ESTRATEGIA | Empresas
Por Patricio Cavalli
Todo en Apple parece ser secreto, y hay por todos lados historias de paredes que se erigen cuando surgen nuevos proyectos; empleados que podían entrar en determinada zona de la empresa y que repentinamente no pueden; claves de acceso revocadas o habilitadas sin explicaciones; empleados despedidos en bares por hablar de más con agentes infiltrados para hacer preguntas; ejecutivos que no comentan fechas de lanzamientos ni con sus hijos; y una estricta need-to-know-basis-policy interna.
La máquina del secreto Apple ha creado una industria paralela, la del “apple rumor”, que trata de contar cuál será el nuevo dispositivo o sistema operativo en ciernes, antes de que este salga al mercado.
Los rumores ayudan al impacto de los eventos lanzamiento de Apple, preparando a la audiencia y generando anticipación y ansiedad, pero no son nunca suficientemente precisos como para opacar el momento de la presentación.
Hasta el lanzamiento del iPhone 5. Los rumores, fotos y videos comparativos lograron, esta vez, que el mundo viera el smartphone mucho antes de que Phil Schiller, VP de Marketing de Apple, lo mostrara. Días antes. Semanas antes.
¿Quién propagó las fotos y los videos? No se sabe. Se dice que con una cadena de distribución y de manufactura cada vez más grande, es más difícil controlar a miles de operarios que pueden sacar una foto y subirla a la Web. Pero el argumento no convence. Los ministerios, centrales de inteligencia o aparatos militares tienen miles de personas trabajando y pueden proteger sus secretos, o tratar con más eficiencia.
Tampoco hay elementos para decir que Apple mismo filtró las fotos a los medios y que le arruinara la fiesta, en términos de sorpresa e impacto. Pero sí hay elementos para creer que, por esta vez dejó pasar los leaks, con el fin de crear no solo una fanfarria que señalara el nuevo objeto, sino también una cortina de humo que tapara otra cosa.
Algo más que smartphones
Y es que el lanzamiento del iPhone 5 (con sus 112 gramos de peso, su procesador A6 y su pantalla de 4 pulgadas) no se trató del iPhone 5 sino de algo mucho más grande que la empresa quiere mantener todavía en espera, en silencio, envuelta en las sombras, mientras el mundo se ocupa de su apabullante hardware y asombroso software.
Ese algo no es la batalla por el smarpthone, que Apple pelea con Google y su sistema operativo Android, o con Samsung, o con Nokia, HTC y la misma Microsoft. Se trata de la guerra amplia y total que pelea por los contenidos.
Desde que creó su tienda de música y películas iTunes en 2000 y su vaca lechera iPod en 2001, la empresa co-creada por el difunto Steve Jobs ha estado metida de lleno en el negocio de los contenidos.
El iPad es mucho más un dispositivo para consumo y creación –aunque menos– de contenidos que otra cosa. Películas, libros, podcasts, videocasts, eBooks creados por usuarios, fotos, dibujos, sketches, planos, radiografías, diarios, revistas, casi todo el contenido del planeta puede ser bajado –gratis o pago– a un iPad, o creado a partir de él.
No solamente eso. Apple ofrece al usuario 5 gigas gratis (y muchos más pagos) de acceso al sistema iCloud, donde se pueden almacenar fotos, e-mails, calendarios, música, películas, libros, y todo lo antedicho. iCloud funciona también para poder escuchar música que el usuario tenga en un dispositivo Apple en otro dispositivo (por ejemplo, su PowerBook y su iPhone), mediante el sistema iTunes Match.
Y sotto voce, el viernes 14 de septiembre, Apple incorporó la opción de usar los recordatorios y agenda de notas a la nube iCloud, a la vez que desactivó en secreto su red social de música Ping.
Las 700.000 aplicaciones disponibles en su app store, y el promedio de 100 o más aplicaciones bajadas por cada usuario (de iPad, iPhone, o iPod Touch), son, por supuesto, contenidos.
