)
    mientras que los gastos corrientes lo hicieron de 18,4% a 19,6%.
    Las metas acordadas con el FMI estipulan que Hacienda deberá obtener
    un resultado primario para el primer trimestre de 2004 de $1.100 millones,
    para fines de junio un acumulado de $ 5.550 millones, para septiembre
    de $ 7.780 millones, y un superávit primario anual de $ 10.000
    millones. De continuar la bonanza de la economía estas metas estarán
    sin duda alguna sobrecumplidas; la estimación del Presupuesto 2004
    es un superávit de $ 10.400 millones (2,6% del PBI), pero las tendencias
    indican que seguramente será bastante mayor.


    Mayor PBI
    Los datos oficiales para el cuarto trimestre de 2003 corrigieron las tasas
    estimadas de variación del PBI hacia arriba. El PBI corriente para
    el último trimestre de 2003 ascendió a $ 400.560 millones,
    siendo entonces el PBI de 2003 de $ 376.232 millones, 20,4% superior al
    de 2002. En términos reales (a precios de 1993) en el cuarto trimestre
    de 2003 el producto creció 11,3%, y en el año un 8,7% respecto
    al de 2002. Tanto la inversión como el consumo muestran una fuerte
    recuperación, que se explican principalmente por la expansión
    del mercado interno y la demanda de inversión.
    Los pronósticos para este año siguen siendo auspiciosos.
    Una tasa de crecimiento del PBI real de alrededor de 7 puntos porcentuales
    parece bastante verosímil considerando que ya de por sí
    sólo el arrastre estadístico de 2003 a 2004 sería
    del orden de 3,0% a 3,5%. Esto, más una variación de precios
    de aproximadamente 5% o 6% elevaría el PBI nominal en no menos
    de 12 puntos, tanto en pesos como en dólares de mantenerse estable
    el tipo de cambio nominal. Más aun, es también probable
    que el tipo de cambio nominal sufra alguna apreciación, lo que
    implicaría tasas de crecimiento del PBI nominal en dólares
    cercanas a 15%.
    La inversión bruta interna continúa creciendo a tasas muy
    elevadas. El último dato oficial (último trimestre de 2003)
    indica que en términos interanuales la variación positiva
    fue de 48,8% (en pesos de 1993).
    El presupuesto 2004 sólo suponía un crecimiento de la inversión
    durante todo 2003 de 22,8% en términos reales, mientras que la
    variación 2002-2003 fue de 38,1%.
    Como porcentaje del producto, la inversión bruta interna sigue
    recuperándose de la fuerte caída experimentada a partir
    de 1999.
    Luego de haber llegado a un máximo de 21,7% durante el cuarto trimestre
    de 1997 y a un mínimo de 10,5% en el primer trimestre del 2002,
    en el cuarto trimestre de 2003 ya se encontraba en 17 puntos del PBI.
    De continuar creciendo (a tasas de aproximadamente 30% trimestral para
    2004) puede esperarse que la inversión llegue a representar entre
    19% y 20% del PBI en este año, es decir, estaría a sólo
    2 puntos del máximo histórico de 1998.
    Sin embargo, para recuperar el stock de capital “consumido”
    durante los años de baja inversión (2000-2002) habrá
    que mantener tasas más elevadas que durante la mayor parte de los
    años ‘90 durante los próximos años