¿Hay un nuevo modelo de crecimiento?

    La
    duplicación de la inversión bruta interna como porcentaje
    del PBI, tiene suma relevancia tanto por lo que revela como transformación
    profunda en el comportamiento del ahorro, como por el debate que plantea.

    ¿Estamos frente a un nuevo modelo de crecimiento
    económico o es otra vez parte del ciclo stop and go?
    Es un dato significativo al que nadie parece prestarle
    mucha atención. Las periódicas peleas de la interna
    peronista, los reclamos de los bonistas por la oferta para salir del default,
    o la demoradísima negociación de las
    tarifas de los servicios públicos, alternan y compiten entre sí
    para ocupar el centro del escenario.
    Sin embargo, en las sombras queda algo relevante, que puede ser apenas una
    buena noticia o el síntoma de que un nuevo modelo está naciendo.
    Veamos la primera parte: cómo se explica el incremento de la inversión.
    Como porcentaje del PBI, prácticamente se ha duplicado en dos años.
    Después de alcanzar la
    máxima cota a principios de 1998, por encima de 21%, cayó
    a 10% a principios de 2002. Se estima que en
    este momento está en 18%, y que al ritmo con que viene, a fin de
    año estará entre 19 y 20% del PBI.

    El ahorro genuino
    Una recuperación
    asombrosa por dos motivos. El primero: no ingresó dinero del exterior
    como en la década
    pasada y los bancos no prestaron. El segundo: por lo
    mismo, no hubo más endeudamiento externo o interno.
    Esta nueva inversión se generó a partir del ahorro
    genuino de los argentinos.
    El dato no importa solamente para desmentir a Anne Krueger que seguramente
    lo desconocía, cuando
    hizo su enésimo reclamo para acelerar el acuerdo con
    los acreedores de la deuda pública impaga.
    El Ahorro Nacional se estima a partir de la diferencia entre Ingreso Nacional
    y Consumo, que junto con el Ahorro Externo (préstamos del resto
    del mundo) financian la
    Inversión Interna. En 2002 y 2003, el Ahorro Nacional fue considerablemente
    superior al registrado en promedio en los años ’90 (21,1%
    y 19,5% del PBI, contra 15,6% respectivamente). Todo hace suponer (restricción
    de
    crédito externo, tipo de cambio real alto, pago de deuda externa)
    que los actuales niveles de ahorro nacional se mantendrán en los
    próximos años, siendo así que la
    inversión interna se financiará completamente con
    recursos propios y no se requerirá de crédito externo.
    El otro aspecto interesante del fenómeno: el consumo suele ser
    el motor del crecimiento. En términos
    generales, se debe 80% al consumo y 20% a la inversión. Algo cambió
    también en este aspecto.
    El año pasado, la inversión aportó lo mismo que el

    consumo. Si durante 2004 la inversión continúa creciendo
    a altas tasas puede ser que se repita esta situación.
    Se observa también que las exportaciones netas
    contribuyen negativamente, puesto que las de 2002
    fueron mayores a las de 2003.

    Condiciones del nuevo modelo
    Ahora la segunda
    parte: el debate en ciernes. ¿Quiénes fueron los actores
    de esta sustancial transformación?
    Sin duda, el agro y las Pymes. Hicieron la mayor parte de la nueva inversión,
    debido a que la recuperación de la misma es bastante veloz y a
    que los montos requeridos no son tan significativos como en otras actividades.
    En la minería, la siderurgia, los servicios públicos –donde

    revistan grandes actores económicos– hay que “hundir”
    mucho capital antes de que se produzca el retorno.
    Son inversiones de largo plazo. Por esta razón, la inversión
    de estos sectores fue mínima.
    Pero el agro y las Pymes, con viento a favor, aprovecharon la ventana
    de oportunidad y apostaron fuerte.
    Hace falta que ambas categorías de actores inviertan.
    Pero el esfuerzo de los que ya lo han hecho puede determinar la existencia
    de un nuevo modelo de crecimiento, el surgimiento de una nueva clase empresarial
    y otro modo de insertar a nuestra economía en el mundo.
    Hay un riesgo, sin embargo. Las exportaciones argentinas continuaron creciendo
    en valor, pero muy poco
    en volúmenes. Si cambian circunstancias favorables en precios internacionales,
    las exportaciones pueden caer en valor y entonces no se podrá sostener
    el crecimiento de las importaciones. Volveríamos al conocido ciclo

    stop and go. El proceso se detendría hasta que otras condiciones
    favorables reanuden el ciclo.
    Pero si no fuera así, si se logra que aumenten las ventas externas,
    nuevos y viejos actores seguirían invirtiendo
    y estaríamos asistiendo al desarrollo de un nuevo modelo de crecimiento