Y la posibilidad de leer artículos de medios online u offline mediante el sistema Reading List, es también, acceso a contenidos.
¡Son los contenidos, estúpido!
Esa es la guerra en la que el gigante de Cupertino se está metiendo, de lleno, pero sin decirlo, distrayendo al mundo con su nuevo iPhone 5.
De las casi dos horas de presentación del martes 12 de septiembre, menos de la mitad estuvo dedicada al teléfono (y una parte, la presentación del sistema operativo iOS6 fue un refrito), mientras que el resto estuvo dedicado a la presentación del nuevo iTunes (la tienda desde donde se bajan esas aplicaciones, libros, películas y demás contenidos), y a la nueva línea de iPod, el producto que en su momento, levantó –y todavía impulsa con fuerza) a la corporación.
Apple no está sola en esta guerra (no la sería sin un enemigo), pero el Dr. Moriarti de la manzanita a medio morder no es Samsung, Google o Microsoft sino Amazon.
Apuntalada en su potencia de fuego como retailer online, Amazon viene presentando iteración tras iteración de su tablet Kindle, que nació como un simple eBook reader y se posiciona con fuerza como el gran –o el único–desafiante para el iPad en el mundo de los tablets.
Su nueva Kindle Fire HD “es mucho más un modo de acceder a contenidos que una tablet que aprovecha el sistema operativo Android”, escribió un analista en un medio especializado días atrás. De hecho, Android parece ser solo un OS puesto ahí para que el dispositivo funcione, más que para atraer a las personas. “La gente no quiere más dispositivos. Quiere servicios que mejoren todos los días, todas las semanas y todos los meses –dijo Jeff Bezos, CEO de Amazon–. La Kindle Fire es un servicio. Ofrece 22 millones de ítems. Lo llama por su nombre, le hace recomendaciones”.
Lo que importa de la Fire HD es la posibilidad de acceder –otra vez– a películas, revistas, diarios, libros, al sistema de streaming de música Amazon Music Drive o al Amazon Cloud Drive, que permite al usuario guardar cualquier tipo de archivo digital en la “nube”.
De la misma manera que Apple ofrece la posibilidad de trabajar documentos en una Mac, subirlos en forma automática al iCloud, y tenerlos disponibles luego en su iPhone o iPad, sin tocar un botón (en el sofisticado lenguaje de la tecnología, eso se llama seamlessly.)
Es por esa misma razón que Siri, la asistente virtual activada por voz de los iPhone 4S y 5 no responde a comandos como “Call 911” (según la experiencia de este cronista), o “Desactiva el bluetooth” (según el manual), pero es rápida como una bala para responder a preguntas como “¿Cuántos restaurantes de comida china con mesas para cuatro disponibles tengo cerca?” (siempre que se esté en EE.UU. o Europa).
Esa es la guerra, al fin, en la que los dos grandes del siglo 21, Apple y Amazon, se han embarcado.
Google sigue engrampado a los ingresos que le generan las búsquedas; Nokia sigue pagando el pecado de haber dicho que el mefistofélico N95 era una computadora móvil; Microsoft (que también ofrece decenas de gigas gratis en la nube a través de Sky Drive) se levanta de sus golpes pero debe generar su propia tablet –la “Surface”– porque no confía en los hacedores de hardware para su nuevo software Windows Phone 7 y espera con paciencia que sus socios Samsung y Nokia vendan los dispositivos a los que le han embebido ese mismo OS y BlackBerry… Bueno… mal ejemplo.
Los contendientes, Mohammed Ali y George Foreman, son las gigantes de Cupertino y Seattle, que pelean no solo por un lugar en nuestra cintura, sino por todo aquello informativo, divertido, educativo, entretenido o generado por la mente humana que podamos meter en la nuestra.
Es una batalla silente por ahora. Submarina. Pero que detonará en los próximos años con fiereza. Y el tan resonado iPhone 5 es solo la punta del iceberg.
(*) Patricio Cavalli es colaborador y jefe de Nuevas Tecnologías de Quadion Technologies.